Madrid

La Schola Salve Mater anima en San Eloy de Peñagrande una Eucaristía en el primer domingo de Cuaresma

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  • Fin Agenda: 18-02-2024

La parroquia San Eloy de Peñagrande (plaza del Doctor Barraquer, s/n) acogerá el día 18 de febrero, a las 19:30 horas, una Misa cantada en gregoriano. Esta Eucaristía, en el primer domingo de Cuaresma, estará animada por la Schola Salve Mater.

Tomás Marcos Martínez reflexiona sobre la Cuaresma en San Manuel y San Benito

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  • Fin Agenda: 22-02-2024

La parroquia San Manuel y San Benito (Alcalá, 83), de los padres agustinos, ha programado para el viernes 22 de febrero una nueva charla del ciclo organizado con el objetivo de ayudar a los fieles a vivir este tiempo litúrgico de preparación a la Pascua.

Con el título Convertir la Cuaresma para convertirnos, será impartida por el padre Tomás Marcos Martínez, osa, vicario provincial y prior de la comunidad Andrés de Urdaneta de Madrid. Y se podrá escuchar a partir de las 18:30 horas en el Aula San Agustín del templo parroquial.

El cardenal Cobo, en el inicio de la Cuaresma: «Dejemos que la ceniza se grabe en lo oculto de nuestra vida»

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  • Fin Agenda: 14-02-2024

«Volver a iniciar un camino cuaresmal tiene que ser ilusionante. Haremos nuestra la Cuaresma y sentiremos su oportunidad si descubrimos lo que nos ofrece: la conversión, más entendida como la renovación». Con estas palabras ha comenzado su homilía el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, que ha celebrado la solemne Eucaristía con la que se inicia el tiempo litúrgico cuaresmal. El cardenal ha expresado que en este tiempo «algo distinto tiene que despertar en nosotros», porque «la conversión es dejarnos mirar con una mirada que enamore. Esa que Cristo tiene permanentemente por cada uno de nosotros».

Este cambiar «de rumbo en la vida» a través de la conversión «es crecer, no en clave de desarrollarse para ir a más, sino que también es madurar y despojarse de cargas y prioridades diversas en cada momento de la vida». Por eso, conversión ha dicho «es despojarse de los fondos reservados que todos tenemos en el fondo de la vida, de esas pesas que se esconden siempre y que nos acompañan en muchos momentos de la vida».

La ceniza, ha destacado el arzobispo de Madrid, «nos hace caer en la cuenta del tiempo que tenemos y vivimos. Tirar la toalla o grabarse ceniza. Esa es la opción. No se trata de hacer cosas solamente: es dejar que la ceniza se grabe en lo oculto de nuestra vida. “Tu Padre que ve en lo escondido” es el protagonista de este inicio: se trata de ponerse ante Dios en lo escondido y en la honradez».

De esta forma, ha recordado que en este tiempo «nace la sinceridad» de intentar responder a ciertas preguntas que son fundamentales. «¿Estoy viviendo la vida que quiero vivir? ¿Me relaciono conmigo mismo con la valoración que Dios me tiene? ¿Qué se llevan los demás que forman parte de mi vida?, ¿Qué se llevan alegría o frustración y queja permanentes?». Para responderlas, «la conversión profunda nace de la convicción de que podemos vivir lo de siempre, pero desde otras perspectivas. La realidad externa no la podemos cambiar, pero nuestra forma de acogerla sí».

Un tiempo para «descubrir las incertazas y abrirnos a vivir cada más en la libertad que nos hace libres»

La cuaresma es el tiempo «de descubrir las incertezas, las mentiras, y abrirnos a vivir cada vez más en la libertad que nos hace libres. Necesitamos convertir la mente —ampliando la lucidez—, el corazón —el amor— y el cuerpo —activando la vitalidad—». Es toda «una provocación gravarse la ceniza confesando que somos mediocres, pero así invocamos la misericordia de Dios».

En un mundo que olvida a Dios, ha interpelado, «nosotros queremos poner a Dios en su lugar y comprometernos a no ser dioses. En este punto, la ceniza nos abre los ojos ante «tanta violencia personal, por no escuchar al Evangelio, por tanta omisión y descarte de lo más pobres». Y lo hacemos, ha reconocido, sabiendo que «estamos manchados allí donde fuimos ungidos en el bautismo. Con el tiempo nuestra unción se ha ido manchando y borrando con cenizas y restos de demasiados olvidos y pecados».

No obstante, la Cuaresma también tiene remedio «porque es Jesús quien nos rescata. Él va por delante y nos convoca a la Pascua. Ahí nos lleva a preguntarnos a dónde quiere que vayamos. No a dónde queremos ir». Así ha pedido que no olvidemos que «para ir con Cristo es necesario enterrarse, y si no nos enterramos no nos hemos enterado. La semilla tiene que estar debajo de tierra». Y así, la conversión tiene un valor que la expresa y la visibiliza: «Este es un tiempo favorable para reavivar nuestras relaciones con Dios y abrirnos a la mirada amorosa de Dios y rompemos las cadenas del individualismo. Entonces redescubriremos, a través del encuentro y la escucha, quién es el que camina a nuestro lado cada día, y volveremos a aprender a amarlo como hermano o hermana».

