Madrid

La Iglesia de Madrid participa en la Semana del Matrimonio: «Llena su corazón, hazlo latir»

Un año más, la Delegación de Familia y Vida de la Archidiócesis de Madrid se prepara para celebrar con entusiasmo la Semana del Matrimonio, que tendrá lugar del 10 al 16 de febrero. Este año, el lema elegido es: «Llena su corazón, hazlo latir».

«Os animamos a descargar la aplicación MatrimONio, donde encontraréis numerosos recursos preparados por la Subcomisión de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal Española. Entre ellos, un retiro espiritual para realizar en casa, elaborado por los obispos responsables de la subcomisión, además de testimonios, artículos, vídeos, películas y muchas más herramientas para fortalecer la vida matrimonial», remarcan desde la Delegación de Familia y Vida.

Con motivo de la clausura de la Semana del Matrimonio, la Delegación de Familia y Vida de Madrid invita a los esposos que en 2025 celebren su 5.º o 10.º aniversario de matrimonio a participar en la Misa de acción de gracias. La celebración tendrá lugar el domingo 16 de febrero, a las 12:00 h, en la Catedral de la Almudena, y será presidida por el obispo auxiliar de Madrid, mons. Juan Antonio Martínez Camino.

«Deseamos que todos podamos vivir esta Semana dedicada a nuestra unión esponsal con profundidad y esperanza», expresan desde la Delegación de Familia y Vida de la Archidiócesis de Madrid.

José Luis Méndez, delegado de Pastoral de la Salud de Madrid: «Los enfermos son fuente de una gran esperanza para el mundo»

En el marco del Jubileo 2025, la Campaña del Enfermo se desarrolla bajo el lema «En esperanza fuimos salvados» (Rom 8,24). Esta campaña de la Iglesia comienza el 11 de febrero, festividad de la Virgen de Lourdes, con la Jornada Mundial del Enfermo, y culmina el 5 de mayo, en la Pascua del Enfermo. En este contexto, la Jornada Diocesana de Pastoral de la Salud se celebrará el 6 de abril, coincidiendo con el Jubileo de los Enfermos. Con este motivo, el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, presidirá ese día la Misa a las 12:00 h en la catedral de la Almudena.

El Papa Francisco ha hecho público su mensaje para esta jornada bajo el título «La esperanza no defrauda» (Rom 5,5) y nos hace fuertes en la tribulación». Una esperanza que nos ayuda a reconocer que «también detrás del sufrimiento puede haber sentido, puede haber un valor que hace al hombre capaz de asociarse al misterio redentor de Cristo». Por ello, «la enfermedad, el dolor y el sufrimiento no tienen la última palabra», destaca José Luis Méndez, delegado de Pastoral de la Salud de la Archidiócesis de Madrid de la Archidiócesis de Madrid.

Además, el Santo Padre recuerda que «los enfermos y quienes les cuidan tienen un rol especial en este Jubileo». Su caminar juntos, afirma, «es un signo para todos, un himno a la dignidad humana, un canto de esperanza capaz de llevar luz y calor allí donde más se necesita».

En su mensaje, el Papa Francisco explica que, en el tiempo de la enfermedad, experimentamos, por un lado, «nuestra fragilidad como criaturas», y por otro, «sentimos la cercanía y la comprensión de Dios, que en Jesús ha compartido nuestros sufrimientos». «Él no nos abandona y, muchas veces, nos sorprende con el don de una determinación que nunca hubiéramos pensado tener y que jamás hubiéramos hallado por nosotros mismos», añade el delegado de Pastoral de la Salud, José Luis Méndez. Esta reflexión, concluye, es una invitación del Papa a descubrir el gran valor que puede haber detrás de la enfermedad.

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«Somos ángeles de esperanza, mensajeros de Dios»

«Nunca como en el sufrimiento nos damos cuenta de que toda esperanza viene del Señor». En este sentido, el Papa Francisco recuerda que «los lugares donde se sufre son a menudo lugares de intercambio y de enriquecimiento mutuo». ¡Cuántas veces, junto al lecho de un enfermo, se aprende a esperar! Esto es algo que todos podemos experimentar. ¡Cuántas veces, al estar cerca de quien sufre, se aprende a creer! ¡Cuántas veces, inclinándose ante el necesitado, se descubre el amor! Es decir, comprendemos que «somos ángeles de esperanza, mensajeros de Dios, los unos para los otros»: enfermos, médicos, enfermeros, familiares, amigos, sacerdotes, religiosos y religiosas. Y lo somos en todos los lugares donde se cuida y acompaña el sufrimiento: en la familia, en los dispensarios, en las residencias de ancianos, en los hospitales y en las clínicas.

