La Delegación de Pastoral Universitaria ha organizado un encuentro de universitarios con el Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro. Programado para este miércoles, 18 de marzo, se desarrollará a partir de las 12,30 horas en el salón de grados de la Facultad de Derecho (UCM).
Además, una imagen peregrina de la santa está visitando las capillas de las diferentes Facultades o Escuelas universitarias. El programa de esta peregrinación de Santa Teresa es el siguiente: campus de Somosaguas (martes 17), Derecho (miércoles 18 y jueves 19), Montes (viernes 20), campus de Cantoblanco UAM (lunes 23), campus Medicina (martes 24), Caminos (miércoles 25), Geografía e Historia (jueves 26), Telecomunicaciones (viernes 27).
Ayer, domingo, 15 de marzo, concluían en la Parroquia San Juan de Dios los actos organizados con motivo de la festividad litúrgica de su santo Patrono y las bodas de oro de la fundación del templo parroquial. Y lo hacía con una solemne celebración de la Eucaristía presidida por el Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro, quien en su homilía confesaba que era un momento especial, “porque celebrar 50 años de vida de una comunidad parroquial no es cualquier cosa: es una parroquia que manifiesta de verdad el amor del Señor”.
Para el Arzobispo de Madrid, “la imagen de San Juan de Dios nos dice que es posible ser rostro de Dios en esta tierra. Él lo fue: dio rostro acercándose a los que más lo necesitaban. Esto también es posible para nosotros”, aseguró.
Por eso, en alusión a la Palabra proclamada, compartió con los presentes tres ideas. “En primer lugar, Dios nos llama con amor, y no con cualquier amor. A veces queremos a la gente que nos hace bien, que está de acuerdo con nosotros… pero ese no es el amor que Dios nos enseña. El Señor nos enseña el amor misericordioso, ese amor que es capaz de extraer de todas las situaciones que un ser humano pueda tener en la vida, por muy malas que sean, un bien. Y Dios le ama. La misericordia de Dios, el amor misericordioso, trae liberación”, afirmó. En este sentido, recordó que el Papa Francisco acaba de anunciar que “a partir del 8 de diciembre de este año, hasta el día de Cristo Rey del año siguiente, toda la Iglesia vamos a celebrar el Año de la Misericordia. De esa Iglesia que quiere acercarse a todos los hombres con el amor de Dios”. Así, prosiguió, en pleno siglo XXI “es una maravilla que Dios se acerque a nuestra vida y nos diga: ¿quién de vosotros está dispuesto a mostrar la misericordia de Dios en esta tierra, a hacer un mundo diferente? Nos llama con amor”.
En segundo lugar, “el Señor nos muestra su rostro: no es un Dios teórico, que se queda con palabras. Dios, rico en misericordia, nos mostró el rostro de Dios en Jesucristo. Un Dios que nos quiere tanto que es capaz de hacerse hombre y de morir por nosotros… ¡Por todos los hombres sin excepción! Es el rostro de la misericordia. Estábamos muertos y nos ha dado la vida. ¡Tenemos vida, queridos hermanos! El bautizado tiene la vida de Dios, la vida de Cristo. Por eso, nosotros celebramos la vida cuando morimos, tenemos la vida eterna de Dios para nosotros”. “Los cristianos, añadió, desde los primeros momentos de la Iglesia, en el pueblo de Israel, eran hombres y mujeres que no tenían miedo de nada, porque sabían que tenían la vida eterna de Dios. Cada uno somos obra de Dios. San Juan de Dios paseó por este mundo mostrando el rostro de Dios, con obras y palabras”, apuntó.
Y, en tercer lugar, Dios “nos pide que mostremos su vida para que el mundo se salve por Él. Hoy todos los hombres están buscando vida, saliendo, para vivir felizmente. El mundo se salva solo por Él. Mostremos su vida. Él ha venido a este mundo para que los hombres tengamos vida eterna. Dios no vino a este mundo para juzgar” sino “para darnos su gracia”. “Y nos pide que mostremos su vida: que no matemos, que no descartemos, que no robemos a nadie la dignidad que tiene por ser hijo de Dios. Él es luz, nos hace ver lo que tenemos que hacer en la vida, nos hace vivir en la verdad y querer a todos”. “Qué maravilla que el Señor nos llame con su amor misericordioso, que nos muestre su rostro y que mostremos su vida. No lo podemos hacer con nuestras fuerzas”, aseguró.
Concluyó afirmando que “quien se alimenta de Dios tiene que dar a Dios” e invitando a los files a “globalizar la misericordia. Es la mejor manera de celebrar estos 50 años… Cuando tengáis olvidos, mirad a la Virgen, que está con los brazos abiertos para acoger a todos”.
