Desde la Delegación Episcopal de Liturgia nos animan a contemplar el belén de una forma especial estos días y «en él el gran amor del Hijo de Dios, que ha querido habitar con nosotros». «Acercándonos a él le pedimos a Dios que avive en nosotros la fe y nos ayude a celebrar más intensamente las fiestas de Navidad», añaden.
En este sentido, recuerdan que, «cuando apenas hemos iniciado el Año de la Misericordia, es oportuno ver cómo la liturgia de la Iglesia, a través de la bendición del belén, nos ofrece dos pistas para reflexionar sobre la bondad y misericordia de Dios:
• En la oración de bendición del Belén se insiste en el gran amor de Dios Padre, que, a través de María, nos ha entregado a su único Hijo para nuestra salvación.
• La conclusión del rito de bendición del Belén vincula el nacimiento del Salvador con la manifestación de la misericordia de Dios, al afirmar: “Dios, Padre Todopoderoso, que en el nacimiento de su Hijo nos ha manifestado su misericordia, os bendiga y os guarde en su amor”».
«Así pues, el verdadero motivo de nuestra alegría navideña ha de ser, especialmente en este año, la manifestación de Dios misericordioso que, a través del nacimiento de su Hijo viene a nuestro encuentro. Este hecho debe impulsarnos a ver a Cristo presente en todos los que necesitan nuestro amor, como la liturgia nos recuerda», concluyen.