Ayuno, limosna y oración

Los medios que nos ofrece el Evangelio de hoy, el ayuno, la oración y la limosna «tienen como objetivo activar de forma renovada esas dimensiones que nos configuran». El cardenal ha recordado que el ayuno nos recuerda que tenemos cuerpo. «Nos recuerda esa bendita sensación de tener hambre y sed, de sabernos incompletos, limitados, esa hambre y sed que son camino de la Bienaventuranza». Por otro lado, la oración incide en el corazón. «En el escuchar permanentemente que tenemos un Dios que es Padre, que nos ama con amor eterno, que nos ha creado, que nos conserva la vida, que “en él vivimos, nos movemos y existimos”». 

Por último, la limosna «nos activa la mente, nuestra capacidad de comprensión de que somos esencialmente relacionales, que no somos sin los demás». El cardenal ha concluido asegurando que «un año más se nos ofrece un tremendo regalo: el de encontrar la novedad de lo que Dios sueña que vivamos. Que la ceniza nos recuerde el fuego que Jesús viene a prender en nuestros corazones».

«Rezad y quereos», la invitación para vivir este 14 de febrero, día de San Valentín

  • Titulo: Infomadrid / B. Aragoneses

La historia es conocida pero no por ella menos repetida: Valentín, ciudadano y obispo de Terni (Italia) del siglo II, dedicó su vida a las obras de caridad. Como le gustaban mucho las flores, se las regalaba a las parejas comprometidas para desearles una feliz unión. Cuenta la tradición que antes de ser asesinado mártir de la fe, casó a un legionario romano recién convertido y a una joven cristiana. Su testimonio es un canto al amor fiel y paciente. También una loa al «amaos» de Jesucristo, tal y como explica el padre Ángel, sacerdote de la iglesia de San Antón, donde tradicionalmente se veneran reliquias del patrón de los enamorados. Entre otros, la cabeza y las tibias.

Allí, cada año y ante la reja que cubre la capilla de dichas reliquias, los enamorados están invitados a anudar un lazo con el nombre de su amor, aunque no se reduce al romántico; se abre también a la familia, a los amigos… Año tras otro, acude cada vez más gente, cuentan desde la parroquia; muchos, por curiosidad ante los restos del santo. Otros, con verdadera devoción. E incluso hay quienes no pueden ir físicamente y envían un correo electrónico para que se les ponga la cinta a cambio de un donativo.

«Lo más importante en la vida es quererse», continúa el padre Ángel, «rezad y quereos». Esta es la esencia del cristianismo, afirma, pero también de otras religiones. «Y si predican otra cosa, es que no son religiones verdaderas». A san Valentín, resume, se le pide que proteja los matrimonios que ya lo son y a las parejas que aún son novios. Y también se le pide novio si no se tiene y que reconstituya parejas rotas.

San Antón no es la única iglesia de Madrid que celebra a san Valentín de una manera especial. También lo hace la parroquia Buen Suceso, que este 14 de febrero, al término de la Misa de las 20:30 horas, organiza una vigilia de oración en honor al patrón de los enamorados.

San valentin reja 8x4

El Papa Francisco también celebra este día

El 14 de febrero de 2014, tras acceder al pontificado y ante 20.000 novios de todo el mundo congregados en San Pedro, el Papa Francisco los animó a no dejarse vencer por el miedo al «para siempre». Este «se cura día a día encomendándose al Señor Jesús en una vida que se convierte en un camino espiritual cotidiano, hecho de pasos —pequeños pasos, pasos de crecimiento común— hechos de empeño para convertirse en mujeres y hombres maduros en la fe».

También les habló del estilo de vida matrimonial: «Vivir juntos es un arte, un camino paciente, hermoso y fascinante. No termina cuando se han conquistado mutuamente... Más bien, es precisamente entonces cuando empieza». El matrimonio, subrayó también Francisco, es «un trabajo cotidiano, podría decir un trabajo de artesanía, de orfebrería, porque el marido tiene la tarea de hacer a la mujer más mujer y la mujer tiene la tarea de hacer al marido más hombre». Se trata de crecer «en humanidad, como hombre y como mujer».

Más adelante, en 2021, el Santo Padre recordó en su cuenta de Twitter que «hemos sido creados para amar y, en la unión conyugal, el hombre y la mujer realizan esta vocación en el signo de la reciprocidad y de la comunión de vida plena y definitiva. En la memoria de San Valentín, acompaño con la oración a los novios y los esposos».