- Titulo: Infomadrid/ M.D.Gamazo
- Firma: Ignacio Loriga, párroco de la Araucana: «Es un regalo poder celebrar las bodas de oro de la parroquia en la que nací a la fe»
- Fin Agenda: 08-04-2024
Del 8 al 14 de abril, la parroquia del Espíritu Santo y Nuestra Señora de la Araucana acogerá un amplio programa de actividades organizadas con el objetivo de conmemorar sus bodas de oro.
El párroco, Ignacio Loriga, afirma que «es un regalo poder celebrar las bodas de oro de la parroquia en la que nací a la fe. Yo era muy pequeño cuando se creó. De hecho, los recuerdos que tengo de pequeñín referidos a ella son de asistir a la Vigilia Pascual o a la Misa del Gallo con mis padres, aunque por supuesto yo me quedaba dormido en el banco», sonríe. «El Señor - insiste el sacerdote - ha tenido conmigo este detalle, ya que cuando era un bebé estuve con mis padres en el origen de esta parroquia de la que ahora estamos celebrando 50 años. Toda mi vida está ligada a ella, desde el principio: como niño, como adolescente y como joven. Me fui al Seminario pensando que jamás volvería, salvo por cariño, hasta que el cardenal me llamó hace cinco años para decirme que había pensado mandarme aquí de párroco. Fue volver a mi cuna de fe. Lo cual ha sido un regalo delicioso del Señor», asegura.
Ubicada en la zona de Chamartín, «la parroquia surge en lo que hoy es el barrio de Hispanoamérica. Una zona en la que había muchos descampados, y unos estudios de cine muy conocidos de la época. Un territorio en expansión, al que empezaba a venir gente. Entonces había sobre todo casas de militares, y viviendas de la Guardia Civil. Al lado de la parroquia hay un colegio de la Guardia Civil y un cuartel... La calle Príncipe de Vergara dividía el territorio entre la zona más militar y unas viviendas de clase media alta que se empezaron a construir».
San Anselmo y la Araucana
En este marco, añade, «es donde en el año 1965 se erigen canónicamente dos parroquias para atender a los fieles: la de San Anselmo y la de Nuestra Señora de la Araucana. Ambas son independientes, cada una con un párroco: Deogracias de la Cruz Payo en la primera, y Antonio Garzón Bellido en la segunda. Pero ninguna de las dos tenía un lugar fijo, ni templo, ni complejo parroquial. San Anselmo comenzó su andadura en la casa del párroco, en un edificio de vecinos, y luego pasó a un garaje; y la Araucana tenía los libros bautismales en la parroquia de Nuestra Señora de la Luz, lo cual indica que los niños se bautizaban en ese templo».
«En el año 1973 - prosigue -, Deogracias solicitó al obispo de entonces cambiar la advocación de la parroquia de San Anselmo por la de Santa María del Espíritu Santo. Se lo conceden, y desde entonces empieza a caminar en una capilla muy pequeña situada en la plaza de Ecuador, que se sigue manteniendo».
Mientras, avanza la construcción de la Araucana. «Es curioso - advierte -, porque ni siquiera hoy en día hemos encontrado de dónde proviene esta advocación. Sabemos que es chilena, y creemos que se remonta a unos feligreses procedentes de dicho país que eran amigos del primer párroco. Nosotros hemos investigado con gente originaria de Chile, pero de momento no hemos encontrado ni los orígenes ni referencias a esta advocación. Es como si fuese única, porque tampoco hemos hallado otra imagen: la original se la regalaron al párroco en los inicios del templo. Un joven de la parroquia, que vive en Chile y lo está investigando, nos dice que los chilenos están asombrados porque haya en Madrid una parroquia dedicada a la Virgen de la Araucana: para ellos, es impensable», comenta.
A pesar de todo, remarca que «la devoción a la patrona existe. La gente la quiere. Acuden a rezarla, a pedir… Con frecuencia, te encuentras a gente mirando a la imagen», de la que en la actualidad hay dos tallas. «La original llegó en los años 70. Es pequeña, y representa a la Virgen con el niño en sus brazos, recogido en un rebozo sujetado a la espalda a la manera de las mujeres del Arauco. Está colocada en la entrada de la zona de los despachos parroquiales. La réplica, que es posterior, es policromada, y se venera en la capilla del Santísimo».
Fusión de dos parroquias
«La parroquia de Nuestra Señora de la Araucana se iba levantando en la plaza de Ecuador - explica -, mientras se buscaba un terreno y dinero para financiar la del Espíritu Santo. En esa época aún eran dos parroquias independientes. En el año 72 ya estaba casi terminado el complejo parroquial, y en 1974 se celebra la construcción de la parroquia y la dedicación del templo».
«El arquitecto - apunta -, Luis Moya, era un hombre muy reputado. En la parroquia se conserva una placa en homenaje a él, con la fecha de construcción: 1974. Pero hizo un templo muy peculiar, porque es muy alto, con unos arcos enormes, que van de lado a lado. Y esto debió de ser algo muy innovador en la época. Cuentan que era tan espectacular que había gente que dudaba de que los arcos fueran capaces de sostener el edificio. Y cuando se quitaron los andamios, el arquitecto se colocó debajo de los arcos, como demostrando que no se iban a caer. Y gracias a Dios que se sostuvieron».
«En el año 1981 - continúa - se consigue un terreno para construir la parroquia de Santa María del Espíritu Santo, pero se ve que quizá la construcción no era muy necesaria, porque iba a estar un templo muy cerca del otro. Así que se opta por fusionar las dos parroquias. Algo que se hace efectivo el 10 de febrero de 1981. Pero como las dos tenían advocaciones de la Virgen, no encajaban bien, así que hay que buscar otro nombre, y se opta por parroquia del Espíritu Santo y Nuestra Señora de la Araucana, con un templo principal, el de la Araucana, y una capilla, la del Espíritu Santo, con un único párroco: Deogracias de la Cruz».
Confiesa que, «cuando se refieren a ella, todos hablan de la Araucana. Siempre. Y es que está vinculada del todo a la imagen de la Virgen. Mucha gente ni siquiera sabe que también está dedicada al Espíritu Santo». Y eso que «la fiesta patronal se celebra en Pentecostés, porque prima la advocación al Espíritu Santo. De hecho, no hay una fecha para conmemorar la advocación de la Virgen».
Frutos grandes y bonitos
La parroquia «comenzó con gente muy piadosa, católica... En aquella época, era lo normal, pero especialmente aquí se vivía así». Y por ella han pasado tres párrocos: «el primero fue Deogracias de la Cruz, que se jubiló en 2003. Después llegó José Miguel Granados, que supo mantener ese trabajo anterior, con una comunidad viva, llena de fe y de esperanza. Estuvo hasta 2019, fecha en la que llegué yo».
«En estos 50 años de existencia - destaca -, ha dado grandes frutos, y muy bonitos». Por ejemplo, las vocaciones: «Somos diez los sacerdotes diocesanos que hemos salido de aquí, de la época de Deogracias, que era el típico sacerdote santo, de los de toda la vida, que se mantuvo firme en la fe, la esperanza, el amor, la doctrina, la misericordia... en medio de este barrio, y en tiempos difíciles también para la iglesia».
Entre los presbíteros que han vivido su vocación en la parroquia, recuerda a «Ángel López, el vicario episcopal de la III, que se fue al Seminario antes de que yo llegara». O a «Miguel González, párroco de San Antonio de las Cárcavas, al que tuve de niño en mi grupo de monaguillos». Y a Guillermo Cruz, director espiritual del Propedéutico. «Era amigo del barrio y compañero del colegio. Y cuando llegó el momento de confirmarnos, dijimos: ‘a la parroquia de mis padres’. Entramos juntos en catequesis de Confirmación, y salimos juntos para ir al Seminario. De hecho, somos del mismo curso, y nos ordenamos en la misma ceremonia». Todos ellos pasarán estos días por la parroquia, para conmemorar las bodas de oro celebrando la Eucaristía.
«También han salido vocaciones religiosas -reconoce-. Por ejemplo, la hermana Susana López, que es la actual superiora de la casa de ejercicios espirituales de las Esclavas de Cristo Rey. Pertenecía a nuestro grupo de Confirmación. O dos religiosas de Iesu Communio, a las que tuve en catequesis, antes de irme al Seminario».
Renovación
A pesar de estos frutos abundantes, insiste en la etapa actual, caracterizada por «una renovación grande en el barrio y en la parroquia. En mis tiempos éramos muchísimos niños y jóvenes, y cada año nos confirmábamos entre 60 y 70 chavales. Pero poco a poco fue descendido el número de jóvenes y creciendo la mayoría de edad, hasta convertirse en un barrio de gente mayor. Suelo decir, con cariño que cuando llegué hace 5 años había mayoría de sillas de ruedas y ahora hay mayoría de carritos de bebé, con lo cual se va rejuveneciendo el barrio. Empezamos a tener otra vez muchos matrimonios jóvenes con niños pequeños. Muchos de ellos fueron niños de la parroquia, que han vuelto al barrio con sus familias. Estos matrimonios constituyen el corazón de nuestra pastoral, junto con la pastoral familiar y la de los niños. Además, tenemos en Cáritas un grupo de voluntarias excelentes, que trabajan muchísimo, y aunque no hay muchas necesidades en el barrio, ayudamos todo lo que podemos a quienes lo necesitan, también a algunas parroquias que a veces nos lo piden».
A esto se une el hecho de que es «una parroquia muy sacramental, con muchas Misas y confesiones. La gente es muy piadosa. Y la práctica de los sacramentos es muy grande. Entre los dos templos hay un mínimo de cuatro Misas al día, además de las confesiones. Y los domingos hay más Eucaristías. Es una delicia poder disfrutar de esto», concluye.