Madrid

José Luis Guzón, delegado episcopal de Enseñanza: «Hay una necesidad del cuidado de las personas en todas las presencias educativas»

  • Titulo: Infomadrid/Sandra Madrid
  • Firma: José Luis Guzón, delegado episcopal de Enseñanza: «Hay una necesidad del cuidado de las personas en todas las presencias educativas»
  • Fin Agenda: 13-04-2024

Cuidamos la educación, cuidamos las personas. La educación en el corazón de la Iglesia, es el lema de la XXXIX Jornada Diocesana de Enseñanza que se celebra este sábado 13 de abril, en el Seminario Conciliar de Madrid. El delegado episcopal de Enseñanza, José Luis Guzón explica que han elegido este lema porque era conveniente explicar, «no tanto a los profesionales de la educación, a los maestros, a los educadores, si no a muchas personas de Iglesia y otras que, aunque no participan de ella, pero miran el hecho educativo como algo concreto pero alejado de su sensibilidad».

Además, Guzón señala que «quieren hacer caer en la cuenta que la educación está en el corazón de la Iglesia». En esta línea, afirma que «la Iglesia es educadora por antonomasia, lo ha sido a lo largo de la historia, y ha creado muchas instituciones educativas, no solo colegios, porque no olvidemos que también está en lo social, en el tiempo libre y en muchos ámbitos de la sociedad».

Por otro lado, subraya «la necesidad del cuidado de las personas». Es muy importante, que «cuidemos en todas las presencias educativas, en todos los sentidos, a los niños, a los adolescentes, jóvenes, personas adultas que están en nuestras instituciones». Es un modo concreto, subraya Guzón, el «comprometer nuestros proyectos educativos, personales, institucionales en la construcción de la Casa Común».

La XXXIX Jornada Diocesana de Enseñanza es una invitación a renovar la vocación educadora inspirados en una humanización que brota de la fe, que genera cultura, y que cuida a todos, en especial a los más vulnerables y necesitados.

Programa

   9:30 horas. Acogida

   10:00 horas. Llamada a cuidar de la educación. Oración

   10:15 horas. Presentación de la Jornada. José Luis Guzón Nestar, delegado episcopal de Enseñanza

   10:30 horas. La educación, una tarea en el corazón de la Iglesia. Cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid

   11:45 horas. Descanso

   12:15 horas. Cuidamos la educación, cuidamos las personas

       Irene Arrimadas, directora de Innovación Pedagógica de Escuelas Católicas

       Romina Cammarata, directora del CEIP Aravaca

       Ana Bayón, Universidad Pontificia Comillas

   13:15 horas. Expresión musical. Cuidar el interior. Fabiola Torrero, compositora y cantautora

   13:45 horas. Clausura de la Jornada

Nuevas sesiones de los 'Martes' de la Escuela de Formación Social: «Construir la justicia y la paz» y «Discernir evangélicamente los signos de los tiempos»

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  • Firma: Nuevas sesiones de los 'Martes’ de la Escuela de Formación Social: «Construir la justicia y la paz» y «Discernir evangélicamente los signos de los tiempos»
  • Fin Agenda: 15-04-2024
  • Galeria: 2024-04-16

Continúan en este mes de abril las sesiones de los 'Martes de la Escuela Diocesana de Formación Social' sobre Doctrina Social de la Iglesia.

Este martes 16 de abril, de 18:30 a 20:00 horas, habrá una charla en la sede de la Vicaría II (Ignacio Ellacuría, 2), abierta a los fieles de las parroquias del territorio- Titulada Construir la justicia y la paz. El reto del diálogo interreligioso, correrá a caro de Carlos Jesús Delgado Reguera, laico, vicepresidente de la Comisión diocesana de Justicia y Paz de Madrid y coordinador de la Comisión diocesana de Ecología Integral.

Mater Admirabilis, una segunda oportunidad para madres solteras o en situación vulnerable

  • Titulo: Infomadrid/ M.D.Gamazo
  • Firma: Mater Admirabilis, una segunda oportunidad para madres solteras o en situación vulnerable
  • Fin Agenda: 11-04-2024

Mater Admirabilis es la residencia que la Congregación Esclavas de la Virgen Dolorosa tiene en Pozuelo de Alarcón para acoger a madres y pequeños en situación vulnerable. Un centro en el que, en estos momentos, viven 25 madres y 30 pequeños. Todos ellos, en situación vulnerable.

