Este domingo, 9 de junio, el nuncio en España, monseñor Bernardito Auza, preside en San Juan de la Cruz una solemne Eucaristía de acción de gracias en el 70 aniversario de la colocación de la primera piedra del templo parroquial.
«La JMJ de 2011 está muy ligada a nuestra parroquia» afirma Gabriel Comas, párroco actual, cuando nos habla de los numerosos hitos que ha vivido este templo a lo largo de su historia. «La parroquia de San Juan de la Cruz fue erigida el 21 de junio de 1942, desmembrándola de las de Santa Teresa y Nuestra Señora de los Ángeles. Hasta la construcción del templo, las primeras actividades se realizaron en la capilla de las Carmelitas, de la calle Ponzano. Y es que las gestiones para conseguir el terreno donde edificar la parroquia fueron “costosas y hasta inútiles” en el año 1943».
A pesar de eso, la vida de la naciente parroquia se hacía notar, ya que «en el año 1945, y fruto de la visita pastoral, se inicia la Acción Católica». Sin embargo, «no fue hasta el 23 de mayo de 1954 cuando se colocó la primera piedra del templo parroquial». Unas obras dilatadas en el tiempo, como señala el párroco actual. «En 1957 se utiliza el sótano, salón de actos, como cripta-capilla, mientras continuaban los trabajos. Y es que la construcción de la parroquia era una de las mayores preocupaciones, ya que apenas se contaba con más ayuda que las que proporcionaban los feligreses. Por fin, en 1962, el 11 de octubre, el mismo día de la apertura del Concilio Vaticano II, fue inaugurado el templo parroquial, “sin estar terminado del todo”, como dice la crónica. El acto estuvo presidido por Leopoldo Eijo Garay, patriarca obispo de Madrid-Alcalá. Al año siguiente, en 1963, comienza un colegio parroquial, preferentemente para escolanía y monaguillos. Pero en 1965 se paralizan las obras del templo y dependencias ante la desmembración de nuevas parroquias y supresión de clases».
Jóvenes y JMJ 2011, muy ligados a la parroquia
Para el párroco de San Juan de la Cruz, los «momentos más destacados o significativos del templo en este más de medio siglo de historia han sido la ordenación de diáconos de la diócesis, en dos años distintos; la acogida de la Deluju en el 2002; y, sobre todo, la JMJ 2011, con la venida del papa Benedicto XVI. Este evento histórico supuso la acogida en nuestros salones de distintas oficinas preparatorias de la misma, como la que se encargaba de la acogida y catequesis de los obispos italianos durante la JMJ11».
Eso, dentro de una cronología parroquial marcada por fechas significativas. «En 1967 comienza a funcionar la Cáritas parroquial, que canaliza la acción caritativa de la comunidad parroquial. En 1968 se adelanta el altar, cumpliendo las exigencias de la reforma litúrgica emanada del Concilio Vaticano II. En 1970, el entonces vicario episcopal bendice los locales del Hogar de Ancianos, que en 1977 se cambia a otras dependencias. En 1975 se realiza el chapado de la fachada principal de la Iglesia. En 1978 se remoza el salón de actos. Ya en 1982, el 27 de junio, el entonces arzobispo de Madrid, cardenal Ángel Suquía, acompañado de su Consejo Episcopal, celebra en la parroquia la apertura-preparación de la visita del papa Juan Pablo II a España. Dos años después, en 1984, los cooperativistas de viviendas ocupan la Iglesia por varios días. Y en 1986 se habilitan salones para jóvenes y para catequesis».
«En 1987 y 2005 -continúa-, y como he dicho antes, se elige nuestro templo para la ordenación de los diáconos de la diócesis. Del 16 al 18 de mayo de 1988 se celebra una asamblea parroquial para ambientar y poner en marcha el primer Consejo Pastoral de la parroquia, que es presentado en la Misa del 8 de octubre de 1989. Un año en el que comienzan su andadura parroquial los grupos de la Legión de María y Vida Ascendente. Pero, sobre todo, no hay que olvidar que los jóvenes y la JMJ 2011 están muy ligados a nuestra parroquia, ya que en el año 2001 finalizó la construcción del edificio lateral, donde hoy están las salas de catequesis; desde el año 2002 se acoge la Deleju en la primera planta; y en el 2010 se habilitaron los salones parroquiales para la secretaría general y departamentos de la JMJ 2011».
«También hemos acogido en las dependencias parroquiales la secretaría del Encuentro Europeo de Jóvenes de 2018. O el retiro del padre Jacques Philippe en noviembre de 2023, en el que participaron 925 personas durante todo el día en el templo parroquial. Y, desde la pandemia, la Delegación diocesana de Catequesis imparte su formación a los catequistas de la diócesis en el salón de actos de la parroquia. Y todos los lunes tenemos, en el salón de actos, la acogida de la Escuela de Comunidad de Comunión y Liberación», recuerda.
Sencillez constructiva
«El templo -explica- se construye con el proyecto y bajo la dirección técnica de diferentes arquitectos. El primero fue Guillermo Diz Flórez, ligado desde el principio a la administración pública, que construyó numerosos centros de enseñanza, y realizó viviendas para funcionarios y obras de los Nuevos Ministerios, entre otros proyectos; también José Gómez Mesa, nacido en 1900, que dirigió obras en los Nuevos Ministerios; un tercero, José Rodríguez Cano, estuvo muy implicado en la conservación del patrimonio histórico artístico durante la guerra civil, y trabajó en la Obra Sindical del Hogar y para el Instituto Nacional de la Vivienda; y, por último, Miguel Ángel García Lomas, que realizó obras de los Nuevos Ministerios, y fue director general de Arquitectura y del Instituto Nacional de la Vivienda». Por eso, añade, «la edificación actual podemos decir que ha sido el producto de un largo proceso de muchos momentos sumados. Igual que el cronista dice que el templo se inauguró sin estar terminado, hoy en día se sigue avanzando en diferentes reformas, y en acomodarlo a la actualidad».