«Los enfermos son fuente de una gran esperanza para el mundo y hemos de aprender con ellos a hacernos peregrinos de esperanza», afirma el delegado de Pastoral de la Salud, José Luis Méndez.

Esta idea ya la expresaba Benedicto XVI, quien en un discurso a los participantes de una conferencia internacional sobre pastoral de la salud afirmaba: «Queridos enfermos, vuestro silencioso testimonio es un signo eficaz e instrumento de evangelización para las personas que os atienden y para vuestras familias, en la certeza de que ninguna lágrima, ni de quien sufre ni de quien está a su lado, se pierde delante de Dios. Vosotros sois hermanos de Cristo paciente y con él, si queréis, salváis al mundo».

Por ello, concluye Méndez, la Jornada Mundial del Enfermo de este año nos invita a recordar el valor de la esperanza para vivir la enfermedad y aprender a hacer de ella un instrumento de redención.

Para esta celebración, la Subcomisión Episcopal para la Acción Caritativa y Social, dentro de la cual se inserta la Pastoral de la Salud, ha preparado diversos materiales formativos. Entre ellos, se han facilitado diez temas de formación centrados en el significado del Jubileo en la vida de la Iglesia, el sentido del Jubileo 2025 y distintos aspectos de la esperanza cristiana, con el objetivo de ayudarnos a ser instrumentos de esperanza, alegría y consuelo para los enfermos.

El obispo auxiliar de Madrid, José Antonio Álvarez, en la Jornada Nacional de Manos Unidas: «Hoy se nos invita a remar mar adentro donde nos esperan los hambrientos de pan y sentido»

El obispo auxiliar de Madrid, José Antonio Álvarez, ha presidido este domingo, 9 de febrero, en la parroquia San Bruno, la Misa de lanzamiento de la Campaña Contra el Hambre de Manos Unidas. En su homilía, el obispo auxiliar ha destacado la importancia de la solidaridad y el compromiso cristiano con los más necesitados, inspirándose en el lema de este año: «Compartir es nuestra mayor riqueza».

Durante la homilía, monseñor Álvarez ha recordado la figura del apóstol Pedro, quien, tras una noche de pesca infructuosa, recibió el llamado de Jesús a confiar y remar mar adentro. «Quizás en ocasiones nos podemos sentir un tanto desconcertados como el apóstol Pedro después de estar toda la noche pescando, sentimos el sufrimiento personal y de muchos hermanos nuestros que viven situaciones de injusticia y de exclusión en tantos lugares del mundo», ha afirmado. El obispo auxiliar ha enfatizado la necesidad de mantener en el corazón a quienes, aunque lejanos geográficamente, forman parte de la gran familia humana y «en nuestro corazón han de estar siempre muy cerca. Hoy nuestros ojos se dirigen a quienes, en cualquier parte de esta casa común que habitamos, claman por una vida más digna y por una prosperidad que solos no pueden alcanzar».

«Dios nos toca los labios como al profeta Isaías para que llevemos palabras de aliento y esperanza para nuestro mundo, especialmente a los que sufren, a quienes no ven reconocida su dignidad: los que padecen dolor, soledad, miedo, tristeza, violencia o falta de libertad". También ha recordado la situación de quienes sufren persecución por su fe. Inspirándose en la cita de San Ireneo - «La gloria de Dios es que el hombre viva y la vida del hombre es contemplar a Dios» -, monseñor Álvarez ha invitado a todos los fieles a seguir el llamado de Jesús: «rema mar adentro».

«El desafío que nos lanza el Evangelio nos invita a salir de nuestras seguridades y poner nuestra mirada en el horizonte de un mar inmenso. Lo hacemos confiadamente porque no vamos solos, sabemos que el Señor camina junto a nosotros». El obispo ha denunciado las tentaciones que frenan el compromiso cristiano: «Muchas veces tomamos los remos, proveemos los medios y programamos las acciones, en otras ocasiones acertamos a vislumbrar el mar que nos aguarda, lo estudiamos e incluso lo dibujamos en la carta de navegación, pero al final nos falta el suficiente arrojo para adentrarnos en el mar de verdad, remar mar adentro».

