Madrid

Reunión diocesana para la implementación del Sínodo en el Seminario Conciliar de Madrid

El Sínodo sobre la Sinodalidad no ha concluido con la publicación de su documento final. «Ahora comienza una nueva etapa: la de su implementación en la Iglesia universal y en la diócesis de Madrid», recuerda Antonio Ávila, coordinador del equipo de la consulta sinodal en Madrid.

Para abordar este proceso, el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, ha convocado a quienes participaron en la consulta inicial y a todos los interesados en el camino sinodal, al encuentro "Por una Iglesia sinodal", que tendrá lugar este viernes, 21 de febrero, a las 18:00 horas, en el salón de actos del Seminario Conciliar de Madrid (San Buenaventura, 9).

La jornada contará con la presencia de Eva Fernández Mateo, presidenta de la Acción Católica General e invitada especial del Papa en la Asamblea Sinodal, quien dialogará con el arzobispo de Madrid sobre la experiencia vivida en el Sínodo y los desafíos que se presentan para la Iglesia universal y, en particular, para la diócesis madrileña.

«El objetivo es dar gracias por el trabajo realizado, proponer líneas de implementación en nuestra diócesis y animarnos a seguir caminando juntos en esta dirección», concluye Ávila.

Javierada 2025: esto es todo lo que necesitas saber para la peregrinación de este año

Ya están abiertas las inscripciones para la Javierada 2025, la peregrinación penitencial organizada por Jóvenes Madrid, que tendrá lugar del 14 al 16 de marzo, coincidiendo con la Novena de Gracia de San Francisco Javier. Está dirigida a jóvenes de 16 a 35 años y ofrece una experiencia única de fe, encuentro y camino compartido.

El director del secretariado de Infancia y Juventud de la Archidiócesis de Madrid, José Manuel Fernández, recuerda que el objetivo de la Javierada es «crecer en la fe y en la comunión» y además, como se celebra en tiempo de Cuaresma, «nos servirá para prepararnos para la Pascua». En este sentido remarca que para los jóvenes «es una ocasión para encontrar lo que significa su vida y por eso les animamos a participar en esta Javierada, en la que compartirán momentos de oración, de diversión y de amistad, en un ambiente en el que hay mucha alegría que se contagia a todos los jóvenes».

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Programa completo

Viernes 14 de marzo

  • 16:30 horas. Carga de los autobuses
  • 17:00 horas. Bendición del Peregrino
  • 17:30 horas. Salida

Cena por el camino. Llegada y alojamiento en Javier

Sábado 15 de marzo

  • 8:30 horas. Desayuno
  • 9:00 horas. Salida hacia Sos del Rey Católico
  • 9:30 horas. Laudes
  • 10:30 horas. Comienzo de la peregrinación
  • Llegada a la explanada del castillo de Javier y comida
  • 17:00 horas. Eucaristía en la explanada, presidida por el arzobispo de Pamplona, Florencio Roselló

Tiempo libre

  • 20:00 horas. Cena
  • 21:30 horas. Vigilia de oración en el auditorio del castillo

Domingo 16 de marzo

  • 7:30 horas. Desayuno
  • 8:00 horas. Carga de los autobuses
  • 8:30 horas. Salida hacia Logroño
  • 10:00 horas. Eucaristía, catequesis y visita a Logroño
  • 19:30 horas. Llegada a Madrid

Está dirigida a jóvenes de 16 a 35 años y ofrece dos modalidades de inscripción:
Plan A: Alojamiento en cama (hay que llevar saco de dormir)

Plan B: Alojamiento en suelo (hay que llevar esterilla y saco de dormir)

Toda la información e inscripciones, pinchando en este enlace.

Peregrinación milenaria

El castillo de Javier ya recibía las visitas de los vecinos siglos antes de que Francisco de Jasso y Azpilicueta (san Francisco Javier) naciera y creciera en él. Acudían para venerar al Cristo de su capilla, esa imagen «cuya sonrisa nos recuerda la partida de este gran misionero hacia el cielo», señalan desde la Delegación de Jóvenes de la diócesis de Madrid. Se trata de una talla del siglo XIII en madera de nogal.

