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Foto Cáritas Madrid

Monseñor Vicente Martín, en la Eucaristía 'Morir de Esperanza' organizada por Sant'Egidio: «Cristo está con quienes ensanchan el corazón para acoger y acompañar a las personas migrantes»

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Este domingo, 29 de septiembre, la Iglesia Nuestra Señora de las Maravillas ha celebrado la Eucaristía “Morir de Esperanza”, organizada por la Comunidad de Sant’Egidio, coincidiendo con la 110ª Jornada Mundial del Migrante y Refugiado. Cientos de personas, algunas de ellas migrantes, participaron en la emotiva Eucaristía en recuerdo de las 6.663 personas que han perdido la vida durante el último año en las distintas rutas migratorias.

Tíscar Espigares, responsable de la Comunidad de Sant’Egidio, explicó al comenzar la liturgia que recordar a los que perdieron la vida en el mar «es como recuperarles, porque son personas únicas e irrepetibles. Son historias desgarradoras y nombres propios que no podemos olvidar ni convertir en una simple estadística».

«Nuestra celebración no es solo mirar al pasado, que ya es un deber ante tanto dolor, sino sobre todo, una mirada al futuro, para que asumamos nuestra responsabilidad en la construcción de un mundo más humano donde nadie más tenga que morir así», subrayó Tíscar. Estuvieron muy presentes en el recuerdo los 63 muertos y desaparecidos este fin de semana cerca de la Isla del Hierro, en la mayor tragedia migratoria de los últimos 30 años en la conocida como «ruta Canaria», entre los que había cuatro niños de siete a once años.

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Tras escuchar algunas desgarradoras historias de estos mártires de la esperanza, el obispo auxiliar de Madrid, Monseñor Vicente Martín, recordó en su homilía que cada nombre es importante, cada vida vale y por ello, «ninguna muerte debe quedar en el olvido».

Por ello hizo un llamado a «todos los lugares de Iglesia para que se conviertan en espacios de acogida, donde «se ejerza el derecho de ser acogidos para abrir caminos de esperanza». «Cristo está con quienes ensanchan el corazón para acoger y acompañar a las personas migrantes, porque frente a la cultura del yo, el Evangelio nos invita a vivir la cultura del «nosotros», del encuentro en la que todo ser humano es nuestro prójimo».

La Comunidad de Sant’Egidio organiza desde hace más dos décadas la Eucaristía «Morir de Esperanza» en distintas ciudades europeas para poner nombre y rostro al drama de la migración forzada y así impulsar un mayor compromiso de acogida, integración y solidaridad con las personas migrantes y refugiadas.

En Madrid, esta celebración se realizó de forma conjunta con la Archidiócesis de Madrid a través de la Delegación Diocesana de Migraciones y la Mesa de la Hospitalidad.

"Por ti, por mí, trabajo decente", lema de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente

  • Fin Agenda: 30-09-2024
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El próximo lunes, 7 de octubre, se celebra el décimo aniversario de la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD), en el marco de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, con el lema "Por ti, por mí, trabajo decente"». Esta iniciativa tiene como objetivo «reafirmar el compromiso con la dignidad y el cuidado de los trabajadores en todo el mundo, recordando que el trabajo es un derecho fundamental para el desarrollo humano», como lo destaca el Papa Francisco en Evangelii gaudium.

Este año, las actividades se desarrollarán el domingo 6 de octubre, con un recorrido por la ciudad de Madrid. La marcha comenzará a las 18:00 horas en la Plaza de Callao y realizará dos paradas significativas en Sol y Ópera, donde habrá diversas intervenciones. Entre los momentos clave del recorrido, se destaca la participación del obispo auxiliar de Madrid, Monseñor Vicente Martín, quien dirigirá unas palabras a los asistentes. También se procederá a la lectura del manifiesto y se realizará un gesto común en solidaridad con los trabajadores y trabajadoras de todo el mundo.

La Comisión Episcopal para la Pastoral Social y Promoción Humana de la Conferencia Episcopal Española (CEE) también se ha sumado a esta iniciativa, compartiendo un mensaje especial con motivo del 30º aniversario del documento «La Pastoral Obrera de toda la Iglesia».

Foto Twitter Trinitarios Espíritu Santo

El cardenal José Cobo celebra junto a toda la Familia Trinitaria el legado de san Simón de Rojas: «Con el testimonio de su vida pobre salió para ir al encuentro de los más necesitados»

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  • Fin Agenda: 28-09-2024

«Celebrar hoy la vida de uno de los nuestros es motivo de regocijo. Celebrar alguien que también conforma una familia grande como es esta. Un patrono santo, pero también espejo donde todos nos podemos mirar». Así ha empezado el cardenal José Cobo la homilía durante la Misa solemne que ha presidido por el IV centenario de la muerte de san Simón de Rojas. Un santo cuya festividad litúrgica se celebraba este sábado y que toda la Orden Trinitaria en Madrid - Trinitarios Provincia del Espíritu Santo ha querido celebrar en la Catedral de la Almudena.

Un santo que, como ha subrayado el arzobispo de Madrid, «ha caminado por nuestras calles, que ha vivido dificultades como las nuestras y que ha sabido responder. Y alguien también que es intercesor, ayuda activa en la vida de la fe». San Simón de Rojas fue un santo «muy implicado y muy vivo en la historia de esta ciudad». Nació en Valladolid y murió en Madrid y dicen, y así lo ha recordado el cardenal José Cobo, que «las honras fúnebres que se tributaron asumieron el aspecto de una canonización anticipada. Era tan gran de la fama de santidad que, a los pocos días de su muerte, el nuncio ya ordenó el proceso de beatificación. Ya fue san Juan Pablo II quien le canonizó en el año mariano del 1988».

Como Trinitario estudia en la Universidad de Salamanca y en la ciudad de Toledo enseña filosofía y teología: «Es recordado como muy buen superior en varios conventos y visitador apostólico en varias provincias de la orden. Estuvo cerca de la Corona Española, confesor de la Reina».

Muchas veces nos imaginamos a los santos como personas especiales e inalcanzables. Sin embargo, y así lo ha subrayado el arzobispo de Madrid, son «hombres y mujeres como nosotros. Con nuestras mismas dificultades y debilidades que en sus vidas tuvieron aciertos y cometieron errores y con frecuencia tuvieron que afrontar en la sociedad que vivieron desafíos como los nuestros. La clave que identifica y nos une a todos los santos es su pasión por Jesucristo en un mundo concreto, el deseo de hacer sus vidas transparencia, testimonio, cercanía de Jesús, deseo de vivir el Evangelio hasta las últimas consecuencias».

Cuatro han sido las claves que el cardenal Cobo ha querido recordar de la vida de san Simón de Rojas. En primer lugar, que los pobres fueron una realidad crucial para él: «Padre de toda clase de pobres, no miró para otro lado, no tuvo prisa y se dejó interpelar por todo tipo de pobreza, del alma y del cuerpo. Fiel al carisma trinitario promovió redenciones de esclavos, se prodigó con los presos, con las prostitutas procurando rescatarlas, consoló enfermos, redimió a niños de la calle, ayudó a los que no tenían de comer y lo hizo desde la lejanía y desde fuera. […] San Simón trató de dar respuesta las necesidades de su tiempo, miró y se compadeció».

 

«También hoy, si miramos y nos detenemos, nos tropezaremos en las mismas calles de Madrid con tanta marginación, con menores migrantes, con presos, con descartados, con ancianos en soledad. Los mismos, las mismas realidades que se encontró san Simón hace 400 años. Los pobres nos siguen acompañando y las injusticias continúan expulsando descartados hacia las periferias», ha afirmado el arzobispo de Madrid.

La segunda clave es la importancia de los laicos en la vida de san Simón y en la Iglesia de ahora: «Es esperanzador ver que Simón de Rojas trató de que grupos de laicos se organizaran para que la ayuda fuera más eficaz y duradera y fundó la Congregación del Ave María que todavía hoy, cuatro siglos después, todos los días, muchos de ellos estáis aquí, seguís dando de comer a los más pobres de Madrid. Es esperanzador seguir creyendo como los laicos tenéis una posibilidad y una vocación específica en la vida de la Iglesia y en la atención a los más pobres».

Y tras los laicos, la tercera clave, es la de la oración: «En la contemplación de los misterios de la vida de Jesús, en la escucha de la Palabra de Dios, fue un gran orante y un maestro de oración. Integró lo que a nosotros a veces nos cuesta unificar, la entrega a la caridad y a la misión y la contemplación en el silencio y en la soledad del corazón. Mirando a Jesús aprendió a pasar las noches en la oración del Padre, y las jornadas curando enfermos, echando demonios, consolando a los desesperados, hablando a la muchedumbre de la bondad y de la misericordia de su Padre. Sin la oración, sin la unión con Cristo en la contemplación, como los sarmientos a la vida, no es posible verle en el hermano».

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Y por último, cuarta clave, el «amor tierno y confiado a la Virgen María»: «Sus cualidades intelectuales, sus encargos en la corte y su trepidante actividad caritativa, se entrelazan siempre con una cercanía maternal a María. Una devoción que se propaga, tanto en los reyes como entre la gente sencilla y humilde que socorría, de tal modo que era llamado familiarmente el Padre Ave María».

El cardenal José Cobo quiso acabar la homilía enviando un mensaje de agradecimiento a toda la familia de la Orden Trinitaria en Madrid: «Demos gracias a Dios porque su vida entregada continua presente a través de la familia trinitaria, religiosos, religiosas, laicos y laicas y de tantas realidades eclesiales, en esta y en otras diócesis, algunas de las cuales dais continuidad a iniciativas de nuestro santo: el comedor Ave María, las parroquias, la atención a la cárcel de Soto […] Gracias a todos en nombre de toda la Iglesia por vuestro trabajo y dedicación».

Información sobre precepto penal decretado por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid

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El cardenal José Cobo Cano, arzobispo de Madrid, ha emitido un precepto penal en el que establece una serie de medidas pastorales en relación con el sacerdote de la diócesis, E.G.G., a quien se limita la actividad pastoral. Este decreto, cuya vigencia comenzó el pasado mes de julio, responde a la aplicación de la resolución final del Dicasterio para la Doctrina de la Fe tras la investigación y proceso pertinente y habiendo informado y escuchado a las personas implicadas y víctimas.  

El arzobispo, en el ejercicio de su responsabilidad pastoral, ha determinado que el sacerdote afectado sea limitado en sus funciones pastorales. Entre las medidas establecidas está la revocación de la facultad de confesar por un periodo de 10 años y de la facultad de predicar; también se incluye la prohibición absoluta de realizar exorcismos y cualquier tipo de oración de sanación, liberación o de imposición de manos y de llevar a cabo procesos de dirección espiritual a cualquier persona. Estas medidas se han adoptado después de un largo procedimiento, tras una evaluación minuciosa y en consonancia con la normativa canónica vigente.

El arzobispo ha subrayado en su decreto que estas medidas tienen como objetivo prioritario el cuidado pastoral de la comunidad y la evitación de abusos y conductas lesivas, así como el acompañamiento espiritual y humano de dicho sacerdote. Ha reiterado, además, el compromiso de la Archidiócesis de Madrid con la protección de todas las personas, especialmente de las víctimas y de las más vulnerables.