- Titulo: Santiago Tedeschi
Día grande en Madrid y tras la Santa Misa en la Real Colegiata, el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, se ha trasladado a la Pradera de san Isidro, donde los madrileños celebran tradicionalmente a su patrón. Allí ha tenido la tradicional Misa de campaña presidida por él mismo a la que han podido acudir numerosos fieles.
Un lugar donde, como ha dicho el arzobispo justo al comienzo de su homilía, «todo nos habla de San Isidro Labrador. Desde estas praderas también él veía alzarse la creciente villa de Madrid, la ribera del Manzanares y los extensos campos de Carabanchel. No muy lejos de este lugar trabajaba y labraba estas tierras». Un lugar, el de la pradera, donde además San Isidro consiguió que manara el agua que tanto se necesitaba en aquel tiempo en la ciudad, aunque, como ha subrayado el cardenal, su «gran milagro fue el de la santidad. Supo creer profundamente que es posible vivir a Dios, ser creyente y construir la Iglesia en la vida diaria».
Ante miles de fieles, el arzobispo de Madrid ha reflexionado sobre la Palabra de Dios que se acababa de leer: «Estamos llamados a dar fruto, pero frutos que perduren y que todos, en el fondo, buscamos dar. Isidro nos enseña a renovar nuestro ser cristiano en medio de nuestra ciudad».
Un testimonio, el del santo, patrono de Madrid, que hoy «se nos ofrece como una oportunidad»: «Los madrileños acudimos a San Isidro porque deseamos tener una fe tan grande, y tan perseverante, como la tenía él. Acudimos a San Isidro porque mirándole a él aprendemos a confiar en Dios. Acudimos a él para que nos enseñe a no perder lo fundamental».
La primera propuesta del patrono de Madrid es que la oración, la eucaristía y la amistad con Jesús sea nuestra fuente y nuestro centro: «Toda comunidad, sociedad y ciertamente la Iglesia necesita tener un tronco común en el que se engarzan las ramas. Nuestro tronco común es Dios. Ese que Isidro sencillamente descubre y vive».
El cardenal ha invitado a todos los fieles presentes a «descubrir la mirada que Isidro acoge de Dios, su fe y su oración. Él, por medio del don de su bautismo pone en Dios el centro de su vida». Y esta mirada le ayuda luego a afrontar su trabajo, su vida familia y su forma de ser un buen vecino y un cristiano y de acoger lo que trae la vida: «Dios no es para un rato o para un momento. Es la sabia que ilumina cada aspecto y rincón de su vida. Dios da fruto en la vida, tanto en lo privado como en nuestra presencia pública en la ciudad».
El santo patrono de Madrid «nos enseña a mirar a Dios y a ser cristiano» en medio de nuestra ciudad: «Isidro es un buen vecino, no solamente porque es una buena persona, sino por ser creyente. El Evangelio le lleva a vivir de forma plena su trabajo, su familia y su manera de estar entre sus vecinos».
Aterrizando en la Madrid «de hoy», el cardenal ha enfatizado que el santo nos ayuda a ser vecinos cristianos que «acogen, cuidan y están atentos a lo que sucede. Necesitamos cuidar como creyentes a nuestros vecinos y decirles que Dios es bueno y que la vida merece la pena ser vivida desde este Dios que nos pone personas buenas en la vida».
El empeño de San Isidro por ayudar a sus vecinos y ese ejercicio concreto de la caridad a lo largo de toda su vida nos puede enseñar muchas cosas: «La sociedad de Madrid de hoy dista mucho del Madrid del tiempo de San Isidro, pero, en lo esencial, los grandes desafíos de entonces y de hoy siguen siendo los mismos».
Precariedad, salud, educación, vivienda, soledad…ante las emergencias de hoy, el arzobispo de Madrid ha subrayado que «tenemos las mismas llaves que tenía el santo. Celebrarlo hoy nos debe llevar a todos, año tras año, a, desde Dios, no cerrar los ojos ante las diversas formas de pobreza que sufren muchos conciudadanos nuestros».
Por esta razón, el cardenal José Cobo ha pedido que el testimonio del santo, incansable trabajador, «no deje que miremos a otro lado ante la precariedad laboral de no pocos madrileños, o ante la falta de acceso a la vivienda de tantos jóvenes y de tantas familias».
Segundo, que el santo, que sacó de un pozo a su propio hijo cuando era un niño, «no permita que miremos a otro lado ante tantos niños de Madrid con escasa o inadecuada alimentación». Tercero, que no seamos «insensibles ante la soledad de tantos niños, adolescentes, jóvenes y ancianos, y encontremos espacios para escucharlos y atenderlos».
Y, por último, que el testimonio de San Isidro, «nos ayude a afrontar la situación de miles de emigrantes necesitados de acogida, atención e inserción social y no pocas veces víctimas del racismo y de la xenofobia en una ciudad que los necesita».
En la última parte de su homilía, el cardenal José Cobo ha reflexionado además sobre la Iglesia que camina en Madrid: «Nosotros estamos convencidos, como lo estaba san Isidro, que la vida desde Dios merece la pena y eso nos hace ser una vid maravillosa con un gran anuncio de esperanza para todos».
Por esta misma razón, y pidiendo caminar juntos y no cada uno, por un lado, el cardenal José Cobo subrayado seguir «construyendo esta Iglesia de Madrid tan presente y viva en nuestros barrios y en nuestras instancias sociales y vecinales. Que nuestros vecinos encuentren en cada uno de vosotros un Isidro o una Isidra que les remita a esta Iglesia de Jesucristo con las puertas abiertas a quien necesite el amor que Dios da»
«Madrid os necesita, la Iglesia cuenta con vosotros para hacer que Dios siga iluminando nuestras vidas. Aprendamos de él a tener fe y a confiar plenamente en Dios que nos ama sin medida. A tener esperanza, porque, por muy oscuras que sean las noches, todas las mañanas sale el sol e inunda de claridad esta ciudad, que en todo el mundo es conocida por la intensa luz con la que la acarician sus cielos. Y a tener caridad, a querernos unos a otros como hermanos, porque también Madrid es conocida en todo el mundo como la ciudad de la acogida y de la hospitalidad, de la sociabilidad y de la fraternidad».