Andrea Anthoni es una de las residentes. Esta joven rumana de 21 años lleva apenas un mes en el centro, ya que llegó el pasado 15 de marzo con su hijo, de un año y 10 meses de edad. «Yo vivía en Alemania con el padre de mi hijo, que también es rumano, aunque le conocí en Alemania. Me quedé embarazada, y tuvimos al niño, porque queríamos formar una familia. Pero yo no quería vivir allí, porque mi pareja hacía muchas tonterías, y tenía muchos problemas. Así que hace un año decidimos venir a España, con su familia. Él me prometió que iba a cambiar, que ya no iba a hacer más el tonto». Pero, continúa, «todo siguió igual. Vivíamos con su familia. Pero él, aunque aceptaba a su hijo, no pensaba que un niño necesita cuidados: leche, pañales, ropa… Se gastaba todo en alcohol, mujeres, juego… No pensaba en su hijo. Y yo no quería eso para el pequeño. Aunque al bebé no le faltaba de nada, porque nos lo compraba su familia, yo no quería seguir viviendo así», asegura.

En este ambiente, «la convivencia fue de mal en peor. Me hablaba mal. Y yo no quería vivir con él, porque no me gustaba lo que hacía. Le decía que quería un futuro mejor para nuestro hijo, no ese ambiente. Cuando le dije que regresaba a Alemania, me escondió el pasaporte del niño, para que no pudiera irme. Me trató mal. Entonces, presenté una denuncia ante la policía, por violencia verbal. Y decidí abandonarle».

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Desde entonces, la suerte de Andrea y de su hijo ha mejorado. «Me fui de casa con mi bebé, pero sola, porque no tengo nada: ni familia, ni amigos… Nada. Me acogieron en un centro para mujeres que han sufrido violencia. Y, en cuatro meses, pasé por cuatro diferentes. Hasta que mi trabajadora social me habló de esta residencia y me dijo que hablara con la madre Celeste, que es la encargada. Desde ese momento, me sentí acogida y querida». Tanto, que ahora afronta el futuro con esperanza. «No necesito cambiar más», afirma. «Tengo un lugar donde vivir. No quiero hablar con el padre de mi hijo, ni quiero tener nada con él. Aunque su familia, que es buena, sigue en contacto con nosotros, y ven al niño. Pero él no piensa: quiere ver al niño para verme a mí. Así que le he bloqueado. Solo quiero centrarme en el futuro. Me gustaría estudiar, para mejorar mi futuro y el de mi hijo. Ser independiente de todos los hombres, y estar sola con mi hijo».

El pequeño, debido a su temprana edad, «se ha adaptado muy bien a los cambios. Es muy tranquilo. Y aquí hay muchos niños. Juega con ellos. Se ha integrado perfectamente. Como de momento no tengo trabajo ni estudio, el niño se queda conmigo, y no va a la guardería». Algo que, quizás, esté a punto de cambiar. «Tengo planes para estudiar -comenta-. Es lo que quiero hacer. Voy a ir a la Cruz Roja, porque me han dicho que ahí me pueden ayudar. Y, mientras, seguiré viviendo en esta residencia. Aquí me puedo quedar hasta que mi hijo cumpla cinco años de edad». Lo que le da a Andrea un margen de tres años de tranquilidad para ir sentando las bases de su nueva vida.

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Recién llegada con un bebé

Raquel Moreno es otra de las madres solteras que viven en este centro. Con 33 años de edad, esta colombiana de nacimiento tiene tres hijos: «los dos mayores, de 18 y 15 años, residen con un familiar en mi país natal», explica esta mujer que acaba de ingresar en Mater Admirabilis. «Yo llegué a España hace un año -cuenta-, por recomendación de una amiga. Mi objetivo era trabajar y ganar dinero, para poder ayudar a mis hijos y mejorar la calidad de vida que teníamos en Colombia. Pero conocí a un chico con el que tuve una relación muy corta. Y, cuando estaba trabajando como interina cuidando a una señora mayor, descubrí que estaba embarazada de dos meses. La señora me despidió: ella me dijo que ya no necesitaban mis servicios, pero yo pienso que lo hizo porque no quería comprometerse con una madre indocumentada y embarazada».

