El pasado 8 de junio se cumplía el primer aniversario de la Casa 'Fratelli Tutti' de la Comunidad de Sant’Egidio en la capital de España. Manuela Pérez, responsable de la Comunidad en Madrid, nos habla de la misma.
«Es un espacio de fraternidad, amistad y humanidad - explica - en el que muchas personas encuentran acogida y cariño. Así nos lo testimoniaron, por ejemplo, Manuel y Victoria en el acto que organizamos con motivo del primer aniversario del centro. Ellos son un matrimonio muy joven que llegaron a Madrid hace dos años desde su país natal, Perú. Se vieron obligados a salir de su tierra por la situación social y política que atraviesa, y con el sueño de poder darles un futuro mejor a sus hijos. Y es que son padres de cuatro niños, desde los 11 años que tiene el mayor hasta los seis meses que tiene la más pequeña. Y en la tarde de la celebración del primer año en la Casa 'Fratelli tutti' nos contaron cuál había sido su experiencia en Sant’Egidio y en el centro. Fue impresionante, porque literalmente nos dijeron: “Llegamos un día muy mal a este hermoso lugar, sin trabajo y recién comenzando de cero. Ya se podrán imaginar lo difícil que es. Pero no imposible. En Sant’Egidio hemos conocido a bellas personas que nos recibieron con mucho cariño. Vamos a estar eternamente agradecidos a ellas”».
«Aunque son solo palabras - prosigue Manuela -, impactan y llegan al corazón cuando sabes que responden a una realidad concreta que ellos han vivido. En la actualidad, Manuel ha encontrado trabajo, lo que aporta a la familia una situación un poco más estable, a pesar de la precariedad que siguen atravesando, porque mantener en estos momentos a cuatro hijos, teniendo en cuenta el elevado precio de las viviendas y de los alimentos, es muy duro. Pero ellos están más establecidos. Y muy, muy agradecidos», afirma.
Acoger a todos
«En su testimonio - comenta Manuela -, nos contaron también, y cito textualmente, que “durante este año, 'Fratelli tutti' ha sido para nosotros una casa bonita y acogedora, donde un sábado al mes recibimos ayuda con una gran cesta de alimentos frescos y no perecederos. También nos apoyan con los pañales y la leche para nuestro bebé. Pero, sobre todo, esta Casa es un lugar donde acogen a todos sin mirar a quién. Por eso, queremos dar las gracias por este hermoso trabajo que hacen voluntariamente, sin recibir nada a cambio. Son un ejemplo a seguir. Y también lo es esta casa de 'Fratelli tutti'. Aquí traigo a mi hijo Gabriel, de 9 años, para que asista a la Escuela de la Paz. Él está muy contento, sobre todo porque puede conocer a nuevos amigos de distintas nacionalidades. Yo les agradezco el apoyo escolar que le brindan. Está feliz, porque aprende mucho, y ha dejado de ser tan tímido, porque lo era bastante”. Concluyeron su intervención dando las gracias, y manifestando su deseo de que Dios bendiga la Casa 'Fratelli tutti', la Escuela de la Paz, y a todos los que hacen posible esa realidad».
Para Manuela, «fue un discurso muy bonito y emotivo, que recalca la importancia de que la Iglesia sea un lugar de acogida cálido y humano. Insistieron muchísimo en esta idea. Porque, claro, dieron importancia a la ayuda concreta que reciben a través de los alimentos, los pañales o el apoyo escolar para los niños, pero también dijeron que la Casa es mucho más que esto: es un lugar donde ellos se sienten amablemente acogidos. Y es que, como decían, llegaron muy mal al principio, estaban muy abatidos, y este centro ha sido para ellos, en cierta manera, como la posada para el buen samaritano. Ellos también han sido curados de sus heridas. Y es que a la Casa Fratelli tutti llega mucha gente con todo tipo de heridas, procedentes de situaciones muy, muy, muy complicadas. Y esta es como una posada, donde realmente uno puede ser querido y cuidado, que no es poco. Así que es una bellísima misión la que tiene la Iglesia», remarca.
La escuela de lengua y servicio de familias
«Esta Casa - añade Manuela - ofrece también un espacio para la escuela de lengua española y la cultura española pensado para inmigrantes que llegan de países no hispanos. Así que imagínate lo que supone: muchas de estas personas llegan de países en guerra, o de vivir situaciones muy, muy complejas. Tenemos mucha gente procedente de Sudán, también hay un buen grupo de personas de Marruecos, otro bastante numeroso de Filipinas… En fin, de diferentes situaciones y realidades de este mundo, pero con muchas heridas, en muchos de ellos absolutamente reales, porque han sufrido persecución. Por eso, para ellos, este espacio de Fratelli tutti supone trabajar la belleza desde la inclusión, a través del lenguaje y la cultura de España».
«Otra de las prestaciones que se ofrecen desde Fratelli tutti - señala - es la que llamamos ‘servicio de las familias’. También acuden a él Manuel y Victoria. Se trata de un espacio en el que se atiende a familias muy vulnerables, procedentes de muchas situaciones complicadas. Se les apoya con cosas concretas, en alimentación, en higiene… Pero, como todo lo que hace la Comunidad de Sant’Egidio, la ayuda va mucho más allá de lo puramente material. Y eso también lo recalcaron en el testimonio que escuchamos este sábado, porque insistieron en que 'Fratelli tutti' es, por encima de todo, una casa de acogida».
«Y otro servicio bellísimo en esta Casa -indica Manuela-, que al mismo tiempo es como un lugar de acogida y de reposo, es el comedor para los amigos de la calle. Abre sus puertas los jueves. Alrededor de una buenísima comida que preparamos, ellos pueden venir y descansar en un ambiente de acogida, de humanidad, de amistad, de fraternidad…». Por último, apunta, «otro momento es el que ofrecemos los miércoles para los amigos de la calle que quieran venir al servicio de duchas que tenemos. Es muy importante, sobre todo en este tiempo de calor, ya que es un espacio en el que ellos pueden encontrar un sitio donde refrescarse y sentirse cómodos, también con ellos mismos», concluye.