Este lunes, 10 de junio, la Real Iglesia de San Andrés Apóstol ha acogido una solemne Eucaristía presidida por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, con motivo de la dedicación del nuevo altar y bendición de los trabajos realizados en el templo. Cientos de fieles han participado en esta Misa que ha sido animada por el coro de Voces Graves de Madrid, con el matrimonio de solistas César Gutiérrez y Mónica de Munt, y concelebrada por el arcipreste y numerosos sacerdotes.
En su homilía, el cardenal Cobo ha agradecido su presencia a todos los asistentes, de manera especial al delegado del Área de Gobierno de Políticas de Vivienda, al concejal de distrito, y al director de Patrimonio. A continuación, ha hecho alusión al evangelio de las bienaventuranzas, proclamado en la celebración, para recordar que en él «Jesús nos ofrece un programa de vida hondo y profundo, un itinerario que Él ha hecho vida antes». «Se trata -ha señalado- de descubrir que la felicidad, la auténtica felicidad, y es por lo que todos vivimos, llega cuando nos apoyamos en la promesa de Dios». Para el cardenal, «las bienaventuranzas nacen cuando confiamos en Dios como recompensa, y no en nosotros». «Esa es la noticia de la Iglesia -ha dicho-, el ofrecer la felicidad de las bienaventuranzas». A su juicio, «eso es lo que realmente perdura, por encima de la belleza, por encima de las cosas que edificamos nosotros. Esta es la noticia», ha insistido.
A continuación, ha recordado que «los cristianos edificamos templos porque queremos decir en medio de nuestros barrios, como con este templo histórico, que la presencia de Dios es bienaventuranza para todo aquel que la necesite. Para todo aquel que es pobre, que llora, que tiene sed de justicia. Para todo aquel que necesita de su misericordia».
«El templo -ha proseguido-, en medio de la ciudad, y en un barrio como este, es el ámbito que quiere decir a todos los que pasen que Dios está con nosotros, que es un lugar para que la gente se encuentre a través de la oración, a través de la verdad y de la vida de Dios. Una puerta siempre abierta permite el acceso a todos. Un acceso permanente y universal al misterio de Dios, que está deseoso de comunicar la bienaventuranza a todo aquel que lo necesite. No solo a los que tienen todo, sino especialmente a aquellos que se saben que necesitan de Dios, y que quieren poner en él su confianza. El templo, cada piedra, remite a ese Dios que resucita. Al Crucificado. Y, desde ahí, explica cómo vivir la vida».
«Cada templo -ha apuntado- nos recuerda que nosotros somos templo de Dios, que somos morada de su espíritu». Por eso, ha manifestado su deseo de «que cada uno de los que entren aquí, a través de la belleza, del silencio, de la comunidad cristiana que hay detrás -porque si no hay comunidad cristiana no hay templo-, que cada persona que entre, se sienta abrazado».
En este sentido, ha afirmado que «el mejor templo es la comunidad cristiana. Si tenemos templos es para decir que juntos somos el templo de Dios». «La renovación de este templo -ha añadido- pone de relieve la importancia de que haya una comunidad cristiana detrás», lo que lleva a «significar de forma especial la centralidad del altar», de «este espacio sagrado que nos recuerda en cada paso los aspectos importantes de cómo Cristo es bienaventuranza para nosotros». Así, ha explicado que «Cristo es el centro de toda la acción litúrgica. Todo procede de él y todo converge de Él», la «piedra angular de esta iglesia, el lugar donde se realiza el misterio, la promesa de todos los que nos sentamos a su mesa hambrientos y sabemos que Él, partiéndose, es el único que nos alimenta».
Somos consagrados
Aludiendo al crisma con el que se unge la mesa del altar, ha indicado que «nos habla de consagración». «Los primeros consagrados somos nosotros. Por eso vamos a consagrar este altar. Y lo miraremos entonces de forma diferente. Porque cada vez que lo besemos, cada vez que nos inclinamos hacia él, nos estará diciendo: tú también eres consagrado. Tú eres y tienes la dignidad de ser templo del Espíritu Santo». «El altar -ha continuado- empezó siendo la primera Iglesia como mesa familiar. Y luego, en el transcurso de la vida de la Iglesia, fue sepulcro de los mártires. Hoy es ambas cosas, y así lo celebramos. Por eso casi siempre lo revestimos de blanco, para que nos recuerde la vestidura de blanco que nos pusieron en el bautismo, y que cada vez que lo veamos digamos: así soy yo, como este altar consagrado, lugar de mesa y de encuentro, lugar de la historia y la tradición de la Iglesia».
