- Titulo: Infomadrid/ M.D.Gamazo
- Firma: María Luz Trilla, presidenta de la Hermandad de los santos Cosme y Damián: «Queremos contribuir a recuperar la relación médico paciente»
- Fin Agenda: 03-06-2024
La Antigua, Venerable y Pontificia Hermandad de san Cosme y san Damián de Madrid, constituida mayoritariamente por profesionales sanitarios, ha vivido este sábado un acontecimiento histórico. Por primera vez, las reliquias de sus titulares -los cráneos de los santos Cosme y Damián- salían de la clausura donde se custodian, para ser exhibidas en público durante una Eucaristía.
Para María Luz Trilla Suárez, presidenta actual de la Hermandad, «este sábado, 1 de junio, ha sido un día especial e histórico para nosotros, pues hemos celebrado una Eucaristía en el monasterio de las Descalzas Reales donde han estado presentes los cráneos de nuestros santos titulares, recogidos en una preciosa caja de carey y láminas de plata. Los rodeaban unas cintas de plata con inscripciones griegas de origen bizantino, que probablemente fueron realizadas en el siglo VII. Además, un documento del siglo XVII los acompañaba, y daba fe de su importancia y antigüedad».
«La Misa -prosigue- fue presidida por nuestro director espiritual, Ángel Luis Miralles, párroco de la Real colegiata de San Isidro. Y nos acompañaron con sus cantos la comunidad de hermanas Clarisas. Al final de la Eucaristía fue muy emotiva la veneración de las reliquias por todos los hermanos y los profesionales sanitarios presentes, con una inclinación delante de la caja que las contiene. Su presencia en la Misa nos sirvió para evocar sus virtudes evangélicas, y de estímulo para nuestra devoción hacia ellos», afirma.
Largo periplo de unas reliquias
Como explica María Luz Trilla, «Cosme y Damián fueron, según la tradición, dos hermanos gemelos que nacieron en Arabia, de padres cristianos, y que vivieron en el siglo III. Estudiaron medicina en Siria, y la ejercieron después en Ejea, la actual Turquía. Les caracterizó siempre la atención a los más pobres y la prestación gratuita de sus servicios profesionales, así como la difusión de la fe entre las personas que acudían a ellos. Murieron decapitados alrededor del año 300. Tras su martirio, fueron enterrados en Ejea, pero las reliquias de sus cráneos sufrieron un largo periplo. En los diferentes siglos transcurridos pasaron por Armenia, por Constantinopla, y por Roma, donde se levantó una basílica en su honor en la Vía Sacra, en el lugar en el que la tradición indica que había vivido el gran médico Galeno, y donde solían reunirse los profesionales de medicina, los ‘galenos’; después, las reliquias viajaron a Alemania, para finalizar en Madrid en el siglo XVII gracias a la emperatriz María de Austria, que quiso depositarlas en el lugar donde vivió ella misma hasta su muerte: el monasterio de las Descalzas Reales, donde todavía permanecen en su relicario».
«Su devoción -comenta- se extendió muy rápidamente por todo Occidente. En numerosas ciudades europeas se erigieron columnas con sus imágenes para librarse de la peste. Fueron también elegidos santos patronos de médicos y farmacéuticos, bajo la advocación de los santos Cosme y Damián». «En Madrid -apunta- se tiene constancia de la existencia de una Hermandad al menos desde 1583. Sus iniciales ordenanzas son de 1611, y estaba constituida desde su origen por médicos cirujanos y farmacéuticos. El 11 de noviembre de 1934 se creó, dentro de ella, la Academia de Deontología de Madrid, y se redactó un código deontológico, el primero de España. Tuvo su sede en la Iglesia del Carmen hasta que, en 1947, su capilla fue trasladada a la entonces catedral de San Isidro, actual colegiata, en cuya capilla seguimos manteniendo nuestra sede».
Caridad con los hermanos necesitados
«Entre los fines de la Hermandad -indica-, siempre ocupó un lugar preeminente lo religioso y la caridad con los hermanos necesitados. Durante siglos se encargó también de los intereses profesionales, siendo el antecedente directo del Colegio de Médicos de Madrid. En ella se organizaban, como parte fundamental de su actividad, cursillos y conferencias, y se mantenía al día una biblioteca de libros y revistas profesionales. Además de todo ello, la Hermandad creó dispensarios parroquiales, una escuela de medicina para misioneros, una de enfermeras… Prestaban asistencia médica gratuita a los enfermos pobres en el domicilio, o a través de los dispensarios parroquiales, donde además enseñaba a médicos y enfermeras».
«Por desgracia -añade-, la Hermandad redujo su actividad en el último tercio del siglo XX. Y hace tan solo unos pocos años se ha revitalizado, con gran fuerza. Estamos constituidos por todo tipo de profesionales sanitarios: médicos, farmacéuticos, fisioterapeutas, enfermeras… , pero también pueden formar parte cuidadores, enfermos y devotos de los santos. Consideramos que ahora es más necesaria que nunca, en el mundo en que nos encontramos del desarrollo científico, de la comunicación y de los medios técnicos, pero también un mundo en el que la deshumanización, la pérdida de valores, el aislamiento y el distanciamiento entre médicos y pacientes es una realidad. Es importante que exista esta Hermandad. Como decía el doctor Ruiz Ibarra en 1934, en el discurso inaugural de la Academia Deontológica, palabras que son totalmente actuales, 'Una concepción materialista de los seres humanos lleva a considerar a un enfermo como a una cosa. Pero los enfermos no son cosas: son personas'», evoca.
«En la actualidad, la Hermandad de san Cosme y san Damián -continúa- somos una asociación católica de fieles, y tenemos actividades religiosas. Pero también somos un foro de encuentro de los profesionales sanitarios católicos, con conferencias y actividades formativas sobre temas clave, lo que siempre fue un pilar de la Hermandad. Queremos además contribuir a recuperar la relación médico paciente, y humanizar la práctica profesional. Sin duda tenemos mucho que aportar a la sociedad en que vivimos», concluye.