En ese tiempo, su pareja «se había ido fuera de España. Y cuando le dije que estaba esperando un bebé, desapareció por completo: hasta desconectó el teléfono para que no pudiera contactar con él». Confiesa que estaba «sola y embarazada. No tenía amigos, ni familia, ni conocidos… Nadie. Pero, a pesar de todo, en ningún momento me planteé el aborto». Por el contrario, «llamé a mi trabajador social, y él llamó al SAMUR. Ellos me enviaron a ‘Caracolas’, que es un centro de acogida de paso, y de ahí me derivaron al Hogar Santa Bárbara de Cáritas Diocesana de Madrid. En este centro nació mi bebé».

Seis meses después, y al haberse cumplido el tiempo de estancia máxima en Santa Bárbara, acaba de aterrizar en la residencia de acogida para madres solteras que la Congregación Esclavas de la Virgen Dolorosa tiene en Pozuelo. «He ingresado hoy -señala-, aunque no sé cuánto tiempo voy a estar aquí. Puedo quedarme hasta que mi bebé cumpla 5 años, pero tengo que ver cómo pagar mi parte de la habitación».

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Su preocupación más urgente, confiesa, «es solucionar los papeles. Porque a Colombia no quiero volver. Quiero quedarme aquí, pero trabajando, para poder ayudar a mis hijos. Ese es mi deseo. Me gustaría poder traer a mis hijos a España, pero no sé si lo lograré. De momento, lo más urgente es arreglar la documentación, trabajar y estabilizarme. Por ese orden».

Mientras tanto, se siente tranquila en la casa a la que acaba de llegar. «Me siento acogida y acompañada. Me han recibido muy bien. Ya he conocido a tres o cuatro madres que viven aquí, con sus hijos, y me han parecido majas». Y, en cuanto al trabajo, alberga esperanzas. «Soy técnico en Estética Integral. Es lo que estudié en Colombia. Me vine buscando un futuro mejor, pero se presentó la bebé. Ahora espero que, con la documentación, pueda trabajar en lo mío en un futuro no muy lejano», concluye.

Quien quiera colaborar con el sostenimiento de esta residencia, puede contactar en los teléfonos 606 616 684 – 688 870 615.

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Miguel de Pablos, responsable del sector Infancia de ACGM: «En la convivencia, los niños viven una experiencia de Dios inmersos en su propio ambiente»

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  • Fin Agenda: 12-04-2024

Este viernes 12 de abril ha dado comienzo en el Centro diocesano de Infancia y Juventud El Atazar la tradicional convivencia que organiza Acción Católica General de Madrid (ACGM) para niños de las parroquias de la diócesis que cursen desde 4º de Primaria a 4º de la ESO.

Miguel de Pablos, casado y con dos hijas, está al frente de este encuentro como responsable del sector Infancia de ACGM. «La convivencia -explica- es una de las actividades que desde hace años venimos haciendo desde la Acción Católica General de Madrid como parte del proyecto de sensibilización. Se organiza en el Centro de Infancia y Juventud de El Atazar de la Deleju, y solemos invitar a las parroquias de la diócesis que comparten nuestro proyecto, o a aquellas que simpatizan con nosotros, aunque está abierta a todas».

«El objetivo -prosigue- es que los niños vivan una experiencia de Dios, pero inmersos en su propio ambiente: lúdico, de juegos, de diversión, y rodeados de otros muchos niños. Eso, hoy en día, la verdad es que es bastante difícil para ellos». Durante estos días, añade, «queremos que los chavales se sientan acompañados, que se sientan queridos por gente a la que posiblemente no hayan visto nunca. Que se pregunten: pero, este hombre, ¿por qué me trata bien? ¿por qué es cariñoso conmigo? ¿Por qué esta persona parece que me quiere? Queremos que los chavales perciban que, cuando se juntan, cuando nos juntamos tanta gente, en ese ambiente, es natural jugar juntos. Pero sobre todo queremos que descubran que también es natural rezar juntos. O que, incluso, no pasa nada porque vayamos a Misa un sábado, aunque no sea domingo. Y tampoco pasa nada porque hagamos una catequesis entre una gymkana y un partido de fútbol». Y es que, apunta, «nosotros englobamos la catequesis dentro del día a día como una actividad más para los chavales. Es decir, queremos que los chicos perciban esa naturalidad de las cosas que venimos haciendo en torno a Dios».

