Madrid

Dignidad de las mujeres

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Hemos celebrado el día internacional de la mujer y nos alegra el progresivo lugar que van ocupando muchas mujeres en la familia, en la comunidad y en la Iglesia. En algunas de nuestras comunidades indígenas, las jóvenes salen a estudiar en la Universidad y ya no se casan tan chicas, ni sus padres las casan sin conocer al novio, como antes; las esposas de los diáconos permanentes toman más parte en celebraciones y servicios evangelizadores; hay más mujeres en grupos y organizaciones que luchan por el bien común. Unas, desde hace años han destacado.

Sin embargo, falta mucho por avanzar. Por ejemplo, en un programa de radio que tengo, recibo con frecuencia mensajes como estos: Fui violada por mi papá durante 10 años. Ya lo dejé, pero ¿es pecado que abandone mi familia? Ya no podría vivir con ellos. ¿Qué puedo hacer? Un sobrino sólo se juntó con su pareja, pero los papás de ella pidieron dinero. ¿Qué decir sobre eso? Me enteré de una infidelidad por parte de mi esposo y somos casados por la iglesia; se me hace muy difícil volver a confiar en él. Dice que ha cambiado, pero no puedo creerle. ¿Qué puedo hacer? Me casé por la iglesia, pero me separé de mi esposo, porque tomaba y me pegaba. El ya tiene otra familia y yo ya me he confesado. ¿Puedo comulgar? ¿Debo dejar a mi esposo? Es un desobligado, no es responsable. ¿Qué hago? Estoy desesperada.

PENSAR

El domingo pasado, el Papa Francisco envió “un saludo a todas las mujeres que cada día tratan de construir una sociedad más humana y acogedora. Y un gracias fraterno también a las que de mil maneras testimonian el Evangelio y trabajan en la Iglesia. Y ésta es para nosotros una ocasión para reafirmar la importancia de las mujeres y la necesidad de su presencia en la vida. Un mundo donde las mujeres son marginadas es un mundo estéril, porque las mujeres no sólo traen la vida sino que nos transmiten la capacidad de ver más allá --ven más allá de ellas--, nos transmiten la capacidad de entender el mundo con ojos distintos, de sentir las cosas con corazón más creativo, más paciente, más tierno. ¡Una oración y una bendición particular para todas las mujeres!" (I-III-2015).

En días anteriores, dijo a los miembros del Consejo pontificio de la cultura: “Que las mujeres no se sientan huéspedes, sino plenamente partícipes en los varios ámbitos de la vida social y eclesial. La Iglesia es mujer, es la Iglesia, no el Iglesia. Este es un desafío que ya no se puede postergar.

Desde hace tiempo hemos dejado atrás, al menos en las sociedades occidentales, el modelo de subordinación social de la mujer al hombre, modelo secular que, sin embargo, jamás ha agotado del todo sus efectos negativos. También hemos superado un segundo modelo, el miedo a la pura y simple paridad, aplicada mecánicamente, y a la igualdad absoluta. Así, se ha configurado un nuevo paradigma, el de la reciprocidad en la equivalencia y en la diferencia. La mujer, pues, debería reconocer que ambos son necesarios porque poseen, sí, una naturaleza idéntica, pero con modalidades propias. Una es necesaria para el otro, y viceversa, para que se realice verdaderamente la plenitud de la persona… Vosotras, mujeres, sabéis encarnar el rostro tierno de Dios, su misericordia, que se traduce en disponibilidad para dar tiempo más que a ocupar espacios, a acoger en lugar de excluir. En este sentido, me complace describir la dimensión femenina de la Iglesia como un seno acogedor que regenera la vida.

Por lo tanto, las numerosas formas de esclavitud, de mercantilización, de mutilación del cuerpo de las mujeres, nos comprometen a trabajar para vencer esta forma de degradación que lo reduce a simple objeto para malvender en los diferentes mercados. En este contexto deseo atraer la atención sobre la dolorosa situación de tantas mujeres pobres, obligadas a vivir en condiciones de peligro, de explotación, relegadas al margen de las sociedades y convertidas en víctimas de una cultura del descarte” (7-II-2015).

