Madrid

El cardenal José Cobo, en la festividad litúrgica de san Juan de Ávila: «Nos enseña a amar no al ideal de Iglesia, sino a la realidad de la Iglesia»

  • Titulo: Santiago Tedeschi Prades
  • Firma: El cardenal José Cobo, en la festividad litúrgica de san Juan de Ávila: «Nos enseña a amar no al ideal de Iglesia, sino a la realidad de la Iglesia»
  • Fin Agenda: 10-05-2024

Mucha emoción, felicidad y gratitud es la que se ha vivido en la mañana de este viernes en el Seminario Conciliar de Madrid. En la festividad litúrgica de san Juan de Ávila, patrono del clero español, se ha celebrado la tradicional jornada en la que se ha rendido homenaje a los presbíteros que conmemoraron este año sus bodas de oro y plata sacerdotales. Tras la conferencia del Padre Elías Royón, S.J., vicario episcopal para la Vida Consagrada y padre sinodal, y el homenaje a los sacerdotes, se ha celebrado una emotiva Eucaristía en la capilla del Seminario.

Durante la homilía, el cardenal José Cobo ha querido en primer lugar expresar su gratitud a los sacerdotes de la diócesis por su «entrega a la tarea pastoral, por vuestra disponibilidad permanente al servicio de la Iglesia diocesana, por vuestra fidelidad en medio de las dificultades. Y esto durante largos años: 25, 50; gracias de corazón por vuestra respuesta siempre ilusionada y en esperanza, por entender que estáis al servicio de una misión que es mucho más que un trabajo profesional, con horas de oficina».

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Reflexionando sobre el Evangelio que ofrece la liturgia en la fiesta de San Juan de Ávila, el cardenal José Cobo ha subrayado que «ofrece la oportunidad para ahondar, y renovar así, nuestra identidad de presbíteros, discípulos-misioneros, en medio de este pueblo de Dios que se nos ha confiado, y hacerlo teniendo siempre como horizonte a este Madrid al que se nos envía, siempre en una única misión, a anunciar a cercanos y lejanos la buena noticia de Jesucristo».

Unos sacerdotes que, a la luz de la Palabra, «son» sal y luz. Dos imágenes que quizás pueden parecer contradictorias pero que, sin embargo, hay que vivirlas en la identidad de «discípulos misioneros»: «Cuando Jesús se dirige a sus discípulos los coloca en el nivel de las necesidades mayores: la sal y la luz. Son el más alto bien, pues sin ellos no se puede sobrevivir».

Y hoy también, ha dicho el cardenal José Cobo ante los presbíteros, los sacerdotes son llamados y enviados a ser «sal», algo que quizás apenas se advierte, «pero con un dinamismo que transforma, da sabor, y hace que los alimentos gusten y atraigan. Lo sabéis bien, la vida y la entrega pastoral de un cura transforma una parroquia cuando aporta el sabor de Cristo, eso es lo que construye una comunidad y extiende en el barrio ese sabor que hace atractivo al evangelio; Ser sal es aportar invisiblemente el sabor de la fraternidad que, como la sal, ayuda a conservar y curar heridas, y cuida a todos, que escucha y crea relaciones nuevas, que acompaña en el sufrimiento y enjuga lágrimas».

La sal contrasta con esa llamada del Señor a ser también «luz» y con esa misión de alumbrar: «Ser testigos que iluminan, pero no con luz propia, no somos protagonistas, no somos centrales eléctricas que producen luz, no somos sol, sino luna que refleja esa luz verdadera que vino a este mundo y alumbra a todo hombre: Jesucristo. Por eso aprendemos a iluminar sabiendo que el centro no somos nosotros sino la Iglesia, pueblo de Dios que en nombre de Jesucristo prende su luz en nosotros».

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De este modo, no existe contradicción en ser sal y luz, sino habrá momentos y circunstancias donde es más conveniente «ser sal o alumbrar, cuándo es más necesario iluminar veredas de peregrinos y cuándo sazonar de alegría y esperanza evangélicas a nuestras comunidades. Un discernimiento que solo es posible si el pastor camina en medio de su pueblo, toca la realidad, está atento a los cambios de los tiempos y aprende a discernir en clave de comunidad: con el pueblo encomendado y con el resto del presbiterio».

