Madrid

Clemente García, párroco de San Cayetano: “El trabajo es la forma más digna de tener un seguro en la vida”

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San Cayetano, el santo de la Providencia y el patrono del pan y del trabajo, se distinguió por dedicar su vida a la causa de los pobres y huérfanos. En Madrid aún quedan rincones donde su espíritu se mantiene vivo. En la parroquia de San Millán y San Cayetano (c/ Embajadores, 15) que celebra el 7 de agosto la festividad litúrgica de su santo patrono– perdura una tradición popular centenaria, según la cual, si se reza el día de su fiesta, se coge una flor de su carroza y se le acompaña en la procesión, el santo atiende a la petición que se le haga.

El santo de los desfavorecidos

Clemente García, el párroco desde hace treinta y cinco años, afirma que es muy frecuente la presencia de personas que, a diario, acuden a la parroquia a dar gracias al santo por haber conseguido trabajo: “es el patrón de la Providencia al que se le pide trabajo, que es la forma más digna de tener un seguro en la vida, tanto para ti como para tu familia”. En cuanto a la tradición centenaria que reza que aquel que acuda en su fiesta a pedirle el pan y el trabajo, asegura que “un desempleado que coge una flor de la carroza del santo, tiene asegurado, de la misma manera que lleva en la mano esa flor, que el santo llevará en su mano la petición que Él ha hecho”.

Más ahora, reconoce, “en la situación que estamos viviendo”, ya que “es una auténtica avalancha de gente queriendo coger las flores”. Así, “ante el peligro de que haya problemas, la parroquia, nada más terminar la Misa y la procesión, ofrece a la gente –con una cola que puede llegar hasta ocho calles abajo– besar al santo y recibir una flor. Normalmente, solemos dar entre 1.200 y 1.600 flores”, manifiesta.

Donde todo el mundo es bienvenido...

El párroco, madrileño de nacimiento, señala que “el formar parte de las tres fiestas más importantes del Madrid más castizo –junto a san Lorenzo y a la Paloma–, supone para mí un detalle muy entrañable. Es así por lo que significa a nivel religioso, por el marco castizo en el que se desarrolla, porque es todavía ese ambiente hermoso donde todo el mundo es bienvenido y acogido. Te encuentras con mucha gente que un día se tuvo que marchar por diferentes motivos y que ese día vuelven a recordar su barrio, su gente, sus amigos... Aquí cada uno, a nivel religioso, siempre encuentra lo que viene buscando”.

“El pedir algo tan hermoso como es el trabajo es una petición digna”, acentúa. “Santa Teresa decía a sus monjas que no distrajesen a Dios pidiéndole cosas sin importancia, que se centrasen en pedirle cosas realmente trascendentales...”. Y lo mismo pasa aquí, porque “a san Cayetano se le pide la salud, el trabajo. Y esto es lo más digno que puede pedir una persona: vivir con su esfuerzo y con su trabajo, como dijo el Señor”.

En la intemperie de la gratitud

Clemente afirma que “después de tantos años” conoce a mucha gente, “¡aunque ellos me conocen más a mí!”. Acuden a la parroquia, “me cuentan lo que el santo les ha concedido, y dan gracias, y eso es lo más valioso... Es, sin duda, una de las manifestaciones de la calidad humana más hermosas, la gratitud. Si es de bien nacido ser agradecido, aquí la gratitud es muy grande”, revela.

En cuanto a la figura de san Cayetano, el párroco señala que la procesión que allí celebran “no sigue las reglas del estilo tradicional”, sino que “la misión es sacar al santo para que bendiga al barrio. La gente le acompaña y se van turnando para tirar de la carroza. San Cayetano es como ese amigo de la familia, protector, a quien se le pide y a quien se acude en los momentos difíciles de la vida: el trabajo y la salud de los hijos y la propia”.

Es el protector, concluye, “y después de treinta y cinco años, todo este esfuerzo sigue mereciendo la pena”.

San Cayetano y su opción por los pobres

Por su parte, Juan Fernández de la Cueva, el nuevo director del Departamento de Pastoral de la Conferencia Episcopal, señala que “todos los santos son un reflejo de alguna de las cualidades de Dios”. Ahí, “lo importante es que Jesucristo es el reflejo auténtico, la clave. Todos los demás se parecen a Él. Y san Cayetano, en el sentido de que estuvo cerca de los pobres, identificó una de las cualidades de Jesús, que es ver la vida desde la opción por los pobres”.

Hoy, san Cayetano “nos anima a eso, sobre todo en un mundo de hoy donde el trabajo es la fuente de salir de la pobreza. Con trabajo, uno puede ganarse la vida, un sueldo para tener educación para los hijos, una vivienda. Sin trabajo, tiene que vivir de la limosna, y eso es una humillación que no corresponde al plan de Dios, que ha dicho que trabajemos y seamos dueños de la vida”.

