Han pasado ya 75 años del primer Cursillo de Cristiandad de la historia pero sigue produciendo el mismo entusiasmo, la misma ilusión y el mismo encuentro renovado con Jesucristo que entonces. Así lo constatan los cursillistas en cada nuevo Cursillo —dos al mes en la diócesis de Madrid— y así quedó plasmado en la vigilia interdiocesana que el pasado sábado, 8 de junio, se celebró en el Secretariado Diocesano de Madrid.
Era el punto y final a una peregrinación que se ha venido realizando por las diferentes diócesis en las que está implantado Cursillo, una cincuentena en España, de la cruz de Cursillos, el icono de san Pablo y el breve pontificio de Pablo VI por el que se declaraba a san Pablo patrono del movimiento. Al encuentro estaban convocados cursillistas de las diócesis de Madrid, Getafe, Alcalá, Guadalajara, Cuenca, Ávila y Segovia.
«En este peregrinar a nivel de España se han unido las diócesis limítrofes con una idea de comunión; los iconos, de hecho, eran símbolos de unidad, de unión». Lo cuenta Eva Castrillo, copresidenta de Cursillos de la diócesis de Madrid, recalcando la palabra «encuentro» como una de las que definió la vigilia. «Encuentro como acción de gracias, sabiéndonos continuadores de esto que se inició».
Efectivamente, «se reconoce en todo esto una continuidad». «El Señor sigue contando con nosotros» gracias, continúa la presidenta, al «sí que cada uno dimos en su día en el Cursillo». La labor de Cursillos como movimiento de primer anuncio «no nos viene de ahora», es la misma que hace 75 años, y por eso «tenemos que seguir fuertes en esto de ser testigos del Señor para el hombre y la mujer de hoy; el mundo necesita testigos que le anuncien que Jesucristo está vivo».
En este sentido abundaba el consiliario diocesano, Pedro Pérez, también párroco de Santa María del Pinar, ante los micrófonos de El Espejo de Madrid de COPE antes de la vigilia. «La gente llega muchas veces destruida y el encuentro con el Señor renueva su deseo de vivir y le da la gracia para poderlo hacer». Así, 75 años después, la experiencia que se vive en cada Cursillo es una reafirmación de que «Cursillos es un movimiento actual, necesario para la Iglesia; el Espíritu Santo que lo suscitó lo sigue manteniendo vivo, y los mismos milagros que se veían allí en el año 1949 los seguimos viviendo hoy: la gente sale habiéndose encontrado con el Señor».
«La necesidad es la misma —continuaba el consiliario—: por un lado, gente que no cree, y por otro lado, gente que está bautizada, que tiene fe, cree, pero no ha tenido la experiencia de un encuentro con Cristo vivo y tampoco una experiencia de encuentro con la Iglesia». En muchos casos se trata de «avivar esa conciencia de ser bautizados que ahora nuestro arzobispo está repitiendo tanto».
Cadena de testigos
Conjugando la oración y la lectura meditada, la vigilia tuvo un momento fuerte en torno a textos de los iniciadores de Cursillos: el obispo Juan Hervás, el sacerdote Sebastián Gayá y el laico Eduardo Bonnín. Como explicó Álvaro Pérez Turbidí, seminarista de la diócesis de Madrid y nacido en una familia cursillista, «hemos sido injertados en una cadena de testigos»; han sido otros los que «han propiciado ese encuentro con Jesucristo que he recibido», que han sido «mediadores y continuadores de esa historia de salvación en Jesucristo». Asimismo, afirmó que «Dios es fiel y gracias a eso podemos contemplar su obra en nosotros». Y de aquí surge el «alabar a Dios».
También participó en la vigilia Agustín Palomino, que llevó el movimiento de Cursillos de Cristiandad a Estados Unidos en 1957. Uno de aquellos primeros 16 cursillistas estadounidenses explicó en una ocasión que «nunca habíamos visto jóvenes tan entusiasmados hablando cosas que normalmente hablan los sacerdotes».
Palomino, que tuvo la oportunidad de conocer a los iniciadores, quiso agradecer el haber podido «beber de ellos» para extender por el mundo los Cursillos. Como se leyó en uno de los momentos de la vigilia, la historia de Cursillos «está llena de rostros, de nombres que a lo largo de los años se han dejado la vida queriendo imitar la vida de nuestros dirigentes, aquellos iniciadores que hicieron de la evangelización la razón de su vivir, que buscaron ser santos y apóstoles y que soñaban con un mundo vuelto hacia Dios».
Unos dirigentes que miraban Cara al mañana, como titulaba Gayá una de las cartas que mandó a los chicos tras la peregrinación a Santiago de Compostela cuya preparación dio lugar a los Cursillos: «No podemos estancarnos: hay que echar la inteligencia, el corazón, la voluntad, los brazos, las rodillas en la empresa apostólica».
La vigilia concluyó con una oración para pedir el don de la unidad, la apertura al Espíritu Santo y fortaleza y renovación de la «fidelidad a nuestro carisma para saber responder a las nuevas situaciones». En este sentido, el Movimiento de Cursillos de Cristiandad celebrará este próximo fin de semana, de 14 al 16 de julio, el Pleno Nacional en clave de Identidad y misión. «Tenemos que ser muy fieles a este carisma», concluye Eva Castrillo, porque «el hombre de hoy necesita ser salvado por el Señor». Esto, con el «deseo cada día de querer ser santos y apóstoles; aprendices de santos que contagien que merece la vida evangelizar nuestros ambientes».