«La Iglesia, que es Madre, nos propone tiempos fuertes para destacar lo que vivimos siempre». Raquel Oliva, profesora de la Facultad San Justino de la Universidad de San Dámaso, está especializada en los padres de la Iglesia. Es «como pasa en la vida monacal», explica, cuyo «intento permanente es hacer memoria». Por eso, en cada Misa se dice «ven, Señor, Jesús», y lo mismo pasa en el padrenuestro cuando se pide «venga a nosotros tu reino».
En el Adviento, esto se enfatiza de manera apremiante y, ante esto, es «fundamental» la formación, porque «lo que te entra por los sentidos es lo que forma tu corazón». Así, «la Iglesia nos ayuda a que el corazón ponga el foco» en los distintos momentos litúrgicos, especialmente en los fuertes. Como lo hará la profesora en la parroquia de La Paloma el martes 17 de diciembre, a las 19:45 horas, impartiendo una charla de Adviento.
Justo este día es el que marca las dos miradas del Adviento, explica. Antes, la Iglesia se fija en la segunda venida de Jesucristo, centrándose en los novísimos: muerte, purgatorio, infierno y gloria, que no es para asustar, matiza, sino para hacer caer en la cuenta de que «tu vida es fugaz».
A partir del día 17, la mirada se centra en que ha venido Dios al mundo. «Esperamos a uno que ha venido ya y por eso esperamos que vuelva». Una venida que hizo «humilde, y es cuando lo contemplamos entrañablemente». Sin embargo, el oficio de lecturas recuerda en este tiempo que todos los días viene Cristo, en una venida intermedia entre la carnal y la gloriosa, en la Eucaristía.
«Una charla de Adviento tiene que fijarse en estas dos etapas y en preparar al pueblo de Dios para esta segunda venida», que no ha de dar miedo. Los primeros cristianos, explica esta profesora que se mueve en el siglo II, siempre lo pedían, «maranathá», y sin miedos, como una esposa fiel que espera a que su marido venga porque no tiene nada que ocultar.
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Grito en la noche
Es sugerente el título que ha elegido Raquel Oliva para su charla: En la noche un grito rasga el cielo. Como «lo mejor es hablar de lo que a uno le ayuda o lo que tiene en el corazón», la profesora transmitirá lo que en este Adviento le está resonando más, en concreto el canto Rorate caeli y otros textos de Isaías, que tanto hablan de un pueblo necesitado de Dios.
Junto a esto, remarca el carácter penitencial de este tiempo litúrgico. «Ante la venida gloriosa de Cristo surge la necesidad de ordenar la vida», entendido no tanto desde un punto de vista moral, sino de volverse hacia Jesús. «Es que necesitas a Jesús, tu corazón está distraído desde finales de noviembre con tantos centros comerciales, con los turrones…».
San Juan de la Cruz y sus romances sobre la espera de los justos del Antiguo Testamento —entre ellos Simeón— inspiraron también el título, que no solo se refiere al grito de los que nos precedieron en la fe, sino también «al nuestro». «¿En qué necesito que venga el Señor, la muerte de un ser querido, el matrimonio que no va…? Porque todo el mundo tiene un grito, aunque la sociedad nos dice que lo ocultemos; pero Dios pide que se lo pongas, porque no ha venido a curar a los sanos, sino a los enfermos».
Y hay un tercer grito, continúa Oliva, que es «el del Niño Jesús cuando llora; es el grito de Dios que hace suyo el de los justos, el nuestro». El de la viuda y el huérfano de las Escrituras, el de los que «están viviendo una injusticia; el de los que han sufrido la DANA…». Y este grito, concluye la profesora, «rasga el cielo para que caiga la gracia; y Dios bajó haciendo suyo nuestro grito, que esto es lo que celebramos en la Navidad: que Dios, siendo rico, se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza».