Madrid

Conferencias cuaresmales en la Parroquia del Buen Suceso

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Durante este tiempo litúrgico de la Cuaresma, la Parroquia del Buen Suceso acogerá unas Conferencias Cuaresmales, enmarcadas en el ciclo “Los lunes del Buen Suceso”. El programa previsto es:

- Lunes 23 de febrero: “La doctrina bíblica sobre la Familia”. Ponente: Aurelio Fernández, sacerdote, Doctor de filosofía por la universidad de Salamanca y en teología por la universidad de Friburgo.

- Lunes 2 de marzo: “Perdón y reconciliación en la Familia”. Ponente: Carlos Aguilar Grande, sacerdote, Doctor en Teología, Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación, Delegado episcopal de catequesis.

- Lunes 9 de marzo: “El inicio de la crisis de la Familia”. Ponente: José Andrés Gallego, Doctor en Filosofía y Letras, Catedrático de Geografía e Historia, Es académico correspondiente de la Real Academia de la Historia de la Academia Portuguesa de la Historia.

- Lunes 16 de marzo: “La Iglesia y la Familia hoy”. Ponente: Jaime Noguera Tejedor. Consultor de empresas, padre de familia, aspirante al Diaconado Permanente, consejero de Ayuda a la Iglesia Necesitada, poeta.

- Lunes 23 de marzo: “La Sagrada Familia”. Ponente: Dr. D. Alberto de la Hera Pérez-Cuesta. Ex-Director General de Asuntos Religiosos del Ministerio de Justicia, consultor del Consejo Pontificio para los textos legislativos, vicepresidente de la Asociación Internacional para la libertad religiosa.

Estas Conferencias Cuaresmales se podrán escuchar en el salón parroquial de Ntra. Sra. del Buen Suceso (c/ Tutor 32) a las 20,00 horas. Habrá servicio de guardería para los niños.

El Arzobispo de Madrid recuerda que “Cuaresma es un tiempo impresionante para mantener la lozanía de la vida y vivir la gracia del Señor”

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El Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro Sierra, presidió ayer una solemne Eucaristía en la Catedral de Santa María la Real de la Almudena con motivo del inicio del tiempo litúrgico de Cuaresma. Concelebraron el Arzobispo de Mérida (Venezuela), Mons. Baltazar Porras, y el Obispo Auxiliar de Madrid, Mons. Fidel Herráez, así como miembros del Cabildo Catedral, los Rectores de los dos Seminarios diocesanos –Conciliar y Redemptoris Mater- y formadores de ambos centros.

“Qué maravilla, dijo Mons. Osoro al comienzo de su homilía, poder comenzar este itinerario cuaresmal con esta orientación que la Palabra del Señor nos regala a todos nosotros, que se manifiesta fundamentalmente en tres direcciones”. En primer lugar, “el Señor nos hace descubrir que tenemos que mantener la lozanía de la vida, y que ésta solamente se puede mantener orientando nuestra vida y dejándonos alcanzar por ese amor misericordioso de Dios que nos está llamando a una conversión sincera y profunda... Mantener la lozanía de la vida. De la vida verdadera. El Señor nos da una oportunidad impresionante en este comienzo del itinerario cuaresmal. En este Miércoles de Ceniza se acerca a nosotros para decirnos, como nos ha dicho el Papa Francisco, que nos dejemos amar por Dios, que el amor de Dios sea el que ocupe nuestro corazón, que la lozanía de la vida sólo se puede sostener y mantener -para nosotros y para los demás- si vivimos de ese amor de Dios, incondicional, que se quiere acercar a todos los hombres. Mantengamos esa lozanía de la vida en Cristo, que en el fondo es vivir en la alegría que nos da la versión que entra en nuestra vida cuando dejamos que ésta sea ocupada por Dios mismo, por ese amor entrañable manifestado en Jesucristo Nuestro Señor”.

En segundo lugar, “acojamos la petición que nos hace el Señor” en la segunda lectura, “y que engendra esperanza”: reconciliaos con Dios. “Aceptemos, acojamos esta petición que engendra esperanza en nuestra vida. Es posible vivir la versión que Jesucristo nos regala y nos entrega, y lo hacemos con su gracia, esa que el Señor nos regala en el sacramento de la Penitencia” y “en la Eucaristía. Sí, esa gracia que el Señor acerca a nuestra vida siempre”. Cuaresma, prosiguió, “es tiempo favorable” y “oportuno” para “acoger esta petición del Señor que engendra esperanza en nosotros y en quienes nos rodean si vivimos de esa gracia que el Señor nos dio dándonos su vida por el bautismo, pero que a menudo estropeamos, y que es necesario volver a recuperar” a través del “sacramento de la reconciliación, y alimentándonos de la Eucaristía, del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Si queremos tener su vida, si queremos crecer siempre en esa vida, alimentémonos de Él”.

