Madrid

Así es el día a día de los seminaristas en Madrid entre oración, estudio y tiempo libre: «El sí es más bien el principio»

  • Titulo: Santiago Tedeschi Prades
  • Firma: Así es el día a día de los seminaristas en Madrid: «El sí es más bien el principio»
  • Fin Agenda: 12-03-2024

La Iglesia celebra el próximo martes, 19 de marzo, solemnidad de San José, el Día del Seminario, con el lema «Padre, envíanos pastores». En las comunidades autónomas en las que no es festivo, se celebra el domingo más cercano. Este año, el 17 de marzo. La Subcomisión Episcopal para los Seminarios de la CEE ha elaborado algunos materiales para apoyar la celebración de esta Jornada, que cada año se presenta como una ocasión para dar gracias, mostrar apoyo a los seminaristas, formadores y sus familias, además de para pedir por las vocaciones sacerdotales.

El Seminario Conciliar de Madrid

El Seminario Conciliar de Madrid depende de las ayudas de personas generosas, para continuar formando sacerdotes. Por esta razón, se puede ayudar con una aportación mensual o anual para los estudios de un seminarista, un hombre que reconoce la llamada de Dios y desea entregar la vida como sacerdote, imagen viva de Jesucristo, al servicio de la Iglesia. Para fortalecer su vocación al sacerdocio, ingresa al seminario y comienza un período de formación, reflexión y oración.

Para este año, los mismos seminaristas han elaborado un vídeo donde muestran cómo es su día a día entre momentos de oración, estudio y tiempo libre. El vídeo ya se puede ver en el canal YouTube del Seminario y en las principales redes sociales del arzobispado de Madrid

 

«Padre, envíanos pastores»

En la reflexión teológica, que se incluye entre los materiales del día del Seminario de este año, se explica el significado del lema de esta jornada «Padre, envíanos pastores». En el texto se señala cómo debe ser un buen pastor en la Iglesia. Los verbos «ver y compadecerse, configuran a Jesús como el Buen pastor. Su compasión no es solo un sentimiento humano, sino que es la conmoción del Mesías en la que se hizo carne la ternura de Dios. Y de esta compasión nace el deseo de Jesús de nutrir a la multitud con el pan de su palabra. O sea, enseñar la Palabra de Dios a la gente. Jesús ve; Jesús tiene compasión; Jesús enseña». Así, subrayan en esta reflexión que «la distancia aparentemente insalvable entre los seres humanos, que haría pensar en un rebaño sin pastor para el que la compasión es imposible, fue franqueada definitivamente por Jesucristo, el Buen Pastor, que da la vida por las ovejas. Él, al tiempo que pasa «por los hombres» la vía sufrimiento, pasa al Padre la realidad del sufrimiento de los hombres».

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El testigo «debe ser un amigo de Jesús»

Además, enseñan el camino para que estos nuevos pastores, con su testimonio, muestren el Evangelio. La Sagrada Escritura y la historia de la Iglesia, apuntan, están repletas de testimonios de hombres y mujeres que se han dejado guiar por el Señor. «La resurrección de Jesucristo es testimoniada por los Apóstoles», recuerdan. Y, este don, se manifiesta en el amor. Por medio del amor se conoce al testigo. «El seguimiento implica la renuncia de la elección del propio camino, pues la voluntad se pone en manos de la voluntad de Jesús, quien tiene una precedencia real», señalan en este texto de los materiales ofrecidos para el Día del Seminario. Para finalizar, recuerdan en los materiales, que «el testigo, antes que hacer algo, debe ser, ser un amigo de Jesús, para no transmitir conocimientos de segunda mano; ha renacido a la vida en Cristo y, por eso, pertenece a la verdad, oye la Palabra de Dios».