En estos momentos, asegura De la Cueva, “se emplea más dinero para ganar dinero en la especulación que en las fábricas, y por eso hay tanta falta de trabajo. Y en eso, en que el dinero se utilice para ganar dinero y no para crear puestos de trabajo y así poder vivir la gente, san Cayetano no estará de acuerdo”.

Sin trabajo, afirma, “uno va bajando escalones de indignidad”, y “se ve abocado a pedir, a depender de lo que te den... Y Dios no quiere eso, como tampoco san Cayetano y como ninguno de los santos. Jesús lo que hacía era ayudar a que los enfermos saliesen adelante y a que las personas que estaban aisladas, volviesen a la sociedad”.

Actos litúrgicos en honor al santo

La parroquia de San Millán y San Cayetano (c/Embajadores, 15) preparará la festividad litúrgica de su santo patrono con un Triduo que comenzará el martes día 4 y se prolongará hasta el jueves 6 de agosto con rezo del Santo Rosario a las 19:00 horas, seguido de Santa Misa predicada.

El día de la festividad de San Cayetano, viernes 7 de agosto, se celebrarán Eucaristías en horario de 10:00, 11:00 y 12:00 horas. A las 19:00 horas dará comienzo la Misa solemne, presidida por el vicario episcopal de la V, Juan Pedro Gutiérrez Regueira, y concelebrada por los sacerdotes de la parroquia. Al término de la misma, la imagen del santo saldrá en procesión por las calles de Embajadores, Rodas, Ribera de Curtidores, Plaza de Cascorro y Embajadores, para regresar al templo.

Monseñor Osoro, en la fiesta de San Ignacio: “Es bueno que tengamos a nuestro lado y acerquemos a nuestra vida a alguien que se dejó conquistar por Jesucristo”

Con motivo de la fiesta de San Ignacio, la parroquia de San Francisco de Borja (Serrano, 104) acogió ayer por la tarde una Eucaristía presidida por el arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, y concelebrada por el vicario episcopal para la Vida Consagrada, Elías Royón SJ; el delegado de la Plataforma Apostólica Local (PAL) de Madrid, Pablo Guerrero SJ, y el párroco, José Ramón Busto SJ, entre otros.

Durante su homilía, monseñor Osoro subrayó que Dios suscitó a san Ignacio en la Iglesia para “extender la Gloria de su nombre”, una tarea que “sigue realizando la Compañía de Jesús en todos los lugares de la tierra donde se hace presente, en lugares también de frontera, donde es necesario que se vea esa Gloria de Nuestro Señor Jesucristo”. Y en este sentido, igual que el salmo que dice dichoso el hombre que medita la ley del Señor día y noche, podemos afirmar “dichoso san Ignacio porque él meditó la ley del Señor; el encendió en su propia vida, y quiso encender en aquellos que lo rodearon, las huellas de Cristo”.

Según resaltó el arzobispo de Madrid, el fundador de la Compañía de Jesús fue un hombre “valiente para realizar la elección”, ya que “después de todo un proceso vital que tuvo y que sostuvo en su vida, ciertamente escuchó al Señor”. “Hizo verdad lo que escuchábamos en el libro del Deuteronomio: yo he puesto delante de ti hoy vida y bien, muerte y mal; según elijas serás bendecido o perecerás. Delante de ti está vida y muerte, elige. [...] Fue fuerte y tuvo decisión para esta elección desde el momento en que se dejó alcanzar por la Gracia del Señor. Él, herido y convaleciente; él después retirado en Manresa, él después estudiando Teología en París, él desde todas las experiencias, [...] extendió la Gloria del nombre de Dios. Y él nos sigue protegiendo y sigue dándonos su ejemplo”, aseveró.

Osoro Maldonado San IgnacioAdemás, al igual que el apóstol Pablo, san Ignacio “experimentó que Jesús vino al mundo para salvar, no para condenar, y era “consciente” de que tenía que dar a conocer “la Gloria de Dios manifestada en Jesucristo”. “Yo fui el primero –dice san Pablo– que sintió y experimentó esta salvación del Señor. San Ignacio de Loyola también fue salvado y sintió de lo que el Señor le hizo capaz en el momento en que se fio de Él y le confió salir por el mundo para extender la Gloria de Dios, animando a otros compañeros a que hiciesen lo mismo en unos momentos históricos nada fáciles”, aseguró monseñor Osoro.

Por último, el arzobispo de Madrid remarcó que el fundador de los jesuitas “no solamente no fue un hombre valiente para hacer una elección, no solamente fue un hombre consciente de una realidad que había que dar a conocer y que experimentó en su propia vida; sino que también supo hacer la misma pregunta que Cristo hizo a los primeros discípulos: y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. “Esta noche, el Señor se acerca a nuestra vida valiéndose de esta fiesta para hacernos la misma pregunta que san Ignacio supo contestar. Él experimentó en su existencia que Cristo es el Señor, que Cristo es manifestación viva de la Gloria de Dios en medio de este mundo, que solamente merece la pena gloriarse en la cruz de Cristo, como dice el apóstol Pablo”, añadió.