«Cuando subimos al altar de Cristo -ha advertido- nos comprometemos a vivir como adoradores de Dios en espíritu y verdad. Quiere decir que de nada sirven los ritos externos si no van acompañados de la liturgia del corazón». «Cuando entramos en una iglesia, los bautizados la vemos de una forma distinta. Y queremos hacer que todos los que entren en esta iglesia, la vean de una forma distinta. Y puedan tocar la bienaventuranza de Dios, y capten el alma de lo que queremos decirles a través de cada piedra», ha remarcado.
«Como comunidad, como Iglesia, estamos convocados continuamente a dar belleza. Que aquí se escuche la Palabra de Dios. Que podamos celebrar intensamente que Dios está presente, que tiene alma y tiene algo que decir en nuestro mundo. Que esta es la casa de la comunidad y la casa de Dios», ha incidido, señalando que «nuestra unidad es a través de la caridad, que es lo que nos va dando cohesión a unos y otros. Y que esta es una casa siempre de encuentro de personas llamadas por Dios a vivir las bienaventuranzas».
«Al celebrar la Eucaristía, vamos a escuchar de nuevo algo que Jesús nos dice a todos: haced esto en memoria mía», por lo que ha invitado a que los fieles «no renunciemos a hacer esta memoria suya. No renunciemos a ser el alma de las bienaventuranzas. No renunciemos a ensamblar con el amor, para anunciar el amor y la bienaventuranza a nuestro mundo. Que este templo sea lugar de Dios», ha exhortado. «Que cada uno de nosotros contribuyamos a que nuestro mundo entienda la bienaventuranza». «Que aquí se siga celebrando la presencia de Dios que, en definitiva, nos dice que estamos llamados a la bienaventuranza, y que Dios se muere de ganas de comunicarla a través de nosotros», ha concluido.
Inmaculada Concepción y sacerdotes mártires
Por su parte, el párroco, Juan Francisco Morán, ha dirigido a todos los presentes unas palabras de saludo para mostrar su gratitud por la reapertura del templo, después de casi dos años cerrado por obras de rehabilitación y acondicionamiento. Una parroquia «que ha sido visitada por Reyes, grandes del reino, autoridades eclesiásticas y, sobre todo, por el pueblo sencillo que se acercaba al sepulcro del santo patrono de Madrid para venerar y pedir su intercesión». Entre los hitos destacados en la historia de este templo, ha evocado que «tiene el honor de ser la primera iglesia de la ciudad, y una de las primeras de España, donde se hizo voto de honrar a la Inmaculada Concepción de la Virgen el 20 de abril de 1428, recogiendo una antiquísima tradición que existía en la Villa y Corte». Y, en alusión a la capilla dedicada al patrono de Madrid con motivo de su canonización, destruida en un incendio el 18 de julio de 1936, ha dicho: «un triste episodio que fue ocasión para que tres sacerdotes de esta parroquia alcanzaran la palma del martirio testimoniando su fidelidad a Cristo».
En el apartado de agradecimientos, ha citado a «Javier Vellés quien ha trabajado con tanto cierto durante décadas en este monumento histórico». Y a las empresas que han ejecutado los trabajos. Con mención especial a Juan Sánchez Calero y José Damián Bocas Gálvez, presentes en la ceremonia, en representación de Endesa, que acometerá en breve el cambio de toda la iluminación. También ha evocado a «Javier Solana, presidente del Real Patronato del Museo del Prado, y a Miguel Faus director del Museo Nacional del Prado», por los cuatro cuadros donados para que puedan permanecer en el templo. Y a Ana Pastor, «quien comprendió la necesidad de rehabilitar una iglesia tan emblemática para Madrid como es San Andrés». La senadora María Jesús Bonilla; el subsecretario de Estado de Fomento, Mario Garcés, y la actual ministra de la Vivienda y Agenda Urbana, Isabel Rodríguez, también han sido mencionados en un discurso agradecido que no ha querido olvidar a ninguno de los que han hecho posible que el templo luzca hoy con todo su esplendor y belleza.