El delegado episcopal de la Salud de la archidiócesis de Madrid, José Luis Méndez, resalta dos cualidades en el recientemente fallecido Papa Francisco: «Espontaneidad y naturalidad, que ha hecho muy cercano al hombre».
Pero además, como delegado, subraya los dos textos de Francisco «que más me han ayudado a centrar mi labor dentro de la pastoral de la salud». El primero, Evangelii gaudium, que aunque «no está referido directamente a la pastoral de la Salud, nos da una clave que a mí, personalmente, me ha dado mucha luz para muchas situaciones».
El Papa decía en esta exhortación «que era necesario volver a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño». Esta es una clave fundamental, aprecia Méndez, «no solo para las relaciones humanas en general, sino también para ver el modo de cuidar a las personas enfermas». Y hace hincapié en este término, cuidar, «que a veces no es tanto técnicamente hacer las cosas muy bien hechas», sino poner ternura y cariño.
El segundo de los escritos es una catequesis de 2015 en audiencia en la que habla a las familias que tienen personas enfermas. En ella les recordaba cómo Jesús da a sus discípulos el poder de sanar, «es decir, acercarse a los enfermos y cuidar hasta el fondo».
Estas dos ideas que transmitió el Papa, la de acercarse y cuidar hasta el fondo, fueron muy reveladoras para el delegado. «No se puede cuidar desde la distancia, no solo física, sino desde la distancia afectiva» y, a su vez, profundizar en ese cuidado significa hacerlo en «todas las cosas que preocupan». Por supuesto, atender «la esperanza en la vida eterna, el deseo de ver el rostro de Dios», pero también «los temores ante la muerte» o de las dificultades que pueden dejar atrás, «qué va a pasar con nuestros hijos…».
También en esa audiencia el Papa Francisco trasladó cuatro ideas «que para mí han sido un norte: ayudar a los enfermos (no perderse en habladurías, en disquisiciones teóricas), consolar, aliviar y estar cerca».