«La obra de arquitectura -prosigue- responde a criterios de sencillez constructiva, amplitud y comodidad para los fieles, propios de los templos edificados entre finales de 1950 y la década de los 1960, en unos momentos en que Madrid crece residencialmente hacia el norte gracias al Plan Castellana, que demanda más servicios y dotaciones para una ciudad en expansión. Nuestra iglesia es una obra moderna, inicialmente planteada con arreglo a los cánones litúrgicos preconciliares, que poco después de su inauguración hubo de ser adaptada a los del Concilio Vaticano II».
En la actualidad, «vemos un espacio rectangular de tres naves, con laterales cubiertos de madera, con coro y órgano en planta superior, todo ello iluminado con luz natural por ventanales de alabastro, teniendo su entrada principal por la plaza de San Juan de la Cruz y otra secundaria por Espronceda, 41. En la planta baja, además del templo, que tiene una capacidad de 800 a 900 fieles sentados, se sitúa la sacristía a la izquierda del presbiterio, y a la derecha, junto a la entrada de Espronceda, la capilla del Santísimo, con un aforo para 80 fieles sentados».
De la decoración interior, apunta, «destaca el ábside del templo, con un enorme mural de unos 100 metros cuadrados, pintado por el pintor boliviano Arturo Reque Meruvia, fallecido en Madrid en 1969, en el que figura la exaltación de san Juan de la Cruz. Del mismo autor hay otro mural en la capilla del Santísimo, que representa la multiplicación de los panes. En cuanto a las imágenes escultóricas que hay en el templo, son tallas de madera: el Sagrado Corazón de Jesús, un Cristo Crucificado, San Juan de la Cruz, la Virgen del Carmen, la Inmaculada, un San Antonio de Padua, San José, San Juan Pablo II y Santa Teresa de Jesús».
Pastoral de acogida
«Por la ubicación y realidad del edificio -confiesa-, y siguiendo el lema elegido para este año, Cristo, nuestra piedra angular, la pastoral está destinada a ser de acogida: con los que son o están en la Iglesia y con aquellos que buscan. De manera doble: por un lado, a las personas del territorio, y por otro, a la diócesis. Se tiene la idea de que es una parroquia de personas mayores, algo que progresivamente está cambiando, como se puede observar tanto en el barrio como en la participación en la Misa, especialmente en la de los domingos por la tarde».
En ese entorno, indica, «estamos intentando que las celebraciones sacramentales sean dignas y, en la medida de lo posible vivas, cercanas. Tanto la Eucaristía como los sacramentos del Bautismo, de la reconciliación... Todo ello, intentando crear comunidad parroquial, y afrontando la dificultad del individualismo y de la indiferencia reinante a través de la acogida, grupos de matrimonios, jóvenes adultos, un grupo intergeneracional, un taller de Belenismo, la Cáritas parroquial, la comunión a los enfermos, el acompañamiento de adultos que piden el bautismo o terminar la iniciación cristiana, que es un tipo de demanda que ha aumentado en los últimos años, o la vigilia de adoración mensual organizada por los jóvenes adultos de la parroquia….». A esto se suma «la oferta de una formación variada, que ha abarcado temas de biblia, liturgia o eclesiología, y que el próximo curso, al celebrar los 70 años de la primera piedra, abordará la cristología».
Estrechar lazos y construir comunidad
«Peregrinaciones al Camino de Santiago, Tierra Santa o Turquía» también forman parte de la riqueza pastoral de esta parroquia que viajará «el próximo curso a Roma, por ser Año Jubilar». «Encuentros de convivencias y crecimiento eclesial, espiritual y comunitario, que tienen temas concretos ofrecidos por la parroquia, la diócesis o la iglesia universal» integran una pastoral en la que no faltan momentos de convivencia, «que permiten que nos relacionemos y estrechemos lazos, organizando paellas y cocidos parroquiales para festejar los distintos eventos o aniversarios parroquiales». Sin olvidar, insiste, «que, de puertas afuera, acogemos la Deleju, la Escuela de Comunidad de CyL, las sesiones formativas de la Delegación de Catequesis, los cursos prematrimoniales de nuestro arciprestazgo, y todo lo que nos piden cuando alguna realidad eclesial necesita en un momento dado de unos espacios que nosotros disponemos y ellos precisan para un encuentro».
Por eso, pensando en el futuro, Gabriel Comas se plantea varios retos. «Construir comunidad parroquial es uno de ellos. Otro sería romper con los posibles individualismos y las tendencias a vivir la fe cerradas a la comunidad. Y fomentar el compromiso para que la comunidad parroquial sea más real y viva. También intentar que surjan animadores musicales para las celebraciones litúrgicas. O que cuando se venga a celebrar la fe no se haga como si fuera una carga, sino queriendo tener un encuentro con Cristo que se nos manifiesta en la Palabra, en la Eucaristía, en el Perdón… y nos sale al encuentro para estar con nosotros». Y concluye manifestando un último desafío, a manera de deseo: «ser más corresponsables, cada uno desde los dones que Dios le ha dado, poniéndolos al servicio de la parroquia y de los hermanos».