«La Asociación de Amigos de María Ana de Jesús para los pobres de Madrid fue creada en su honor para recordar su memoria socorriendo a los más necesitados». Así lo explica Rosa María Barahona López, miembro de la misma, en el marco del IV centenario de la muerte de la copatrona de Madrid que comenzó el pasado 14 de abril. «El 'alma máter' de la Asociación, por así decirlo, es la madre María Ángeles Curros. Nosotras somos miembros de la Asociación de Antiguos Alumnos del colegio de las Madres Mercedarias de Don Juan de Alarcón. Y nos reuníamos de forma periódica con la madre Curros, que tiene una gran devoción a la beata. Le encanta emular su obra, dentro de sus posibilidades. En uno de nuestros encuentros, nos propuso crear esta asociación para imitar la gran labor que desarrolló en favor de todos los pobres de la ciudad de Madrid. Y así echamos a andar».
«Empezamos hacia 2008-2009 - comenta - y al principio éramos muy pocas. Nuestra tarea comenzó atendiendo a los pobres que teníamos alrededor. Les ayudábamos de una manera arbitraria: eran personas que acudían al convento de las Madres Mercedarias pidiendo ayuda, y nosotras hacíamos por ellos lo que podíamos. Ni siquiera teníamos nombre -evoca-, pero sí muchas ganas de hacer el bien en las personas de los más pobres y necesitados que acudían a nosotras». «Fue en el año 2016 - prosigue - cuando nuestro grupo se formalizó como Asociación de Amigos de la beata María Ana de Jesús para los pobres de Madrid. Se trata de una asociación no religiosa, abierta a todos».
Socorrer al necesitado
«Nuestra forma de socorrer al necesitado - indica Barahona - es entregando bolsas de comida no perecedera dos veces al mes: todos los días 17 celebramos la memoria de la beata con una Misa en el convento de don Juan de Alarcón, a las 8 de la tarde, y, previamente, entre las 6 y las 7, según la época del año, repartimos la bolsa con la comida a personas individuales. Además, el último viernes de mes socorremos a familias que nos vienen derivadas de la parroquia».
Confiesa que «la ayuda que entregamos puede oscilar, pero tenemos un número de personas fijas, y llevamos un control sobre ellas. Las que acuden con regularidad vienen derivadas de Cáritas de la parroquia y, traen un justificante de los Servicios Sociales acreditando su vulnerabilidad. Y tienen preferencia: son unas 25 personas los días 17 de cada mes, y otras tantas familias el último viernes, aunque en los meses de más frío, sobre todo en invierno, llegamos a atender a 90 personas individuales y a 60 familias. Además, a veces pasan personas necesitadas, a las que no conocemos, y, como nos ven repartir, se acercan a pedir algo. Nosotros no tenemos instalaciones para almacenar grandes cantidades de alimentos no perecederos, pero intentamos atender a todos, aunque no los conozcamos». Insiste en que «la asociación es poco potente, pero, dentro de nuestras posibilidades, nunca nos han fallado los alimentos. Daremos más o menos, depende de lo que en esa ocasión tengamos, pero siempre tenemos algo que dar», asegura.
Acoger a todos
La atención a los más necesitados la realizan desde el convento de Don Juan de Alarcón, señala Barahona, «en pleno barrio de Maravillas, en la zona de Universidad, aunque ahora esto se conoce más como Malasaña. La mayoría de las personas que acuden son mayores, y muchos extranjeros, sobre todo filipinos, de América del Sur, e incluso de los países de Europa del Este. Hay algún español, también. Casi todos viven en el barrio. Y tienen una tarjeta de identidad que nosotros les facilitamos, en la que consta su nombre, y que les acredita como usuarios de nuestra Asociación. Es una forma que tenemos de llevar un control, y con ella nunca hemos tenido problemas». «Nuestra Asociación - afirma - está abierta a acoger a todos los que lo necesiten. En nuestro espíritu está el ayudar a los necesitados. Sin importar cuál sea su raza o su religión. Y nosotras, siempre que esté dentro de nuestras posibilidades, ayudamos. Todo el mundo es bienvenido - remarca -. No hay ningún tipo de discriminación».
Para realizar esta labor caritativa cuentan con pocas manos. «En la asociación - reconoce - no somos muchos voluntarios. Pero nos turnamos para preparar las bolsas que entregamos, y para el reparto. Hay gente que pertenece a la asociación pero que lo que hace es aportar una ayuda económica: cada uno lo que puede, bien sea una vez al mes, o al año. También las antiguas alumnas de las mercedarias nos ayudan un poco, y las personas que conocemos y a las que les contamos lo que hacemos. Pero quizá una de las aportaciones más significativas es la que recibimos a través del Real Capítulo, y de las hermandades y cofradías de la ciudad, en dos momentos destacados: la ofrenda de frutos a la beata que se realiza en septiembre, y la entrega que hacen en Navidad. O la donación de la ONG Avanza, que todos los años, por Navidad, nos manda cestas con productos para repartir. En cualquier caso - sonríe - hasta ahora no hemos fallado ninguna vez en el reparto».
Alimentos no perecederos
«Leche, aceite, legumbre variada, pasta, tomate, conservas en lata o embutido envasado al vacío son algunos de los productos que repartimos cada mes - apunta -. En función de lo que tengamos, así damos en las bolsas. Pero todo el que viene se lleva algo». «A veces recibimos alimentos perecederos, pero no los podemos almacenar, así que tenemos que llamar a las personas necesitadas para que vengan a recogerlos, como un reparto 'especial', para que no se estropeen. Pero no es lo habitual», advierte. Pero, declara, «si alguien nos pregunta, sobre todo en Navidad, preferimos que nos den ayudas en forma de dinero, y así poder comprar todos los meses lo que necesitamos para distribuir entre los más necesitados».
«Con motivo del centenario, nos hemos marcado el objetivo de intentar dedicarnos y poder llegar a más personas, y distribuir más cantidad. Intentamos ampliarnos dentro de nuestras posibilidades, que son limitadas. Pero todo lo hacemos por la beata. Queremos que su obra se difunda. Sobre todo, que la conozcan a ella: una mujer limitada físicamente que recorría Madrid montada en un pollino, y que ayudaba a todos los que podía. Era muy activa, y se daba a los demás completamente. Una santa. Creemos que no se la conoce lo suficiente. Esperemos que este año sirva para conocerla más», concluye.