ACTUAR

Hagamos cada quien lo que nos corresponde, para que las mujeres ocupen el digno lugar que Dios mismo les tiene asignado en la familia, en la sociedad y en la Iglesia.

`Tenemos que formar a los hombres del futuro en Camerún`

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Las Hijas de la Caridad constituyen una institución religiosa y benéfica al servicio de los pobres y los abandonados de la sociedad. Fundadas en París por san Vicente de Paúl y santa Luisa de Marillac en 1633, las llamadas Hermanas de los pobres desarrollaron su labor solidaria en Francia y Polonia durante los siglos XVII y XVIII. Hacia 1790 llegaron a España y en el siglo XIX se hicieron presentes en casi todos los países de Europa y América Latina, además de en países de América del Norte, Asia, África y Oceanía. Durante el siglo XX y hasta nuestros días han continuado su expansión por todo el mundo. En la actualidad la congregación está presente en 93 países de África, América del Sur, Asia y Europa.

El espíritu de las Hijas de la Caridad se fundamenta en la práctica de las virtudes de humildad, sencillez y caridad, añadidas a las del respeto, compasión y cordialidad para servir a los pobres con verdadera devoción. Comprometen su vida en la atención a los olvidados, enfermos y marginados de todo el mundo. Realizan una extensa labor humanitaria y social al tiempo que trabajan en favor de la justicia, la paz y la solidaridad.

En países del tercer mundo como India, Libia, Angola, Bolivia, Camerún, Congo, Ghana, Ruanda, Haití, Honduras, Mauritania, Madagascar, Marruecos, Mozambique y República Dominicana, entre otros, las hermanas atienden comedores escolares y centros para madres y niños lactantes, sanatorios para enfermos de sida, lepra y tuberculosis. Además, construyen escuelas y se ocupan de la enseñanza de niños y jóvenes. Su labor está siendo fundamental en la reconstrucción de los países afectados por las últimas catástrofes naturales y en los cada vez más numerosos campos de refugiados de todo el mundo.

En esta entrevista con ZENIT, la hermana María Pilar Ríos explica la importancia de la educación y el acompañamiento a los jóvenes del barrio periférico de Oyom`Abang, en Yaundé, capital administrativa de Camerún. En este lugar apartado y de difícil acceso, las Hijas de la Caridad tienen previsto construir un centro escolar para ofrecer a sus alumnos una formación integral de calidad, base de un verdadero desarrollo. Con esta iniciativa, las religiosas conseguirán salvar a muchos jóvenes de caer en las drogas o de ser captados por las sectas.

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P.- ¿Cómo surgió su vocación como Hija de la Caridad?
– Hna. María Pilar: Fue el Señor el que me escogió. Yo me quería escapar, pero no pude. Dejé todo a los 22 años y entré en la Hijas de la Caridad.

P.- Después de tantos años, ¿qué significa para usted ser misionera?
– Hna. María Pilar: Estar en la misión es dar mi vida como respuesta al amor que Dios tiene por mí. Quiero que este amor lo reciba otra gente que no conoce a Dios. Que le conozcan, que conozcan este amor. Que conozcan como Él es verdaderamente.

P.- Cuando llegan las dificultades y todo el mundo abandona los países de misión, ustedes siguen siempre al pie del cañón. Parece que los misioneros están hechos de otra pasta...
– Hna. María Pilar: Me parece que estoy hecha de la misma pasta que todos los demás seres humanos. Pero creo que es el contacto con los pobres... No los puedes dejar. Es como una llamada fuerte y no puedes abandonarles.

P.- El papa Francisco habla de una Iglesia en salida, que va a las periferias. ¿Cómo han acogido este llamamiento del Santo Padre?
– Hna. María Pilar: Lo hemos acogido como algo muy nuestro. Es lo que nosotras vivimos, porque estamos saliendo siempre a las periferias, tratando de responder a los signos de los tiempos. Hemos visto que coincidimos muchísimo con el magisterio del Papa. Con la doctrina de los otros pontífices también nos sentimos identificadas, pero con el Papa actual es algo increíble.