En tercer lugar, apuntó, “el Señor nos ha dicho que utilicemos las armas que Él nos da” y que son la limosna, la oración y el ayuno. En cuanto a la limosna, exhortó a “hacer participes a los demás de todo lo que tenemos”, respecto a la oración, invitó a “mantener un diálogo abierto, sincero, con el Señor, escuchando su Palabra, recomponiendo nuestra vida siempre desde su Palabra, dejando que el Señor nos hable, poniéndose en disposición de que el Señor nos ame… Dejemos que el Señor nos dé un abrazo y nos quiera, dejémonos abrazar por Dios, dialoguemos con el Señor”. Sobre el ayuno, animó a recordar que Jesús “es el tesoro verdadero”. “El corazón del hombre, explicó, siempre tiene un tesoro. El problema está en qué tesoro metemos en nuestro corazón. Y es necesario que el ayuno no recuerde que nuestro tesoro es Jesucristo Nuestro Señor”. “Estas armas, afirmó, son las que el Señor nos entrega para vivir la lozanía de la vida, para acoger esta petición de que vivamos de su gracia y reconciliados con Él, en amistad sincera con Él, que es lo que engendra esperanza en nuestra vida. Vivamos con estas armas”.

Conversión
A continuación, hizo alusión a su carta pastoral de esta semana, titulada ‘La cuaresma, tiempo de gracia que elimina la indiferencia’, en la que señalaba “cuatro aspectos que os invitaba a vivir de la conversión en esta Cuaresma”: conversión a Jesucristo, a su discipulado, a la fraternidad y a la comunidad, y conversión misionera y social”.

Conversión a Jesucristo es “volver la vida a Dios, tal y como nos enseña Jesucristo. Escuchemos y meditemos su palabra, hagamos confesión sincera… Esta conversión significa eliminar ídolos”. En cuanto a la conversión a su discipulado, recordó las palabras del Señor, “nadie llega al Padre si no por mí”. Y lo “que nos recordaba el Papa Benedicto XVI: no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o por una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con la persona del Señor. Él es el que nos da un horizonte absolutamente nuevo, diferente, distinto, y nos da una orientación decisiva en la vida”. Respecto a la conversión a la fraternidad y a la comunidad, manifestó que “es constitutivo del encuentro con Jesucristo el crear fraternidad”, por lo que exhortó a no ser “hombres y mujeres de ruptura, de división, de crítica, de desapego de los demás, de eliminar personas de nuestro lado; no hagamos grupos autorreferenciales... La vida está en Cristo, en su iglesia, de la que somos parte todos. La entrega a Dios no es verdadera, y se contradice directa y gravemente, si no es fraterna y comunitaria, porque la única referencia es Cristo… Y esto es lo que construye la Iglesia del Señor”. Por último, invitó a una “conversión misionera y social”, ya que “dar a conocer al Señor es el mejor regalo que podemos hacer a los hombres… Del encuentro con Cristo surge siempre la fascinación. Por eso vamos tras Él, y por eso seguimos sus huellas y sus pasos, y por eso salimos en búsqueda de todos los hombres. Y del encuentro no solamente surge la fascinación, surge la admiración por el Señor. Y en esta admiración está la raíz de una Iglesia que evangeliza atrayendo, como lo hizo el Señor con los discípulos de Emaús”. “Conversión a la misión. Conversión a cambiar el corazón del ser humano, para que lo que existe lo pongamos al servicio de todos”. Algo que, explicó “haremos si somos discípulos misioneros, si nos dejamos fascinar y entramos en la admiración hacia el Señor. Y si hacemos, con obras verdaderas, aquello en Aquel en quien creemos. Nos lo ha dicho el Señor: ‘por sus obras me conoceréis’”.

Cuaresma, concluyó, “es un tiempo de gracia, un tiempo impresionante para mantener la lozanía de la vida, para acoger la petición que nos ha hecho el Señor de vivir de su gracia y para dar un vuelco a la vida utilizando estas armas que el Señor nos ha regalado hoy en el Evangelio. Hagamos estas conversiones e invitemos a que con nosotros vengan otras gentes, otros hombres y mujeres, para hacer este itinerario cuaresmal”.

Cuaresma es un tiempo de gracia que elimina la indiferencia

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La Cuaresma es el tema que aborda en su carta semanal el Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro Sierra, afirmando que es “un tiempo de gracia que elimina de nuestra vida la indiferencia” y “un tiempo privilegiado para realizar una peregrinación interior hacia quien es la verdadera fuente de la misericordia. Nuestro Señor Jesucristo nos acompaña a través del desierto de las pobrezas de nuestra vida que nos hacen caminar por valles oscuros”. “El hombre, asegura, tiene hambre de amor. Un amor que colme su vida, que cuando se acerque a su existencia le llene de felicidad, de gozo y de capacidad para ser lo que es, salir de sí mismo e ir al nosotros”.

