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- Firma: El cardenal Cobo en la misa de apertura del año judicial: «Es preciso huir del ruido mediático que ayuda poco al sosiego que requiere el arte y la ciencia de juzgar»
Este jueves, 5 de septiembre se ha celebrado en Madrid el solemne acto de apertura del año judicial. Como es tradicional, se celebró previamente una eucaristía en la parroquia de Santa Bárbara, presidida por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, que contó con la asistencia de jueces, magistrados, fiscales, abogados y funcionarios de la administración de justicia, entre otros. En su homilía, el cardenal dirigió un mensaje de aliento y reflexión donde subrayó la importancia de la confianza, la humildad y el servicio en el ejercicio de la justicia.
Así, comenzó su intervención recordando el pasaje evangélico en el que Jesús, en medio del gentío, sube a una barca y anima a Pedro y a los demás pescadores a remar mar adentro y echar las redes, a pesar de su escepticismo inicial. Según el arzobispo, este relato es una «preciosa metáfora de lo que es la fe», una fe que nace de la confianza, y que da paso al asombro y al posterior seguimiento incondicional de Cristo: «En tu nombre y por tu Palabra volveremos a echar las redes». A pesar de ser un carpintero, Jesús se ganó la confianza de aquellos pescadores, demostrando que la humildad y la fe pueden generar resultados inesperados.
El purpurado aprovechó esta metáfora para dirigirse directamente a los profesionales de la justicia, reconociendo que, al igual que los pescadores, ellos también pueden sentirse desanimados, mal interpretados o incluso burlados. «Seguro que todos en algunos momentos de nuestra vida hemos tenido la tentación de ceder al escepticismo», dijo, pero invitó a confiar en que Dios «reclama confianza y remar mar adentro para que se produzca el milagro».
Por otra parte, enfatizó que la tarea de los jueces y funcionarios de justicia es «inmensa e imprescindible», un servicio a la sociedad que debe vivirse con las más hondas convicciones. Definió la justicia no solo como una virtud, sino como «una apasionante vocación» que no puede ser ejercida simplemente como un rol funcional dentro del poder del Estado. «Es preciso vivirlo como una vocación de servicio», afirmó, destacando la necesidad de que los jueces sean «independientes, imparciales, competentes, rectos, equitativos y honorables». Añadió que, además de serlo, deben parecerlo, generando una «serena apariencia de justicia».
También alertó contra las presiones mediáticas y el ruido que pueden desviar el enfoque de los jueces de su misión esencial: «Será preciso alejarse de la orilla y huir del ruido mediático que ayuda poco al sosiego que requiere el arte y la ciencia de juzgar». De esta forma, subrayó la importancia de la humildad y de no buscar protagonismo, recordando que el trabajo del juez debe brillar a través de resoluciones «justas, equitativas, objetivas, bien fundadas y motivadas».
El cardenal lamentó que, en un mundo tan mediático, a menudo la opinión sobre los jueces prevalece sobre el contenido de sus resoluciones, propiciando «visiones reduccionistas, ideológicas y maniqueas» que desvirtúan la imagen de los profesionales de la justicia. Defendió la importancia de recuperar la humanidad de la judicatura, reconociendo que los jueces también sufren y enfrentan dificultades, y que su labor es esencial para mantener el Estado de Derecho, el principio de legalidad y la división de poderes, frente a los riesgos de cualquier deriva totalitaria.
El cardenal Cobo citó al Papa Francisco para subrayar la necesidad de que los jueces sientan el sufrimiento de las víctimas y comprendan la dimensión social de su reclamo de justicia. Enfatizó que la justicia debe ir acompañada de misericordia, para evitar convertirse en un «cuerpo sin alma». Recordó que en la tradición cristiana «la justicia por sí sola no es suficiente», pues necesita estar iluminada por el amor.
Concluyó su homilía deseando que el trabajo de los profesionales de la justicia sea tan fructífero como la pesca milagrosa de los discípulos que confiaron en Jesús, y elevó una oración por ellos, sus familias y su labor cotidiana. «Gracias, queridos hermanos y hermanas, por vuestro trabajo esforzado, por vuestra sabiduría discreta y por vuestra humildad», concluyó, animándolos a seguir adelante con fe, confianza y dedicación.
Inicio del año judicial
Tras la celebración de la misa, Su Majestad el rey Felipe VI presidió el acto de apertura del año judicial 2024-2025, en el Salón de Plenos del Tribunal Supremo. En el mismo, intervinieron la presidenta del alto tribunal y del CGPJ, Isabel Perelló, y el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz. Al acto asistieron los vocales del Consejo General del Poder Judicial; los integrantes de la Sala de Gobierno del Tribunal Supremo y los/ magistrados de este órgano judicial; y los presidentes de los Tribunales Superiores de Justicia, entre otras autoridades judiciales.
También estuvieron presentes la presidenta del Congreso, Francina Armengol; el presidente del Senado, Pedro Rollán; del presidente del Tribunal Constitucional, Cándido Conde-Pumpido; el ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños; la presidenta del Consejo de Estado, Carmen Calvo; la presidenta del Tribunal de Cuentas, Enriqueta Chicano; y el Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo.