Madrid

Marta Rodríguez, profesora de la UFV y ponente en el Congreso de Vocaciones, apunta la necesidad de propiciar en los jóvenes ocasiones para que se encuentren con Jesús «corazón a corazón»

A Marta Rodríguez, madrileña, profesora del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum en Roma y directora académica del Curso en Género, Sexo y Educación de la Universidad Francisco de Vitoria, le encargaron un taller sobre la influencia de las ideologías en la pastoral vocacional para el Congreso de Vocaciones que se celebrará del 6 al 9 de febrero en el pabellón Madrid Arena.

«La propuesta vino a raíz del libro que publiqué en marzo del año pasado, Género, jóvenes e Iglesia», cuenta Rodríguez a pocos días de su participación en el evento. Puesto que se trata de un taller, la profesora hará solo una pequeña parte teórica para situar a los participantes en el trabajo que desarrollarán posteriormente. «Habrá poca exposición, para luego hacerles trabajar con pistas pedagógicas para enfrentar los desafíos» a los que se enfrentan.

Así, para empezar, «veremos algunas características del mundo posmoderno y cómo pueden influir en las decisiones de los jóvenes». Un mundo con carencias, apunta, entre ellas «la dificultad en los jóvenes de tomar decisiones definitivas y comprometerse» por dos motivos: «la desconfianza en sí mismos», y porque las grandes decisiones «dan mucho miedo» en un mundo del «aquí y ahora».

Por ejemplo, incide la profesora, esta desconfianza es la que lleva a jóvenes a plantearse, ante «la crisis del celibato», que «quizá yo también falle» o a «poner en entredicho una opción para siempre» en cuestiones de género, en esta «crisis de la masculinidad y la feminidad».

Un mundo también en el que las formas, entendidas como «toda verdad universal»,  son «opresoras»; es decir, la verdad es «percibida como algo que oprime, y tenemos que librarnos de la opersión». Y esto «cala en los jóvenes». Ante esto, Rodríguez, que es consagrada de Regnum Christi, señala que, «la pastoral vocacional debe ser consciente de esta sensibilidad y proponer un Cristo más humano» que establece una relación «más cordial que me lleva a ser yo mismo».

Junto a ello, la pastoral vocacional trataría de «orientar a los jóvenes en un camino de integrar su propia historia para que no tengan miedo a tomar decisiones definitivas».

Marta Rodriguez Vocaciones ponencia

Eliminar el miedo a tomar decisiones definitivas

¿Cómo revertir esta inseguridad y falta de compromiso? «Los jóvenes vienen con muchas heridas», y para revertir esta situación, lo mejor es que sean conscientes de que «alguien confía en ti» mediante una pedagogía que les lleva a «experimentar la mirada de Jesús, que apuesta por ellos y va a ser fiel en todas las eventualidades, que a va a estar a mi lado pase lo que pase».

En este sentido, la profesora reconoce que «los jóvenes hoy no reaccionan tanto ante la belleza de un ideal cuanto a personas concretas que están dispuestas a jugársela por mí; no tanto ante una institución o un modelo de perfección de vida como ante rostros concretos de personas».

Ante la evidente crisis vocacional, no solo a la vida religiosa, también al matrimonio y a un compromiso laical en la Iglesia, Marta Rodríguez habla en clave de esperanza: «Jesús sigue sembrando y respondiendo a los anhelos de los corazones de los jóvenes». Así, es preciso «que logremos crear ocasiones para que que se encuentren corazón a corazón con Él». «El Espíritu Santo es capaz de sacar un bien de todo», añade, «y este es un momento propicio para sembrar porque hay mucha sed de Dios».

La madrileña Ana Moya, presente en el Congreso de Vocaciones de la CEE: «Mi objetivo es aportar mi granito de arena para que el Señor se haga presente»

  • Titulo: Infomadrid / B. Aragoneses
  • Firma: La madrileña Ana Moya, presente en el Congreso de Vocaciones de la CEE: «Mi objetivo es aportar mi granito de arena para que el Señor se haga presente»

«Que la música lleve a lo esencial, a ese sí fundante: que Jesucristo es mi Señor». Por eso, cuando Ana Moya se sienta ante un micrófono con su voz y su guitarra, lo que intenta es «acompañar con la música a la oración» y no que la música sea la protagonista. «Que la música esté al servicio de la oración».

Desde aquellos tiempos en los que una joven Ana aprendió a tocar la guitarra en la parroquia, integrada en la Acción Católica, hasta el día de hoy han pasado años, dos discos grabados y muchas adoraciones y Misas acompañadas.

Toda esta experiencia acumulada será la que comparta en el próximo Congreso de Vocaciones ¿Para quién soy?, del 7 al 9 de febrero de 2025. Ana está encargada del taller La Palabra y la música en clave vocacional, que impartirá en dos ocasiones, en sesiones de 50 minutos, acompañada por su párroco en San Fulgencio y San Bernardo, Pedro Lamata. «Necesito a alguien que lea, porque cuando me meto en modo música, me cuesta pasar a la palabra, a hablar».

En realidad, la vida de Ana no es la música — es trabajadora en la Universidad Eclesiástica san Dámaso —, pero es probable que no entendiera su vida sin la música. Ese primer disco que grabó, Todo es don, surgió en la parroquia, cuando un hombre que sí era músico se le acercó y se lo propuso. Eran canciones en su mayoría de Gonzalo Mazarrasa, «un autor que me fascinaba» entre otras cosas porque «tiene muchísimas canciones que son la Palabra de Dios pura y dura». «Cuando grabé ese disco, mi intención era que la gente rezara con él».

¿Música o silencio, letra o melodía?

Esto fue hace 30 años, y tras un período largo de actividad pastoral muy reducida, un día, ya en la parroquia de San Fulgencio, el entonces vicario parroquial, Alfonso Puche, le preguntó si le acompañaría en las adoraciones. «Pues sí». Y así es como se reenganchó. Tanto, que juntos grabaron un nuevo disco, A la otra orilla, hace ocho años y «ahora mismo mi pastoral es para cantar», pero «siempre para acompañar a la oración». Por eso dijo que sí a la invitación al congreso, porque era un taller. «No es dar teoría, en realidad va a ser una oración».

Allí trasladará lo que para ella es la música, que está «al servicio de la oración». «La música es como la llave que te abre el corazón para que la oración fluya más fácil». Lo que no quiere decir que no haya momentos de silencio en las adoraciones o que haya oración en silencio. «Depende del tipo de la oración», explica. «A mí también me encanta el silencio, también necesitamos el silencio», por ejemplo en la oración ante el santísimo.

«Pero es vedad que en las oraciones que son guiadas o comunitarias la música siempre nos ayuda, porque también hay que pensar un poco en todos, a lo mejor hay gente que el silencio le abruma o se queda muy perdido». Así, Ana sigue tocando un poco, con un pequeño arpegio, «pero eso ya sostiene el alma en la oración». Reconoce que se ha dado cuenta con los años de que «las canciones, cuanta menos letra, mejor; que diga lo fundamental para que lo fundamental vaya calando en el corazón».

Musica adoracion custodia

A veces, va repitiendo una frase, «es importante dar tiempo a que las cosas, una palabra del sacerdote, de la lectura, repose». Y matiza que es repetir, «no rezar con eso, que sería una oración más de meditación, con tu inteligencia; sino que la música acompaña más esa oración del corazón, donde no importa tanto lo que entienda o no». «Es sentir esa presencia del Señor, adorarle, entregarle lo que eres, pedirle lo que necesitas, entrar en esa relación personal».

Ha habido muchos años, en el caso de Ana, «que mi oración era la música, y eso se nota; cuando alguien canta orando o cuando canta porque tiene que cantar». Este es el riesgo, «me da la sensación de que se entiende la música como un rellenar», algo que Ana percibe en estos tiempos. «En general se cuida poco la música, tiramos mucho de guitarreo».

