Madrid

Nuestra Señora del Rosario de Fátima celebra su fiesta patronal con un amplio programa de actos litúrgicos

  • Fin Agenda: 08-10-2024
  • Galeria: 2024-10-13

La parroquia Nuestra Señora del Rosario de Fátima (Alcalá, 292) ha organizado un amplio programa de actos litúrgicos con motivo de su fiesta patronal, que conmemora el 13 de octubre. Comenzarán con un triduo a la Virgen y ofrenda floral, del 10 al 12 de octubre, a las 18:45 horas.

El sábado 12, a las 9:00 horas, tendrá lugar el rezo del rosario de la aurora por las calles que rodean el templo.

Misa solemne y procesión

Al día siguiente, domingo 13, se honrará a la patrona en su festividad con los siguientes cultos:

   09:00 horas. Rosario en el templo

   10:00-11:30 y 13:00 horas. Misa dominical

   18:00 horas. Rosario

   19:00 horas. Misa solemne

   20:00 horas. Procesión con la imagen de la Virgen por las calles cercanas al templo

Comienza la Escuela Itinerante Diocesana de Formación Social: conoce las sesiones de esta semana

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El próximo martes, 8 de octubre, comienza la Escuela Itinerante Diocesana de Formación Social. Las sesiones, que finalizarán el 28 de mayo de 2025, se imparten en diferentes lugares de Madrid, y en varias fechas, para facilitar la asistencia que es gratuita, se desarrollan de 18:30 a 20:00 horas.

Las sesiones del martes, 8 de octubre

- Claves para hacer una lectura creyente de la realidad - A cargo de José Luis Segovia Bernabé. Vicario Pastoral en nuestra archidiócesis - Parroquia de San Hilario de Poitiers (calle Luis Chamizo, 28044 Madrid) - De 18:30 a 20:00.

- ¿Quiénes? ¿Por qué? ¿Para qué? Causas actuales de las migraciones - A cargo de Rufino García Antón. Delegado episcopal para la Pastoral de la Movilidad Humana (Migraciones) - Parroquia del Santísimo Redentor (calle Félix Boix, 13. 28036 Madrid). De 18:30 a 20:00.

- Una radiografía de nuestro mundo: los signos de los (nuestros) tiempos - A cargo de Pablo Agustín Genovés Azpeitia. Licenciado en Teología Pastoral. Coordinador de Apoyo a la Innovación en la Vicaría de Pastoral Social - En la Sede de la Vicaría IV (Parroquia Ntra. Sra. de la Misericordia- calle Arroyo del Olivar, 100. 28018 Madrid). De 18:30 a 20:00. Está sesión también se puede seguir en línea.

José Luis Segovia, Vicario Pastoral de la Archidiócesis de Madrid: «Decente es un trabajo que dignifica a la persona que lo lleva a cabo»

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Ayer, lunes 7 de octubre, se celebró la Jornada Mundial por el Trabajo Decente. Según la ONU, la promoción del respeto de los derechos laborales es un aspecto central de la labor del Pacto Mundial de las Naciones Unidas. El respeto de los derechos de los trabajadores y el cumplimiento de las normas laborales son la base del trabajo decente.

¿Qué es exactamente el trabajo decente? ¿Cuál es su concepto para los cristianos? ¿Cómo se defiende desde la Iglesia Española? A estas preguntas ha respondido el vicario Pastoral de la archidiócesis de Madrid, José Luis Segovia, en una entrevista publicada por la revista ‘A hombros de los trabajadores’ de Hermandades del Trabajo.

«Trabajar es prolongar el designio amoroso y transformador de Dios y un modo de ganarse el pan y subvenir las necesidades propias y de la familia; el trabajo es una forma de participar de la obra creadora y humanizadora de Dios». Pero «cuando pasa a ser un modo de perder la libertad (esclavitud) o se realiza en condiciones de opresión (explotación), o se impide el despliegue de otros aspectos de la persona y de la vida (unidimensionalidad), o se desarrolla en condiciones insalubres e inseguras (siniestralidad laboral) o el trabajador, por más horas que haga, no puede asegurar el sustento familiar, ni acceder a una vivienda digna (trabajo precario)… En ese momento y por múltiples causas, el trabajo deja de ser decente».

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«El trabajo es una misión»

Asimismo, Segovia ha explicado que «decente es un trabajo que dignifica a la persona que lo lleva a cabo», que la «expresa» en su relación con la naturaleza, la historia y la sociedad. «Permite desplegar las capacidades, competencias y habilidades de cada ser humano, asegurándole su realización personal, asegurando la calidad de vida del trabajador y de su familia, y se desarrolla en un contexto de cuidados y protección».

