Los cuatro elementos de la naturaleza (tierra, agua, aire y fuego) más el sol, la luna y las estrellas. Son los hermanos de los que habla san Francisco de Asís en su Cántico de las Criaturas, una alabanza a Dios de la que en este 2025 se cumplen 800 años.
«Tuyas son las alabanzas, la gloria y el honor y toda bendición», plasma en sus primeras líneas de este himno de alabanza y acción de gracias. Las palabras le salen a Francisco en el monasterio de San Damián después de una noche de gran tribulación por los dolores físicos, por el tormento y por la tentación. Había acudido allí a reposar su cuerpo enfermo, atendido por santa Clara y sus hermanas.
Esa noche, sin embargo, fue también de luz y misericordia: Francisco tuvo la certeza del amor de Cristo y de su salvación. De ahí su brote de alabanza a Dios a través de la creación. «Es una acción de gracias ante una experiencia de misericordia de un Dios que nos cuida», explica fray Pedro Botía, OFM, que el próximo martes, 25 de febrero, a las 19:30 horas, en la parroquia Cristo de la Paz (Portalegre, 8), hablará sobre el Cántico dentro del ciclo de los martes formativos.
En ese encuentro del santo de Asís con un Dios que es consolación se le reveló que sus padecimietnos en la tierra no eran nada ante la grandeza de la gloria que le esperaba. Así, ante esta «experiencia de misericordia» que fue un continuo en la vida de san Francisco le brota esta «explosión de albanaza y gratitud hacia Dios» que es «una profunda expresión afectiva de su vida espiritual».
Junto a la creación, el poverello alaba a Dios por la «hermana muerte corporal»; por los que perdonan y por los que sufren enfermedad o tribulación. Adquiere más relevancia todavía esta última alabanza teniendo en cuenta que el santo de Asís escribió el cántico a pocos meses de morir, cuando ya estaba prácticamente ciego y aquejado de una debilidad extrema, y tan solo un año después de haber recibido los estigmas de Cristo en el monte Alverna.
Así, «quien experimenta el cuidado de Cristo», como Francisco, «lo experimenta con lo que viene de fuera, con la creación», y también cómo le cuida en lo interno, «en el dolor, en la tribulación, en la dificultad para perdonar al hermano... en nuestro cargar con la cruz».
En la biblioteca del convento se encuentra la copia de este cántico, un manuscrito que deja espacio para la composición musical, lo que afianza el hecho de que fue pensado y proclamado como canto. Y además, es un canto a la creación de un hombre que ya no ve; solo ve con los ojos del corazón.
La charla del fraile franciscano ya contó con una introducción el martes pasado de la mano de fray Vicente Felipe Tapia, OFM. La formación sobre el Cántico, no obstante, no se agotará ya que la semana parroquial del mes de mayo servirá de profundización.