«En el fondo el problema es que nos cuesta pronunciar las palabras confiadas de Pedro. ‘Maestro, por tu palabra echaré las redes’». En esta línea, ha exhortado a los fieles a implicarse activamente en la causa de Manos Unidas: «Hoy se nos invita precisamente a remar mar adentro donde nos esperan los hambrientos de pan y sentido, los niños y los jóvenes que nunca han ido a la escuela, que no han tenido maestros que abran sus mentes a la verdad para hacerse preguntas y encontrar respuestas, los hombres y las mujeres que trabajan sin descanso, literalmente sin descanso, con jornadas interminables y que ven que los frutos de su esfuerzo son insuficientes para tener una morada digna, construir una familia o poder soñar con un mañana mejor. Nos esperan también los migrantes que, en la desesperación, dejan su hogar en busca de una vida mejor […] solamente unos pocos alcanzan la tierra prometida de nuestro primer mundo que no siempre los acoge ni los valora, ni les da una oportunidad ni los acompaña como hermanos, hijos de un mismo Dios y de un mismo Padre».

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Monseñor Álvarez ha concluido su homilía con un mensaje de esperanza, destacando el testimonio de tantos misioneros y voluntarios que trabajan incansablemente en favor de los más desfavorecidos. «Podemos unir nuestras manos a las suyas. Con Manos Unidas, adentrémonos hacia la luz que brilla en el horizonte de los mares del mundo». 

Citando al papa Francisco, ha advertido que «mientras nuestro sistema económico y social produzca una sola víctima o haga una sola persona descartada, no habrá una verdadera fraternidad universal». Finalmente, ha animado a los presentes a emprender este camino con confianza y alegría: «La barca está preparada, los remos están dispuestos, solo hacen falta brazos, manos y corazones que transidos por el cariño del Dios compasivo y misericordioso se dispongan a iniciar esta travesía. Por tu palabra Señor, ayúdanos también a echar de nuevo las redes».

Diana Campos, de la Comunidad de Sant´Egidio: «En la Misa en Nuestra Señora de las Maravillas recordaremos a las personas que mueren en la calle, víctimas del abandono y la indiferencia»

La mañana del 31 de enero de 1983, Modesta Valenti, una anciana que dormía en los alrededores de la estación Termini en Roma, se encontraba mal después de haber pasado toda la noche a la intemperie. Algunas personas llamaron a una ambulancia, pero cuando llegó no quisieron socorrerla. Modesta agonizó durante cuatro largas horas porque diferentes hospitales se excusaban de ayudarla. Cuando finalmente llegó la última ambulancia, Modesta ya había fallecido.

«La muerte de Modesta habla de soledad, abandono y también de violencia que padecen muchas personas sin hogar», y que en algunas ocasiones «mueren en el anonimato y la soledad, víctimas de una sociedad que prefiere mirar para otro lado y cambiarse de acera», afirma Diana Campos, de la Comunidad de Sant`Egidio de Madrid. Por ello, «la muerte de Modesta nos recuerda que la indiferencia también mata».

«Amigos de la Calle»

En la comunidad de Sant´Egidio «hemos convertido la indignación por esta y tantas muertes injustas en un trabajo cotidiano de auxilio, compañía, alimento y sobre todo de amistad, con quienes llamamos cariñosamente nuestros Amigos de la Calle», añade Campos.

Ahora, cuando se cumplen 42 años de la muerte de Modesta, «recordamos un año más con nombre propio a todas las personas sin hogar que han muerto por la dureza de la vida en la calle». En la celebración, a medida que se mencionan sus nombres, se enciende una vela para recordar «que toda vida tiene valor, que sus nombres están escritos en el corazón de Dios y para que de la memoria de estas muertes renazca una ciudad más acogedora con los pobres».

«Queremos invitar a esta liturgia» que se celebrará este domingo, 9 de febrero, a las 12:00 horas, en la Iglesia Nuestra Señora de las Maravillas. La celebración estará presidida por José Luis Segovia, vicario episcopal de Pastoral de la Archidiócesis de Madrid.