Madrid

La Iglesia en Madrid se une en oración por el restablecimiento de salud del Papa Francisco

Acogiendo la iniciativa de la Conferencia Episcopal Española, la archidiócesis de Madrid anima a todos los fieles a permanecer unidos en la oración por el pronto restablecimiento del Papa Francisco. De esta forma, invita a que, en las Eucaristías de este domingo, y mientras continue su situación delicada de salud, se haga una petición expresa por la salud del Santo Padre.

 

Ingresado en el Hospital Gemelli desde este viernes 14 de Febrero

El Papa Francisco ha pasado una noche tranquila y sin episodios febriles, según el más reciente parte médico emitido por el Vaticano. Los exámenes realizados a lo largo del día han confirmado una infección en las vías respiratorias, lo que ha llevado a una leve modificación en su tratamiento en función de los últimos hallazgos microbiológicos. Los análisis de laboratorio indican una mejoría en algunos valores clínicos.

Durante la mañana, el Santo Padre recibió la Santa Eucaristía y ha alternado períodos de descanso con la oración y la lectura. Siguiendo las indicaciones de su equipo médico, se le ha prescrito reposo absoluto para facilitar su recuperación. El Papa ha sido informado sobre los numerosos mensajes de cercanía y afecto recibidos por parte de fieles y líderes de distintas partes del mundo. En respuesta, ha expresado su gratitud y ha pedido que continúen orando por su pronta recuperación.

El Vaticano continuará informando sobre su estado de salud y proporcionando actualizaciones conforme sea necesario.

Carta de Cuaresma del cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, para preparar el camino hacia la Pascua

Ante «los nubarrones que sobrevuelan nuestro mundo y nos invitan a quedarnos donde estamos», ante ese ir «tirando, aferrados a un realismo light, tratando de aparentar seguridad mientras nos consume la incertidumbre», parece que «sin darnos cuenta, nos hemos alejado del Quién que da sentido a nuestra vida». Así puede leerse en la carta pastoral para esta Cuaresma de 2025, titulada 'Conviértete y cree en la Esperanza', del cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid.

Una llamada a la Iglesia diocesana a ponerse en marcha hacia la Pascua que se presenta con tiempo para que fieles, parroquias, comunidades y realidades eclesiales puedan trabajarla con tiempo y así recorrer juntos el camino cuaresmal. Este tiempo, afirma el arzobispo de Madrid, «bien puede ser una respuesta concreta a la propuesta de convertirnos, quizá un poco más, a la Esperanza»

Lee aquí la Carta Pastoral 'Conviértete y cree en la Esperanza'

Una situación que se repite

«Nos hemos acostumbrado a andar más preocupados por nosotros y por las batallas de sacristía que por caminar juntos hacia la Esperanza a la que somos convocados». Más pendientes, dice, «de lo particular, de hacer ideología de cualquier cosa y olvidarnos de lo fundamental: la propuesta que Cristo hace a su Iglesia para ser sal de una Esperanza que no defrauda y dar testimonio coral de ella mediante una vida comunitaria fraternal».

Pero en este año jubilar en el que el Papa Francisco invita a ser peregrinos de la Esperanza, «esta Cuaresma bien puede ser una respuesta concreta a la propuesta de convertirnos, quizá un poco más, a la Esperanza». Una Esperanza que «da seguridad y firmeza en medio de las tempestades de la vida» y que invita a dirigir la mirada a la Trinidad: a Dios Padre, que «siempre nos espera», que es paciente y que «nos acompaña entrañablemente en nuestros desesperos, fracasos y fragilidades»; a Jesús, el Hijo, que «nos convoca a una iniciar una peregrinación que solo se comprende desde la Resurrección, pues es la meta de toda Esperanza», y al Espíritu Santo, para dejar que «active en nosotros todas las disposiciones posibles para dejarnos renovar».

«La Esperanza, además, se camina con otros hermanos en la Iglesia», remarca el arzobispo de Madrid, porque, como la salvación, es «una realidad comunitaria, se realiza para cada persona, pero dentro de un “nosotros”».

Pecados contra la Esperanza

El arzobispo de Madrid advierte en su carta contra algunos pecados que obstruyen el acceso a la Esperanza. El primero, confundir la Esperanza con el optimismo: el optimista solo mira la parte positiva de la realidad, frente al esperanzado, que observa la totalidad, «sabiendo que la última palabra es de futuro y es de Dios». El esperanzado, además, hace un salto de fe como el de María o el de tantos que, «sin hacer pie, apoyan su vida en la promesa del Señor».