Los futuros sacerdotes, en el Día del Seminario: «Nosotros también necesitamos pastores»

  • Titulo: Infomadrid / B. A. / Fotos: Santiago Tedeschi

La sala de la comunidad de 1º y 2º curso del Seminario, llamada de San José, tiene una cocina en la zona izquierda y unos cómodos sillones para tomar el café y charlar tranquilamente junto a los ventanales. El suelo, cerámico, es muy probablemente el original de este singular edificio de comienzos de siglo XX, en estilo neomudéjar y declaradobien de interés cultural. Lo lijaron los seminaristas un verano, y también pintaron las paredes de la habitación. «Vamos reformando el seminario», resume Mauricio Oriol, Mauri, de 25 años (en la imagen principal, en el centro), que comenzó su andadura de formación para ser sacerdote en 2021. En concreto, el 1 de octubre, «el día de Santa Teresita del Niño Jesús». Lo comprueba en una cruz al cuello que le regalaron sus amigos, en la que está inscrita la fecha de entrada.

«Llegaba con la octava metida y al día siguiente, nada más levantarte, una hora y media de oración en la capilla», recuerda y ríe, porque reconoce que en el fondo el seminario es «un camino de confianza; el Señor te da el ciento por uno pero pasa porque uno sea capaz de ir soltando y poniendo en sus manos». Es, como le dijo Jesús a Nicodemo, nacer de nuevo, «empiezas a poner tu vida en juego». Una vida que se deposita en manos de los hombres que los acompañan, los formadores y directores espirituales, algo que al principio no le resultó fácil a Mauri aunque ahora sabe que «Dios tiene manos y boca en su Iglesia». «La batalla no solo está en el sagrario, también en dejarte y poner tu vida en las manos de ellos que, siendo hombres, están guiados por el Espíritu Santo».

Mauri comenzó a hacerse preguntas en 1º de carrera (es ADE y máster en Bolsa y Finanzas). «¿Por qué tengo esta fe y por qué me has colocado en un mundo donde es tan difícil vivirla?». Tenía novia y pensaba que sería laico «como una luz en medio del mundo». El máster lo hizo en Londres y ahí pinchó; sin dejar de ir a Misa los domingos, a veces ni comulgaba. Le empezó a pesar esta desgana, pero el Señor es fiel y le hizo ver de una manera clara que tenía que seguirlo a Él en exclusividad. Entrar en el seminario «es como ir a ciegas pero sabiendo que no te la vas a pegar».

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Cambio de planes

Cada seminarista tiene una historia única, porque Dios con cada uno actúa de una manera, pero en muchos casos coinciden en su resistencia inicial a esta llamada. «A mí lo que me pasó es que le dije que no». Habla Antonio Gil, 32 años y 6º curso (en la imagen principal, a la izquierda). «Me cayó como un jarro de agua fría, yo tenía mi vida montada: novia, estaba acabando la carrera [Agrónomos] y también trabajaba…». Con absoluta sencillez cuenta que «para que a Dios se le olvidara, dejé de ir a Misa». Paradójicamente, «cada vez me enamoraba más de Él». Y le decía: «No me pidas esto, pero no me abandones».

En el fondo, todo empieza por querer estar con Jesús. «Mi corazón solo deseaba estar con Él», y no tanto «ser sacerdote». Aunque en el proceso de maduración y discernimiento, ese estar con Dios en el caso de Antonio era a través del sacerdocio. La experiencia del seminario le hace ver que «lo bonito es que yo estoy con Jesús y el resto se me da por añadidura». Además, sabe que «este camino que Él me propone es por el que me va a salvar a mí, y a través de mí, al resto».

La llamada no le vino a Antonio en el mejor momento, como tampoco a Antonio Vázquez, Tono, 24 años (en la imagen principal, a la derecha). Había encontrado — después de algunas, reconoce — a la chica perfecta. También en 1º de carrera, como Mauri, Tono descubrió a un Dios real, «que me amaba, ¡pues viva la vida!». Y ríe, porque a partir de entonces, «así fue mi vida, viva la vida; excepto ir a clase, hacía de todo». En los exámenes finales de 2º, todo se para. «No soy feliz». Su día a día «era un no parar de hacer cosas, y cosas buenísimas, pero mi corazón estaba muy intranquilo».

Dejó a medias los exámenes, se cogió una mochila y se fue a acampar a la playa de Valencia, cervecita, cigarros y guitarra, «hasta que descubra cómo ser feliz». «Un poco hippie, sí». Y ahí es cuando apareció por primera vez un «tú vas a ser mío». Esto le llenó de paz, aunque se dijo para sí mismo «que era imposible». Además, ese fue el momento en que apareció su «niña» perfecta, pero a los cuatro meses se rindió a la evidencia: «Señor, yo te quiero solo a ti, porque en ti es donde de verdad mi corazón ha descansado».

