Madrid

La Unidad Parroquial San Cristóbal organiza una nueva edición de su Pascua Juvenil para vivirla «de un modo más cercano y en comunidad»

Más de cino años lleva la unidad pastoral San Cristóbal de los Ángeles, en Villaverde —que agrupa las parroquias Nuestra Señora de los Desamparados y San Lucas— preparando la Pascua Juvenil. Se trata, explica César Quispe, vicario parroquial, de un «tiempo de convivencia para vivir de un modo más cercano y en comunidad la Pascua».

Son así unos días de «acercamiento al misterio pascual» desde las diversas actividades, meditaciones, catequesis, juegos y tiempo de retiro que se que se desarrollan en función del sentido de cada día. Algunas de estas actividades son, por ejemplo, peregrinaciones al Cerro de los Ángeles (imagen inferior, en una edición anterior de la Pascua), que está cerca de la parroquia, o la visita a un santuario de la Virgen para rezar el rosario de la soledad…

Los chavales, además, se incorporan a los grandes actos de estos días: adoración de la cruz, turnos de vela ante el monumento, comida fraterna que se hace el Jueves Santo, acolitan en las celebraciones… «Es un tiempo para vivir mejor estos momentos y tener una participación más activa».

Pascua desamparados cristo

Con sus heridas fuisteis curados

Este año, la convocatoria se ha hecho bajo el lema Con sus heridas fuisteis curados. La Pascua comenzará el Miércoles Santo, 16 de abril, a las 18:00 horas, y se prolongará hasta el Domingo de Resurrección, 20 de abril, a las 15:00 horas. Será una experiencia, cuentan los responsables, que tocará todos los ámbitos de la vida y generará familia, por eso se hará una inmersión completa en la parroquia. Los chavales dormirán allí «para no distraernos con el mundo».

La asistencia depende del año. «Hemos tenido mínimos de 20 y hasta más de 40», señala Quispe. Las edades son fundamentalmente entre los 14 y los 19 años. Mientras, con los más mayores se hará este 2025, por segundo año consecutivo, una misión de Semana Santa. «El año pasado estuvimos en Centenilla (Jaén), y este año vamos a pueblos de Granada». Es una experiencia de semana completa, del Domingo de Ramos al Domingo de Resurrección, en la que el grupo de misioneros ayuda a los sacerdotes a dinamizar las celebraciones y, en concreto este 2025, van además con el objetivo de animar al grupo de jóvenes.

La labor con los chavales no se reduce a la Pascua Juvenil, sino que se alarga todo el año. «Aquí el trabajo es mucho y complicado —reconoce el sacerdote—, porque hay muchas carencias y problemas familiares». Por eso, estos encuentros, igual que sucede en verano con el campamento, son muy fructíferos.

José Ricardo González del Alba, autor del cartel del Viernes Santo de la Parroquia Santa Cruz: «Es una invitación a entrar en el misterio pascual y a esperar con fe el alba de la Resurrección»

La parroquia de Santa Cruz acogió el pasado sábado, 4 de abril, la presentación del cartel del Viernes Santo, en el que están representadas las dos imágenes que se veneran en el templo y que procesionan ese día por las calles de Madrid: el Santísimo Cristo de la Vida Eterna y María Santísima de los Siete Dolores. La obra ha sido realizada por el pintor nicaragüense José Ricardo González del Alba.

«Este cartel nos ofrece una visión conmovedora y estremecedora: la Virgen Dolorosa sosteniendo en su regazo el cuerpo inerte de su Hijo, Jesús», explicó el autor durante el acto. La escena evoca la genialidad escultórica de Miguel Ángel en su obra más célebre, La Piedad. «Pero más allá del arte —añadió—, esta imagen nos sumerge en el misterio del sacrificio redentor y en la compasión infinita de una Madre que no solo sostiene a su Hijo, sino que nos acoge a todos en su amor».

La Virgen, señaló el autor, nos recuerda «la entrega absoluta de Cristo y el dolor inmenso de una Madre que no solo llora la muerte de su Hijo, sino que, en su corazón traspasado, nos acoge como hijos suyos». «Sus manos no solo sostienen un cuerpo sin vida —concluyó—, sino que abrazan el misterio del sacrificio redentor. María es, en este instante, el último altar donde reposa el Cordero inmolado».

