Carlos González Paniagua, párroco de María Madre del Amor Hermoso, está viviendo durante este mes de julio unos días de experiencia misionera con jóvenes en Sierra Leona. Uno de los países más pobres del continente africano. «Es el segundo viaje que realizamos a este país -explica-, y en concreto ayudamos a las Misioneras Clarisas, que llevan más de 60 años trabajando aquí. En esta ocasión nos acompañan cinco jóvenes, de la parroquia y de otras partes, que se han animado a hacer esta labor evangelizadora y misionera».
Una de ellas es María de Mora. «Yo vengo de Madrid -comenta-. Este viaje lo dividimos en tres semanas. La primera estuvimos en Mange Bureh, una ciudad muy rural, donde nos encargamos de ir a las escuelas y pasar tiempo con los niños, haciendo dinámicas y catequesis, por las mañanas. Luego por las tardes íbamos a visitar comunidades vecinas, y hacíamos juegos con ellos. De este sitio me quedo con el gran abrazo que me dieron los niños nada más bajar del coche: fue una gran acogida la que nos ofrecieron; también me impresionó la familiaridad con la que nos trataron, cómo todo el mundo te saluda con una sonrisa, y las amistades que hicimos».
«La segunda semana -prosigue- vinimos a Lunsar, donde nos quedamos con las hermanas Clarisas. Lo que más me impactó nada más llegar fue el contraste de ambos sitios, porque pasas de estar en lo que podría considerarse un pequeño pueblo, como es Mange, a encontrarte en una ciudad, siempre recordando dónde estamos y que el significado de ciudad no es nada comparado con las capitales a las que estamos acostumbrados en España», matiza. «En Lunsar -apunta-, por las mañanas estamos con el campamento de verano, donde cada uno de los voluntarios nos hemos repartido a todos los niños que se han apuntado y, dependiendo de las edades, organizamos diferentes actividades. Luego, por las tardes, visitamos villas y ayudamos a las sisters a construir muebles».
«En general -asegura-, lo que me está impresionando de este viaje misionero es la sencillez con la que viven y la alegría que muestran, lo que te hace reflexionar sobre la forma en la que vivimos nuestra vida en España».
Salud y evangelización
Víctor es un joven mexicano, enfermero. «Actualmente ejerzo mi profesión en White Memorial Hospital, en la ciudad de Los Ángeles, en Estados Unidos. Y este año 2024 ha sido mi segunda experiencia como misionero en esta región del oeste de África llamada Mange Bureh, con las hermanas Clarisas. En esta ocasión he estado tres semanas, y hemos realizado una gran variedad de actividades para la educación y evangelización de niños, jóvenes, adultos y profesores».
«En concreto -señala- mi tarea ha consistido en hablar a los jóvenes de drogas y de sexualidad, ya que actualmente esto representa un problema en los chavales de esta comunidad. Otro enfoque y propósito de esta misión ha sido la salud, específicamente la de los profesores. Hemos realizado chequeos médicos básicos sobre presión arterial y niveles de azúcar en la sangre para comprobar que los profesores están sanos para trabajar y acompañar a los niños».
«Además -añade- un tercer punto en el que nos hemos enfocado, y por el que doy las gracias a los misioneros de España con los que he convivido, ha sido la evangelización de los niños a través de temas, actividades y dinámicas. Nos hemos centrado en el bautizo y la comunión, ya que la mayoría de estos niños son musulmanes. Y, por último, hemos ido a las aldeas a repartir un poco de arroz y, por supuesto, dulces y globos para los pequeños, con quienes hemos podido compartir este gozo y esta alegría».
«He disfrutado al máximo esta experiencia misionera -afirma-. Ha sido impresionante ver a los jóvenes interesados en los temas que les hemos impartido; maravilloso ver la sonrisa de los niños cuando nos veían llegar a las aldeas y nos daban la bienvenida corriendo detrás de la camioneta; y, sobre todo, he disfrutado por haber compartido esta experiencia con gente pura de corazón y tan entregada a Dios. Me voy lleno de gozo y agradecido con Dios porque he podido compartir mi fe católica y un poco de mi profesión con mi gente de Mange Bureh o, como el padre Carlos dice, 'Mange Paradise'».
Necesidad de médicos y enfermeras
Mercedes Barrio es médico y trabaja en Madrid. «Es la tercera vez que vengo a Sierra Leona, con las Clarisas -declara-. Hemos estado con ellas tres semanas, y esta última además vamos a ir a un sitio que se llama Milla 91, donde las hermanas tienen como una clínica en la que trabajan desde hace bastantes años, y admiten voluntarios para ayudar en las tareas de atención a todas las aldeas y villas que están alrededor. Hay muchas personas que necesitan atención médica. Y hace poco, también con ayuda de voluntarios españoles, se pudo abrir en esa clínica un espacio para la maternidad. Es como un paritorio, y el objetivo es ir ayudando, poco a poco, a las madres, para que puedan tener a sus bebés evitando las complicaciones que pueden surgir tanto en el parto como después de dar a luz, sobre todo cuando lo hacen en condiciones muy, muy precarias».
Confiesa que «la idea de poder ir a Milla 91 es poder ayudar presencialmente en alguna consulta». En este sentido, recuerda que «una de las cosas que más me impactó fue la experiencia que viví en Mangue, en otra ocasión. Solo pude pasar consulta en el aula de un colegio durante unos días, y desde que se anunció hasta que tuvimos que cerrar porque nos íbamos, cada día, desde las 7 de la mañana había gente esperando, de sitios cercanos. Cuando nos fuimos, seguía viviendo gente. Nos teníamos que ir, y no pudimos estar con ellos. Pero aquí hay muchísima falta de médicos y enfermeras. No hay nada de eso, ya que es una de las tierras más precarias».
Formación de profesores
Otro de los jóvenes misioneros es Anwar Huneidie. «Yo procedo de Venezuela -se presenta-, pero resido en Madrid, y voy a la parroquia de María Madre del Amor Hermoso. A través del padre Carlos, nos hemos comprometido con Sierra Leona, y seguimos con este compromiso. Echamos una mano, y hacemos lo que podemos», remarca.
Reconoce que «para mí, es la primera vez. Y ha sido muy bonito, porque hemos podido ver proyectos que, con nuestra ayuda, se han podido llevar a cabo. Por ejemplo, la construcción de unos baños en una escuela de una zona rural, en Mengue. Una comunidad, por cierto, en la que hemos tenido la oportunidad de presenciar estos baños que han sido financiados gracias a la ayuda solidaria de muchos feligreses de nuestra parroquia. Otro proyecto que hemos visto concretado ha sido la reparación de un techo que fue arrasado por las fuertes lluvias hace aproximadamente un año, en una Escuela de Formación Profesional, en Lunsar».
Todas estas realidades le llenan de ánimo. «Queremos seguir con este compromiso -manifiesta-, con esta labor, con esta causa. De hecho, estamos evaluando la posibilidad de ayudar a financiar, en la comunidad de Mengue, la formación de profesores para educación infantil. Aunque parece algo obvio o que debería haber, la verdad es que no lo hay, y los medios con los que cuentan son bastante escasos. Por eso, para el año próximo nos hemos puesto la meta de ayudar con la financiación de la formación de tres personas que puedan formar a los infantes en las escuelas de Mengue. Ojalá que el año que viene podamos ver realizado este proyecto, así como hemos visto los anteriores», concluye.