Madrid

Beato Conrado de Ascoli - 19 de abril

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Nació el 18 de septiembre de 1234 en Ascoli Piceno, Italia. Formaba parte de una reconocida familia de ilustre abolengo: los Miliani. Uno de sus amigos de infancia era Jerónimo Masci futuro general de la Orden franciscana y papa (Nicolás IV), descendiente también de una relevante familia de la burguesía de Ascoli. Se cuenta que Conrado intuía el futuro que aguardaba a su compatriota porque siendo niños algunas veces se arrodillaba ante él. Y como ese gesto fuera apreciado por otras personas que, como es natural, quisieron saber qué lo impulsaba, con toda naturalidad explicó que veía en él al sucesor de Pedro. Incluso vislumbraba en sus manos las llaves, símbolo de la Iglesia, una apreciación que solo podía provenir de lo alto. Pues bien, esta feliz circunstancia que conllevaba su estrecha convivencia superó lo anecdótico ya que ambos compartieron su vocación por la vida franciscana.

Vistieron el hábito de la Orden a la par en el convento de Ascoli, y siguieron una formación paralela realizando su noviciado en Asís. Pero la Providencia fue preparando a Jerónimo para encarnar misiones de gobierno que marcaron el inicio de dos caminos divergentes entre estos hermanos. Ahora bien, unidos siempre por el ideal de Cristo, y en una misma vocación, no dejaron de estar el uno en el corazón del otro. Y Jerónimo acudiría a Conrado en otras circunstancias. Antes, desde 1255 a 1273, aquél pasó por las Marcas y el Lacio, siendo lector de teología y predicador en Dalmacia-Croacia, a instancias de san Buenaventura que apreciaba su valía. Seguro que Conrado tuvo noticias también de su fructífera intervención diplomática en Constantinopla, labor que fue ensalzada porque la situación creada entre la iglesia greco-bizantina y la católica era altamente delicada.

Mientras la vida de Jerónimo discurría por esta senda, Conrado se había trasladado a Peruggia donde se doctoró, enseñó teología y se dedicó a evangelizar. Ambos fueron ejemplo de humildad y obediencia. Luego en el transcurso del capítulo general de Lyon, el 19 de mayo de 1274 Jerónimo fue designado ministro general de la Orden. El último había sido san Buenaventura, pero el Seráfico Doctor desde 1273 asumía la dignidad de cardenal. Murió el 17 de julio de ese año 1274. Una vez que Jerónimo tomó posesión de su nuevo oficio autorizó la partida de Conrado a tierras africanas, concretamente a Libia. Fue el primer misionero de Cirenaica.

En esa época Francia quería invadir España y el papa Nicolás III intervino para impedirlo a través de Masci, asignándole como compañero de tan compleja misión a Conrado. Logrado este propósito, regresaron a Roma donde Masci fue nombrado cardenal en 1278. El beato pasó dos años en Roma, y después fue enviado a París donde impartió teología en su universidad. Pero cuando Jerónimo fue elegido pontífice en 1288 sucediendo a Honorio IV, lo reclamó de nuevo. Tuvo en cuenta su autorizado juicio y estaba seguro de que sería un excelente consejero. La vida de Conrado, celoso e incansable apóstol de Cristo, había estado marcada por la humildad y la penitencia. Se le veía revestido de un áspero hábito, caminaba con los pies descalzos, descansaba solamente unas pocas horas en una rígida tabla, ayunaba a pan y agua cuatro de los siete días de la semana, y alentaba a todos a la conversión. Tenía una gran devoción por la Santísima Trinidad y la Pasión de Cristo. Fue un aspirante al martirio y siempre quiso unir sus sufrimientos a los del Redentor. Fue agraciado con el don de milagros y el de profecía. Entre la gente había cundido la idea, fraguada en lo que veían, de que se hallaban ante un santo.

Nicolás IV sabía que era un religioso de singular valía, y pensó designarlo cardenal. Cuando este deseo llegó a oídos de Conrado, que se sentía llamado a encarnar el espíritu de anonadamiento, experimentó un hondo sentimiento de desagrado. Pero se dispuso a obedecer. Es lo que había hecho Jerónimo cuando fue elegido para desempeñar las altas misiones que le encomendaron: asumir su contrariedad y abrazarse a la cruz. Llegado el momento de la despedida de los fieles, las palabras que pronunció Conrado en la predicación no eran más que el signo de lo que anidaba en su corazón. Glosó maravillosamente las virtudes cristianas, ensalzando de forma especial el valor de la vida oculta en Cristo.