La Iglesia es el hogar de la Madre

El autor destaca un detalle singular y profundamente simbólico: en el corazón de la Virgen se refleja la fachada de la parroquia de Santa Cruz. Un elemento que, lejos de ser anecdótico, encierra un mensaje teológico y pastoral muy potente. «La Iglesia es el hogar de la Madre —explica—, el lugar donde su corazón late con amor por cada uno de nosotros, invitándonos a vivir el Evangelio desde la entrega y la compasión». Es un mensaje claro y actual: «María sigue presente en nuestra historia, en nuestro tiempo, acogiendo con su amor materno a quienes sufren, a quienes buscan refugio en la fe».

El autor lanza una pregunta que interpela directamente al espectador: ¿Qué nos dice esta imagen a nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI? «Vivimos en una sociedad que parece haber dado la espalda al misterio del dolor y de la redención —afirma—; una sociedad que huye del sufrimiento y que, con frecuencia, ignora la entrega absoluta de Dios por el hombre».

Jesús yace muerto en los brazos de su Madre, «y el mundo sigue su curso, ocupado en sus propias preocupaciones, en sus urgencias, en sus búsquedas de felicidad efímera».

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La esperanza de la Resurrección

Sin embargo, el autor subraya que «el Viernes Santo no es la última palabra». Contemplamos el dolor, sí, pero también «la semilla de la salvación». Como el grano de trigo que cae en tierra y muere para dar fruto, así también la muerte de Cristo es el inicio de una vida nueva. María, en su dolor, nos lo recuerda: «Ella no llora sin esperanza, no abraza a su Hijo sin la certeza de la promesa». En su regazo no solo sostiene el cuerpo exánime de Jesús, sino también «la esperanza de la Resurrección».

González del Alba insiste en que este cartel «no es solo una imagen para la devoción o la contemplación estética». Es, ante todo, «una invitación a entrar en el misterio pascual, a no quedar atrapados en la oscuridad del sepulcro, sino a esperar con fe el alba de la Resurrección».

En este sentido, añade, «nos desafía a no ser meros espectadores de la Pasión, sino a involucrarnos en la historia de la salvación». Una llamada a depositar en el regazo de María nuestros sufrimientos, nuestras cargas, nuestras esperanzas.

Una Madre que lo sostiene con fe y esperanza

Que este Viernes Santo, al contemplar este cartel, «no veamos solo una escena estática, sino el reflejo del amor más grande jamás dado: el amor de un Dios que se entrega hasta el extremo y de una Madre que lo sostiene con fe y esperanza».

Que la Virgen Dolorosa, nuestra Madre, «nos enseñe a abrazar el misterio de la cruz con la certeza de que, tras el dolor, siempre resplandece la gloria de la Resurrección», desea el autor.

Finalmente, José Ricardo González del Alba expresa su anhelo de que esta Semana Santa sea para todos «un tiempo de conversión y renovación en el amor de Cristo».

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La Hermandad Virgen de la Estrella sale en procesión este Viernes de Dolores por el barrio del Ensanche de Vallecas

El barrio del Ensanche de Vallecas inaugura este 11 de abril, Viernes de Dolores, las celebraciones de la Semana Santa 2025. Lo hará con el desfile procesional organizado por la Hermandad Virgen de la Estrella, con sede canónica en la parroquia Santa María Josefa del Corazón de Jesús (avda. de la Gavia, 25).

La imagen de la Virgen saldrá a las 19:30 horas desde el colegio Stella Maris La Gavia (Peñaranda de Bracamonte, 9), recorrerá el siguiente itinerario: Entrepeñas, avenida de las Suertes, con estación de penitencia en la parroquia de Santa María de Nazaret, para continuar avda. de las Suertes y Peñaranda de Bracamonte, calle Del Barranco del Novillo, avenida de la Gavia llegando a su sede canónica a las 23:00 horas.