En las últimas décadas del siglo XV el edificio pertenecía a María de Azpilicueta, hija de los señores de Javier y casada con Juan de Jasso. Allí nacerían sus cinco hijos, el último de ellos, en 1506, Francisco. Cuando cumplió los 26 años, partió de este mismo castillo con destino a París para estudiar en la Sorbona, y esto le cambiaría la vida para siempre. Allí conoció a un joven Íñigo de Loyola, junto al que comenzaría la aventura de la Compañía de Jesús. Francisco Javier murió en 1552 a las puertas de China, después de una intensa evangelización por la India y Japón. Tenía 46 años. La tradición cuenta que en el mismo momento de su muerte, la madera del Cristo empezó a sangrar.

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Las peregrinaciones a su casa natal continuaron, ya con él como intercesor. El origen de la primera Javierada como tal se remonta a 1886, cuando cerca de 20.000 ciudadanos de Pamplona acudieron al santo en acción de gracias por haberlos protegido de la epidemia de cólera del año anterior. A principios del siglo XX, la entonces dueña del castillo –y de la basílica que se había construido junto a sus muros–, la XV duquesa de Villahermosa, lo donó a la Compañía de Jesús. A partir de 1940, las Javieradas se oficializaron, realizándose dos cada año, ambas en el mes de marzo.

La Javierada es, como afirma Jóvenes en Madrid en la convocatoria, «una ocasión para preparar el corazón a una verdadera conversión que nos ayuda a ser discípulos misioneros en nuestro tiempo».

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La Iglesia en Madrid se une en oración por el restablecimiento de salud del Papa Francisco

Acogiendo la iniciativa de la Conferencia Episcopal Española, la archidiócesis de Madrid anima a todos los fieles a permanecer unidos en la oración por el pronto restablecimiento del Papa Francisco. De esta forma, invita a que, en las Eucaristías de este domingo, y mientras continue su situación delicada de salud, se haga una petición expresa por la salud del Santo Padre.

 

Ingresado en el Hospital Gemelli desde este viernes 14 de Febrero

El Papa Francisco ha pasado una noche tranquila y sin episodios febriles, según el más reciente parte médico emitido por el Vaticano. Los exámenes realizados a lo largo del día han confirmado una infección en las vías respiratorias, lo que ha llevado a una leve modificación en su tratamiento en función de los últimos hallazgos microbiológicos. Los análisis de laboratorio indican una mejoría en algunos valores clínicos.

Durante la mañana, el Santo Padre recibió la Santa Eucaristía y ha alternado períodos de descanso con la oración y la lectura. Siguiendo las indicaciones de su equipo médico, se le ha prescrito reposo absoluto para facilitar su recuperación. El Papa ha sido informado sobre los numerosos mensajes de cercanía y afecto recibidos por parte de fieles y líderes de distintas partes del mundo. En respuesta, ha expresado su gratitud y ha pedido que continúen orando por su pronta recuperación.

El Vaticano continuará informando sobre su estado de salud y proporcionando actualizaciones conforme sea necesario.

Carta de Cuaresma del cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, para preparar el camino hacia la Pascua

Ante «los nubarrones que sobrevuelan nuestro mundo y nos invitan a quedarnos donde estamos», ante ese ir «tirando, aferrados a un realismo light, tratando de aparentar seguridad mientras nos consume la incertidumbre», parece que «sin darnos cuenta, nos hemos alejado del Quién que da sentido a nuestra vida». Así puede leerse en la carta pastoral para esta Cuaresma de 2025, titulada 'Conviértete y cree en la Esperanza', del cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid.