En esos momentos su salud estaba ya muy debilitada. Por eso, un viaje, que entonces era extenuante, le afectó sobremanera. Y yendo camino de Roma no le quedó más remedio que detenerse en Ascoli para gozo de todos, como él mismo pudo comprobar a través de las muestras de afecto que le dispensaron. Le quedaba únicamente un mes de vida. Hallándose en su ciudad natal, cayó enfermo. Sabía que se encontraba a punto de entregar su alma a Dios porque le fue dado a conocer de antemano el día y hora de su deceso. Pudo prepararse para ese momento tan anhelado, y el día 19 de abril de 1289 ingresó en el cielo. La noticia produjo una especial consternación porque ya era aclamado por su fama de virtud. Su hermano, compañero y amigo, pontífice Nicolás IV, no ocultó su dolor develando que, efectivamente, había pensado nombrar cardenal a este entrañable y fiel religioso. Después, profundamente conmovido mandó erigir un mausoleo sobre la sepultura en San Lorenzo alle Piagge de Ascoli Piceno. El 28 de mayo de 1371 los restos de Conrado fueron depositados en la iglesia de San Francisco en la misma ciudad. Pío VI determinó concederle Oficio y Misa en su honor el 30 de agosto de 1783.

Francisco en el Regina Coeli: `El testigo es uno que ha cambiado de vida`

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Como cada domingo, durante el tiempo pascual, el papa Francisco rezó la oración del Regina Coeli desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, ante una multitud que le atendía en la Plaza de San Pedro.

Dirigiéndose a los fieles y peregrinos venidos de todo el mundo, que le acogieron con un largo y caluroso aplauso, el Pontífice argentino les dijo:

“Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!

En las lecturas bíblicas de la liturgia de hoy resuena por dos veces la palabra “testigos”. La primera vez, en los labios de Pedro: él, después de la curación del paralítico ante la puerta del templo de Jerusalén, exclama: “Mataron al autor de la vida. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos, de lo cual nosotros somos testigos”. La segunda vez es en los labios de Jesús resucitado: Él, la tarde de Pascua, abre la mente de los discípulos al misterio de su muerte y resurrección y les dice: “Ustedes son testigos de todo esto”. Los Apóstoles, que vieron con los propios ojos a Cristo resucitado, no podían callar su extraordinaria experiencia. Él se había mostrado a ellos para que la verdad de su resurrección llegara a todos mediante su testimonio. Y la Iglesia tiene la tarea de prolongar en el tiempo esta misión; cada bautizado está llamado a dar testimonio, con las palabras y con la vida, que Jesús ha resucitado, que Jesús está vivo y presente en medio de nosotros. Todos nosotros estamos llamados a dar testimonio de que Jesús está vivo.

Podemos preguntarnos: pero, ¿quién es el testigo? El testigo es uno que ha visto, que recuerda y cuenta. Ver, recordar y contar son los tres verbos que describen la identidad y la misión. El testigo es uno que ha visto, con ojo objetivo, ha visto una realidad, pero no con ojo indiferente; ha visto y se ha dejado involucrar por el acontecimiento. Por eso recuerda, no solo porque sabe reconstruir en modo preciso los hechos sucedidos, sino también porque aquellos hechos le han hablado y él ha captado el sentido profundo. Entonces el testigo cuenta, no de manera fría y distante sino como uno que se ha dejado poner en cuestión y desde aquel día ha cambiado de vida. El testigo es uno que ha cambiado de vida.

El contenido del testimonio cristiano no es una teoría, no es una ideología o un complejo sistema de preceptos y prohibiciones o un moralismo, sino que es un mensaje de salvación, un acontecimiento concreto, es más, una Persona: es Cristo resucitado, viviente y único Salvador de todos. Él puede ser testimoniado por quienes han hecho una experiencia personal de Él, en la oración y en la Iglesia, a través de un camino que tiene su fundamento en el Bautismo, su alimento en la Eucaristía, su sello en la Confirmación, su continúa conversión en la Penitencia. Gracias a este camino, siempre guiado por la Palabra de Dios, cada cristiano puede transformarse en testigo de Jesús resucitado. Y su testimonio es mucho más creíble cuanto más transparenta un modo de vivir evangélico, gozoso, valiente, humilde, pacífico, misericordioso. En cambio, si el cristiano se deja llevar por las comodidades, por las vanidades, por el egoísmo, si se convierte en sordo y ciego ante la pregunta sobre la “resurrección” de tantos hermanos, ¿cómo podrá comunicar a Jesús vivo, como podrá comunicar la potencia liberadora de Jesús vivo y su ternura infinita?

