«Francisco fue una persona que desde el primer momento que se presentó ante todo el mundo, en el balcón de la basílica de San Pedro, apareció de un modo muy cercano». El delegado episcopal de Liturgia de la diócesis de Madrid, Daniel Escobar, destaca la naturalidad y sencillez del Papa Francisco, quien hizo ese primer día «algo de sentido común, que es saludar». Quizás no se esperaba de él ese gesto tan sencillo como decir «buenas tardes», pero esto «nos dio pistas de por dónde iba a caminar su pontificado».
Escobar sostiene que quizá aún sea pronto para valorar cuál ha sido su legado espiritual, pero «yo me quedaría con la promoción de la paz». Aunque se han visto «algunos signos ya», sin duda «hay un trabajo oculto que irá aflorando y se verá la figura de Francisco como un gran promotor de la paz». Así, «se irá viendo todo lo que se hizo gracias a su guía, a su pastoreo y al cuidado de la Iglesia que tuvo».
De lo transmitido por Francisco, «no me quedaría con una frase concreta, pero sí con la idea de que Dios acoge siempre y que la Iglesia acoge siempre a todas las personas, con independencia de la situación en la que se encuentren». Esto, «unido a la confianza en la misericordia de Dios».
Porque desde sus inicios, «el Papa se presentó como alguien que tenía que hablarnos de la misericordia de Dios, ante un mundo que muchas veces no perdona, e incluso nosotros mismos muchas veces no nos perdonamos». «Pero el Papa quiso mostrar que Dios nos perdona siempre», concluye.