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Diversión y formación

En esta edición de la convivencia «tenemos 70 niños y unos 20 acompañantes -indica-. Y también unas 10 personas de la organización. Participan 7 parroquias, y las edades de los chicos van entre los 9 y los 15 años. La verdad es que la procedencia es variopinta: tenemos chavales que vienen de parroquias de barrios muy humildes de Madrid, y otros que proceden de parroquias del mismo centro la capital».

Junto a la diversión, la formación es uno de los ingredientes del programa previsto para estos días. «Entre la formación que les proporcionamos -señala-, una de las actividades que hacemos es la catequesis. Se imparte los dos días, tanto el sábado como el domingo. Y solemos preparar dos, ambas sobre el mismo tema, pero adaptadas: una para los chicos más mayores y otra para los chavales más pequeños».

Reconoce que «siempre hacemos las catequesis con la estructura de la revisión de vida, que usamos en la Acción Católica: Ver, Juzgar y Actuar. Primero se profundiza un poco, en la catequesis de los niños, en el tema que se aborde; a continuación, en la parte del Ver, por cómo está pensado, se propicia que los chavales participen: empiezan a hablar, a contar sus experiencias, dicen lo que piensan sobre lo que han estado escuchando, incluso a veces acaban debatiendo entre ellos. Luego pasamos al segundo momento, Juzgar, que es básicamente poner todo lo que hemos escuchado antes, y todo lo que se ha dicho, a la luz de la Palabra de Dios, a la luz de los evangelios. Y en la última parte, Actuar, los chavales se ponen un compromiso. Tiene que ser algo fácil, que ellos sepan que pueden cumplir. Aquí los catequistas les suelen ayudar».

Una formación, la catequética, que imparten «los propios acompañantes, por parejas. Solemos mezclarlos, poniendo a una persona que tenga experiencia con otra con menos práctica, o que no haya dado catequesis nunca, o incluso que no le gusta dar catequesis. Además, procuramos que no coincidan los catequistas con los niños de su parroquia. Es decir, que mezclamos tanto niños como catequistas».

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Dios en el centro de todo

Miguel de Pablos confiesa que «el encuentro nos aporta algo a todos los que participamos de él. Los niños viven un fin de semana distinto, lleno de juegos, de diversión, rodeados de gente nueva, que está pendiente de ellos… Todo eso, con un factor común: Dios está en el centro de todo. Dios es la razón por la que estamos allí, y todo gira en torno a Él. Por otro lado, para los pequeños también es un momento muy bonito, porque conocen gente nueva, hacen amigos, y es muy curioso, porque muchas veces se forjan unas amistades que solo se ven de actividad en actividad. Es decir, los niños que se hacen amiguetes en El Atazar no se vuelven a ver hasta el campamento de verano. Y esa es una de las razones por las que luego quieren ir al campamento: porque se van a encontrar con ‘Pepito’ de la parroquia no sé qué, o con sus colegas de la parroquia de tal… Eso es muy bonito».

En cuanto a los acompañantes, afirma que «también suelen vivir una experiencia muy importante. Son chicos más mayores: algunos tienen 18 años, otros están estudiando, o son universitarios, y algunos ya trabajan. Aquí se encuentran con personas con sus mismas inquietudes: que piensan como ellos, que sienten como ellos, que viven la fe como ellos. Es muy importante que se encuentren en un entorno así. Además, hay muchos que quizás no han dado nunca catequesis, porque no han sabido o no han tenido la oportunidad, y aquí pueden ver a gente que lo hace y que les enseñan. También nos suelen agradecer eso». «Cada uno lo vive a su manera -asegura-, pero en lo que sí coinciden todos es que lo que viven es una experiencia de entrega gratuita. Yo creo que la experiencia más bonita que viven ellos es esa: la de servicio, la de la entrega. Los acompañantes la verdad es que suelen disfrutar y se lo pasan muy bien».

«Y a los que tenemos la suerte de organizar todo esto -comenta-, se nos ofrece una oportunidad muy buena de dar a conocer la Acción Católica a aquellas parroquias o personas que vienen y no nos conocen Y, lo más bonito, es que nos queda esa sensación de servicio, de haber puesto todo lo que tenemos en sacar esto adelante. La percepción de estar sirviendo a Dios a través de los niños, de estar sirviendo a las parroquias y, en definitiva, a la iglesia desde la Acción Católica, que al final es lo que nos importa». Y, concluye, «cuando terminamos alguna actividad de estas, siempre me repito lo mismo: somos siervos inútiles, y hemos hecho lo que teníamos que hacer».

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