El cardenal Cobo señala también la acedia egoísta, «el miedo al compromiso por creer que Dios me quita mi tiempo o mis posibilidades». Junto a ello, la tristeza individualista, que es «la gran tentación». Porque «el individualismo fragmenta y descohesiona; olvida que la Esperanza cristiana es siempre Esperanza para los demás». «Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien, ya no entran los pobres». En el bautismo y la vida «vivida como respuesta a una vocación» se encontrará «la capacidad de salir de nuestros pequeños espacios para caminar juntos como Pueblo de Dios».

Un cuarto pecado es «dejarnos arrastrar por la violencia y la polarización», que son «virus que llegan hasta nuestra Iglesia porque estamos viviendo en ese clima desesperanzador». Aprecia el arzobispo de Madrid que «nuestro desenfocado amor a la Iglesia puede volvernos estrechos de miras o mirar con ojos no evangelizados». Y se lamenta: «Es doloroso que muchas veces la Iglesia sea herida por los mismos que aman a la Iglesia». Por eso, recuerda lo que dice el Papa Francisco en la Bula jubilar: «Es necesario poner atención a todo lo bueno que hay en el mundo para no caer en la tentación de considerarnos superados por el mal y la violencia». De esto «solo nos despertará la Esperanza misionera», añade el arzobispo de Madrid, el salir hacia «las muchas personas que necesitan encontrar la luz de Cristo», los que «necesitan con urgencia encontrar una realidad eclesial que sea delicada, acogedora y extremadamente paciente y misericordiosa: una Iglesia familia y hogar, como apunta el Sínodo».

Alejarse de la cruz de Cristo sería otro de los pecados. «La mirada debe estar en el Crucificado»; en su cruz «se ha de ver la luz de la Pascua». Como afirma el Papa Francisco, la Resurrección de Cristo «es la victoria del amor sobre la raíz del mal, una victoria que no pasa por encima del sufrimiento y de la muerte, sino que los traspasa […] transformando el mal en bien». Y aquí introduce el cardenal Cobo el sexto pecado, olvidar a los crucificados y a las víctimas, porque Dios se revela «muchas veces fuera de nuestro pequeño mundo eclesiástico».

Por último, el arzobispo de Madrid revela como pecado el dejar de soñar según Dios. Los que son capaces de soñar, observa, a través de «pequeñas Esperanzas nos han enseñado a descubrir cómo la Esperanza se abre paso inexorablemente». «Los sueños de la buena gente han hecho más habitable esta tierra y más amable y justa nuestra convivencia», concluye.

Claves concretas para convertirse en esta Cuaresma

En el tramo final de la carta, el cardenal Cobo invita a preguntarse «con sinceridad y humildad en qué o en quién ponemos nuestra Esperanza». El encuentro con Jesucristo de los discípulos de Emaús lo transformó todo y ellos «aprenden poco a poco a poner sus pequeñas Esperanzas en la Esperanza del Resucitado». Él es, como decía el Papa Benedicto XVI, la «gran Esperanza».

Para finalizar, el arzobispo de Madrid propone tres caminos de conversión en esta Cuaresma. El primero, renovar el Bautismo, ahondando cada domingo cuaresmal en esta experiencia bautismal y preparándose para el gran momento celebrativo de la renovación de las promesas del Bautismo en el Vigilia Pascual. Todo ello, desde la perspectiva del laicado, poniendo en valor «lo específico de nuestra vocación de ser testigos del Evangelio en la vida cotidiana». «Así podremos vivir una vida de santidad en la vida ordinaria de cada día». Para todo esto, el cardenal Cobo propone fomentar la vida de oración constante en la Cuaresma, que puede incluir la práctica de la Lectio Divina; organizar catequesis y retiros para explicar el Bautismo, con testimonios «que fomenten el sentido de pertenencia y vinculación a la comunidad»; y diseñar un pequeño camino pascual donde, domingo tras domingo, se celebre y desgrane el Bautismo y «la llamada de Dios a las diversas vocaciones, haciendo especial atención a la laical».

En segundo lugar, propone ponerse «a los pies de los crucificados de nuestro entorno» con visitas a enfermos, asistencia a personas mayores con soledad no deseada, ayuda a los necesitados o escucha a las realidades que «necesitan cariño y atención». En este punto vuelve el arzobispo de Madrid a citar al Papa Benedicto XVI cuando decía que «sin Esperanza, la caridad se convierte en un acto vacío; sin caridad, la Esperanza se quedaría en mero deseo».

