- Titulo: Infomadrid / B. Aragoneses
David tiene muchas cosas claras tras su vuelta del Camino de Santiago. Entre otras, «te das cuenta de que no te hacen falta mierdas para reírte y pasártelo bien». También «con quién quedarme en mi vida y con quién no». David es usuario del Centro de Tratamiento de Adicciones de Cáritas. Junto a otros siete compañeros, como Sebas y Rocío, dos educadoras, Alba y Ana, y un voluntario, Fernando, acaban de regresar del Camino de Santiago. Han sido dos etapas del portugués, de Pontevedra a Caldas de Reis y de Caldas a Padrón. 27 kilómetros el primer día, 22 el segundo, y el sentimiento de ser un peregrino más, con las ampollas, el cansancio, las agujetas… De poder hacer las cosas como cualquiera, porque ellos, reafirma Alba, no son personas problemáticas, «son personas que tienen un problema».
La mayoría están en consumo activo, por eso desestimaron la idea de llegar a grandes ciudades (como Santiago) en las que pudieran despistarse. Tampoco diseñaron muchas más etapas ni muy exigentes porque «son perfiles complicados, con un deterioro de salud importante, con patología dual ligada a problemas de salud mental», explica Paula Alonso, la directora del CTA. Pero la superación humana, cuando hay motivación, es ilimitada. Como explica Rocío, «que confíen en ti te da seguridad». Y eso es lo que hicieron los responsables del centro. «Cuando no puedes más, siempre puedes dar más, y esto es un logro», resume la joven.
Un logro que ha sido lo más motivante para todos ellos, que «no tienen experiencias de éxito en su vida», analiza Alonso. Pero además, han roto barreras, desestigmatizado su situación y se ha desarrollado la interacción social, la adherencia al grupo… También ha trabajado algo fundamental, añade Alba, que es «convivir con las emociones negativas». Esto es complicado en adicciones, pero han podido aprender a gestionar todo ello y que, «a pesar de la sensación mala, puedo seguir».
Lo bueno de la convivencia
Los ratos de convivencia han sido especiales. «Ha habido mucho compañerismo», explica Rocío. Y Fernando, desde su vertiente de voluntario, valora el haber vivido «más el contacto con ellos» y la posibilidad de compartir más allá de las horas del centro de día. «Salir y hacer actividades al aire libre, ocupar el tiempo con ocio saludable, es fundamental», sostiene la directora del centro. Y esta propuesta, que encaja perfectamente con la campaña Camino de Santiago de las Personas sin Hogar, ha sido un plus porque, además, no había ni un minuto libre, todo era estar en actividad. «No había tiempo ni para protestar», ríe Sebas, que cuenta cómo él, que tiene que dormir «con bastantes medicamentos, si no los hubiera tomado habría caído igual».
«Todo sublime», resume David, que ha cumplido un sueño deseado por mucho tiempo. A él solo le han dolido las uñas de los pies, «pero tal que me hubiese dolido todo el cuerpo, me volvía otra vez». No solo David ha hecho su trabajo de reflexión profunda, además «yo que soy creyente». También Rocío, que ha visto en el camino «una metáfora de la vida» y suscribe eso de «tú no haces el Camino, el Camino te hace a ti». Y Sebas, que «volvería a repetir 40 veces más», ha pensado «en tu familia, en tu existencia, en lo divino… te vienen muchas cosas a la cabeza». «Es la mejor manera —reconoce— de ponerte frente a un espejo». (En la imagen inferior, de izquierda a derecha, Rocío, Sebas, Fernando, Ana, David y Alba, ya de vuelta en Madrid).