Una llamada a la Iglesia diocesana a ponerse en marcha hacia la Pascua que se presenta con tiempo para que fieles, parroquias, comunidades y realidades eclesiales puedan trabajarla con tiempo y así recorrer juntos el camino cuaresmal. Este tiempo, afirma el arzobispo de Madrid, «bien puede ser una respuesta concreta a la propuesta de convertirnos, quizá un poco más, a la Esperanza»

Lee aquí la Carta Pastoral 'Conviértete y cree en la Esperanza'

Una situación que se repite

«Nos hemos acostumbrado a andar más preocupados por nosotros y por las batallas de sacristía que por caminar juntos hacia la Esperanza a la que somos convocados». Más pendientes, dice, «de lo particular, de hacer ideología de cualquier cosa y olvidarnos de lo fundamental: la propuesta que Cristo hace a su Iglesia para ser sal de una Esperanza que no defrauda y dar testimonio coral de ella mediante una vida comunitaria fraternal».

Pero en este año jubilar en el que el Papa Francisco invita a ser peregrinos de la Esperanza, «esta Cuaresma bien puede ser una respuesta concreta a la propuesta de convertirnos, quizá un poco más, a la Esperanza». Una Esperanza que «da seguridad y firmeza en medio de las tempestades de la vida» y que invita a dirigir la mirada a la Trinidad: a Dios Padre, que «siempre nos espera», que es paciente y que «nos acompaña entrañablemente en nuestros desesperos, fracasos y fragilidades»; a Jesús, el Hijo, que «nos convoca a una iniciar una peregrinación que solo se comprende desde la Resurrección, pues es la meta de toda Esperanza», y al Espíritu Santo, para dejar que «active en nosotros todas las disposiciones posibles para dejarnos renovar».

«La Esperanza, además, se camina con otros hermanos en la Iglesia», remarca el arzobispo de Madrid, porque, como la salvación, es «una realidad comunitaria, se realiza para cada persona, pero dentro de un “nosotros”».

Pecados contra la Esperanza

El arzobispo de Madrid advierte en su carta contra algunos pecados que obstruyen el acceso a la Esperanza. El primero, confundir la Esperanza con el optimismo: el optimista solo mira la parte positiva de la realidad, frente al esperanzado, que observa la totalidad, «sabiendo que la última palabra es de futuro y es de Dios». El esperanzado, además, hace un salto de fe como el de María o el de tantos que, «sin hacer pie, apoyan su vida en la promesa del Señor».

El cardenal Cobo señala también la acedia egoísta, «el miedo al compromiso por creer que Dios me quita mi tiempo o mis posibilidades». Junto a ello, la tristeza individualista, que es «la gran tentación». Porque «el individualismo fragmenta y descohesiona; olvida que la Esperanza cristiana es siempre Esperanza para los demás». «Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien, ya no entran los pobres». En el bautismo y la vida «vivida como respuesta a una vocación» se encontrará «la capacidad de salir de nuestros pequeños espacios para caminar juntos como Pueblo de Dios».

Un cuarto pecado es «dejarnos arrastrar por la violencia y la polarización», que son «virus que llegan hasta nuestra Iglesia porque estamos viviendo en ese clima desesperanzador». Aprecia el arzobispo de Madrid que «nuestro desenfocado amor a la Iglesia puede volvernos estrechos de miras o mirar con ojos no evangelizados». Y se lamenta: «Es doloroso que muchas veces la Iglesia sea herida por los mismos que aman a la Iglesia». Por eso, recuerda lo que dice el Papa Francisco en la Bula jubilar: «Es necesario poner atención a todo lo bueno que hay en el mundo para no caer en la tentación de considerarnos superados por el mal y la violencia». De esto «solo nos despertará la Esperanza misionera», añade el arzobispo de Madrid, el salir hacia «las muchas personas que necesitan encontrar la luz de Cristo», los que «necesitan con urgencia encontrar una realidad eclesial que sea delicada, acogedora y extremadamente paciente y misericordiosa: una Iglesia familia y hogar, como apunta el Sínodo».