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Clases, estudio, descanso...

A Tono le pasó como a Mauri. El propedéutico fue mucho de «purificar», él que «no estaba acostumbrado a una figura de autoridad» y que era de los de «en mi corazón no entra nadie». Además, había un horario y otras nueve personas «que cada uno está luchando con lo suyo». Ahora, ya en segundo, el día comienza a las 7:00 horas en la capilla. Allí rezan el oficio de lecturas y laudes y después tienen una hora en silencio ante el sagrario. «Aquí es donde está la clave», subraya Tono. Se despiden con una oración a la Virgen y desayunan. A las 9:00 comienzan las clases de Teología en la Universidad San Dámaso, a un pasillo de distancia del seminario y «aún con todo llegamos los últimos». Más risas. La comida es a las 14:00 horas, y después tienen un tiempo de tertulia por comunidades hasta las 16:00 horas, que empieza el tiempo de estudio. A las 20:00 horas se celebra la Eucaristía, a las 21:00 horas cenan y a las 22:30 horas a rezar, leer y dormir. «O bueno, sobre esa hora».

Dos veces por semana hacen deporte, fútbol, pádel, salen a correr, y esto es vital porque «necesitas descargar». Y los viernes y domingos tienen pastoral social en residencias de ancianos, casas de niños, la residencia sacerdotal... Esto, en 1º y 2º, porque en el propedéutico y en el resto de los cursos están destinados en parroquias. Además, una vez al trimestre celebran los cumpleaños por comunidades. Po ejemplo, una gincana por Madrid en la que cada pista era un elemento para luego preparar la tarta.

Y cuando acaban los exámenes de febrero, hacen una salida todo el seminario al completo. La del este curso ha sido especial, porque fue la visita al Papa Francisco en Roma. Un hombre «muy normal» que al entrar en la Sala Clementina, y a la introducción del cardenal Cobo, «aquí los seminaristas de Madrid», bromeó: «¿Pero son católicos?». No leyó el discurso sino que les invitó a hacerle preguntas con un símil futbolístico: «Pelota al centro y que empiece el juego». Y les encantó que sus respuestas estuvieron muy aterrizadas en el día a día. Por ejemplo, cuando les dijo que, para ser comunidad, «os pido que recéis, pero sobre todo que no critiquéis». O cuando le preguntaron «cómo cuidar la mirada» y les alertó sobre el uso del móvil.

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Día del Seminario 2024

La Iglesia celebra este domingo, 17 de marzo, el Día del Seminario con el lema Padre, envíanos pastores, que los seminaristas también hacen suyo porque, como dice Mauri, «nosotros también necesitamos pastores». Antonio apunta que «hay una necesidad de los propios sacerdotes de pedir más sacerdotes, porque nosotros no podemos con la tarea». Tono añade que «es muy bonito pedírselo al Padre» y hace otra lectura: «Todo el camino del seminario es pegarte a Jesús para que te dé un corazón de padre».

Además, la campaña no es marketing, sino una oración, y comunitaria. «Cuando el pueblo de Dios pide sacerdotes — continúa Antonio —, Él los da». Algo, que por cierto, Jesús mismo invitó a hacer: «Pedid al dueño de la mies que mande obreros a su mies». «Si él mismo nos ha dicho que pidamos…». Y no solo oración. Los seminaristas necesitan también ayuda material y económica. Cada uno requiere, al mes, 25 euros para sus estudios; 50 euros para su manutención y 100 euros para el alojamiento. Por eso, se muestran sumamente agradecidos: «Que haya gente que se desviva y dé su dinero para cuidarnos a nosotros…».

El cardenal Cobo, a los diáconos permanentes: «No os canséis de recordar que lo nuestro es el servicio a los pobres y a los últimos»

  • Titulo: Infomadrid / B. Aragoneses

Los diáconos permanentes de la diócesis de Madrid se ha reunido en la tarde de este viernes, 15 de marzo, con el arzobispo de Madrid, cardenal José Cobo, en un encuentro en el Seminario Conciliar de Madrid. Más de una treintena (en la diócesis son 48 diáconos) han acompañado al cardenal Cobo en la Eucaristía que ha dado inicio a la jornada, en la que han participado también los aspirantes y candidatos al diaconado, que superan también la cuarentena. Las esposas de todos ellos han asistido igualmente a la celebración.

