Madrid

Antonio Secilla, nuevo rector del Seminario de Madrid: «Tenemos que profundizar en el papel de los laicos»

  • Titulo: Cristina Sánchez Aguilar
  • Firma: Antonio Secilla Buenadicha, nuevo rector del Seminario de Madrid: ««Tenemos que profundizar en el papel de los laicos»»

El Seminario de Madrid estrena este año un nuevo rector, Antonio Secilla Buenadicha. Recibió la noticia de su nombramiento mientras estaba en Lyon tras la peregrinación de la DELEJU a Taizé. Esta semana la directora de Alfa y Omega, Cristina Sánchez Aguilar, lo entrevista en el último número de la revista.

- Es un periodo decisivo para los seminarios, foco de la Iglesia universal. ¿Cómo afronta este nuevo cargo?

Lo vivo desde la confianza en el arzobispo, don José, si considera que puedo asumir esta función dentro de la Iglesia. Muchísima gente quiere al seminario y verme de repente asumiendo este servicio — y ver cómo la gente manifiesta su cariño — ha sido algo reconfortante y a uno le anima. No estoy solo, es la Iglesia la que me acompaña.

-  Además, con hoja de ruta dibujada por el Papa, que recibió a los seminaristas al comienzo de este año.

Agradezco todo el trabajo que se ha venido realizando. Toca recogerlo, por un lado, y, por otro, ver las líneas que van marcando la Iglesia y nuestro cardenal. El Papa nos dijo que en la formación sacerdotal hace falta una espiritualidad profunda, una formación intelectual y una vida apostólica seria. Y también obediencia al obispo. Tenemos que seguir profundizando en el discernimiento, ayudar a que los seminaristas no solo sean discernidos, sino que aprendan a discernir y puedan enseñar el día de mañana en las parroquias o los lugares donde sean destinados. Al mismo tiempo, tenemos que profundizar en el conocimiento de la vida diocesana y el papel de los laicos. En unos años la vida eclesial de Madrid va a cambiar mucho: el número de sacerdotes va a ser menor y los laicos van a jugar un papel importante; por tanto, los sacerdotes tenemos que saber acompañar ese proceso.

- ¿Y la dimensión afectiva?

Ya se está trabajando la dimensión humana, la afectividad, el conocimiento propio de la relación con los demás. Es un tema delicado, porque afecta a algo tan importante como la propia identidad, reconocer las heridas para acercarse a conocer quién es el otro y cómo acompañar ese proceso. Nosotros pedimos a los candidatos que quieren entrar en el seminario que tengan una vida comunitaria de fe, que todo lo que es la afectividad de una manera u otra pueda estar contrastada. También tenemos psicólogos que están presentes durante el proceso formativo y van trabajando con los formadores, dan pautas. Sí hay que asumir algún aspecto más, pero vamos en la buena dirección.

- El seminario vive un tiempo de cambios. Equipo asesor, los chicos de Alcalá... ¿Cómo lo afrontan los seminaristas?

He percibido, por lo que van manifestando, que asumen los cambios con alegría y agradecimiento. Con el consejo asesor tenemos que empezar a dar pasos. En lo que se refiere a Alcalá, puede ser un momento muy enriquecedor para trabajar juntos. Los seminaristas se fían de la Iglesia y eso es muy importante. Iremos viendo luego cada paso.

- ¿Estamos contentos con el número de vocaciones?

Con una sola vocación ya estamos contentos, pero no podemos confiarnos sin más. La idea es hacer una campaña vocacional a nivel de reconocer lo que es la vocación cristiana, lo primero; que todos somos llamados y amados por Dios. Y, por otro lado, la sacerdotal. Este curso es un momento bonito porque hay un congreso de vocaciones en febrero organizado por la Conferencia Episcopal Española y será una buena oportunidad para centrarnos en este aspecto.

- Siendo la gran urbe, los jóvenes llegan con muy diferentes sensibilidades.

Esta diversidad no es un problema; todo lo contrario. Estamos llamados al Madrid rico y diverso que nos viene y tendrán que ser futuros pastores de todos.

- El Papa ha dedicado una carta a la importancia de la literatura en la formación sacerdotal. ¿Leen?

—A nivel personal sé que leen, pero es un tema en el que estamos especialmente interesados. Y no solo en la literatura, lo abriría también a los distintos ámbitos de la belleza y la estética, como es el teatro o  la música. Queremos hacer una invitación a cuidar todos estos espacios.