Por último, «hagamos de nuestros espacios de iglesia lugares para el encuentro», intensificando aquellos momentos que «visibilicen la pluralidad y la comunión». La Pasión de Jesucristo, defiende, «nos aleja del grito y del insulto, nos distancia de la burla y del sarcasmo y hace de barrera ante la descalificación sistemática, la falta de respeto y de caridad al prójimo». Así, incide en la posibilidad de «generar iniciativas interreligiosas, políticas, culturales o incluso facilitar la comunión entre la pluralidad de grupos, sensibilidades y tendencias eclesiales que pueden estar aisladas, alejadas o enfrentadas unas contra otras».

Y concluye: «Peregrinos de Esperanza, con mimo, tanto y preparación, impulsemos gestos proféticos que ayuden a mostrar el paso del Espíritu del Señor que, como a los de Emaús, sigue saliendo a nuestro encuentro para caminar con los perdidos y procurar que seamos “uno para que el mundo crea”».

María Bazal, delegada episcopal de Familia y Vida de Madrid, en la Semana del Matrimonio: «La verdadera receta no son los momentos perfectos, sino los compartidos»

Un año más, la Delegación de Familia y Vida de la Archidiócesis de Madrid invita a vivir con profundidad y esperanza la Semana del Matrimonio, bajo el lema «Llena su corazón, hazlo latir».

La campaña de este año gira en torno al latido del corazón, símbolo de las emociones más profundas, de las relaciones humanas y del amor como pilar de la familia. Como explica María Bazal, delegada episcopal de Familia y Vida, «las conexiones más especiales ocurren cuando menos las esperamos, porque la verdadera receta no son los momentos perfectos, sino los compartidos». Y aunque «el amor no elimina el dolor, sí lo transforma en fuerza para seguir adelante». Porque cuando «dos corazones están unidos, vencen la distancia y el tiempo».

El Papa Francisco ha recordado en varias ocasiones que «el verdadero amor es amar y dejarme amar». Y es que el amor «siempre es una sorpresa, porque supone un diálogo entre dos: entre quien ama y quien es amado». De ahí que hablemos de Dios como «el Dios de las sorpresas», porque «Él siempre nos amó primero y nos espera con una sorpresa».

Recursos para fortalecer el matrimonio

Desde la Delegación de Familia y Vida animan a los esposos a descargar la aplicación MatrimONio, donde encontrarán numerosos recursos preparados por la Subcomisión de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal Española. Entre ellos, un retiro espiritual para realizar en casa, testimonios, artículos, vídeos, películas y otras herramientas para fortalecer la vida matrimonial.

Misa acción de gracias

Como broche final a la Semana del Matrimonio, el domingo 16 de febrero, a las 12:00 h, se celebrará en la Catedral de la Almudena una Misa de acción de gracias, presidida por el obispo auxiliar de Madrid, Juan Antonio Martínez Camino. La celebración está especialmente dirigida a los matrimonios que en 2025 conmemoren su 5.º o 10.º aniversario.

 

La Iglesia de Madrid presenta el Plan Pastoral con las Personas Mayores para potenciar su protagonismo como laicos comprometidos: «La transmisión de la fe, de generación en generación, es una llamada que no podemos olvidar»

Los salones parroquiales de Nuestra Señora del Buen Suceso se quedaron pequeños ante la afluencia de personas que acudieron a la presentación del nuevo Plan Pastoral con las Personas Mayores. Ante esta situación, el párroco, Enrique González Torres, decidió trasladar el encuentro al mismo templo. Aun así, el aforo de la Iglesia estuvo completo ––incluso algunas personas sentadas en el suelo—, reflejando así el interés y la implicación de los mayores en la vida de la Iglesia. Un plan pastoral que busca no solo acompañar a los mayores, sino integrarlos activamente en la vida eclesial.

Durante su saludo a todos los presentes, el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, ha destacado la importancia de este proyecto, subrayando que la presencia de los mayores en la Iglesia madrileña es muy significativa y que su papel va más allá de la atención social: «No partimos de cero. Desde la Pastoral de la Salud y desde Cáritas siempre ha habido una atención específica a los mayores. Pero ahora damos un paso más: no solo se trata de atenderlos, sino de potenciar su protagonismo como laicos comprometidos y agentes de pastoral».

