- Titulo: Infomadrid / C. González
Este lunes, 25 de enero, se celebró el acto de clausura de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos en la catedral de la Almudena. «Hoy, en esta fiesta del apóstol san Pablo, el Señor nos recuerda lo que nos pidió antes de subir a los cielos que todos hiciésemos, que es la propuesta que el Papa Francisco nos está haciendo: “Id, salid, anunciad la Buena Noticia”. Pero es cierto, esta noticia se anuncia cuando todos ellos se han encontrado con Nuestro Señor. Esto es lo que hemos querido hacer esta noche: encontrarnos en la oración, en la fraternidad, en el respeto mutuo todos nosotros. Seguro que el Señor nos bendice a todos», dijo el arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, a la conclusión del acto, en el que predicó el obispo ortodoxo rumano de España y Portugal, monseñor Timotei.
El prelado ortodoxo rumano señaló que la cita elegida como lema para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos de este año –Destinados para proclamar las grandezas del Señor– «es un impulso que el apóstol san Pedro dio a los que somos linaje elegido sacerdocio real, nación santa, pueblo adherido por Dios», llamados de las tinieblas a su luz maravillosa «para anunciar las bondades de Dios».
Preguntó a los presentes «cómo llegamos a conocer a Dios», aseverando que para conocerle a Él y sus bondades, «primero tenemos que contestar a su llamamiento y alumbrarnos con la luz que brota de Él». Desde el Antiguo Testamento, señaló, «Dios se nos revela como luz. Todo lo que Dios creó no lo creo en una luz natural sino en la luz divina». Recordando a san Simón, monseñor Tomotei señaló que «Dios es luz y su vista es como una luz» y, por eso, «todos los oficios celebrados en la Iglesia ortodoxa nos señalan a Dios como luz».
«Venid a recibir la luz», dijo, «es el llamamiento con el que, en la tradición ortodoxa, comienza el oficio de la resurrección». A través de este llamamiento, «los fieles están llamados a ver a Cristo resplandecer con la luz inaccesible de la resurrección, y se convierten en luz» porque «a través de su encarnación, pasión, muerte y resurrección de entre los muertos, Jesucristo venció a la muerte, se hizo camino de salvación para toda la humanidad, marcándonos con su luz eterna e imperecedera, que alumbra a todo hombre que viene al mundo».
La cena de Emaús, manifestó, «fue la primera santa liturgia que celebró nuestro redentor, Jesucristo, después de su resurrección». La estructura de esta liturgia «se entiende hasta hoy en la Iglesia ortodoxa y católica; la liturgia de la Palabra se cumple en la liturgia eucarística, el pleno encuentro con Jesucristo resucitado de entre los muertos se realiza solo recibiendo sus palabras». Y también la Eucaristía: «con su cuerpo y su sangre».
La divina Eucaristía dentro de la santa liturgia, continuó, «nos une con Cristo y a nosotros, unos a otros, porque todos creemos en el único Jesucristo». Ella «es sacramento de la Iglesia y de la unidad de la Iglesia porque en ella se sella la unidad de la fe, culminando la liturgia de la Palabra». «La unidad de la fe tiene que repercutir en todo el mundo para que así prepare la unidad escatológica que la santa Eucaristía prefigura», es decir, «el Reino eterno de Dios que preguntamos desde esta vida terrenal y que no es una comunión humana, sino una unidad en Dios, en la plenitud de la verdad y la alegría del Reino».
Finalmente, reveló que los presentes en la catedral «no estamos todavía en unidad eucarística porque aún no estamos en la unidad de la fe». El motivo de estas oraciones que hacemos juntos es de «conocernos unos a otros» y de «empezar a amarnos unos a otros, según afirmó Su Santidad el Papa Francisco». Para que, de esta manera, «a través del conocimiento y del amor, lleguemos a contemplar la luz, y juntos demos testimonio y demos a conocer al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo», que «son la trinidad consustancial e indivisible, así como las bondades de Dios».
Se pueden ver imágenes del acto en este enlace.