San Millán y San Cayetano, la iglesia que se salvó de la ruina gracias a los tenderos del Rastro

  • Titulo: Rodrigo Moreno Quicios
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«Aquí el verdadero milagro está en los muchos pequeños milagros cotidianos; viene gente con inquietudes religiosas diferentes y orígenes muy particulares, pero perciben esta iglesia como un lugar en el que están a gusto». Lo explica en el último número de Alfa y Omega Santos Urías, párroco de San Millán y San Cayetano. Es un templo erigido en 1612 en pleno centro de Madrid, a 200 metros de la plaza de Cascorro, desde la que arranca el mercadillo del Rastro y que mantiene una comunidad viva pese a que su distrito pierda 3.000 habitantes al año debido a la turistificación y el precio de la vivienda. «Todavía hay mucha gente del barrio de siempre y migrantes que vienen de otros lugares y se integran con normalidad», añade Urías.

Uno de los primeros migrantes en llegar a la parroquia fue el propio san Millán, pues el santo tenía su parroquia en la plaza de la Cebada hasta que un incendio accidental la redujera a cenizas en 1720. Entonces encontró cobijo junto a san Cayetano, quien no tuvo ningún problema en compartir la parroquia con este ermitaño visigodo.

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Precisamente ese origen popular y migrante de la parroquia — ahora con gente de todos los continentes, pero antes de Andalucía y Extremadura — es lo que la mantiene en pie, pues fue la colaboración de sus vecinos lo que la salvó de ser declarada en ruinas en 1981. «El antiguo párroco, Clemente García, unificó fuerzas con gente del Rastro y algún arquitecto amigo suyo, se subieron a andamios y con gente de la parroquia la restauraron, por eso en el barrio se le tiene tanto cariño a esta iglesia y a Clemente», detalla el párroco actual.

Tuvieron entonces mucho que arreglar porque San Millán y San Cayetano, ubicada en el Madrid republicano durante la Guerra Civil, «fue de las primeras iglesias que quemaron» los milicianos en 1936, quienes después emplearon el templo como almacén de caballos y municiones. Sufrió además los bombardeos del bando nacional durante el cerco a la capital. Como consecuencia, durante los 50 años entre su profanación y la restauración del párroco Clemente, «el techo estuvo abierto, entraban palomas, había ratas y gente que no venía a Misa aquí por esas circunstancias».

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Fruto de la guerra, en esta iglesia «lo poco que se conserva original es su estructura», formada por unas pilastras de piedra marcadas en todas sus esquinas por el ir y venir de suministros. Las imágenes que la decoran, aunque proporcionan cohesión, provienen de la devoción particular de los artesanos y comerciantes que la repertrecharon. Una Virgen del Pilar, una Inmaculada Concepción, una Piedad… También un Cristo de Serradilla y una Virgen del Rocío que las dos hermandades afincadas en el templo sacan en procesión. Y un san Cayetano de mediados del siglo XX que sale a las calles de Madrid durante la verbena en su homenaje, una de las más importantes del verano. «Tiene mucha devoción porque es el santo del trabajo y la providencia, también entre muchos argentinos que siempre han encontrado en él alguien en quien confiar», añade Santos Urias.

Este sacerdote cuenta que, aparte de «distintos grupos de adultos, jóvenes y padres», la catequesis o la formación en liturgia, en la parroquia también se celebra un retiro al mes llamado Tiempo de Tabor. Y un proyecto de Cáritas conocido como Educación de Calle en el que «gente que ha hecho una formación sale para tomar el pulso a la calle, dignificar las relaciones entre la gente y es una primera forma de evangelización; después puede surgir un diálogo más sincero y más fraternal».

El cardenal José Cobo en el Seminario Conciliar de Madrid con otros líderes durante la jornada de 2023. Vicaría para el Desarrollo Humano Integral y la innovación-Pastoral social

Ecumenismo para salvarse de la ecoansiedad: así se celebrará en Madrid la Jornada Mundial por el Cuidado de la Creación

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«Queremos concienciar de la importancia de ser portadores de esperanza ahora que hay cada vez más ecoansiedad [miedo paralizante a una catástrofe climática] entre los jóvenes», explica Carlos Jesús Delgado, coordinador de la Comisión diocesana de Ecología Integral de la archidiócesis de Madrid.

Organiza este sábado junto a la parroquia Santa Cristina y Santa Margarita — célebre por su huerto — el noveno encuentro ecuménico por la Jornada Mundial por el Cuidado de la Creación en el que estarán la Iglesia Española Reformada Episcopal (anglicanos), la Iglesia ortodoxa rumana para España y Portugal y otras comunidades cristianas. Con el lema 'Esperanzar y actuar con la creación', este encuentro busca vencer la idea de que «no podemos hacer nada» y dar pautas para trabajar «no para la creación, sino con la creación». Esto es, sin elevarla como un abstracto que impida, por ejemplo, explotar el campo. El coordinador de la comisión madrileña encargada de ecología integral — una de las primeras junto a la valenciana — explica que, desde el foro ecuménico de Pentecostés de 2007, católicos y otros cristianos se reúnen mensualmente «para tratar problemas comunes», como su participación en manifestaciones por el clima «bajo una misma pancarta».