El arzobispo de Madrid ha centrado su homilía en este tiempo cuaresmal que vive la Iglesia y en el Evangelio proclamado, en el que Jesús les dice a los de Jerusalén: «A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo». «Esta es la clave», ha afirmado el purpurado. No conocer a Jesús «para controlarlo, para meterlo en nuestros esquemas» o que «responda a nuestras expectativas», sino para ir por donde Él va y «con quien nos pone en el camino». «Solo diciendo que queremos ir con Él, pero el lugar y el modo» lo marca Jesús, ha añadido.

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«Tenemos una oportunidad —ha confirmado— de crecer en esta Cuaresma, no porque hagamos muchos propósitos, sino porque Jesús arranque de nosotros un nuevo sí a dejar que Él ponga la dirección». Dicho de otro modo, «por saber acompañar a Jesús e ir por donde Él nos quiere llevar».

En la capilla del seminario, el arzobispo de Madrid ha recordado que «decir sí a Jesús es decirlo juntos». Los diáconos siempre «han atendido las necesidades de los fieles, especialmente de los pobres y de los enfermos; no porque sea una práctica de ONG, sino porque ahí la Iglesia puede descubrir lo que es la salvación». Y aquí el cardenal Cobo se ha referido al servicio. «Quien sirve es Cristo, y lo hace a través de vosotros», ha subrayado.

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Por eso ha pedido «que delante de este Evangelio de hoy acojamos la llamada al servicio; pero servir juntos, vinculándonos unos a otros, a la diócesis y a la Iglesia». «No os canséis de recordar —ha continuado—, que lo nuestro es el servicio a los pobres y a los últimos». Que todo en el diácono, ha pedido, «huela a los últimos».

En este camino, ha alertado de las tentaciones que puede aparecer: el poder, el prestigio, el «quién tiene más seguidores», la tentación de «etiquetarnos»... Como los de Jerusalén, que «intentaban agarrarlo» —tal y como recoge la Palabra—, muchos, ha afirmado el cardenal Cobo, «intentan echar mano a Jesús con la crítica, desacreditándolo, poniéndole la zancadilla», mediante el bloqueo «del crecimiento del Evangelio» o encapsulándolo «con el “siempre se ha hecho así”». Pero «nada de esto detiene a Jesús; Él tiene el ritmo inexorable de la entrega de la vida».

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Cena fraternal

Tras la Eucaristía, estaba prevista una cena para todos los asistentes, en la que se contempla un momento de tertulia con el arzobispo. Tal y como expresaba Roberto, «eterno aspirante» al diaconado, «me encanta que la fraternidad diaconal nos juntemos». «Tenemos que caminar en familia con el obispo, la diócesis y la Iglesia», sostiene, en un año en el que, por primera vez, los diáconos permanentes serán ordenados en la catedral de la Almudena.

También muestra su alegría Dámaso Caminero, ordenado en 2022. «Este es el día que más quorum hay de diáconos», porque el resto del año, reconoce, es más difícil por las obligaciones de cada uno. Dámaso tuvo el «privilegio de que la primera Misa de don José como arzobispo de Madrid fue en mi casa».

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Efectivamente, Dámaso vive en Aoslos, localidad de la sierra pobre de Madrid a la que se trasladó el cardenal en su primer domingo como arzobispo. De hecho, fue él quien cogió la llamada de Roma en la que al entonces obispo José Cobo le comunicaron que el Papa le había creado cardenal. Dámaso le bromeó: «Ha entrado en casa como arzobispo y sale como cardenal».

Aquella homilía del cardenal Cobo en su pueblo le impactó. «Todavía estoy empapado de ella», porque fue «a lo más pequeño, lo más humilde». «Nos dijo que aunque solo hubiera dos personas, no dejáramos de celebrar la Eucaristía». Y en este viernes, 15 de marzo, en el encuentro anual de los diáconos con su obispo, «ha continuado en la misma línea: servicio y humildad».