Michi, joven de la Hospitalidad de Lourdes, tras el Jubileo de los Enfermos y del mundo de salud en Roma: «Volvemos con sensación de plenitud»

El Jubileo de los enfermos y del mundo de la salud congregó en Roma este pasado fin de semana, del 4 al 6 de abril, a 20.000 peregrinos. Entre ellos se encontraba un grupo de 85 llegados desde la diócesis de Madrid, pertenecientes a la Hospitalidad de Lourdes. Michi Santos es uno de los hospitalarios que ha acudido a Roma, aunque tuvo que incorporarse unas horas más tarde a la peregrinación porque el viernes por la mañana tuvo examen en la universidad.

A sus 20 años, Michi lleva ya tres como voluntario. Su abuela fue la que introdujo en la familia la pasión por este modo de entrega y servicio tan concreto, y sus padres, hermanos, tíos, primos, participan de ello. Integrado en el Grupo de Jóvenes, Michi era responsable de un equipo de cinco voluntarios y cinco enfermos, todos ellos de enfermedades infeccionas (VIH, hepatitis…) y con sus mochilas vitales a la espalda.

«La peregrinación ha ido muy bien», señala, algo que subraya también el consiliario de la hospitalidad, Guillermo Cruz, que la califica de una «bendición inesperada». Aparte de que no ha habido problemas de salud entre los enfermos (una treintena provenientes de centros de acogida o albergues), todo ha ido encajando a la perfección de modo que los acontecimientos se han podido vivir «con más paz y tranquilidad». Sin el consiliario nada hubiera sido posible, recalca Michi, pero también sin Myriam Goizueta, la presidenta, y María Conde, organizadora de la peregrinación.

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Basílicas mayores y San Pedro

Alojados en un centro de acogida de Don Orione, que está adaptado a sus necesidades, los peregrinos tuvieron un momento especialmente bonito, explica Michi, el sábado por la mañana en la basílica de Santa María la Mayor, donde celebraron una Eucaristía presidida por el consiliario. También visitaron San Juan de Letrán. «Cada basílica tenía una puerta santa, así que cada vez que ibas pasando, pedías algo».

Ya por la tarde iniciaron la peregrinación hacia San Pedro, en procesión desde el Castillo de Sant’Angelo, precedidos por la cruz. En el interior de la basílica se vivió otro de los grandes momentos para Michi. «Pudimos quedarnos junto al baldaquino y rezamos todos juntos el credo; fue muy especial».

Con el Papa Francisco

En una jornada jubilar dedicada a los enfermos, a los que sufren y a los que cuidan de los que sufren, el Papa Francisco quiso hacerse presente. «Dios no nos deja solos», había afirmado en la homilía, leída por el arzobispo Rino Fisichella, quien presidió la Misa en su nombre. «Y si nos abandonamos en Él, precisamente allí donde nuestras fuerzas decaen, podemos experimentar el consuelo de su presencia», había continuado, como seguro que fue también consuelo la presencia física en la Plaza de San Pedro del Vicario de Cristo.

Efectivamente, Francisco se acercó físicamente a los que, como él, están sufriendo la enfermedad, y lo hizo, convaleciente, enganchado a la máquina de oxígeno y llevado en silla de ruedas. Cuando en la zona donde estaba Michi con «mi enfermo Manuel» empezaron a oír aplausos, supieron que algo pasaba. No se esperan al Papa, ni mucho menos. Les habían colocado en sitio preferente porque Manuel también va, como el Papa, en silla. Estaban detrás de los obispos y cardenales, en un lateral del altar.

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Los aplausos fueron tras la comunión, durante la acción de gracias. «Manuel, que de noche no se puede ni levantar sin que le ayudes, cuando intuyó que podía estar el Papa se levantó casi solo de la silla y no le daba miedo caerse». Y esto le impresionó especialmente a Michi, que ya «había visto al Papa en la JMJ de Lisboa el año pasado» pero sus enfermos no y «probablemente no tengan otra oportunidad de verle».

«Roma te envuelve; todo tiene su significado», resume el hospitalario. «Muchos de los enfermos que nosotros llevábamos no habían cogido un avión en su vida y nunca habían salido de Madrid; para ellos todo era impresionante, estaban muy metidos en la peregrinación y querían absorber todo lo que pasaba este fin de semana». «Volvemos con sensación de plenitud», concluye el joven.

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