El obispo auxiliar de Madrid José Antonio Álvarez clausuró el pasado fin de semana las XXVII Jornadas Agustinianas del Centro Teológico San Agustín (CTSA) presidiendo la Eucaristía en la real Basílica de El Escorial. En su homilía quiso agradecer la invitación y también el trabajo desarrollado en estas jornadas, que han llevado por título 'La oración, una ventana abierta a la esperanza'.
Desarrolladas en el Real Correo Universitario El Escorial-María Cristina, las jornadas se han enmarcado en este año jubilar de la esperanza y en el 1.700 aniversario del I Concilio Ecuménico de Nicea (325). En el encuentro participaron, entre otros, Jaime López Peñalba, profesor de la Universidad San Damaso, con una conferencia titulada 'El eje cristológico y pneumatológico de la oración cristiana'. El conferenciante señaló la urgente necesidad de una teología espiritual de la oración, que tiene tres características, explicó: dialógica, porque Dios es Verbo, es Palabra; sacramental, ya que, apuntó, no hay otro camino de oración cristiana que no sea Cristo, y pascual, en el sentido de que la Muerte y Resurrección de Cristo imprime en la oración un dinamismo de amor hasta el extremo.
Las jornadas incluyeron un encuentro con Santiago Cantera, prior del Valle de los Caídos, que explicó cómo reza un monje, fundamentalmente a través de la Liturgia de las Horas y la Eucaristía, y la lectio divina o lectura espiritual, rumiando la Palabra. Precisamente sobre la Liturgia de las Horas habló la agustina Carolina Blázquez, priora del monasterio de la Conversión en Sotillo de la Adrada y adjunta a cátedra de la Universidad San Dámaso. La religiosa explicó cómo vivir esta oración de la Iglesia como camino hacia una existencia pascual.
Sobre la oración de San Agustín habló el agustino recoleto Enrique Gómez, que contó cómo el santo, antes de morir, pidió que le colgaran los salmos de David con los que meditaba, llorando, día y noche. También María Inmaculada Rodríguez Moreno, doctora en Teología por la Universidad Pontificia Comillas, se refirió a la oración y la esperanza, los temas centrales de las ponencias, asegurando que la esperanza es necesaria para una oración constante y fervorosa. Y enumeró los frutos de una oración con esperanza: la alegría, aun cuando existan dificultades; la capacidad para relativizarlo todo y la divinización del orante. El Magnificat, concluyó es una oración de esperanza que deriva en alegría y alabanza.