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Antonio del Amo, párroco de San José de Colmenar: «Es una gran alegría que el cardenal José Cobo visite esta comunidad parroquial en su fiesta patronal»

  • Titulo: Infomadrid/ M.D.Gamazo
  • Firma: Antonio del Amo, párroco de San José de Colmenar: «Es una gran alegría que el pastor visite esta comunidad parroquial en su fiesta patronal»
  • Fin Agenda: 17-03-2024

La parroquia San José de Colmenar Viejo acoge, desde este viernes, 15 de marzo, un amplio programa de actividades con motivo de sus fiestas patronales. Este domingo, 17 de marzo, la más destacada de ellas será la Misa solemne que presidirá el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, a las 12:00 horas.

Como explica el párroco, Antonio del Amo, «es la primera visita que realiza a la parroquia desde su nombramiento como arzobispo, y desde su creación como cardenal. Y para nosotros supone una gran alegría que el pastor visite esta comunidad parroquial en su fiesta patronal, y que participe con los feligreses en los actos organizados en honor a san José, y en todo lo que conllevan estas fiestas solidarias a beneficio de los proyectos sociales que tiene la parroquia». En concreto, el Comedor Social San José y el Hogar San José.

«La parroquia que se va a encontrar -continúa- está formada por una comunidad muy viva y muy familiar. Entre los feligreses hay muchos matrimonios jóvenes, porque una parte del territorio es una zona de expansión, hacia la carretera, que crece bastante. Y tenemos muchos niños. De hecho, hay muchos bautizos -creo que el cardenal vino en alguna ocasión a administrar este sacramento-, y también son numerosos los pequeños que reciben la Primera Comunión. También hay muchos pequeños en catequesis, y jóvenes que se están preparando para la Confirmación».

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Además, prosigue, «la acción social es muy activa. No solo por el Comedor y el Hogar, que también. Tenemos muchas acogidas a través de Cáritas parroquial. Y diferentes proyectos, como talleres ocupacionales, apoyo escolar a niños…». Y es que, ubicada en el centro de la localidad de Colmenar Viejo, «hay una zona del territorio parroquial, que es la más céntrica del pueblo, compartida con la basílica de la Asunción, donde tenemos bastante inmigración».

Todos ellos, feligreses miembros de esta floreciente comunidad parroquial, honrarán al titular de un templo «que fue construido en los años 60 del siglo pasado, pero que no fue erigido canónicamente hasta el 24 de julio de 2005, fecha en la que el cardenal Rouco consagró la parroquia». Y, es que, «la historia es muy curiosa», dice el párroco. «La iglesia inicial era una capilla, porque una señora hizo una donación de unos terrenos a Cáritas con la condición de que se edificaran pisos para novios sin recursos, y que se construyera un templo. Por eso, la iglesia está rodeada de pisos. En sus inicios, dependía de la basílica, como capilla, pero sin culto específico. Se la conocía como ‘la capilla de san José’ porque estaba en la calle del mismo nombre. Y se quedó con el nombre, que luego fue adoptado como titular de la parroquia». «Aunque el templo ha cambiado, porque fue modificado antes de ser erigido como parroquia -apunta. Se hizo una estructura más grande, se ampliaron las cubiertas, se adecentaron las salas…», evoca.

Confiesa que en la zona «la devoción al santo es muy grande. Y la gente le pide de todo un poco. El templo está abierto todo el día, excepto de 13:00 a 16:00 horas. Y viene bastante gente a rezar ante su imagen, a encender velas, a pedir…».

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Acción social

Antonio del Amo fue nombrado párroco de San José de Colmenar en el año 2006. «Y, un año después, en 2007, comenzamos a celebrar unas fiestas solidarias».

A pesar de ello, los dos proyectos sociales más significativos de la parroquia, y que ahora reciben los beneficios que se obtienen con los festejos, empezaron a funcionar un poco después. «El Comedor Social San José fue inaugurado en 2010, como consecuencia de la crisis económica que se vivió en 2008. Y el Hogar San José se puso en marcha en 2011, ya que, viendo los casos que se atendían en el comedor, descubrimos que había mucha gente en situación de calle».

