El pasado 28 de septiembre, en la Iglesia de San Bernardo de Alcalá de Henares, dio inicio el curso propedéutico con una solemne eucaristía en la que participaron las familias de los 18 jóvenes que comienzan su proceso formativo y su vida comunitaria. El acto contó con la presencia de los rectores de los seminarios de Madrid, Pamplona y Alcalá de Henares, así como los formadores de dicha etapa y el director espiritual del seminario de Alcalá, quien también colaborará en el propedéutico.
El curso propedéutico, que marca el inicio de la vida seminarista para estos jóvenes, fue inaugurado litúrgicamente durante la misa. Quince de los nuevos provienen de Madrid, dos de Pamplona y uno de Alcalá de Henares. La misa estuvo presidida por Antonio Secilla, rector del Seminario Conciliar de Madrid, donde se cursan las etapas las etapas discipular y configuradora. En su homilía, Secilla dirigió unas palabras a los seminaristas, sus familias y los formadores presentes, destacando la importancia de este nuevo paso en la vida de los jóvenes. Su discurso se centró en el papel de Dios y la familia en la vocación sacerdotal.
"Queridos seminaristas, Dios es bueno", comenzó Secilla, compartiendo una reflexión personal. Recordó las palabras de un sacerdote que, en una ocasión, le repitió insistentemente esta frase: "Dios es bueno". El rector explicó que es necesario recordar constantemente esta verdad, especialmente en momentos como el que vivían los nuevos seminaristas, quienes comenzaban un camino guiado por la bondad y la providencia divina. "Dios ha estado presente en cada paso que os ha traído hasta aquí", añadió.
Secilla también dedicó unas palabras a las familias, reconociendo su papel fundamental en la formación de la vocación sacerdotal de sus hijos. "Vuestra familia ha sido el primer seminario donde se ha forjado el corazón sacerdotal de vuestros hijos", afirmó, resaltando la importancia del apoyo familiar en el proceso vocacional.
En su homilía, Secilla también hizo alusión a la Primera Lectura del día, donde mencionó a Eldad y Medad, quienes, aunque no estaban donde debían, recibieron el don del Espíritu. Relacionando este pasaje con los seminaristas, les animó a confiar en el Espíritu Santo, que ya había comenzado a guiar sus vidas y les había traído hasta este punto. "El Espíritu os ha dado la gracia de reconocer la llamada de Dios", dijo, alentándolos a continuar con confianza en su discernimiento vocacional.
Al finalizar la Eucaristía, los asistentes se trasladaron a la casa de formación del propedéutico, donde se celebró un vino español. Este momento permitió a los seminaristas y a sus familias compartir experiencias y conocerse mejor en un ambiente distendido.
El curso propedéutico marca un inicio significativo en la vida de estos 18 jóvenes, quienes, bajo la guía de sus formadores y con el apoyo de sus familias, comienzan su camino hacia el sacerdocio. La jornada inaugural destacó el compromiso de los seminaristas y la importancia de la comunión entre las distintas diócesis implicadas en el proceso formativo, subrayando cómo Dios está presente en cada paso de este nuevo camino.