- Titulo: Infomadrid / B. Aragoneses
Aquel Domingo de Ramos del año 2000 era 17 de abril. El Papa san Juan Pablo II se había referido, en su homilía en Roma, a María como «fiel discípula del Señor», y le había pedido, especialmente para los jóvenes, que «os acompañe en este itinerario de conversión y progresiva intimidad con su Hijo divino».
Y en Madrid, la hermandad de Los Estudiantes se disponía a sacar por primera vez en estación de penitencia a su titular mariana, María Santísima Inmaculada Madre de la Iglesia. Iba a salir de la basílica pontificia de San Miguel, sede canónica de la hermandad, en esta ocasión detrás del Hijo, un Crucificado del siglo XVIII de Luis Salvador Carmona, joya que custodia la hermandad desde sus orígenes, en 1989.
La talla de la Virgen, que representaba una dolorosa, fue un encargo a Juan Manuel Miñarro en 1995, en un contrato firmado por el entonces hermano mayor Enrique Estrada, cofundador de la hermandad junto al rector de la basílica, José Antonio Galera de Echenique, consiliario. Se elaboró en madera de cedro para la cabeza y las manos, y pino de Flandes para el busto y los brazos articulados. El rostro de la Virgen está enmarcado por una cabellera tallada, con raya en medio y moño bajo, que va recogido con un pasador de dorado.
Sus rasgos, juveniles, están realzados por una frente amplia y despejada, las cejas bien perfiladas y ascendentes sin el ceño fruncido, la mirada perdida en el infinito que revelan unos ojos de cristal protegidos por unas pestañas postizas; tres lágrimas que resbalan por sus mejillas, de pómulos marcados, dos por la derecha y una por la izquierda; una nariz contundente; labios entreabiertos que muestran los dientes, de marfil, y una barbilla redondeada con hoyuelo.
Desde el principio, la hermandad confió en Francisco Carrera Iglesias, Paquili, para vestir la imagen. Durante años fue bordando no sólo el ajuar de la Virgen (sayas, manto de salida), tamién el del paso: los faldones, las bambalinas, el techo… Al menos cuatro veces al año viste el bordador, que también es presidente del Gremio de Arte Sacro de Sevilla, a la Virgen: para la Cuaresma, de hebrea; para la Inmaculada; para la salida procesional, de reina; para la Pascua, de blanco...
El paso de palio de la Virgen se encargó en 1998 y se realizó íntegramente en los talleres de Orfebrería Andaluza, por Manuel de los Ríos, e incluyó la parihuela, los respiraderos, los 12 varales y el techo de palio, además de la candelería (86 candelabros), los faroles, las jarras y la peana de la Virgen. Es portado por 30 costaleros. Hay dos obras especialmente destacadas de orfebrería que acompañan a la Virgen: el primero es el puñal de salida, en oro con piedras preciosas engarzadas; y una pequeña escultura en plata y marfil de San José con el Niño Jesús de la mano.
También desde el principio la Virgen ha salido acompañado por la unidad de música del Regimiento de Infantería Inmemorial del Rey n.º 1. Ya en 1997, el teniente coronel Abel Moreno compuso la marcha procesional María Inmaculada, Madre de la Iglesia. Este 2025 llega con novedades para la hermandad, ya que en su salida procesional del Domingo de Ramos, el 13 de abril, la banda que acompañará al paso de palio ya no será el Inmemorial del Rey sino La Lira de Pozuelo.
Dos pasos en la calle
«Lo que tuvo muy claro la hermandad desde el pirncipio —rememora Juan Aranda, actual hermano mayor— es que el objetivo era tener dos pasos en la calle, heredando el espíritu de las hermandades de silencio sevillanas». Así, «cuando esta Virgen pudo procesionar, el círculo ya estaba cerrado».
En todo este tiempo, Los Estudiantes de Madrid ha ido creciendo como hermandad, no sólo en número de hermanos (este año han jurado reglas 64 más, superando ya los 600), sino en «prestigio de hermandad seria, con una puesta en escena rigurosa, con un saber estar en la calle». Un cortejo que el año pasado completaron 186 nazarenos «con túnica puesta», como nunca antes, «y este año se esperan más», además de que se doblaron cuadrillas de costaleros en ambos pasos, cosa que no había sucedido hasta la fecha. «La gente acude con mucha fidelidad espiritual a la llamada del Domingo de Ramos». Junto a ello, «La Virgen ha ido adquiriendo afectos espirituales, cariños y se le han ido regalando sayas, mantos, joyas».
Misma saya y mismas flores
Este año, pues, la hermandad se dispone a celebrar por todo lo alto los 25 años de la primera salida y, por este motivo, todos los actos previos a la Semana Santa, así como la estación de penitencia, tendrán a la titular mariana de la hermandad como referente. Así, tal y como detalla Aranda, se han hecho varias iniciativas. En primer lugar, el cartel de la salida está protagonizado en exclusiva por la Virgen, y en él se recuerda este XXV aniversario.
Junto a ello, las papeletas de sitio han cambiado de formato, dejando atrás el tradicional de los últimos tiempos, en granate, para apostar por el color azul, e incorporando la imagen de la Señora. Además, el dibujo perimetral reproduce el bordado del faldón del paso de palio. Un tercer elemento es que «vamos a intentar, en la medida de lo posible, que la Virgen salga como salió el primer año (en la imaegn inferior): con el mismo exorno floral, unos humildes y elegantes claveles blancos; y el mismo rostrillo y saya de aquel año, una azul y no la verde de salida bordada por Paquili».
Lo único nuevo, a estrenar de hecho, que lucirá la Virgen en su atavío es el fajín de diplomado de Estado Mayor que le entregó el general de Brigada Jorge Viñé Blanco, hermano de honor de la hermandad, en el concierto de marchas procesionales del pasado 12 de marzo.
En cuanto al recorrido, la única variante con respecto al año pasado —que ya cambió por completo para pasar por la puerta del Sol— será que la estación de penitencia, en lugar de realizarla en la iglesia de la Santa Cruz, se hará en la Colegiata de San Isidro.