“Es una gracia de Dios para todos nosotros, esta noche, el poder celebrar esta fiesta de San Ignacio de Loyola, porque es bueno que, en momentos en los que nosotros también tenemos que entregar la alegría del Evangelio –en esta circunstancia histórica apasionante por otra parte para todos los cristianos–, tengamos a nuestro lado y acerquemos a nuestra vida a alguien que se dejó conquistar por Jesucristo y que quiso conquistar a los hombres también para Jesucristo”, concluyó monseñor Osoro.

Monseñor Osoro, en la fiesta de San Ignacio: “Es bueno que tengamos a nuestro lado a alguien que se dejó conquistar por Jesucristo”

Con motivo de la fiesta de San Ignacio, la parroquia de San Francisco de Borja (Serrano, 104) acogió ayer por la tarde una Eucaristía presidida por el arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, y concelebrada por el vicario episcopal para la Vida Consagrada, Elías Royón SJ; el delegado de la Plataforma Apostólica Local (PAL) de Madrid, Pablo Guerrero SJ, y el párroco, José Ramón Busto SJ, entre otros.

Durante su homilía, monseñor Osoro subrayó que Dios suscitó a san Ignacio en la Iglesia para “extender la Gloria de su nombre”, una tarea que “sigue realizando la Compañía de Jesús en todos los lugares de la tierra donde se hace presente, en lugares también de frontera, donde es necesario que se vea esa Gloria de Nuestro Señor Jesucristo”. Y en este sentido, igual que el salmo que dice dichoso el hombre que medita la ley del Señor día y noche, podemos afirmar “dichoso san Ignacio porque él meditó la ley del Señor; el encendió en su propia vida, y quiso encender en aquellos que lo rodearon, las huellas de Cristo”.

Según resaltó el arzobispo de Madrid, el fundador de la Compañía de Jesús fue un hombre “valiente para realizar la elección”, ya que “después de todo un proceso vital que tuvo y que sostuvo en su vida, ciertamente escuchó al Señor”. “Hizo verdad lo que escuchábamos en el libro del Deuteronomio: yo he puesto delante de ti hoy vida y bien, muerte y mal; según elijas serás bendecido o perecerás. Delante de ti está vida y muerte, elige. [...] Fue fuerte y tuvo decisión para esta elección desde el momento en que se dejó alcanzar por la Gracia del Señor. Él, herido y convaleciente; él después retirado en Manresa, él después estudiando Teología en París, él desde todas las experiencias, [...] extendió la Gloria del nombre de Dios. Y él nos sigue protegiendo y sigue dándonos su ejemplo”, aseveró.

Osoro Maldonado San IgnacioAdemás, al igual que el apóstol Pablo, san Ignacio “experimentó que Jesús vino al mundo para salvar, no para condenar, y era “consciente” de que tenía que dar a conocer “la Gloria de Dios manifestada en Jesucristo”. “Yo fui el primero –dice san Pablo– que sintió y experimentó esta salvación del Señor. San Ignacio de Loyola también fue salvado y sintió de lo que el Señor le hizo capaz en el momento en que se fio de Él y le confió salir por el mundo para extender la Gloria de Dios, animando a otros compañeros a que hiciesen lo mismo en unos momentos históricos nada fáciles”, aseguró monseñor Osoro.

Por último, el arzobispo de Madrid remarcó que el fundador de los jesuitas “no solamente no fue un hombre valiente para hacer una elección, no solamente fue un hombre consciente de una realidad que había que dar a conocer y que experimentó en su propia vida; sino que también supo hacer la misma pregunta que Cristo hizo a los primeros discípulos: y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. “Esta noche, el Señor se acerca a nuestra vida valiéndose de esta fiesta para hacernos la misma pregunta que san Ignacio supo contestar. Él experimentó en su existencia que Cristo es el Señor, que Cristo es manifestación viva de la Gloria de Dios en medio de este mundo, que solamente merece la pena gloriarse en la cruz de Cristo, como dice el apóstol Pablo”, añadió.

“Es una Gracia de Dios para todos nosotros, esta noche, el poder celebrar esta fiesta de San Ignacio de Loyola, porque es bueno que, en momentos en los que nosotros también tenemos que entregar la alegría del Evangelio –en esta circunstancia histórica apasionante por otra parte para todos los cristianos–, tengamos a nuestro lado y acerquemos a nuestra vida a alguien que se dejó conquistar por Jesucristo y que quiso conquistar a los hombres también para Jesucristo”, concluyó monseñor Osoro.

Infomadrid / Rodrigo Pinedo

Entrevista al arzobispo de Madrid en el Espejo de Madrid, de la Cadena COPE

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El presentador del programa El Espejo de Madrid de la Cadena COPE, Mario Alcudia, ha entrevistado este viernes, 31 de julio, a las 13:30 horas, al arzobispo de Madrid. Durante su intervención, monseñor Carlos Osoro ha hecho un balance del curso que termina.