La Coordinadora de la Mesa de las Mujeres en la Iglesia de la diócesis de Madrid, estrena este observatorio de la realidad femenina en la gran urbe. La directora de Alfa y Omega, Cristina Sánchez Aguilar la entrevista en el último número de la revista.
- ¿En qué consiste este nuevo proyecto diocesano de una mesa de mujeres en la Iglesia?
Es una mesa de diálogo y sobre todo escucha, y también un observatorio de la situación de la mujer dentro de la Iglesia en la diócesis de Madrid. Creo que la misión que tenemos es súper grande y todas las personas, hombres y mujeres, tenemos que aportar a través de nuestras capacidades y distintas visiones. Esta mesa es una encomienda del cardenal José Cobo, que tiene mucho interés en que las mujeres, desde su sensibilidad, y que no siempre han podido desarrollar todas sus capacidades, tomen conciencia de esa realidad y se puedan implementar buenas prácticas.
- Usted es una gran conocedora de la situación de la mujer también en la gran ciudad, a través de su trabajo como subdirectora de Cáritas de la Vicaría V.
Sí, es la vicaría de la zona de Villaverde, de Usera… Mi trabajo allí es acompañar y apoyar a las personas más vulnerables, y ahí están las mujeres, en especial las que tienen menores y asumen ellas solas la educación, el acompañamiento, el trabajo.
- ¿La pobreza, se podría decir, se ceba en las mujeres?
Es difícil para las mujeres que tienen hijos mantener un trabajo y pagar una vivienda ellas solas, y esto se da muchísimo. La pobreza se ceba en las familias monomarentales. Y luego eso hace que se retraigan a la hora de formarse, de estudiar; cogen el trabajo más sencillo, con peores condiciones laborales y que no respetan sus derechos.
- Volviendo al papel de la mujer en la Iglesia, ¿se van viendo avances, como tantas veces ha pedido el Papa?
Los cambios vienen del trabajo diario, de hacer propuestas que luego se ve que no está tan mal. El cambio llega desde lo práctico. Es necesario que las mujeres vayamos dando un paso adelante. Por ejemplo, en las parroquias, ofreciéndonos para coordinar cosas como la catequesis o la economía.
- Entonces, podríamos decir que todavía existe cierto desequilibrio.
Todavía es real que hay un desequilibrio y necesitamos darnos cuenta. El hecho de que lo haya nos enfrenta a que nos paremos y nos demos cuenta. Cuando te paras, analizas. Y cuando analizas, te das cuenta de que hay cosas que se hacen bien. Queremos observar, igual que ya se hace con la infancia y los menores vulnerables; pues nosotros lo haremos también con las diversas situaciones por las que atraviesan las mujeres.
- Hablaba usted al inicio de la importancia de la escucha.
Sí. Queremos también escuchar. No se suele preguntar a la gente, pero hay un montón de tareas sin cubrir y no se ha hablado con las mujeres sobre qué quieren, qué necesitan, qué esperan. Vamos a escuchar de forma tranquila, en el día a día, a las fieles de las parroquias, a las catequistas, a las mujeres en la curia… en todos los ámbitos diocesanos. Además, en la Iglesia ha existido siempre el «ver, juzgar y actuar». Pues ahora vamos a ver. Luego juzgaremos lo que hemos visto a la luz del Evangelio y haremos una propuesta.
- ¿Ya está formada la mesa?
Estamos en proceso de creación del equipo. Iremos poco a poco. Pero, por eficacia, si en la Iglesia damos la oportunidad a más gente, haremos más cosas.