Madrid

San Millán y San Cayetano, la iglesia que se salvó de la ruina gracias a los tenderos del Rastro

  • Titulo: Rodrigo Moreno Quicios
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«Aquí el verdadero milagro está en los muchos pequeños milagros cotidianos; viene gente con inquietudes religiosas diferentes y orígenes muy particulares, pero perciben esta iglesia como un lugar en el que están a gusto». Lo explica en el último número de Alfa y Omega Santos Urías, párroco de San Millán y San Cayetano. Es un templo erigido en 1612 en pleno centro de Madrid, a 200 metros de la plaza de Cascorro, desde la que arranca el mercadillo del Rastro y que mantiene una comunidad viva pese a que su distrito pierda 3.000 habitantes al año debido a la turistificación y el precio de la vivienda. «Todavía hay mucha gente del barrio de siempre y migrantes que vienen de otros lugares y se integran con normalidad», añade Urías.

Uno de los primeros migrantes en llegar a la parroquia fue el propio san Millán, pues el santo tenía su parroquia en la plaza de la Cebada hasta que un incendio accidental la redujera a cenizas en 1720. Entonces encontró cobijo junto a san Cayetano, quien no tuvo ningún problema en compartir la parroquia con este ermitaño visigodo.

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Precisamente ese origen popular y migrante de la parroquia — ahora con gente de todos los continentes, pero antes de Andalucía y Extremadura — es lo que la mantiene en pie, pues fue la colaboración de sus vecinos lo que la salvó de ser declarada en ruinas en 1981. «El antiguo párroco, Clemente García, unificó fuerzas con gente del Rastro y algún arquitecto amigo suyo, se subieron a andamios y con gente de la parroquia la restauraron, por eso en el barrio se le tiene tanto cariño a esta iglesia y a Clemente», detalla el párroco actual.

Tuvieron entonces mucho que arreglar porque San Millán y San Cayetano, ubicada en el Madrid republicano durante la Guerra Civil, «fue de las primeras iglesias que quemaron» los milicianos en 1936, quienes después emplearon el templo como almacén de caballos y municiones. Sufrió además los bombardeos del bando nacional durante el cerco a la capital. Como consecuencia, durante los 50 años entre su profanación y la restauración del párroco Clemente, «el techo estuvo abierto, entraban palomas, había ratas y gente que no venía a Misa aquí por esas circunstancias».

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Fruto de la guerra, en esta iglesia «lo poco que se conserva original es su estructura», formada por unas pilastras de piedra marcadas en todas sus esquinas por el ir y venir de suministros. Las imágenes que la decoran, aunque proporcionan cohesión, provienen de la devoción particular de los artesanos y comerciantes que la repertrecharon. Una Virgen del Pilar, una Inmaculada Concepción, una Piedad… También un Cristo de Serradilla y una Virgen del Rocío que las dos hermandades afincadas en el templo sacan en procesión. Y un san Cayetano de mediados del siglo XX que sale a las calles de Madrid durante la verbena en su homenaje, una de las más importantes del verano. «Tiene mucha devoción porque es el santo del trabajo y la providencia, también entre muchos argentinos que siempre han encontrado en él alguien en quien confiar», añade Santos Urias.

Este sacerdote cuenta que, aparte de «distintos grupos de adultos, jóvenes y padres», la catequesis o la formación en liturgia, en la parroquia también se celebra un retiro al mes llamado Tiempo de Tabor. Y un proyecto de Cáritas conocido como Educación de Calle en el que «gente que ha hecho una formación sale para tomar el pulso a la calle, dignificar las relaciones entre la gente y es una primera forma de evangelización; después puede surgir un diálogo más sincero y más fraternal».

El cardenal José Cobo en el Seminario Conciliar de Madrid con otros líderes durante la jornada de 2023. Vicaría para el Desarrollo Humano Integral y la innovación-Pastoral social

Ecumenismo para salvarse de la ecoansiedad: así se celebrará en Madrid la Jornada Mundial por el Cuidado de la Creación

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«Queremos concienciar de la importancia de ser portadores de esperanza ahora que hay cada vez más ecoansiedad [miedo paralizante a una catástrofe climática] entre los jóvenes», explica Carlos Jesús Delgado, coordinador de la Comisión diocesana de Ecología Integral de la archidiócesis de Madrid.

Organiza este sábado junto a la parroquia Santa Cristina y Santa Margarita — célebre por su huerto — el noveno encuentro ecuménico por la Jornada Mundial por el Cuidado de la Creación en el que estarán la Iglesia Española Reformada Episcopal (anglicanos), la Iglesia ortodoxa rumana para España y Portugal y otras comunidades cristianas. Con el lema 'Esperanzar y actuar con la creación', este encuentro busca vencer la idea de que «no podemos hacer nada» y dar pautas para trabajar «no para la creación, sino con la creación». Esto es, sin elevarla como un abstracto que impida, por ejemplo, explotar el campo. El coordinador de la comisión madrileña encargada de ecología integral — una de las primeras junto a la valenciana — explica que, desde el foro ecuménico de Pentecostés de 2007, católicos y otros cristianos se reúnen mensualmente «para tratar problemas comunes», como su participación en manifestaciones por el clima «bajo una misma pancarta».

