El arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, acudió ayer por la mañana a la XII edición de EncuentroMadrid, evento cultural organizado por personas vinculadas al movimiento católico de Comunión y Liberación y en el que cada año diálogos en torno a política, cine, filosofía, religión, educación y espectáculos tienen cabida.
«Sois la sal de la tierra: entráis en el mundo para darle otro sabor, y también, una luz diferente». En su primera parte de la homilía, monseñor Osoro ha hecho un llamamiento a los asistentes a la Eucaristía a salir al encuentro de los contemporáneos, siendo conscientes de que es con Cristo como es posible que la vida cobre novedad, y no con las fuerzas del hombre. «Sin Jesús, la Iglesia no es nada; solo una organización más. Nada podemos sin Él». Así, la atracción que genera el cristianismo se debe «no a una idea, sino a una persona: Jesucristo, que nos reúne».
El arzobispo continuó invitando a todos los participantes en EncuentroMadrid a seguir al sucesor de Pedro: «Vamos contigo, Francisco». Y que caminen juntos; pero siempre dejando que «Él conquiste nuestro corazón». Hacía referencia al momento en que el Señor le pregunta a Pedro «¿Me amas?». «Su pregunta “¿Me amas?” quiere decir: “¿Has puesto el corazón en mi, o en quién has puesto el corazón? ¿Me has abrazado a mí, o a quién has abrazado? ¿Me amas?. Cuando con sinceridad nos dejamos hacer estas preguntas, todos nosotros nos entristecemos. El corazón a veces se agarra a otras cosas distintas que no son la fuerza que nos da Jesucristo ni sus modos de conquistar».
Sin embargo, el mensaje de monseñor Osoro fue esperanzador: «Descubrid este Jesús que está con nosotros y en nosotros. En el evangelio se aparece a los discípulos cuando estaba ya amaneciendo, y es que Jesús no es oscuridad: nos da horizontes, perspectivas. Este Jesús que amanece nos dice: “¡Entrad, tirad la red!”».
Subrayó que lo que un cristiano aporta al mundo «no es cualquier cosa, sino al Señor mismo». El arzobispo de Madrid terminó diciendo a los asistentes: «Os aseguro que hoy más que nunca sois un movimiento necesario...; hombres y mujeres dispuestos a tener tan dentro a Dios que mostráis la luz y el sabor de Jesús, cambiando, quizás, un sabor que nos puede llenar un momento pero que no siempre es dulce».