La localidad serrana de Navalagamella tiene una antiquísima hermandad: la de San Miguel, fundada en 1530. Fue la respuesta de la devoción del pueblo a la aparición y milagro que protagonizó el arcángel años atrás, en 1455. El espíritu de la corte celestial se sirvió de Miguel, un humilde pastor que cuidaba las ovejas de su amo en un bello paraje del municipio.
Así lo recoge un documento custodiado desde entonces en el arzobispado de Toledo, jurisdicción eclesial de aquella época: «‘Tú ve y da cuenta a tus vecinos, y yo haré que te crean’. El arcángel puso su mano sobre el tronco de la encina y dejó señalados los cinco dedos, como vestigio humano. Y luego desapareció». Y así lo contó Javier Parra a sus paisanos este 8 de mayo, festividad de san Miguel en Navalagamella.
Javier es miembro de la Hermandad de San Miguel desde 1995, y aún tiene reciente su labor como preboste en 2021. A sus 70 años, se subió al púlpito de la bellísima parroquia de Navalagamella para narrar la histórica aparición. «Estoy hecho un manojo de nervios», se disculpaba en sus primeras palabras ante una asamblea muy concurrida. Pero acabó su disertación con un hermoso testimonio: «Su hermandad aún perdura cumpliendo su misión de ayudar, unir y hermanar a las personas de nuestro pueblo. '¿Quién como Dios?' es el significado de Miguel, el arcángel príncipe de las huestes celestiales, vencedor del mal».
Javier también recordaba que el culto a san Miguel «posee cierto carácter funerario y se le considera guía de los fallecidos». «En eso también nuestra hermandad sigue cumpliendo sus directrices acompañando en los sepelios con el estandarte de su Imagen y el brillo de los cinco hachones», añadía este hermano que precisamente acaba de despedir a su padre, Pablo Parra, rozando el siglo de edad, toda una institución en el pueblo y gran devoto del patrón.
Gran devoción al santo
Otra personalidad de Navalagamella es Jaime Blasco. Luce 87 años y la emoción llega estos días a sus ojos, como cuando se apuntó en la hermandad. «Fue antes de casarme, y me casé casi con treinta», recuerda.
«Tengo que venir a verlo. Vengo con una devoción, un cariño y un amor tan grande que tengo que venir. Me gusta», confesaba a las puertas de la parroquia ante de una de las novenas en la que los paisanos de Jaime entonan los 'gozos' de san Miguel. Se trata de una oración cantada que resume las hazañas del arcángel en la historia bíblica. La costumbre es que las nueve estrofas las canten los integrantes de esta hermandad masculina y que las mujeres respondan con el estribillo: «Dad a nuestros corazones, arcángel Miguel, consuelo».
«He transmitido la tradición a mis hijos y mis nietos. Y si tuviera más, a más apuntaría», indicaba Jaime, refiriéndose a la lista de hermanos infantiles de más reciente creación. «Me encanta cuando el preboste pasa lista en las distintas celebraciones de san Miguel y los hermanos tenemos que contestar ‘¡presente!’», proseguía, pidiendo al santo tener «salud» para poder disfrutar de las próximas fiestas. «Y luego, lo que venga, como que terminen las guerras en el mundo, como la guerra de Ucrania. Me da mucha pena. Yo creo en Dios y que sea lo que él quiera. Y luego san Miguel. Cuando empiezo a cantar los gozos me entra en el cuerpo un escalofrío de alegría y de cariño. Si puedo no falto ni a las misas ni a las listas», reclamaba.
Estos sones también se cantan a viva voz y con emoción cada Lunes de Pascua, cuando se celebra 'la bajada' de la imagen del ángel de su ermita a la parroquia del pueblo, el citado 8 de mayo, en la Misa para los hermanos difuntos del día 9 y el segundo domingo posterior a esa fecha, para la romería.
Fiesta romera
El próximo domingo, 19 de mayo, la localidad madrileña de Navalagamella devolverá a san Miguel a su ermita. Lo hará con una procesión en ascenso de unos dos kilómetros, Misa mayor y canto vespertino de los 'gozos'. Para esta edición, algunos lugareños se ataviarán de ‘serranos’, el traje típico de la zona. En ese momento volverán a brillar los ojos de los talegueros, gentilicio de Navalagamella, como les ocurre a los hermanos que relatan su fe y la relación de san Miguel con Navalagamella.
A Pío Valentín Serrano de Miguel, de 71 años, se le conoce como 'Tino' y es el responsable de que los gozos resuenen más angelicales para san Miguel, pues en la parroquia y en la ermita se encarga de ponerles música de su órgano. «Los aprendí yo solo, de oído, por tradición», dice con humildad mientras también trata de combatir la emoción. Es hermano de la Hermandad de San Miguel desde antes de cumplir la mayoría de edad. En este tiempo ha cumplido dos mayordomías. «San Miguel es para mí lo mejor que me puede pasar. Decirlo me hace llorar. Me despierta muchas emociones. Todas las noches le rezo, le tengo mucha fe, aunque conmigo no se porta muy bien», bromea cuando se le pregunta si el patrón es ‘milagrero’.
Su ‘gozo’ preferido es el que hace referencia a la Virgen, que dice «de la escuadra de María sois el cabo principal y embajador especial de quien Cristo se valía, cuando su madre le pedía dar en el mundo consuelo».
Todos los hombres
También Javier Organista lucha contra los nervios al hablar de san Miguel. Ha asumido el cargo como preboste saliente con «devoción y alegría», y señala que su gozo preferido es el primero, que arranca «de la escuadra celestial sois el primer coronel». Los ha cantado con sus compañeros de mayordomía desde el coro de la parroquia, junto a ‘Tino’. Tiene 66 años y recuerda que se apuntó a la hermandad con 22 años. «Ha llovido un poco», sonríe, pero invita a los veinteañeros actuales a seguir sus pasos. «Creo que se deberían apuntar todos los hombres del pueblo», zanja, resumiendo en la brevedad de sus palabras las que pronunció el hermano Parra.
«Solo gentes como las de Navalagamella, con esos saleros así de grandes, son capaces de mantener el compromiso y la fe durante seis siglos. Sin fatiga, con ahínco, eligiendo con conocimiento a sus dirigentes para no errar y contagiando la ilusión y las creencias a su párroco. Perpetuando de este modo el milagro en el tiempo, y trasmitiendo los genes que nuestro ancestro Miguel Sánchez nos legó», subraya Javier Parra, ya desmadejados los nervios en el día grande de Navalagamella, el día de san Miguel.