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El obispo anglicano Carlos López Lozano, que participará por primera vez en el encuentro, sostiene que «la ecología es un tema que toca el corazón de los creyentes». Preguntado por los frutos que espera de la cita, señala que «el primero es la oración» porque «cuando oramos, Dios actúa». La Iglesia Española Reformada Episcopal que encabeza lleva dos años plantando árboles en sus 50 parroquias por España, seis en Madrid. Siguiendo el ejemplo del arzobispo de Canterbury, quien arrancó esta iniciativa un año antes, el proyecto «se financia con las donaciones de las parroquias». Planean plantar los últimos árboles en 2026. «Es algo que podemos hacer en enero y febrero», apunta el prelado, recordando que la naturaleza tiene sus propios ritmos.

López Lozano señala que desde su Iglesia «apoyamos» las iniciativas del Papa Francisco, a quien define como «realmente sensible». Y reivindica las contribuciones del arzobispo de Canterbury, quien ha incluido «la defensa de la creación en la Conferencia de Lambeth», un órgano similar al Sínodo de los Obispos.

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Ioan Ciprian Farcas, delegado ecuménico de la Iglesia ortodoxa rumana para España y Portugal, estará en el encuentro junto al obispo Timotei. Explica que desde hace siglos celebran el Día de la Creación el 1 de septiembre. Y que «el mundo es el medio del hombre para ganarse la salvación, por lo que es de gran importancia». Aunque hay 600.000 ortodoxos rumanos en España, «somos relativamente nuevos» y «aún estamos edificando templos», cada vez con más energías renovables. Y en sus monasterios, como los de Cenicientos, León y Lérida, también «plantamos árboles».

Revela que estos encuentros ecuménicos se están extendiendo por otras diócesis como Alcalá de Henares, donde estuvo invitado la semana pasada. Y alega que «nuestro diálogo con la Iglesia católica se ha hecho de forma piloto en algunas zonas», siendo la primera la capital.

Antonio Secilla comienza su servicio como rector del Seminario de Madrid: «Esto es una misión en la que toda la diócesis de Madrid está implicada»

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«Me presento con gran pobreza e inmenso amor»: con estas palabras, y en un ambiente cargado de emotividad y recogimiento, Antonio Secilla ha comenzado su servicio como nuevo rector del Seminario de Madrid. Tras la celebración, el nuevo rector ha dirigido unas sentidas palabras a los presentes, mostrando su gratitud y reconocimiento a quienes lo acompañan en esta nueva misión.

«Primero, ¿cómo no dar gracias a Dios?», ha comenzado, visiblemente conmovido. «Dios es bueno, tantas veces lo hemos experimentado. Dios, rico en misericordia, manifiesta su rostro continuamente, que es lo más grande, lo mejor de la vida». Con estas palabras, ha subrayado la llamada  que siente para guiar a los seminaristas en su camino de formación. El nuevo rector ha aprovechado la ocasión para expresar su agradecimiento al cardenal Cobo, por la confianza depositada en él para asumir esta gran responsabilidad. «Los retos que se nos presentan son apasionantes», ha afirmado, reconociendo la magnitud de la tarea que tiene por delante, pero confiando en la gracia de Dios para llevarla a cabo: «Sé que con la misión viene la gracia. Viene la oración, el apoyo, la cercanía. Gracias por ser padre».

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En su discurso también ha destacado la importancia de la comunión y el trabajo conjunto dentro de la Iglesia. «Esto no es tarea de unos pocos, aquí nos empujamos todos», dijo, enfatizando que la misión de formar sacerdotes es responsabilidad de toda la diócesis de Madrid. «Todos tenemos que empujar y ayudar», añadió. Asimismo, ha recordado con cariño a su familia, reconociendo el sacrificio que implica la entrega sacerdotal, no solo para él, sino también para sus seres queridos: «Cuando uno entrega la vida, la familia también entrega de alguna manera».

Finalmente, ha hecho un llamamiento a la humildad y al amor como las piedras angulares de su ministerio. «Me presento con gran pobreza y con un inmenso amor», ha afirmado recordando al beato cardenal Pironio, reconociendo sus limitaciones humanas pero confiando en la fuerza del Espíritu Santo para guiar su camino. «La pobreza que he descubierto es la condición preciosa que Cristo ha asumido para poder entregarse. Así lo necesito yo también», concluyó, recibiendo al final de la celebración el cariño de los seminaristas y demás asistentes a la celebración.