Y es el mismo san Juan de Ávila que nos muestra que ambas son tareas del pastor y su vida es un ejemplo que invita a imitarle. Expuso su enseñanza en un lenguaje sencillo y comprensible en sus catecismos, sermones y misiones populares «a la gente simple y sin letras de pueblos y aldeas». El santo apuntó, entre sus propuestas, a la «formación de los sacerdotes, a la creación de seminarios donde se impartiera una formación espiritual y pastoral, juntamente con un estudio serio de la teología, que él tanto cultivó y de la que fue maestro».

Y por último, el cardenal José Cobo ha querido subrayar que san Juan de Ávila «sigue siendo un Maestro de quién aprender su afán por escuchar y hacer vida la Palabra de Dios […] Nos enseña a amar no al ideal de Iglesia sino a la realidad de la Iglesia que no siempre gusta, como a él no le gustaba la de su época, pero nos enseña a esforzamos en edificarla con amor, en esta época y en esta diócesis de Madrid, a cuya construcción todos estamos llamados a participar como discípulos misioneros. La sal y la luz se aportan porque faltan, son necesarios».

Pedro Pérez Lozano celebra sus 25 años como sacerdote: «Soy muy consciente que llevamos un tesoro en vasijas de barro»

  • Titulo: Infomadrid / Sandra Madrid
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  • Fin Agenda: 10-05-2024

Pedro Pérez Lozano, párroco de Santa María del Pinar y consiliario de Cursillos de Cristiandad, es uno de los presbíteros que este viernes 10 de mayo, participa en el homenaje organizado por la Vicaría episcopal del Clero para los sacerdotes que este año, celebran sus bodas de oro y plata.

«El 30 de mayo se cumplirán 25 años que junto con mis compañeros fui ordenado sacerdote en la catedral de la Almudena. Aquel día elegí como lema sacerdotal unas palabras de la carta de san Pablo a Timoteo, “Doy gracias a Cristo Jesús Señor nuestro que me hizo capaz, se fio de mí y me confió este ministerio”».

En esta línea, el sacerdote afirma que 25 años después sigue diciendo lo mismo, «que doy gracias a Cristo Jesús que me ha hecho capaz». Además, recuerda que «en aquel momento pensaba que sería incapaz, es decir, cuando descubrí la llamada del Señor solo veía limitaciones, debilidades y pobreza, pero el Señor se fio de mí y se empeñó en ello, y a través de la Iglesia y del seminario fue construyendo una vida. Poco a poco me fue haciendo por dentro y me confió este ministerio».

Pedro Perez Lozano

También señala que «25 años después solo puedo dar gracias a Dios por mis compañeros, por las personas que ha puesto en mi vida y que me han permitido ejercer el ministerio. No hay que olvidar que uno es sacerdote para otros no solo para sí mismo». «Los lugares por los que he pasado me han permitido ser cura, entregarme y llevar a Cristo». Por ello, «cómo no dar gracias a Dios por ellos, y también por tanta oración y tanta vida consagrada ofrecida por nosotros, tanta gente rezando y sosteniendo nuestro ministerio».

Concluye afirmando que «soy muy consciente que llevamos un tesoro en vasijas de barro. Dios quiera que el tiempo que nos toque vivir y estar en esta Tierra podamos ser siempre fieles y contando con la fidelidad de Dios».

Gloria y Pablo, jóvenes de la diócesis de Madrid: «Dios nos ha llamado al matrimonio y a la vocación misionera»

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  • Fin Agenda: 10-05-2024

«El 12 de octubre nos casaremos y seremos enviados tres años a Tanzania», afirman Gloria Rey y Pablo de Mergelina, jóvenes de 26 y 25 años. Este domingo 12 de mayo, a las 12:00 horas, serán enviados durante la eucaristía que presidirá el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, en la catedral de la Almudena.