En este sentido, «para los creyentes expresa la respuesta a una vocación. El trabajo es una misión». Eso lo supo entender muy bien D. Abundio, y forma parte de vuestro carisma que hace del apostolado la razón de ser de las Hermandades del Trabajo. «Las migraciones y las mujeres y los hombres migrados constituyen una riqueza y una imponente oportunidad si sabemos responder con audacia, solidaridad y creatividad a este desafío».

«Los sindicatos deben mirar por los derechos de los trabajadores»

El trabajo decente se extiende a varios ámbitos, como la salud laboral, sueldos dignos, jornadas de trabajo que no invadan la vida personal, conciliación, etc. ¿Es una responsabilidad solo de las empresas? «Evidentemente, compete a las empresas el cumplimiento de la normativa laboral y demandar su cumplimiento». Pero «los derechos están más afianzados cuando se fundan en una malla tupida de actores con deberes». A la empresa se debe sumar el Estado. Este debe garantizar el cumplimiento de las leyes, la vigilancia de su efectividad, asegurar los derechos laborales y su expansión, la sanción en caso de su incumplimiento, etc.

Por su parte, «los sindicatos deben mirar por los derechos de los trabajadores y cumplir con eficacia su cometido, teniendo siempre una especial predilección por los más vulnerables, incluso por los trabajadores extranjeros que están en situación de irregularidad administrativa». Finalmente, «compete de un modo singular a los propios hombres y mujeres que desarrollan su actividad laboral y que son los primeros afectados por un trabajo no digno».

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«Poner el foco en las relaciones laborales y en las estructuras sociales»

A la pregunta que si cree qué existirá en algún momento la justicia social universal, José Luis Segovia ha señalado que «justicia es una palabra omnicomprensiva que se puede intercambiar en la Sagrada Escritura con Salvación y con Paz. Nunca se realizarán plenamente porque participamos del pecado original y la plenitud solo la regalará el buen Dios al final de los tiempos». Sin embargo, «eso no nos exime de que nuestro anhelo de paz, de justicia y de salvación se tenga que traducir en búsqueda incesante de los derechos de los trabajadores, mejoras en su calidad de vida y prestaciones sociales, etc. Es el “ya, pero todavía no” del Reino de Dios».

Por último, ha añadido que no podemos culpabilizar a los pobres por su pobreza. «Las personas en situaciones de vulnerabilidad, legítimamente, se agarran a un clavo ardiendo». Por eso, «es importante poner el foco en las relaciones laborales y en las estructuras sociales». Somos los demás y, particularmente, las autoridades los que «hemos de impedir un abuso sobre las personas más frágiles que, a su vez, acaban fragilizando al sistema entero». Lo que no hagamos por solidaridad y sentido de la justicia, debiéramos hacerlo por sentido común y hasta por interés.

El cardenal Cobo, junto a la Iglesia en Madrid, clama por la paz en una vigilia de oración: «No podemos vivir anestesiados ante las guerras, pidamos la luz del Resucitado que nos ayude a ser testigos de su paz»

  • Titulo: Infomadrid / B. A. / Fotos: Santiago Tedeschi Prades

Intenso silencio orante en la catedral de la Almudena este lunes, 7 de otubre, a las 20:00 horas, cuando las campanas tañían por la paz en el mundo. El sonido elevaba al cielo una plegaria: «Oh Dios, creador del mundo, que extiendes tu preocupación paternal sobre cada criatura […]. En un mundo dividido, renueva en nosotros la maravilla de tu misericordia, envía tu Espíritu sobre nosotros para que los enemigos puedan empezar a dialogar, para que las personas puedan encontrar entre sí la armonía, para que se elimine todas las disputas, para que el perdón venza el deseo de venganza».

Era el ecuador de la vigilia de oración por la paz convocada por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, siguiendo el llamamiento del Papa Francisco a los cristianos del mundo entero. En una catedral de la Almudena con una abundante presencia de fieles, el consiliario de Justicia y Paz Madrid, entidad encargada de organizar la vigilia junto con la delegación episcopal de Ecumenismo, Ignacio María Fernández, resaltaba el objetivo de la celebración: pedir al Señor el don de la paz, la conversión de los violentos, por las víctimas, «todas las víctimas», remarcaba, y por la paz en los corazones, en las familias y en las comunidades.

