El cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, ha inaugurado este 22 de septiembre la Semana de la Palabra con una misa celebrada en la catedral de la Almudena. Durante la homilía, ha reflexionado sobre la importancia de la Palabra de Dios en la vida de los cristianos, subrayando que esta semana será «una oportunidad para profundizar en su significado y su centralidad en la vida eclesial y personal de cada uno de nosotros». El cardenal ha comenzado recordando que la Palabra de Jesús nos invita a seguirle, no solo en momentos de alegría, sino también en aquellos de prueba y dolor. Jesús, en su camino hacia Jerusalén, anunció en tres ocasiones su pasión, un anuncio que causó desconcierto entre los discípulos. «Jesús no maquilla la realidad», ha explicado, insistiendo en que la vida cristiana siempre pasa por la cruz, por momentos difíciles que debemos afrontar con fe.
Y es que, a pesar de las enseñanzas de Jesús, los discípulos no entendieron plenamente su mensaje y, en lugar de centrarse en la entrega y el servicio, discutían sobre quién era el mayor entre ellos. Este comportamiento, según el cardenal, refleja una tendencia humana universal: el afán de poder y gloria. «Cuando miramos la vida en clave de quién manda, se nos olvida la palabra de Cristo y dejamos de ser discípulos», ha advertido, subrayando que este tipo de actitudes ensordece nuestra capacidad de escuchar verdaderamente la Palabra de Dios.
De esta forma, ha destacado que, en lugar de buscar el protagonismo o privilegios, debemos centrarnos en los más pequeños y vulnerables, aquellos que sufren en silencio y no tienen nada que ofrecer a cambio. En este sentido, ha instado a preguntarse: «¿Quiénes son los más pequeños en nuestras vidas, en nuestras familias, en nuestra iglesia?». Al poner a los vulnerables en el centro, ha explicado, «seguimos el ejemplo de Jesús, quien también colocó a un niño en medio de sus discípulos para mostrarles el verdadero camino del servicio y la humildad».
El arzobispo ha continuado su homilía destacando la importancia de la escucha atenta y profunda de la Palabra de Dios. «La Palabra es un don dirigido a cada uno de nosotros», ha afirmado, añadiendo que no debemos poner filtros o condicionamientos a lo que Jesús nos dice. La Palabra de Dios, ha dicho, «nos invita a la conversión constante, a cuestionarnos y a discernir los pensamientos e intenciones de nuestro corazón. Nos pone en crisis continuamente y eso no es malo», ha señalado, porque la Palabra de Dios es «viva y eficaz, más cortante que cualquier espada de doble filo». El cardenal Cobo ha interpelado a los presentes preguntando «qué palabra escuchamos realmente»: «En nuestro mundo hay muchas palabras, mucha "palabrería", pero... ¿Quién tiene la última palabra en la vida? A veces nos ponemos delante de Dios pero somos sordos a la Palabra, o ponemos filtros, o nos acercamos al Evangelio "a trozos", leyéndolo a nuestra conveniencia. Escuchamos la Palabra pero no la guardamos en el corazón. La custodiamos, pero no nos dejamos provocar por ella para cambiar. La leemos, pero no hacemos oración. No olvidemos que parte de la oración cristiana es la escucha de la Palabra y la adoración del Señor, que siempre va unida a la oración».
Además, ha pedido a los fieles que no solo escuchen la Palabra, sino que también la compartan en comunidad, especialmente en esta Semana de la Palabra. «La fe no se vive de manera aislada, sino en comunión con los demás, porque la Palabra está destinada a ser compartida», ha asegurado. «Hacerlo en familia, en los grupos parroquiales o en la liturgia fortalece los lazos entre nosotros». Por eso, ha animado a comunicar la Palabra: «¿Cuánto tiempo hace que no explicas algo en la Palabra? No lo que dice un libro "o los ecos", sino el frescor de la Palabra de Dios, macerada en tu corazón. Esa es la mejor herramienta de evangelización, la Palabra de Dios».
Finalmente, ha concluido su homilía exhortando a poner siempre la Palabra de Dios en el centro de la vida y decisiones. «No son nuestros caprichos ni nuestras ideologías los que deben guiar nuestras vidas, sino la Palabra de Jesús», ha afirmado, invitando a todos a dejarse moldear por ella y a ser testigos de su mensaje en el mundo. Esta Semana de la Palabra, ha dicho, «es una oportunidad para redescubrir las fuentes de la fe y para que la Iglesia de Madrid vuelva con alegría a escuchar a Jesús, la Palabra viva de Dios».
Lee aquí la carta del cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, para la Semana de la Palabra
Una semana para la contemplación y la escucha comunitaria de la Palabra de Dios
La idea es que, durante esos días, de que todas las actividades «giren alrededor de la contemplación y la escucha comunitaria de la Palabra de Dios». No es «hacer muchas cosas extraordinarias, sino que lo ya planificado para mayores, familias, jóvenes y niños tenga este contenido y coincida en los mismos días en toda la diócesis».
Para reconocer la voz de Cristo, que en resumen es la Palabra, es importante «abrir el oído y escuchar a Aquel que nos habla» en la vida cotidiana. Porque Dios habla «en aquello bueno que nos pone delante»; en asuntos que «hace fecundos, que Él bendice e indica que sigamos trabajando por ahí»; en cosas que «no nos pide y no salen o no las bendice»; y también en «gritos o necesidades», en situaciones nuevas, por ejemplo, «de cómo evangelizar a aquellos que llegan a nuestra ciudad, a aquellos que se han alejado, o a aquellos que no saben de Dios».
La semana será una invitación a «actualizar lo que es propio de un cristiano, que es escuchar». Y esto lleva «a salir de nuestras ideas preconcebidas y a sorprendernos de Aquel que siempre va más allá». En este punto, Benedicto introduce una nueva actitud, la de la obediencia: «Escuchar va muy de la mano de ponerse por debajo de Aquel a quien escucho y obedecerle».
Materiales orientativos
El grupo coordinador ha preparado unos materiales para orientar a las parroquias o a las comunidades. Así, se remitirá una propuesta de celebración de la Palabra que incluirá proclamación, meditación y contemplación según el esquema de la lectio divina y una adoración eucarística.
Para la lectio se ofrece también un material orientativo, y una serie de sugerencias litúrgicas para cuidar de modo especial, en la Eucaristías, la liturgia de la Palabra.
Así, entre otros, se sugiere llevar el Evangeliario en procesión de entrada y colocarlo encima del altar hasta el canto del Aleluya; utilizarse cirios o incienso durante la proclamación del Evangelio, resaltando ritualmente que es el mismo Señor el que se hace presente en ese momento en medio de la comunidad, y cantar el saludo y la aclamación final.
El objetivo es, según especifican los materiales, «poner de manifiesto que el cristiano no se acerca a la Sagrada Escritura buscando únicamente unos datos o conocimientos, sino queriendo escuchar la voz de Dios que aquí y ahora nos habla de un modo eficaz y concreto». También se invita a cuidar especialmente el rato de silencio tras cada lectura y al finalizar la homilía para permitir que la Palabra de Dios «sea acogida interiormente por quien la escucha».
Descarga aquí el material orientativo para la Lectio divina
Descarga aquí la propuesta de celebración de la Palabra
Descarga aquí las sugerencias litúrgicas para la Semana de la Palabra