Alejarse de la cruz de Cristo sería otro de los pecados. «La mirada debe estar en el Crucificado»; en su cruz «se ha de ver la luz de la Pascua». Como afirma el Papa Francisco, la Resurrección de Cristo «es la victoria del amor sobre la raíz del mal, una victoria que no pasa por encima del sufrimiento y de la muerte, sino que los traspasa […] transformando el mal en bien». Y aquí introduce el cardenal Cobo el sexto pecado, olvidar a los crucificados y a las víctimas, porque Dios se revela «muchas veces fuera de nuestro pequeño mundo eclesiástico».

Por último, el arzobispo de Madrid revela como pecado el dejar de soñar según Dios. Los que son capaces de soñar, observa, a través de «pequeñas Esperanzas nos han enseñado a descubrir cómo la Esperanza se abre paso inexorablemente». «Los sueños de la buena gente han hecho más habitable esta tierra y más amable y justa nuestra convivencia», concluye.

Claves concretas para convertirse en esta Cuaresma

En el tramo final de la carta, el cardenal Cobo invita a preguntarse «con sinceridad y humildad en qué o en quién ponemos nuestra Esperanza». El encuentro con Jesucristo de los discípulos de Emaús lo transformó todo y ellos «aprenden poco a poco a poner sus pequeñas Esperanzas en la Esperanza del Resucitado». Él es, como decía el Papa Benedicto XVI, la «gran Esperanza».

Para finalizar, el arzobispo de Madrid propone tres caminos de conversión en esta Cuaresma. El primero, renovar el Bautismo, ahondando cada domingo cuaresmal en esta experiencia bautismal y preparándose para el gran momento celebrativo de la renovación de las promesas del Bautismo en el Vigilia Pascual. Todo ello, desde la perspectiva del laicado, poniendo en valor «lo específico de nuestra vocación de ser testigos del Evangelio en la vida cotidiana». «Así podremos vivir una vida de santidad en la vida ordinaria de cada día». Para todo esto, el cardenal Cobo propone fomentar la vida de oración constante en la Cuaresma, que puede incluir la práctica de la Lectio Divina; organizar catequesis y retiros para explicar el Bautismo, con testimonios «que fomenten el sentido de pertenencia y vinculación a la comunidad»; y diseñar un pequeño camino pascual donde, domingo tras domingo, se celebre y desgrane el Bautismo y «la llamada de Dios a las diversas vocaciones, haciendo especial atención a la laical».

En segundo lugar, propone ponerse «a los pies de los crucificados de nuestro entorno» con visitas a enfermos, asistencia a personas mayores con soledad no deseada, ayuda a los necesitados o escucha a las realidades que «necesitan cariño y atención». En este punto vuelve el arzobispo de Madrid a citar al Papa Benedicto XVI cuando decía que «sin Esperanza, la caridad se convierte en un acto vacío; sin caridad, la Esperanza se quedaría en mero deseo».

Por último, «hagamos de nuestros espacios de iglesia lugares para el encuentro», intensificando aquellos momentos que «visibilicen la pluralidad y la comunión». La Pasión de Jesucristo, defiende, «nos aleja del grito y del insulto, nos distancia de la burla y del sarcasmo y hace de barrera ante la descalificación sistemática, la falta de respeto y de caridad al prójimo». Así, incide en la posibilidad de «generar iniciativas interreligiosas, políticas, culturales o incluso facilitar la comunión entre la pluralidad de grupos, sensibilidades y tendencias eclesiales que pueden estar aisladas, alejadas o enfrentadas unas contra otras».

Y concluye: «Peregrinos de Esperanza, con mimo, tanto y preparación, impulsemos gestos proféticos que ayuden a mostrar el paso del Espíritu del Señor que, como a los de Emaús, sigue saliendo a nuestro encuentro para caminar con los perdidos y procurar que seamos “uno para que el mundo crea”».