El marcado carácter ecuménico de la celebración quedó reflejado en la amplia representación de distintas confesiones cristianas presentes en el ámbito de Madrid. Así, junto al cardenal Cobo, arzobispo de Madrid, que presidía la celebración, se dieron cita Timotei Lauran, obispo de España y Portugal de la Metropolía Ortodoxa Rumana de Europa Occidental y Meridional; Bessarion, metropolita de España y Portugal del Patriarcado de Constantinopla; el padre Shnorqh Sargsyan, vicario de la Iglesia armenia; la pastora Esther Ruiz, de la Iglesia evangélica española; el pastor Ramiro Arroyo, de la Community Church; la reverenda Sally McDougall, de la Iglesia anglicana; y el reverendo Busquets, de la Iglesia reformada episcopal.

Asimismo, estuvieron presentes el cardenal Carlos Osoro, arzobispo emérito de Madrid; los obispos auxiliares de Madrid Vicente Martín y José Antonio Álvarez; el rector del Seminario Conciliar de Madrid, Antonio Secilla, así como vicaruos episcopales y sacerdotes.

Como afirmaba la reverenda Sally poco antes de comenzar la celebración, «la catedral es un sitio de reunión para todo el mundo, en ocasiones para celebrar, esta noche para orar», y la convocatoria una forma de acoger a todos. Precisamente esta referencia a la casa de todos que hacía McDougall fue con la que abrió el cardenal Cobo la celebración, quien además saludó al Pueblo de Dios congregado en la catedral haciendo especial énfasis en la palabra paz.

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«La guerra siempre es una derrota»

Ya en su homilía, el arzobispo de Madrid, que en varias ocasiones se refirió a Jesucristo como Príncipe de la Paz, afirmó que los creyentes «no queremos vivir ciegos ni insensibles ante el llanto» de los hijos de Dios. «Necesitamos en medio de la noche la luz del Resucitado ante tantos calvarios que hay en el mundo».

El cardenal denunció los conflictos que asolan el mundo en tantos sitios, Siria, Yemen, África, Ucrania… Y al ver Tierra Santa, «la tierra que escuchó la palabra del maestro, se nos parte el alma». Unas guerras, dijo, «alimentadas por una carrera armamentística que crece a expensas del sufrimiento humano». Muchas de ellas son consecuencia de la «desigualdad» y de la »injusticia social». Pero la guerra, aseguró, no «traerá nunca la solución del problema», sino más bien «la guerra siempre es una derrota», «un fracaso de la humanidad».

Porque los conflictos, continuó, crean «barreras entre las personas y destruyen la fraternidad universal». «Con el llanto de los pobres esta noche, juntos, no sabemos más que orar». Rezar, afirmó, para «manifestar nuestra fe en el Dios de la vida»; rezar «porque creemos en Jesucristo, Príncipe de la Paz», porque «nos sentimos llamados a bajar de la cruz» a los inocentes afectados; orar a Dios «porque queremos y necesitamos estar cerca de quienes están cerca de ti»; también porque «necesitamos el don de la conversión para poder perdonarnos» y «para que Dios arranque de nuestros corazones todo sentimiento cainita».

Las víctimas, abundó el cardenal Cobo, «son esta noche nuestros maestros de oración» porque enseñan que «la oración es la única fuerza del hombre que confía solo en Dios». En este sentido, el arzobispo de Madrid alertó: «Con seguridad estas guerras terribles van a provocar desplazamientos forzosos». Por eso, hizo un nuevo llamado a las instituciones religiosas para poner a disposición espacios de acogida.

Vigilia paz gente

La luz del Resucitado

La liturgia preparada para la vigilia tuvo un momento especial, cuando los representantes de las iglesias cristianas en Madrid encendieron velas que colocaron junto al cirio pascual, a la vez que pedían a Jesucristo, Príncipe de la Paz, por la conversión de la mente y el corazón de todos los violentos; la paz para todos los pueblos en guerra, para todos los responsables de las naciones, para todos los creyentes, para todos los heridos, mutilados, desplazados, y «para que a nosotros nos dé entrañas de misericordia, acogida y hospitalidad». Imploraron también por el don del perdón, la reconciliación, la fraternidad y la paz, y por todas las personas que han muerto víctimas de la guerra.

«Hoy, en esta catedral -sostenía el cardenal Cobo- solo hay una luz insustituible, la de Cristo resucitado que vence a la muerte». Y añadió: «No podemos vivir anestesiados ante las guerras, pidamos la luz del Resucitado que nos ayude a ser testigos de su paz». También hizo suya una petición: «Señor, ayúdanos a ser testigos de tu paz», esa paz «que nos das por medio de tu Hijo, que nos amó hasta el extremo». El arzobispo concluyó recordandoque la oración «siempre es eficaz, no lo olvidéis», y animando de nuevo a pedir el don de la paz: «Él nos la da, pero depende de nosotros acogerla en nuestro corazón y en nuestra vida».