Durante todo su pontificado, y especialmente a raíz del último Sínodo, el Papa Francisco ha destacado la importancia de la escucha como un pilar esencial. Francisco invita a la Iglesia a ser una verdadera escuela de escucha, capaz de acoger a tantas personas que claman por ser atendidas.
En la archidiócesis de Madrid, los centros de escucha llevan doce años desempeñando esta misión de sanar heridas. Su origen se remonta a la etapa en la que el actual arzobispo de Madrid, el cardenal José Cobo, era párroco de San Alfonso María de Ligorio. En aquel entonces, se detectó que muchas personas acudían a la parroquia con la única necesidad de ser escuchadas, sin buscar confesión ni acompañamiento espiritual.
Espacios que acogen sin juzgar
En los últimos años, muchos jóvenes se sienten especialmente vulnerables frente a situaciones adversas, como la incertidumbre sobre el futuro, la soledad, la cultura de la inmediatez o el impacto de las nuevas tecnologías, que a menudo distorsionan su autopercepción. Este contexto de sufrimiento necesita ser atendido.
Conscientes de esta realidad, la Delegación de Juventud de la Archidiócesis de Madrid, en colaboración con el Centro San Camilo, está trabajando en la creación de un Centro de Escucha Joven. Este proyecto busca coordinar una formación adecuada y una supervisión del voluntariado que lleve a cabo este apostolado del oído.
En una entrevista concedida al programa El Espejo de Madrid de la Cadena COPE, Jorge Leocadio, coordinador de la Red de Escucha de la archidiócesis, explicó que «en los últimos años ha crecido el número de jóvenes escuchados en estos centros». Según afirmó, «estos jóvenes necesitan ese espacio, es decir, nosotros estamos llamados a ser lugares de esperanza». Subrayó además que «estos centros son espacios donde pueden hablar, expresarse y encontrar a alguien que los acoge sin juzgarlos».
Durante la entrevista, Jorge también destacó la importancia de que los laicos asuman este ministerio junto con los sacerdotes: «En estos momentos es fundamental que podamos responder a las necesidades de la gente, y una de esas necesidades es la escucha». Añadió que «el perfil del voluntario es el de una persona creyente, con sensibilidad hacia el sufrimiento del prójimo y que se siente llamada a escuchar». Para él, «es fundamental que esta vocación nazca del deseo de participar en esta bonita misión».
Un lugar donde son protagonistas
¿Cómo se logra abrazar el dolor de los jóvenes que abren su corazón? Jorge explicó que «ese abrazo consiste en ofrecerles un espacio donde son protagonistas y pueden hablar de lo que les preocupa». Asimismo, aclaró que «durante la escucha no estamos para dar consejos ni para solucionar la vida de las personas, sino para ofrecer ese espacio que necesitan en ese momento». Este espacio, según recordó, «es el mismo espacio de esperanza que la Iglesia ofrece desde su origen». El coordinador añadió que la Iglesia, al detectar este sufrimiento y necesidad de escucha en la sociedad, siente el deber de abrir sus puertas: «Estamos llamados a brindarles este espacio».
Una misión compartida
Jorge señaló que «si entendemos la misión como una forma de responder a la llamada de Dios, la escucha es una misión a la que estamos llamados como Iglesia». En este sentido, insistió en que no se trata de que cada centro o persona lo haga de manera aislada, sino que, desde la pluralidad y diversidad de la diócesis de Madrid, se pueda construir una red capaz de escuchar y atender a quienes lo necesitan, cada vez en mayor número.
El cardenal José Cobo ha estado guiando este proyecto desde sus inicios y se ha comprometido firmemente con esta labor. Según Jorge, el cardenal impulsa la creación de sinergias, el trabajo en equipo y la construcción de una red que permita dar una respuesta coordinada. «El trabajo diocesano es clave porque nos permite apoyarnos mutuamente y, como Iglesia, estar presentes donde más se nos necesite», concluyó Jorge,