Desde pequeña, Gloria ha tenido presente el testimonio misionero de sus tíos. «Cuando volvían nos contaban a la familia lo que habían vivido y me llamaba la atención la felicidad que transmitían, así que, mi único pensamiento era que quería vivir esa experiencia».

«Me enamoré de la misión»

Con 18 años, Gloria se marchó a la Selva amazónica de Perú. «Fue una experiencia increíble y me enamoré de la misión. Nuestra labor era pastoral, íbamos a casa de los enfermos a dar la comunión y me impresionaba cómo nos acogían». Además, «los domingos ayudábamos a los sacerdotes». También, ha recordado que acudían a las escuelas e impartían clases a los niños. «Esa fui mi primera experiencia de misión. No quería volver a España, a mi zona de confort y dejar allí a las personas tan maravillosas que había conocido». Ahora «puedo asegurar que al volver a Madrid me cambió la mirada y la actitud, siendo más agradecida y valorar más lo que tengo y sobre todo a Dios; siendo la oración, el motor de cada día».

Gloria, también ha contado que «está muy agradecida a su familia». En estos momentos, «soy consciente de todo lo que me han inculcado y qué alegría también descubrir que Pablo ha sido llamado a la misión y juntos formaremos una familia misionera. Esto es un regalo».

Además, la joven ha afirmado que cada vez que «Pablo y yo oímos hablar de misión, nuestro corazón arde y brota de alegría». Vuelve a recordar a sus tíos, porque gracias a ellos, «siempre he admirado la vida y entrega de los misioneros». Por eso, «me llena de alegría ver que en unos meses podré entregar la vida como ellos. En esta línea, Pablo y Gloria coinciden en señalar que es muy impactante conocer cómo viven los misioneros porque de lo ordinario hacen algo extraordinario.

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 «Dios estaba a mi lado»

Cuando Pablo comenzó a conocer más de cerca el tema de las misiones, le sorprendió que hubiese gente que renunciase a todo por irse a esos países. «Ahora lo que me llama la atención es que haya tan poca gente que responda sí a la llamada a la misión porque estamos convencidos que Dios llama. En nuestro caso, el discernimiento vocacional ha sido sencillo, de la vida cotidiana, del día a día…».

Pablo ha contado cómo fue su primera experiencia de misión en Etiopía. El primer día, visitaron un orfanato que las Misioneras de la Caridad «habían construido en un barrio muy pequeño y en el que atendían a 140 niños. Fue el día más feliz de su vida, pero también con el que más sufrimiento he sentido porque conocí de cerca lo que vivían cada día estos pequeños».

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La Jornada Misionera Diocesana

En la eucaristía de este domingo 12 de mayo, se pedirá por los 564 misioneros madrileños que están repartidos en 86 países. Además, se procederá al envío de los 21 misioneros que partirán a la misión durante el presente curso. Como es habitual, en la celebración participarán los misioneros que están de paso por Madrid. Durante la misma, renovarán su compromiso misionero y recibirán la bendición de la Iglesia que les envía a proclamar el Evangelio, siendo portadores de fe, esperanza y caridad.

Monseñor Jesús Vidal administra el sacramento de la Confirmación en Santa María Madre de Dios de Tres Cantos

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  • Firma: Monseñor Jesús Vidal administra el sacramento de la Confirmación en Santa María Madre de Dios de Tres Cantos
  • Fin Agenda: 18-05-2024

La parroquia Santa María Madre de Dios de Tres Cantos (avda. Viñuelas, 18) acogerá el sábado 18 de mayo, a las 19:30 horas, una solemne Eucaristía presidida por monseñor Jesús Vidal. En la celebración, el obispo auxiliar de Madrid administrará el sacramento de la Confirmación a un grupo de 26 personas que han culminado su proceso de formación.

Retiro de Pentecostés

Ese mismo día, por la mañana, tendrá lugar en la parroquia un retiro de Pentecostés. Un encuentro oracional abierto a todos los fieles para reflexionar sobre el alcance y la importancia de esta festividad que pone fin al tiempo pascual.