“¡El Señor oye el grito del hombre! Es un grito de hambre de amor”. Por eso, Mons. Osoro invita a aprovechar este tiempo de Cuaresma “para volver al amor de Dios y encontrar respuestas para todos los pueblos y todos los hombres”. En Cuaresma, dice, “tenemos la oportunidad y la gracia que nos da al Señor de convertirnos a su favor, es decir, de dejarnos mirar por Él, de mirarlo a Él, y de mirar al hermano como Dios mismo nos mira a nosotros”. “Uno de los desafíos más urgentes de hoy es el de la globalización de la indiferencia; por eso, globalizar el amor de Dios es una respuesta que urge dar y que se ha de convertir en la gran propuesta que los discípulos de Cristo hacemos a todos los hombres. Caminemos acogiendo el amor de Dios en nuestra vida, llenándonos y llenando a los que nos rodean de ese amor” que “puso un límite al mal: la misericordia. Así se ha manifestado el amor divino: es ‘la misericordia’, un amor capaz de extraer de cualquier situación un bien”.

“La Cuaresma, prosigue, nos recuerda que la vida cristiana es un combate sin pausa, en el que utilizamos las armas de la oración, el ayuno y la penitencia. Estas armas nos ayudan a morir a nosotros mismos y a vivir en Dios, a tomar conciencia de nuestro bautismo, a salir de nosotros para abrir el camino del abandono confiado al abrazo misericordioso de Dios. Os animo a vivir esta Cuaresma asumiendo en vuestra vida una estructura eucarística” y “a descubrirla como un tiempo eucarístico en el que nos asomamos y entramos en comunión con el amor de Jesucristo, y aprendemos a difundirlo a nuestro alrededor con cada uno de nuestros gestos, con nuestras obras y con nuestras palabras”. “En esta Cuaresma, prosigue, os invito a vivir cuatro aspectos de la conversión”:

1) Conversión a Jesucristo: “volvamos la vida a Dios tal como nos enseña Nuestro Señor Jesucristo, y como nos recuerda permanentemente la Palabra de Dios. Para ello, escuchemos y meditemos su Palabra, hagamos confesión sincera de nuestros pecados a través del Sacramento de la Penitencia, celebremos y adoremos la Eucaristía, demos la vida con lo que somos y tenemos a los demás. Con estas armas realizaremos la conversión a Jesucristo”, que implica “eliminar ídolos”. “Dios es el sentido último de todo. No podemos escapar a su presencia, ni perder la confianza en un Dios capaz de intervenir en la historia. ¿Qué estoy dispuesto a hacer por Aquel que me ama y desea que el amor que me tiene lo regale a todos los hombres?”.
2) Conversión a su discipulado: “Conocer a Jesucristo y tener su vida es el mejor regalo que hemos recibido en nuestra vida. Seguir a Jesucristo es la raíz y la condición necesaria para toda conversión”.
3) Conversión a la fraternidad y a la comunidad: “Es una dimensión constitutiva del encuentro con Jesucristo y de la conversión a Él. La entrega a Dios no es verdadera y se contradice objetiva, directa y gravemente si no es fraterna y comunitaria. Vivida en una comunidad real, que es diversa y rica en sensibilidades, pero complementaria con todas las vidas de quienes la forman”, donde “son todos de Cristo. Es así como es posible el anuncio del Evangelio”. Esta conversión, dice, “tiene que quitarnos todos los condicionamientos que la vida de gracia desarrolla de un modo luminoso y significativo, potenciando la fraternidad y extendiendo la comunión”.
4) Conversión misionera y social: “Dar a conocer al Señor es el mejor regalo que podemos hacer a los hombres y a la construcción de esta historia. Del encuentro con Jesucristo surge la fascinación” y “la admiración por el Señor, en la que está la raíz de una Iglesia que evangeliza atrayendo”, “como lo hizo el Señor… Solamente entenderemos bien las palabras de Jesús: ‘id por el mundo y anunciad el evangelio’, y las haremos vida siendo discípulos misioneros, si nos dejamos fascinar y entramos en la admiración hacia el Señor. Así iremos por el mundo dando rostro a Cristo y proponiéndole como Camino”.

La Fundación Abundio García Román organiza la XXIV Semana de Doctrina y Pastoral Social

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“Contemplativos en la acción. Oración y compromiso del apóstol” es el tema de la XXIV Semana de Doctrina y Pastoral Social organizada por la Fundación Abundio García Román, en colaboración con el Centro de Madrid de Hermandades del Trabajo.

Dará comienzo el próximo lunes, 23 de febrero, con la conferencia “Contemplativos en la acción”, impartida por Luis González-Carvajal, Catedrático jubilado de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Comillas. Al día siguiente, martes 24 de febrero, Pedro José Gómez Serrano, profesor de la Universidad Complutense de Madrid, disertará sobre “Orar nuestro mundo para acompañarlo según el plan de Dios”. La última ponencia, programada para el miércoles 25 de febrero, correrá a cargo de Antonio Bravo Tisner, sacerdote de la Parroquia San León Magno, que hablará sobre “Oración apostólica: oración que contempla y compromete”.

Las charlas podrán escucharse a partir de las 19,30 horas en el salón de actos de Hermandades del Trabajo (c/Raimundo Lulio, 3).