P.- Usted está en Camerún. ¿Qué labor desarrollan las Hijas de la Caridad en este país?
– Hna. María Pilar: La Hijas de la Caridad tenemos un gran hospital en Dschang, y un centro para atender a enfermos de SIDA, en colaboración con la Comunidad de Sant`Egidio; otro hospital en el extremo norte, donde existe el gran problema de Boko Haram; una escuela para alumnos de Primaria en la misma zona; en Dschang, tenemos también una escuela técnica y un centro para niños minusválidos mentales; en Foumban, otro hospital completo con maternidad... En Yaundé, Nsimalen, Midjivin, Dschang, tenemos cantinas para alimentar a los que carecen de alimentación, la mayoría son niños malnutridos. Por lo tanto, nos dedicamos a la sanidad, a la educación y al ámbito social. Tratamos de dar respuesta a toda clase de pobreza siguiendo las huellas de nuestros fundadores san Vicente de Paul y santa Luisa de Marillac; nuestro nombre completo es el de Hijas de la Caridad, siervas de los Pobres.

P.- ¿Qué importancia tiene la educación en un país como Camerún?
– Hna. María Pilar: Tiene una gran importancia. Se ha abandonado la educación religiosa en la mayoría de las escuelas públicas. Toda esta juventud no tiene donde apoyarse. Los jóvenes están perdidos.

En una parte de las Escuelas de Primaria, la calidad de la educación es muy mediocre. Los centros no reúnen siempre las condiciones para una buena enseñanza. Cuando los alumnos pasan a cursar Secundaria, las ideologías son muy diferentes, hay bastante corrupción y muchísimas sectas alrededor. Por tanto, la educación es algo muy importante. En este ámbito queremos invertir muchísimo las Hijas de la Caridad, porque tenemos que procurar una formación integral a los hombres del futuro de Camerún.

P.- Para que Camerún pueda contar con estos hombres del futuro, ustedes tienen previsto construir un gran centro educativo. ¿Qué nos puede decir de este proyecto?
– Hna. María Pilar: Los Padres Paúles tienen un centro de Primaria muy cerca de donde queremos construir nuestro nuevo complejo educativo en las periferias de Yaundé. Nosotras quisiéramos que estos niños, que dejan la escuela al terminar la Primaria, habiendo recibido las bases de una formación integral, y se van a otros institutos, no se pierdan desde el punto de vista religioso y humano. Al salir de nuestro entorno, se encuentran con las sectas, la droga... Por eso, queremos invertir verdaderamente en la educación de estos jóvenes. Nuestro primer objetivo sería construir unas aulas de Secundaria y más adelante las de Primaria. Nuestra prioridad son estos jóvenes, que no se pierdan. Algunos han caído ya en las drogas. Los propios padres nos han pedido una escuela encarecidamente y les queremos dar una respuesta.

P.- Las personas que lean esta entrevista en ZENIT, ¿cómo pueden ayudar para que se haga realidad este proyecto?
– Hna. María Pilar: Necesitamos ayuda económica, donativos de la gente. Gracias a Dios, el proyecto está hecho y contamos con el terreno. Lo que hace falta es empezar ya a construir.

Las personas interesadas en colaborar, pueden ponerse en contacto conmigo en el correo electrónico: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Para el envío de donativos, lo pueden hacer a nuestra Central de Misiones de las Hijas de la Caridad: COVIDE-AMVE. General Sanjurjo, 30 - 28003 Madrid, a su cuenta del Banco Popular: ES73 0075000189 0606886830, especificando que ese donativo es para la construcción del “Complejo Escolar Medalla Milagrosa” de la Misión de las Hijas de la Caridad en Yaundé (Camerún).

P.- ¿Qué mensaje le gastaría trasladar a la opinión pública?
– Hna. María Pilar: El mundo necesita personas preparadas. Los que están dejados de cuenta necesitan también que se les considere personas. Puedo decir que en Camerún hay auténticos cerebros, gente inteligentísima, que por falta de medios no pueden estudiar. Queremos que estos puedan estudiar y formarse integralmente. Que sean hombres y mujeres honrados y honradas, trabajadores y trabajadoras del mañana, los que levanten el país.

Francisco en Santa Marta: A la humildad jamás se llega sin la humillación (Vídeo)

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Patriarca católico armenio y el genocidio: El estilo del Papa es dejar de lado la hipocresía (Vídeo)

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