Gestionados ambos proyectos por Cáritas parroquial, el objetivo del comedor «es cubrir las necesidades básicas de todas las personas que están en situación de exclusión social porque no tienen ingresos. Les ofrecemos las tres comidas -desayuno, comida y cena- los siete días de la semana. Vienen a buscarlas, porque no tenemos unos locales grandes que permitan comer en ellos. Son unos espacios alquilados, donde los voluntarios cocinan y preparan los alimentos en tapers. Y los usuarios vienen, de 10:30 a 12:30 horas, y se llevan la comida y una bolsa para la cena. En total, atendemos a unas 100 personas, que son familias completas o gente que está sola. Y ese es otro de los motivos por el que no queremos que el comedor sea presencial -añade del Amo-, para que los niños no tengan que venir a comer aquí, y lo puedan hacer con su familia».

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De este comedor social salió el germen del Hogar San José. «Veíamos que al comedor venía a veces gente en situación de calle. El Hogar tiene capacidad para alojar a 8 personas: 4 hombres y 4 mujeres. A veces llegan con adicciones, como alcohol o drogas. Pero todos ellos son capaces de salir adelante, con ayuda, y llevar una vida autónoma. Por la mañana realizan diferentes actividades. Trabajamos con ellos en la formación, y en la búsqueda de empleo, para que puedan salir adelante. A veces también tenemos inmigrantes, y una forma de ayudarles es intentar regularizar su situación en España para que puedan buscar un trabajo y ser autónomos».

«El tiempo de estancia en el Hogar -comenta- depende de cada persona, porque cada uno es diferente. Cuando alguien se independiza porque va a ser autónomo, con nuestra ayuda y supervisión, pues entra otro». Y, es que una vez que salen del Hogar, siguen conectados. «Se les acompaña y se les sigue desde el despacho de Cáritas, hasta que despegan, para que no se sientan solos. Se trabaja con ellos el tema de la economía doméstica, y las habilidades sociales, para que puedan funcionar a su aire, de manera autónoma».

En el caso de los adictos, señala, «el primer paso es tratar esa adicción. Y que vayan asumiendo rutinas, algo muy importante y que es difícil de lograr para personas que han vivido en la calle, a su manera. Les suele costar uno o dos meses adaptarse a la nueva situación. El tratamiento de las adicciones se realiza desde CAID, que es el centro de adicciones de Colmenar. También estamos en contacto con el centro de salud mental de la localidad, porque muchos tienen problemas de este tipo. Y, durante ese proceso, hacemos un seguimiento», aunque «el contacto es continuo -asegura-, ya que los residentes del Hogar en su mayoría son derivados desde los Servicios Sociales del municipio, y las trabajadoras sociales también hacen el seguimiento de cada caso».

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Implicación de la gente

La solidaridad, componente fundamental de las fiestas patronales, hace posible que ambas realidades -comedor y hogar- salgan adelante. «Para su funcionamiento, nosotros contamos sobre todo con las aportaciones de los fieles, bien por suscripción o a través de donativos. Además, hemos firmado un convenio con el Ayuntamiento, que nos da al año 60.000€. Y Cáritas Diocesana de Madrid nos hace una aportación económica de un dinero que recibe para comedores sociales, y que reparte entre distintas entidades», apunta.

«Para sacar beneficios -indica-, implicamos a la gente, para que tomen conciencia de las necesidades que hay, y colaboren con las mismas. Por ejemplo, a través del rastrillo que organizamos todos los años durante las fiestas. Y otras acciones, como los bares solidarios que montamos en las corridas de toros y en las novilladas que programa el Ayuntamiento».

De todas las iniciativas que organizan, afirma que la principal es el rastrillo. «En él, la gente responde de muy diversas maneras: o trayendo cosas en buen uso para su venta, o con su participación… Tenemos una tómbola. Y un concurso de tortillas, tartas y bizcochos en el que, además de entregar premios, podemos vender después los productos que nos traen para concursar. Además, hay señoras que hacen rosquillas y nos las dan para vender… Es una maravilla. Funciona con muchos voluntarios. El año pasado sacamos 11.000€. La gente es muy generosa. Se implica bastante», concluye.

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