- Titulo: Sandra Madrid
La Iglesia de Madrid ha celebrado este domingo 28 de julio, la IV Jornada Mundial de los Abuelos y los Mayores. El obispo auxiliar de Madrid, monseñor Vicente Martín ha presidido una misa en la catedral de la Almudena a la que han asistido números fieles y un grupo de personas de la Residencia de Personas Mayores de Cáritas Diocesana, Fundación Santa Lucía. Organizada por la Comisión Diocesana de Pastoral con las Personas Mayores, que la integran la Delegación de Pastoral de la Salud y de las Personas Mayores, la Delegación de Familia y Vida, Cáritas Diocesana de Madrid, Vida Ascendente y Confer Madrid, con el lema “En la vejez no me abandones” (cf. Sal 71,9).
«Damos gracias a Dios porque los mayores y los abuelos sois parte de nuestra familia cristiana y de nuestra historia», así ha comenzado esta celebración monseñor Vicente Martín. El gran mensaje de este día es que «el Padre Dios está cerca de todos». También en la Biblia se nos dice que «Dios no abandona nunca a sus hijos, ni cuando la edad avanza». No olvidemos que «Dios sigue mostrando su misericordia en cada etapa».
«También encontramos en la Sagrada Escritura una súplica: No me rechaces en el tiempo de la vejez». Es una expresión del miedo a la soledad y al abandono, como dice el Papa Francisco, «es una amarga compañera, no solo en la ancianidad, porque los jóvenes y los adultos sentimos en algunos momentos las punzadas de la soledad. Todos necesitamos compañía en la vida, en la muerte y en el amor».
El descarte y la soledad
En este sentido, monseñor Vicente Martín ha afirmado que «la soledad no es solo la ausencia de relaciones sino es consecuencia de un fenómeno social mayor: el abandono, que en algunas ocasiones empieza en la propia familia, cuando los padres no proporcionan la confianza necesaria a los que van creciendo o cuando los hijos no tenemos tiempo para estar con los padres por las ocupaciones en las que andamos envueltos».
Asimismo, ha subrayado que «el abandono social es clave en la exclusión social que afecta transversalmente a toda la sociedad, la nuestra, afectada por la cultura del descarte. Los ancianos son a menudo dejados de lado, abandonados en su soledad, algunos se aprovechan de esa debilidad y son víctimas de engaños». «El descarte y la soledad no es fruto de la casualidad sino consecuencia de corrientes culturales y antropológicas basadas en el individualismo que no valoran lo que no es rentable». Efectivamente, «a muchos les da miedo envejecer y lo consideran una enfermedad. Algunos piensan que es quitar de en medio, de la visibilidad a los mayores, es decie, tenerlos lejos, dejarlos en manos de instituciones para que se ocupen de ellos y los cuiden», ha expresado.
Nueva alianza entre jóvenes y ancianos
También hay sectores que piensan que «sois una carga social y que invertir en vosotros es una pérdida de tiempo y un obstáculo para el desarrollo de las futuras generaciones». No olvidemos que «sois como esas piedras antiguas pero vivas que en una construcción sirven de apoyo a las piedras jóvenes, de esta manera, podremos construir el edificio todos juntos. Por ello, «necesitamos una nueva alianza entre jóvenes y ancianos, así llegaremos a una sociedad más humana».
«Cada persona es una pieza singular de nuestra historia porque sin las personas mayores no conoceríamos la historia ni nuestras tradiciones. Sois el testimonio vivo de nuestros cimientos, sin vosotros no podemos pensar cómo construir esta sociedad inclusiva que queremos. Cada persona mayor es una pieza esencial. Vuestra sabiduría, disponibilidad y generosidad son imprescindibles para que la sociedad funcione con normalidad».
Envejecer no es una condena, es una bendición
Monseñor Vicente Martín ha citado la carta que el cardenal José Cobo ha enviado con motivo de la IV Jornada Mundial de los Abuelos y los Mayores. Esta jornada debe ser, para toda la sociedad y la comunidad eclesial, una llamada de Dios a construir espacios nuevos de encuentro intergeneracional, de acogida y escucha para los mayores. Nuevos espacios para darles la seguridad y explicarles que nos hacemos conscientes de lo mucho que podemos recibir de ellos; de que siguen siendo importantes y necesarios en las familias y en la Iglesia, que pueden aportar su madura sabiduría acumulada».
En su homilía, también ha subrayado que «no podemos olvidar que la vida siempre es digna de ser vivida. Siempre hay esperanza para el futuro. Nuestra existencia es un don único para nosotros y para los demás. Dios no nos abandona sabe escuchar, alegrarse y llorar con vosotros. Dios envejece con cada uno de vosotros. Por eso, confiando en Él, descubriremos que envejecer no es solo un deterioro sino el don de una vida larga que no todos pueden disfrutar. Envejecer no es una condena, es una bendición».
«Los mayores tenéis una misión: «ayudadnos a descubrir que todos somos vulnerables, que ese afán de individualismo y autosuficiencia se desvanece con el paso de los años. Ayudadnos a superar el yoísmo, para entender el nosotros». «Todos nos necesitamos», por ello, enseñadnos a mirar a la gente con esa mirada tierna con la que miráis a vuestros nietos». En este sentido ha afirmado que «estamos necesitados de ternura, por ello ayudadnos a entender que no podemos perder ese sabor de fraternidad. La felicidad es un pan que se come juntos. Hoy el Señor nos dice dadles vosotros de comer, no los rechacéis y acojamos el grito de muchos que suplican: En la vejez no me abandones».
Por último, el obispo auxiliar de Madrid ha insistido en la idea que sueña un futuro distinto con nuestros mayores. «Frente a la cultura del descarte y del abandono pongamos nuestros cinco panes y nuestros dos peces, es decir un corazón abierto y un rostro alegre para decirles que no les abandonaremos».
Promover cultura del encuentro
Antes de comenzar la celebración, el delegado de Familia y Vida de la Archidiócesis de Madrid, José Barceló ha dado las gracias a los abuelos y a los mayores y ha recordado que «hace cuatro años percibió el valor de lo que significaban los abuelos para la Iglesia». Por ello, «tenemos que promover la cultura del encuentro y construir juntos un nosotros mas amplio que abarque a todas las generaciones. Manifestemos el amor de Dios y no abandonemos a nadie».
Al término de la misa, Monseñor Vicente Martín ha compartido un tiempo con los residentes a los que ha saludado y ha dado las gracias por participar en esta jornada.