- Titulo: Infomadrid / B. Aragoneses
La Iglesia de Madrid celebra el próximo sábado, 29 de junio, la ordenación de tres nuevos diáconos permanentes para el servicio de la diócesis. José Luis de Marcos, Miguel Ángel Fernández y Jaime Muñoz recibirán el sacramento de manos del cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, en la catedral de la Almudena. Allí estarán el resto de sus compañeros diáconos (47), entre ellos Gonzalo Gallego, ordenado hace ahora un año. «Me acaban de quitar la L», ríe.
Es la primera vez que se celebran las odenaciones de diáconos permanentes en la catedral de Madrid, y este cambio de escenario es uno de los hechos que destaca Gonzalo. Es una «forma de poner en valor» este ministerio y «nos sirve para llegar a mucha gente que no lo conoce». Subraya Gonzalo «la implicación de nuestro cardenal», ya que esta ha sido una apuesta suya; «es de agradecer su disposición». Relata que «hemos pasado de ordenarnos en parroquias a hacerlo en la Colegiata de San Isidro y, ahora, en la catedral, en una ceremonia presidida por él y exactamente igual que los diáconos transitorios [los que se preparan para ser sacerdotes]».
Efectivamente, el cardenal Cobo presidirá la celebración y le acompañarón otros otros dos obispo: Jesús Vidal, auxiliar de Madrid, y el arzobispo de Camagüey (Cuba), Wilfredo Pino, amigo personal de Miguel Ángel, que es de origen cubano.
Equipo de ceremonieros
Como integrante del equipo de ceremonieros de la catedral, Gonzalo estuvo este jueves, 27 de junio, en el templo, junto a los tres ordenandos, para los ensayos. Los acompañó Daniel Escobar, delegado de Liturgia de la diócesis (en la imagen principal, de izquierda a derecha, Daniel, Miguel Ángel, José Luis, Jaime y Gonzalo).
De todo el rito de ordenación, Gonzalo reconoce que lo que más le impresionó a él fue la postración. «Te hace ver lo que es ser diácono, siervo, y que hay que abajarse, ser humilde» para darse a los demás. Como les dijo el cardenal Cobo en uno de los encuentros de este curso, «no os canséis de recordar que lo nuestro es el servicio a los pobres y a los últimos».
Otro momento destacado es la imposición de manos del obispo, por la que, junto a la plegaria de ordenación, se confiere el sacramento del Orden. Y, por supuesto, el momento de la vestidura, cuando reciben la estola y la dalmática y «te miras y te reconoces como diácono».
La de este sábado 29 de junio será una celebración de «mucha alegría y mucho gozo». Con los nuevos diáconos «seremos 50 en la diócesis». Comparado con otras, señala, no son muchos, aunque las hay con bastantes menos, como Toledo, «en la que acaban de ordenar al tercero».
Compañeros de estudios
Gonzalo ha coincidido con los tres ordenandos en la etapa de estudios, «hemos sido compañeros de clase» y además con Jaime ha formado parte del grupo tutorial. Cada diácono ya ordenado acoge a un grupo de aspirantes para acompañarlos, «conocernos, crear lazos y que ellos vean cómo viven los diáconos permanentes». Por eso se reúnen en las casas, con las familias, para hacer un rato de oración y formación sobre un tema concreto, y después compartir la merienda o la cena.
Este año de diaconado, Gonzalo lo ha vivido con «mucha ilusión, alegría y confianza en el Señor, asumiendo todas las misiones que se me han ido encomendado». Ha experimentado «un antes y un después», no solo en su vida espiritual, sino también «en cómo afrontas las cosas de cada día». Y en ese día a día está su trabajo como profesor en un colegio de las Hijas de la Caridad. «Cambia la relación con los demás, te piden opinión, consejo, te ven en redes, “he visto que has bautizado a un niño”, y los alumnos, las familias, se interrogan mucho».