Este sábado se ha celebrado la II Jornada de Laicos en Misión Compartida, “Juntos Somos Más”. El Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro, inauguró el encuentro por la mañana, y celebró la Eucaristía de clausura del mismo por la tarde.
En su homilía, señaló “qué bien viene, al finalizar esta jornada, escuchar la Palabra que el Señor nos regala en este IV domingo de Cuaresma” que “es un regalo que el Señor hoy hace a la Iglesia y nos hace a nosotros”. “Este segundo encuentro de Laicos y Misión Compartida, dijo, ha sido un querer hacer memoria de este Dios que nos quiere… Nosotros hacemos memoria de Dios, nos acordamos de Él, y lo queremos hacer en todas las situaciones de la vida, en este momento histórico que nos toca vivir a todos nosotros y en el que nos toca anunciar el Evangelio de Jesucristo”. Por eso, prosiguió, “todo este trabajo que habéis hecho durante el día de hoy y que ahora hemos compartido, ha sido tener una composición. Nos habéis dado las palabras oportunas: todos aquello que ha nacido de una experiencia profunda de querer anunciar a Jesucristo. No podemos olvidar nuestra geografía y nuestra identidad para hacer una composición que tenga un sentido y una profundidad singular”.
A continuación, acercó a los presentes la Palabra de Dios invitando a reflexionar sobre tres aspectos. “Por una parte, el amor misericordioso de Dios siempre trae liberación. Siempre. Y, al fin y al cabo, esto es lo que, como laicos cristianos, queréis hacer en las diversas situaciones, tareas, trabajos que estáis realizando: hacer llegar ese amor de Dios, que es misericordia y que trae liberación. Siempre el Señor llega a nuestra vida, se acerca a nosotros. El amor de Dios trae esa libración que todos los hombres necesitan, con la que nosotros queremos estar comprometidos, y de la que queremos ser cauces. El Señor nos ha encargado que edifiquemos su casa… Nosotros queremos entrar en la construcción de este mundo entregando la misericordia de Dios, que trae libración”.
En segundo lugar, “esto no se puede entregar de cualquier manera: hay que mostrar el rostro de la misericordia” que “está en nuestra vida. Hagamos que la misericordia llegue a los hombres. Ayer, el Papa Francisco proclamaba el Año de la Misericordia que comenzará el 8 de diciembre. Estamos preparándonos para dar ese rostro de misericordia, porque el Señor nos ha encargado que edifiquemos este mundo siendo piedras vivas, que muestran el rostro de Dios a todos los hombres. Estamos salvados, no por conquista nuestra, sino por la gracia que el Señor nos ha dado. Él ha querido llamarnos a la pertenencia eclesial y que seamos prolongación en esta historia de la encarnación de la misericordia de Dios en medio de los hombres”.
En tercer lugar, el Señor “no solamente nos dice que seamos su rostro, sino que estemos convencidos de que, para que el mundo se salve, tiene que llegar este rostro. No nos envía para juzgar ni para observar, sino para salvar y dar luz a este mundo. Esa luz que, cuando se presenta, entrega la verdad”. “Este mundo necesita de esa luz, concluyó. El mundo solo se salva por Jesucristo. En la tiniebla hay que dar esta luz, porque la luz acerca esa verdad”.
La Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Eclesiástica San Dámaso celebró el pasado viernes por la mañana un acto académico con ocasión de la festividad de su santo Patrono, San Raimundo de Peñafort. Presidido por el Arzobispo de Madrid y Gran Canciller de la UESD, Mons. Carlos Osoro, el acto contó con la presencia del Rector de la UESD, Javier Prades, el Decano de la Facultad de Derecho Canónico y vicerrector de la UESD, Roberto Serres, y Carlos Lesmes, Presidente del Tribunal Supremo. La ponencia central corrió a cargo de Mons. Pio Vito Pinto, Decano de la Rota Romana y Presidente de la Comisión Especial de Estudio para la reforma del proceso matrimonial canónico, que presentó “El proceso canónico de nulidad matrimonial: de Benedicto XVI a Francisco”.