Pastoral Mayores 1

El cardenal Cobo también ha puesto el foco en uno de los grandes desafíos actuales: la soledad no deseada. «En una ciudad como Madrid, la lucha contra la soledad es muy importante. Hay que acompañar a quienes están solos, pero también reconocer el papel de los mayores como transmisores de la fe. En nuestra Iglesia, en todo momento, la transmisión de la fe ha sido de generación en generación y es algo que no podemos renunciar, es una llamada que tenemos y nos tenemos que hacer cargo de transmitir la fe a las nuevas generaciones. Y como no, la atención a los pobres, a los más mayores y a los enfermos», ha afirmado.

Otro de los puntos clave de la intervención del arzobispo ha sido la necesidad de coordinar esfuerzos en toda la diócesis: «No empezamos de cero, pero debemos unir fuerzas. No queremos una pastoral donde solo demos cosas, sino una en la que los mayores se sientan protagonistas. La Iglesia es misionera y en esta tarea vosotros sois clave».

«Lo que necesitamos es que, con vuestra fortaleza, que estáis entrenados en los cambios y tenéis una habilidad enorme que viene de Dios para iros adaptando a las distintas circunstancias, es el momento de dar un paso más. No solo mirar lo nuestro, y por eso una delegación, sino coordinar todas esas acciones. Ayudadnos y que no haya ninguna parroquia que, por falta de gente, no haya proyectos con los mayores».

Pastoral Mayores 2

El Plan Pastoral con las personas mayores busca así reforzar la presencia activa de este colectivo en la vida eclesial, promoviendo su papel como testigos y misioneros, fomentando interacciones activas y reconociendo su labor en la transmisión de la fe y en la memoria de las parroquias: «Todo eso transmite la fe y forma la comunidad […] es una parte fundamental de vuestras comunidades». Y un último don ha querido subrayar el arzobispo de Madrid y ha sido el de ofrecer algo «de lo que nuestro mundo está bastante deficiente: el consuelo y el apoyo». «Es un don se ha macerado con los años y que es vuestro», ha concluido el arzobispo de Madrid, animando a todos los presentes a seguir adelante con entusiasmo en esta nueva etapa de la pastoral diocesana.

«Os agradezco mucho vuestra presencia y veo que hay aquí un musculo muy grande […] el Señor hace maravillas y no podemos despreciar vuestros dones, ningunos de los que estáis aquí, estáis por casualidad».

Pastoral Mayores 3

Tras el discurso del cardenal Cobo, ha tenido lugar la charla de José Ignacio Figueroa, consiliario nacional de Vida Ascendente, que tenía como título ‘La parroquia, eje vertebrador de la Pastoral de las Personas Mayores’. «¿De quién hablamos cuando hablamos de personas mayores?», se ha preguntado, señalando que este grupo enfrenta el final de la vida laboral, la pérdida de facultades, la ausencia de compañeros de viaje, el aumento de los recuerdos y la disminución de los proyectos, así como el paso de ser cuidadores a ser cuidados o que se acerca «la meta». «Cuando hablamos de Pastoral de las Personas Mayores hemos de tener en cuenta que no todos los mayores tienen las mismas circunstancias y cada cual nos aporta un reto y unas oportunidades». 

La parroquia que es «posada del buen samaritano», refugio y acogida, espacio de sanación y hospitalidad: «La parroquia como posada del Buen Samaritano está llamada a ser un refugio de amor y compasión en un mundo a menudo mermado por el dolor y la indiferencia».

Tras la charla de José Ignacio Figueroa, Carlos Rivas, coordinador de la Comisión Diocesana de la Pastoral con las Personas Mayores, ha presentado los tres objetivos de esta pastoral: desarrollar una pastoral conforme a las orientaciones para la Pastoral de las Personas Mayores, a nivel diocesano y la animación y apoyo a las Mesas de Vicarías; sensibilizar y poner en valor a las personas mayores dando a conocer lo que se está haciendo y favoreciendo su protagonismo en la vida de la Iglesia; acompañar a las personas mayores, trabajar de manera unida y coordinada en la atención a las personas mayores.

Además, Mar Crespo, de Cáritas Diocesana de Madrid, ha tenido el tiempo de presentar la iniciativa del Teléfono de Escucha a personas mayores en soledad: «Sabemos que en nuestra diócesis hay muchos mayores que pasan horas sin hablar con nadie y sufren una soledad no deseada. Este servicio lo lleva un grupo de voluntarios entregados en atender cualquier necesidad que se presenta».