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El obispo anglicano Carlos López Lozano, que participará por primera vez en el encuentro, sostiene que «la ecología es un tema que toca el corazón de los creyentes». Preguntado por los frutos que espera de la cita, señala que «el primero es la oración» porque «cuando oramos, Dios actúa». La Iglesia Española Reformada Episcopal que encabeza lleva dos años plantando árboles en sus 50 parroquias por España, seis en Madrid. Siguiendo el ejemplo del arzobispo de Canterbury, quien arrancó esta iniciativa un año antes, el proyecto «se financia con las donaciones de las parroquias». Planean plantar los últimos árboles en 2026. «Es algo que podemos hacer en enero y febrero», apunta el prelado, recordando que la naturaleza tiene sus propios ritmos.

López Lozano señala que desde su Iglesia «apoyamos» las iniciativas del Papa Francisco, a quien define como «realmente sensible». Y reivindica las contribuciones del arzobispo de Canterbury, quien ha incluido «la defensa de la creación en la Conferencia de Lambeth», un órgano similar al Sínodo de los Obispos.

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Ioan Ciprian Farcas, delegado ecuménico de la Iglesia ortodoxa rumana para España y Portugal, estará en el encuentro junto al obispo Timotei. Explica que desde hace siglos celebran el Día de la Creación el 1 de septiembre. Y que «el mundo es el medio del hombre para ganarse la salvación, por lo que es de gran importancia». Aunque hay 600.000 ortodoxos rumanos en España, «somos relativamente nuevos» y «aún estamos edificando templos», cada vez con más energías renovables. Y en sus monasterios, como los de Cenicientos, León y Lérida, también «plantamos árboles».

Revela que estos encuentros ecuménicos se están extendiendo por otras diócesis como Alcalá de Henares, donde estuvo invitado la semana pasada. Y alega que «nuestro diálogo con la Iglesia católica se ha hecho de forma piloto en algunas zonas», siendo la primera la capital.

Antonio Secilla comienza su servicio como rector del Seminario de Madrid: «Esto es una misión en la que toda la diócesis de Madrid está implicada»

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«Me presento con gran pobreza e inmenso amor»: con estas palabras, y en un ambiente cargado de emotividad y recogimiento, Antonio Secilla ha comenzado su servicio como nuevo rector del Seminario de Madrid. Tras la celebración, el nuevo rector ha dirigido unas sentidas palabras a los presentes, mostrando su gratitud y reconocimiento a quienes lo acompañan en esta nueva misión.

«Primero, ¿cómo no dar gracias a Dios?», ha comenzado, visiblemente conmovido. «Dios es bueno, tantas veces lo hemos experimentado. Dios, rico en misericordia, manifiesta su rostro continuamente, que es lo más grande, lo mejor de la vida». Con estas palabras, ha subrayado la llamada  que siente para guiar a los seminaristas en su camino de formación. El nuevo rector ha aprovechado la ocasión para expresar su agradecimiento al cardenal Cobo, por la confianza depositada en él para asumir esta gran responsabilidad. «Los retos que se nos presentan son apasionantes», ha afirmado, reconociendo la magnitud de la tarea que tiene por delante, pero confiando en la gracia de Dios para llevarla a cabo: «Sé que con la misión viene la gracia. Viene la oración, el apoyo, la cercanía. Gracias por ser padre».

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En su discurso también ha destacado la importancia de la comunión y el trabajo conjunto dentro de la Iglesia. «Esto no es tarea de unos pocos, aquí nos empujamos todos», dijo, enfatizando que la misión de formar sacerdotes es responsabilidad de toda la diócesis de Madrid. «Todos tenemos que empujar y ayudar», añadió. Asimismo, ha recordado con cariño a su familia, reconociendo el sacrificio que implica la entrega sacerdotal, no solo para él, sino también para sus seres queridos: «Cuando uno entrega la vida, la familia también entrega de alguna manera».

Finalmente, ha hecho un llamamiento a la humildad y al amor como las piedras angulares de su ministerio. «Me presento con gran pobreza y con un inmenso amor», ha afirmado recordando al beato cardenal Pironio, reconociendo sus limitaciones humanas pero confiando en la fuerza del Espíritu Santo para guiar su camino. «La pobreza que he descubierto es la condición preciosa que Cristo ha asumido para poder entregarse. Así lo necesito yo también», concluyó, recibiendo al final de la celebración el cariño de los seminaristas y demás asistentes a la celebración.