Clave vocacional

Su taller será «en clave vocacional», algo que ella, como laica, entiende como «la vocación primera y fundante», que es «la fe en Jesucristo; "tú eres mi Señor"». Un sí primero que «todos tenemos que dar, que es el salto a “me fío de ti y confío en ti”; y luego hay un sí más concreto, un “ya me dirás lo que quieres y me tendré que volver a fiar”, casada, monja, misionera.. bendito sea Dios».

Es, continúa, «saberte hijo y aceptar a Jesucristo como mi Señor». Y en esta vocación «estamos todos»; «la oración nos sostiene ese sí primero, nos recuerda quién es el Señor, nos pone en su presencia, que Él es persona con la que hablamos, que interactúa conmigo…». Así, ante el Congreso, Ana lo tiene claro: «Mi objetivo es aportar mi granito de arena para que el Señor se haga presente».

«Jesús, esperanza de los jóvenes buscadores de sentido», nueva sesión del IX Ciclo de Conferencias para Evangelizadores con Laura Moreno, delegada Episcopal de Juventud de la Archidiócesis de Madrid

El jueves, 20 de febrero, continua el tercero bloque del IX Ciclo de Conferencias para Evangelizadores “Jesucristo 2025 años de esperanza”, organizado por la Delegación Episcopal de Catequesis y lo hace con una charla de Laura Moreno, delegada Episcopal de Juventud de la Archidiócesis de Madrid: «Jesús, esperanza de los jóvenes buscadores de sentido».

El acto tendrá lugar de 17:00 a 18:30 horas, en la sala Multiusos de la Parroquia San Juan de la Cruz (San Juan de la Cruz, 2). Además, la charla se podrá seguir por el canal de YouTube de la Delegación Episcopal de Catequesis de la Archidiócesis de Madrid.

El testimonio de Lourdes y José María, en el Congreso de Vocaciones de la CEE: «Dios nos pidió que nuestra misión era acoger niños»

  • Titulo: Infomadrid/Sandra Madrid

José María Márquez y Lourdes Escudero compartirán su testimonio sobre cómo viven su vocación cristiana en el matrimonio y la familia durante la mesa de experiencias del panel "Familia y Vocación", que se celebrará en el marco del Congreso de Vocaciones ¿Para quién soy? organizado por la CEE del 7 al 9 de febrero de 2025.

«Somos un matrimonio con cuatro hijos biológicos», explican. Sin embargo, tras el nacimiento de su cuarto hijo, comenzaron a tener complicaciones para ampliar la familia, lo que les llevó a plantearse una nueva forma de vivir su vocación: la acogida. 

«Dios nos mostró esta misión a través de amigos», afirman. Tras años dedicados al voluntariado en Etiopía y Rumanía, descubrieron que su siguiente paso era abrir su casa a niños de la Comunidad de Madrid. Gracias al ejemplo y apoyo de unos amigos con experiencia en la acogida, decidieron unirse a esta misión de amor y servicio.

Familia Congreso Vocaciones

«Ser familia de acogida ha sido una experiencia muy enriquecedora y bonita», comparten José María Márquez y Lourdes Escudero. Antes de embarcarse en este proyecto, hablaron con sus hijos, quienes acogieron la idea con entusiasmo. «¡Estaban deseando tener más hermanos!», recuerdan. Lourdes señala que su decisión de acoger también estuvo marcada por situaciones difíciles que vivieron en el pasado: «Nuestras dos últimas hijas nacieron en la semana 20 de gestación, sin llegar a término»

La llegada del primer niño que acogieron, un bebé de 10 meses, fue un proceso natural. «Fue muy sencillo, como cuando tienes un hijo biológico. Nos aportó lo mismo: mucha alegría». Tiempo después, se unió a la familia su hermano mayor, quien ahora tiene 4 años.

José María y Lourdes animan a todos los matrimonios a considerar la acogida como una forma de vivir el amor y la entrega en familia. «Es una oportunidad para crecer, tanto como familia como a nivel personal», afirman. Asimismo subrayan que «es entregar parte de tu amor a otro niño», y además «darle la oportunidad a vivir en una familia con una situación familiar tranquila, donde esté atendido y se siente amado, donde tenga hermanos para compartir su vida…».