- Titulo: Infomadrid / B. Aragoneses
Había en la pequeña capilla de los bajos de la parroquia Buen Suceso, en círculo alrededor del sagrario, un grupo de personas en oración a la luz de la Palabra. Podría ser un grupo más parroquial, en una tarde más de miércoles, rezando como un día más. Pero en ese pequeño oratorio, con el Señor presente, se encerraba mucha grandeza. Eran 16 personas culminando un itinerario que comenzaba en marzo de este año, un mes después de haber inscrito a sus bebés no nacidos en el libro, no sacramental, del Bautismo de deseo.
«Después del 2 de febrero —fiesta de la presentación del Niño Jesús, cuando se celebró la ceremonia—, sentimos muy fuerte que necesitábamos crear un espacio para seguir rezando», cuenta Belén Moya, una de las impulsoras de esta «pastoral». Así, siguiendo las ocho estaciones de luz de la Octava de Pascua que habían preparado la Navidad previa a la inscripción, organizaron cada mes un rato de oración en «un itinerario de Luz a la luz de la Palabra».
La dinámica, muy sencilla, consiste en transmitirse unos a otros el Evangelio proclamado ese día «para que vaya entrando en el corazón». Este miércoles eran las Bienaventuranzas, pero habían comenzado el recorrido con la Anunciación. «La primera palabra que nos transmitimos era “¡alégrate!”». Qué oportuno para unos padres que «después de tanto sufrimiento», cuenta una de las presentes que tiene «seis hijos en el cielo y dos en la tierra», «de esa etapa de llanto y desconsuelo, la Iglesia ha acogido nuestro dolor: llegamos con nuestros hijos muertos y nos los devuelven glorificados».
Ahora, «mis hijos están en la familia», y subraya el «están», en presente. Porque parece que cuando hay una pérdida de un bebé, se corre un velo sobre ello y la vida sigue. Se tapa el dolor, pero ahí está. Habla otra de las madres, muy joven: «Cuando perdimos al bebé tenía la impresión de que era algo que íbamos a tener que olvidar, enterrar, y aquí ha sido todo lo contrario: poner su presencia en nuestra vida con muchísima más luz, sin ese dolor». Tanto, que cuenta a los demás cómo en su árbol de Navidad colgarán este año adornos con sus nombres: el de ella y su marido, el de Gabriel, el nuevo bebé que está en camino, y el que ya está en el cielo, «Ángel o Ángela».
Consuelo y paz
Su marido, junto a ella, continúa al hilo de lo proclamado en la Palabra de este último día del recorrido: «Me consuela muchísimo esta lectura; se me dice “sé valiente, no temas sufrir el mal, porque al final hay consuelo; no sabes por qué he permitido esto, pero sí lo que te he prometido”».
Enrique González, párroco de Buen Suceso, contaba días antes de la ceremonia del Bautismo de deseo, en febrero de 2024, que al igual que cuando se bautiza a un niño «se hace en la fe de los padres», en el de deseo también. En el caso de los niños que son fruto de un aborto provocado, comentaba, serían asimilados a los santos inocentes, muertos «en solidaridad con Cristo Víctima», por eso en este caso se le llama Bautismo de sangre. Hace pensar, concluía, que estos padres «pueden tener un intercesor en el cielo que les mueva hacia la misericordia».
«Mi María tendría ahora 9 años si yo hubiera seguido adelante con el embarazo». Compartía este miércoles esta madre, también joven, lo que para ella había supuesto el itinerario. Con dulzura y rezumando la presencia de Dios en su vida, ha sido capaz de echar la vista atrás «y ver cómo el Señor ha respetado todos mis tiempos». Hace diez años, «con mi dolor», cargando con una cruz que decidió llevar ella sola; después, su encuentro con Él, sabiéndose perdonada y, finalmente, la celebración del Bautismo de deseo y la certeza de que «mi María está en el cielo». «Lo he vivido todo con la esperanza y la alegría de que un día nos encontraremos allí», afirma, y enlaza con la lectura de las Bienaventuranzas: «Nuestros niños ya están siendo consolados, ya han alcanzado la misericordia, ya ven a Dios, y esto me da mucha paz».
La iniciativa del Bautismo de deseo se llevó a cabo el pasado 2 de febrero de 2024 en Buen Suceso (en la imagen inferior) y Santos Juan y Pablo, en San Fernando de Henares. Se inscribieron un total de 92 bebés de 62 familias. El primero, de 1966; el último, de noviembre de 2023. Este año, la parroquia San Alberto Magno, en Vallecas, también preparará esta celebración, y asimismo se han interesado dos parroquias de las diócesis de Getafe y Valencia.
Como contaba este miércoles el párroco de Buen Suceso, «claramente el Señor quiere esto». Agradeció a todos «porque os habéis fiado del Señor; es algo tan impresionante tener a un hijo en el cielo…», y aseguró que estos niños «son instrumento de salvación» para sus padres; hay gente que no tiene fe y através de la maternidad y paternidad puede conocer a Dios».
En esta parroquia ya está en marcha la preparación para la segunda celebración de la inscripción en el libro del Bautismo de deseo. En resumen, una pastoral de acompañamiento para facilitar que los padres reciban el consuelo de Dios, vivan la acogida eclesial y presenten a sus hijos al Señor. Comenzará con dos reuniones de preparación, el 18 de diciembre y el 15 de enero, y el recorrido por las 8 estaciones de luz inspirado en la Octava de Navidad, para culminar el 2 de febrero de 2025 (en la imagen inferior, las velas por cada bebé que se encendieron en la celebración de febrero de este año).
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