María, nuestra Madre, nos sostenga con su intercesión para que podamos convertirnos, con nuestros límites, pero con la gracia de la fe, en testigos del Señor resucitado, llevando a las personas que nos encontramos los dones pascuales de la alegría y de la paz”.

Al término de estas palabras, el Santo Padre rezó la oración del Regina Coeli:

Regina coeli, laetare, alleluia...

Al concluir la plegaria, el Papa se refirió al naufragio de un viejo pesquero con centenares de inmigrantes ocurrido este domingo frente a las costas de Libia:

“Queridos hermanos y hermanas,

están llegando en estas horas noticias relativas a una nueva tragedia en las aguas del Mediterráneo. Una embarcación cargada de migrantes volcó la pasada noche a unas 60 millas de la costa libia y se teme que haya centenares de víctimas.

Expreso mi más sentido dolor ante tal tragedia y aseguro para los desaparecidos y sus familias mi recuerdo y mi oración. Dirijo un apremiante llamamiento para que la comunidad internacional actúe con decisión y rapidez, para evitar que similares tragedias se repitan.

Son hombres y mujeres como nosotros, hermanos nuestros que buscan una vida mejor, hambrientos, perseguidos, heridos, explotados, víctimas de guerras, buscan una vida mejor… Buscaban la felicidad…

Les invito a rezar en silencio antes y después todos juntos por estos hermanos y hermanas”.

Tras un momento de silencio, el Pontífice y los fieles presentes en la Plaza de San Pedro rezaron un Ave María:

Ave María…

A continuación, llegó el turno de los saludos que tradicionalmente realiza el Obispo de Roma:

“Dirijo un cordial saludo a todos ustedes, venidos de Italia y de tantas partes del mundo: a los peregrinos de la diócesis de San Andrés, en Brasil, a los de Berlín, Múnich y Colonia, a los estudiantes de Grafton (Australia) y a los de Sant Feliu de Llobregat (España). Saludo a los polacos de la diócesis de Rzeszów y manifiesto mi cercanía a los participantes en la “Marcha por la santidad de la vida” que se desarrolla en Varsovia, animando a defender y a promover siempre la vida humana.

Saludo a la Acción Católica de Formia, los fieles de Milán, Lodi, Limbiate y Torre Boldone (Bérgamo); a los chicos de Turín, Senigallia, Almenno San Salvatore, Villafontana y Grássina; a los jóvenes de Noventa Vicentina y Catania; al coro de Trecate y a los socios del Lions Club.

Un saludo especial al grupo de la Universidad Católica del Sagrado Corazón, con ocasión de la actual Jornada Nacional de apoyo a este gran Ateneo. Es importante que pueda continuar para seguir formando a los jóvenes en una cultura que conjugue fe y ciencia, ética y profesionalidad”.

El Santo Padre dedicó también unas palabras a la exposición de la Sábana Santa de Turín:

“Hoy comienza en Turín la solemne ostensión de la sagrada Síndone. También yo, si Dios quiere, iré a venerarla el próximo 21 de junio. Espero que este acto de veneración nos ayude a todos a encontrar en Jesucristo el rostro misericordioso de Dios y nos ayude a reconocerlo en los rostros de los hermanos, especialmente en los que más sufren”.

Como de costumbre, Francisco concluyó su intervención diciendo:

“Por favor, no se olviden de rezar por mí. Les deseo a todos un buen domingo y ¡buen almuerzo!”

(Texto traducido y transcrito del audio por ZENIT)

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El Papa reitera su llamamiento para evitar más muertes en el Mediterráneo

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El papa Francisco reiteró este domingo su llamamiento a la comunidad internacional para que “actúe con decisión y rapidez” y evite más tragedias como la ocurrida hoy en el Mediterráneo, con la desaparición de 700 personas tras naufragar el barco en el que viajaban hacia Italia. “Dirijo un apremiante llamamiento a la comunidad internacional para que actúe con decisión y rapidez, para evitar que similares tragedias se repitan”, recalcó el Santo Padre.

