La Iglesia de Madrid presenta este jueves, 13 de febrero, la Comisión Diocesana de la Pastoral con las Personas Mayores y su plan pastoral en el salón de actos de la parroquia Buen Suceso.
El acto contará con la presencia del cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, y tiene como objetivo acompañar a las personas mayores en su vida de fe, dándoles el protagonismo que les corresponde tanto en las comunidades cristianas como en la sociedad. Esta iniciativa ha sido promovida por la Comisión Diocesana de la Pastoral con las Personas Mayores, en la que participan la Pastoral de la Salud y del Mayor, la Delegación de Familia y Vida, Vida Ascendente, Cáritas Diocesana de Madrid y CONFER Madrid. Desde esta comisión se recuerda que «los mayores son la memoria viva de nuestra fe y nuestra historia».
Presentación del Plan Pastoral con las personas mayores de la archidiócesis de #Madrid.
— Cáritas Madrid (@CaritasMadrid) February 11, 2025
Veremos cómo acompañar y actuar en favor y con las personas #mayores en la Iglesia madrileña.https://t.co/afFosL4YFI pic.twitter.com/WtyjsKpEp0
Durante el encuentro, el consiliario nacional de Vida Ascendente, José Ignacio Figueroa, abordará el papel central de la parroquia en la Pastoral de las Personas Mayores.
«Cuando hablamos de personas mayores, solemos pensar en los demás». Sin embargo, «un aspecto clave de la Pastoral de las Personas Mayores en nuestras parroquias es que muchos de ellos no se identifican como tales. Esto puede ser positivo, pero también presenta un desafío, ya que les resulta difícil reconocer una realidad marcada por el fin de la vida laboral, la pérdida progresiva de facultades, la ausencia de compañeros de viaje y el aumento de los recuerdos. Además, esta etapa implica la reducción de proyectos, la transición de ser cuidadores a ser cuidados y la creciente cercanía de la meta final»
Pastoral con los mayores
El consiliario nacional de Vida Ascendente también destaca que «no es lo mismo tener 70 años que 90, porque las necesidades y los retos son distintos». Por ello, la pastoral con las personas mayores debe adaptarse a las diversas realidades de quienes la integran, ofreciendo respuestas adecuadas a cada etapa de la vida.
Además, subraya que «estamos en tiempos de conversión pastoral», lo que implica «replantear nuestras comunidades parroquiales para trabajar con los mayores». En este sentido, el proyecto de la Archidiócesis de Madrid no propone una pastoral para los mayores, sino con ellos, reconociendo su papel activo en la vida de la Iglesia. «En muchas parroquias hay un número significativo de personas jubiladas que son grandes colaboradores en distintas tareas parroquiales», señala. Por ello, es fundamental concebir la parroquia como «un lugar donde los mayores son protagonistas de la pastoral, un faro que ilumina hacia fuera y donde ellos tienen mucho que aportar». De este modo, se da sentido a esta etapa de la vida, valorando su presencia y participación en la comunidad cristiana.
La parroquia, «lugar de encuentro»
José Ignacio Figueroa destaca una imagen que le resulta especialmente significativa: «Me gusta la imagen de la parroquia como la fuente del pueblo», porque «la parroquia es un lugar de encuentro, donde bebemos, compartimos la vida y nos enteramos de lo que sucede en nuestra comunidad». En este sentido, explica que «la fuente del pueblo es el lugar donde cada uno lleva lo que es y encuentra el refresco». Así debería ser nuestra parroquia, un espacio donde todos puedan acudir y sentirse acogidos.
Asimismo, compara la parroquia con la posada del Buen Samaritano. «Aquellos que están heridos en el camino son llevados a una posada», explica. «Es Cristo quien trae a la parroquia a las personas mayores con sus heridas, sus retos y sus esperanzas». Y en ese lugar, sabiendo que el Señor es buen pagador, «los mayores son acogidos, integrados y amados, compartiendo la vida con ellos hasta llegar a la meta hacia la que todos caminamos».
Por tanto, la parroquia debe ser lugar de los mayores y para los mayores, sin olvidar a quienes no pueden acudir a ella: aquellos que viven en residencias, los que están en riesgo de soledad o los que, por diversas razones, no han sido evangelizados. En este sentido, Figueroa subraya que «somos conscientes de que las nuevas generaciones de personas mayores no han recibido el Evangelio o lo han olvidado», por lo que es fundamental que haya espacios de Primer Anuncio también para los mayores, especialmente en ese momento de la vida marcado por la jubilación y la pérdida de facultades.
«Transmisores de la fe en la familia»
En primer lugar, «necesitamos comunidades orantes y contemplativas, donde los mayores, junto con los jóvenes, las familias y los matrimonios, encuentren espacios de encuentro con el Señor». En segundo lugar, es fundamental fomentar «comunidades que propicien el encuentro intergeneracional, reuniendo a distintas generaciones en torno al altar y a la vida parroquial, así como comunidades centradas en la formación».
También es esencial «dar razón de nuestra esperanza», lo que implica formar a los mayores para que, a su vez, formen a otros. «Ellos son los principales transmisores de la fe en la familia» y necesitan estar preparados para responder a los interrogantes de nuestro tiempo.
Por último, «necesitamos comunidades donde cada uno aporte según sus talentos». Y los mayores tienen muchos, pues «llevan consigo una hermosa mochila llena de esperanzas y experiencias vitales que les permiten ser grandes evangelizadores».