A continuación, Carlos Lesmes dirigió unas palabras a los presentes, afirmando que no veía otra manera de celebrar y de conmemorar a San Raimundo de Peñafort, patrono de los juristas, que “hacerlo en este acto académico en el Aula Magna del Seminario de Madrid y bajo los auspicios de la Universidad Eclesiástica San Dámaso”. El Presidente del Tribunal Supremo hizo una reflexión sobre lo que representó y representa en el mundo del Derecho la figura de San Raimundo de Peñafort, señalando que “cualquier lectura que hagamos de la vida y la obra de San Raimundo nos evoca toda una serie de valores que, afortunadamente, han pervivido a lo largo de los siglos”. Resaltó que San Raimundo fue un “trabajador incansable, estudioso del Derecho y de las leyes con un rigor y profundidad encomiables; persona humilde, sabio y prudente consejero, tanto de los débiles como de los poderosos; protector de los pobres y de los oprimidos, cronista insigne, hombre con sentido universalista y alma misionera”. Recalcó que “su rectitud, sabiduría, capacidad de esfuerzo y sacrificio son, sin lugar a dudas, un espejo en el que todavía hoy hemos de mirarnos todos”. Por eso, insistió en que conmemorar esta figura, y hacerlo a través de este acto, “es una ocasión perfecta para poner de manifiesto y renovar el compromiso que todos nosotros, los juristas, hemos de tener con los principios que deben inspirar nuestra andadura profesional y para cuya transmisión, generación tras generación, contamos con el valioso instrumento de la universidad. En este caso, además, aderezada con el relevante papel de la tarea de evangelización a nivel mundial que corresponde a esta universidad de San Dámaso”.
Palabras de esperanza Por último intervino el Arzobispo de Madrid, quien dio las gracias a Mons. Pio Vito Pinto “por la ponencia que nos ha regalado y, también, por la fuerza, por la manera de introducirla, por ese deseo y esa fidelidad a nuestro Señor y ese amor transmitido a la Iglesia” que “en estos momentos tiene que anunciar, hablar y hacer presente el rostro de Jesucristo”. Mons. Osoro, que confesó sentirse emocionado por lo expuesto por el Decano de la Rora Romana durante su intervención, manifestó que “han sido palabras de esperanza, que responden a la verdad de lo que es el ser humano, de lo que es el proceso canónico, y nos ha mostrado la unión y la unidad que existe entre el magisterio de Benedicto XVI y del Papa Francisco, sin rupturas de ningún tipo”. Algo que, a su juicio, “en ámbitos académicos y en este, es necesario que se manifieste y se diga con la autoridad con que Su Excelencia lo sabe decir”.
Mons. Pío, apuntó, “ha querido hacernos pasear, mirar las situaciones de los hombres, del mundo y del matrimonio, en todas las culturas y lugares, porque la Iglesia tiene que estar cerca de esas situaciones que no pueden pasar desapercibidas a ella. El anuncio que tiene que hacer el sucesor de Pedro y, en comunión con él todos los obispos, lo tenemos que ver sobre las realidades concretas en las que estamos viviendo, y que están viviendo los hombres. Por eso, un agradecimiento sincero a estas palabras que nos ha expresado, haciéndonos esa memoria de la historia para entender lo que, en estos momentos, está sucediendo”.
A su juicio, “los obispos hemos de tomar conciencia, como pastores de la Iglesia, de que somos padres, catequistas… pero también jueces, y hemos de hacerlo desde ese amor que, tan bellamente, definía San Juan Pablo II cuando hablaba de la misericordia. En este día que estamos viviendo en toda la Iglesia, esas 24 horas de oración a las que el Papa Francisco nos ha invitado nos llevan a redescubrir que el amor misericordioso es capaz de extraer de cualquier situación de mal un bien”.
Manifestó también su agradecimiento al Presidente del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes, por sus palabras, “que tienen una importancia especial en estos momentos para nosotros, por la responsabilidad que tenemos: el valor del Estado del Derecho, de la vida colectiva de todos los que vivimos. Nos hablaba de que el Estado del Derecho precisa poner en el centro a la persona. Ahí nos unimos. Significa que haremos todo lo posible porque nuestra Universidad visibilice la centralidad de lo que es la persona”.
También dio las gracias por su presencia a todos los asistentes al acto, procedentes de distintos lugares de España, Tribunales Eclesiásticos, la Rota… y “a todos los que, de una forma especial, habéis participado o estáis participando en que este acto haya sido posible, porque la Universidad Eclesiástica de San Dámaso quiere prestar, siempre, a la sociedad española, un servicio singular en un momento en el que el dibujo del hombre está roto o, por lo menos, a veces está oscurecido. Poder presentar el dibujo del hombre que nos ha diseñado nuestro Señor Jesucristo -Él mismo, siendo Dios, haciéndose hombre y viviendo en esta historia con nosotros-, es la gran tarea que quiere hacer esta Universidad”, concluyó.