El Pontífice recordó también que “son hombres y mujeres como nosotros, hermanos nuestros que buscan una vida mejor, hambrientos, perseguidos, heridos, explotados, víctimas de guerras, buscan una vida mejor… Buscaban la felicidad”.

El Obispo de Roma pronunció estas palabras tras el rezo del Regina Coeli, ante miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro del Vaticano. A ellos les invitó a “rezar en silencio antes y después todos juntos por estos hermanos y hermanas” desaparecidos en las aguas del Canal de Sicilia. “Expreso mi más sentido dolor ante tal tragedia y aseguro para los desaparecidos y sus familias mi recuerdo y mi oración”, apostilló.

El papa Francisco ya realizó ayer un llamamiento a la comunidad internacional para que haya “una implicación más amplia”, durante la audiencia que mantuvo con el presidente de la República italiana, Sergio Mattarella.

“Es evidente que las proporciones del fenómeno requieren una implicación más amplia. No debemos cansarnos de solicitar un empeño más extenso a nivel europeo e internacional”, señaló entonces.

En el Mediterráneo han muerto más de mil personas desde comienzos de año, y los naufragios se suceden ahora casi a diario.

En los últimos días, más de diez mil inmigrantes procedentes de las costas del norte de África fueron rescatados por el Servicio de Guardacostas italiano y otros 400 continúan desaparecidos.

Inició la ostensión de la Sábana Santa

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La ostensión de la Sábana Santa inició este domingo en la ciudad italiana de Turín. La Sábana Santa o Síndone es el paño con que se cree fue envuelto Jesús antes de ser puesto en el sepulcro.

Para los creyentes es el símbolo de la resurrección de Cristo, para los no creyentes un misterio que la ciencia no logra explicar.

El arzobispo de Turín, Mons. Cesare Nosiglia, presidió la misa con la que inició este domingo la exposición de la Síndone a los fieles, la cual durará hasta el 24 de junio.

“La Sábana Santa, que lleva los signos del sufrimiento de Cristo, es también el anuncio de la Resurrección y por lo tanto de esperanza, nos dice que el bien vence sobre el mal”, indicó el arzobispo. Además, afirmó que Jesús nos enseñó una respuesta diversa que la de responder al mal con el mal.

También recordó el drama de los prófugos cristianos arrojados al mar y el de la inmigración. Y añadió que es necesario “hacer crecer el diálogo interreligoso porque los extremistas siempre han existido en todas las religiones, etnias o Estados que quieren imponer su voluntad”.

El papa Francisco viajará a Turín los días 21 y 22 de junio, para venerar la Síndone y rendir homenaje a san Juan Bosco, en el segundo centenario de su nacimiento.

Durante la visita a la ciudad, el Santo Padre celebrará una multitudinaria misa en la Piazza Vittorio, en la que se dispondrá un lugar reservado para algunos jóvenes y enfermos, y comerá con un grupo de detenidos de la cárcel de menores Ferrante Aporti.

Además, el Pontífice visitará el santuario de Nuestra Señora de la Consolación, y mantendrá diferentes encuentros en la Basílica de Santa María Auxiliadora, el Cotolengo y el Templo Valdense.

Por otra parte, ya hay un millón de personas que se han inscrito para visitar la tela de lino con la imagen de un hombre que tiene los traumas físicos de la crucifixión, y sobre la cual la ciencia aún no logra explicar diversos misterios.

La Iglesia Católica no se ha pronunciado oficialmente sobre la autenticidad del sudario al que, desde hace años, se ha sometido a pruebas científicas. Algunos estudios históricos y científicos ubican la Sábana Santa en la época de Cristo, otros como la prueba del carbono-14 llegaron a la conclusión de que era medieval (1260-1390), aunque los resultados recibieron objeciones. La imagen se ve más claramente en negativo, efecto que fue descubierto por el fotógrafo amateur Secondo Pia.

Con motivo de los 200 años del nacimiento del fundador de los Salesianos, la Síndone se expondrá de nuevo de forma extraordinaria. La última vez que se exhibió fue en el año 2010.

El acceso al lugar de la ostensión de la Sábana Santa es gratuito, aunque los fieles y peregrinos que lo deseen podrán dejar un donativo al finalizar la visita.