El cardenal José Cobo invita al nuevo rector del Seminario, Antonio Secilla, a servir y a formar a los futuros sacerdotes «con amor y alegría»

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Este martes, 17 de septiembre, el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, ha presidido una emotiva Eucaristía en el Seminario Conciliar de Madrid para marcar el inicio del servicio de Antonio Secilla como nuevo rector de la institución. La ceremonia, que ha inaugurado el nuevo curso, contó también con la presencia de Jesús Vidal, obispo auxiliar de Madrid que durante dos años fue rector del Seminario. Además de los seminaristas y el equipo de formadores, han sido muchos los sacerdotes, familiares y amigos que han querido acompañar esta tarde al nuevo rector.

En su homilía, el cardenal Cobo ha subrayado el valor de mirar al pasado con gratitud, reconociendo el legado de aquellos que han dedicado sus vidas a la formación de los futuros sacerdotes, y ha destacado la importancia de afrontar el futuro con esperanza. «El Espíritu Santo nos enseña a ser agradecidos con Dios y con las personas; no nos situamos en el presentismo que fomenta el individualismo», afirmó. El arzobispo también ha señalado que la misión de los formadores y seminaristas debe estar enraizada en una fe profunda y un servicio humilde al pueblo de Dios.

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El cardenal ha querido agradecer al rector saliente, José Antonio Álvarez, obispo auxiliar de Madrid (que participa estos días en Roma en el curso para obispos noveles junto con Vicente Martín y más de cien prelados de todo el mundo) sus años de entrega y servicio, y ha expresado su confianza en la labor de Antonio Secilla, a quien le ha recordado que este nuevo reto no se trata de un «cargo de prestigio», sino de una llamada a una misión: Servir y a formar a los futuros pastores de la Iglesia «con amor y alegría».

Cobo ha animado al nuevo rector a asumir la tarea con humildad y confianza, asegurando que, aunque no faltarán las dificultades, contará con la sabiduría y la fortaleza del Espíritu Santo, así como el apoyo de sus compañeros formadores: «En la comunión, el Espíritu os regalará la consolación de su alegría y su paz, «sentir arder el corazón», de estar comprometidos en la construcción de una iglesia en salida».

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El acto ha coincidido con el inicio de una semana especial propuesta por el propio cardenal, la Semana de la Palabra, en la que todas las actividades de la archidiócesis de Madrid girarán en torno a la contemplación y escucha de la Palabra de Dios. «Nada mejor para comenzar este curso que ponernos juntos ante la Palabra, a su escucha y en su dinamismo. Queremos ponernos a la escucha de la Palabra no solo personalmente, sino juntos, en forma sinodal, comprometida, orante y celebrativa», ha afirmado el arzobispo.

Por último, ha invitado así a todos los presentes a caminar «en clave sinodal», guiados por el Espíritu Santo y con la mente y el corazón abiertos a la transformación que la Palabra de Dios trae consigo: «Que nos haga escuchadores de la única palabra que nos salva, nos ilumina, nos construye y da sentido a nuestras vidas», animando a los seminaristas a ser sensibles a los retos diocesanos.

Aprovechando el comienzo del curso en el Seminario, el arzobispo de Madrid ha adelantado algunos temas centrales para este año en la vida de la diócesis y del seminario: «Os pido y queremos en este curso revitalizar los órganos colegiales dentro del Seminario donde todos tengamos parte en la formación. Impulsaremos los que hay y construiremos nuevos consejos donde todos podremos tomar decisiones de acuerdo con las responsabilidades de cada uno». En segundo lugar, «subrayaremos de forma distinta y profunda la formación desde la comunidad y para la comunidad cristiana. Se trata de no perder el norte para formar a los discípulos constructores y animadores de las comunidades cristianas que esta Iglesia necesita en este tiempo nuevo».

Además, se les pedirá a los seminaristas «conocer y caminar en el concreto de la realidad diocesana. Os pido que conozcáis la vida de esta diócesis, que conozcáis sus retos, sus personas, la gente que está trabajando. Cada seminarista ha de ser sensible a los grandes retos diocesanos, los problemas y la gente que está trabajando para aprender a sentir con la Iglesia, no solo conocer, sino sentir».

Y por último, algo que el Papa repitió muchas veces en el encuentro que tuvieron los seminaristas en Roma: «Repitió muchas veces la palabra discernimiento. Desplegar la centralidad del discernimiento en la vida del seminario de forma intensa. Por eso abordaremos el arte del aprendizaje del discernimiento, personal y comunitario, de manera que cada uno de vosotros tengáis herramientas para desplegarlo y enseñarlo».

El cardenal ha concluido su homilía recordando la importancia de la compasión en la labor pastoral, haciendo referencia al Evangelio del día, en el que Jesús devuelve la vida al hijo de una viuda en Naín. «Jesús nos enseña a caminar por las entrañas de este mundo, compadeciéndose ante el dolor humano […] Naín es el símbolo de nuestra sociedad donde el dolor y la desesperanza hace mella en la soledad de tantos hermanos», ha finalizado el cardenal Cobo, exhortando a los presentes a ser consuelo y esperanza para quienes sufren, y a humanizar las relaciones en la sociedad.

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