Como cada primer viernes de marzo, la Basílica del Jesús de Medinaceli es, desde las 12,00 de la noche de ayer, jueves 5 de marzo, un hervidero de miles de fieles devotos del Cristo que hacen colas de varias horas para poder besar los pies de la imagen.
La Misa solemne, a las 12,00 horas, ha estado presidida por el Arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro. A su llegada al templo, ha acudido como un fiel más a besar los pies del Jesús de Medinaceli, antes de dar comienzo a la Eucaristía. Con Mons. Osoro han concelebrado los Vicarios Episcopales para la Vida Consagrada, Joaquín Martín Abad, y de la III, Alfonso Lozano, y el Maestro de Ceremonias de la Catedral, Andrés Pardo. A la Misa han asistido cientos de fieles, entre los que se contaban los Hermanos Mayores de la Archicofradía del Jesús de Medinaceli, y miembros de la Casa Ducal de Segorbe.
Mons. Osoro ha comenzado su homilía saludando al Provincial de los Padres Capuchinos, responsables de la Basílica, presente en la ceremonia. A continuación, ha destacado que era la primera vez que participaba como Arzobispo de Madrid en esta celebración. “Cuando antes llegaba, y daba el beso a esta imagen tan querida por los madrileños, yo le decía al Señor que daba ese beso llevando en mí a todos los que creéis, a los que estáis aquí y a los que no han podido venir hoy, pero que también llevaba a todos los que viven en este territorio de nuestra archidiócesis de Madrid, para que el Señor me envíe como sucesor de los apóstoles para anunciar el Evangelio y acercar al corazón de cada uno de los hombres a Jesucristo. Y en ese beso estaban todos: los que creen y los que, por las circunstancias que tienen, no creen”. Por eso, ha pedido al Señor “que acoja a todos y que, de alguna manera, hoy haga verdad lo que para nosotros es ciertamente una evidencia”, y es que “todos los hombres descubran aquellas palabras de Jesús cuando nos dice: ‘Venid a mí todos los que estáis fatigados y agobiados, y yo os aliviaré’. Venid a mí los que queréis dar sentido profundo a vuestra vida, los que necesitáis algo. Sabed que yo soy el rey…”.
Jesús ama de verdad
A continuación, ha recordado el poema “que tantas veces habréis oído” referido al Cristo de Medinaceli: No es devoción falsa y loca / traer besos en la boca / nacidos del corazón / es como mejor se invoca / y, a la vez, se otorga un don. Y ha afirmado que “el beso es manifestación de amor. El beso de los fieles a la imagen de nuestro Padre Jesús no es falsa devoción, es la prueba externa de un amor que se lleva dentro, de una confianza que se tiene en Él”. “Cuando vemos estas filas interminables de hombres y mujeres que se acercan a venerar y a tocar esta imagen, ha añadido, no puedo menos de recordar aquellas escenas evangélicas donde multitudes querían ver y tocar al Señor. Sí, el ser humano necesita amor. El que ama de verdad es Jesucristo, Él ama sin condiciones. Todos podemos acercarnos a esta imagen y besar ese pie, porque sabemos que se lo hacemos a Él de verdad. Besar ese pie. Besarle. Porque sabemos que Él nos comprende y no nos pone ninguna condición para acercarnos a Él”.
En alusión a la Palabra del Señor proclamada, ha invitado a los fieles a reflexionar sobre “tres cosas: miradle a Él, amad como Él y escuchadle a Él”.
En primer lugar, “miradle a Él … Miradle porque, como nos ha dicho el profeta Daniel, sólo a Él se le ha dado el poder, el dominio, sólo Él es eterno y sólo Él nos hace a nosotros eternos. Sólo Él nos ofrece un reino que no termina, un reino de amor, de justicia y de verdad”. Un reino que “tenemos en nuestro corazón”. Por eso, “si acogemos a Jesucristo nuestro Señor, el reino se implanta ya en este mundo. Se implanta la verdad, la honradez, la vida, el amor, la misericordia, el perdón, la ayuda, la entrega, el servicio, la donación… ¡Miradle a Él!”.
En segundo lugar, “amad como Él”. “Aquél que nos ama, nos decía la lectura del Apocalipsis, nos ha librado, nos ha devuelto la vida. Y podemos vivir como hermanos. Cuando acogemos a Jesucristo en nuestro corazón y en nuestra vida, se rompen todas las cadenas que nos atan; se rompe la envidia, el odio, la división, la falta de amor, el no considerar al otro como lo que es, imagen de Dios… Aquel que nos ama, que es Cristo, que lo ha demostrado hasta dando la vida por nosotros, rompe las cadenas para que amemos como Él”. Ha asegurado que “esta tierra necesita para transformarse la fuerza del amor de Cristo”. “No globalicemos el odio, la mentira, el descartar a gente… Globalicemos aquello que nos une, lo que nos hace familia, lo que nos hace interesarnos por los demás, lo que nos une. Ese es el amor de Jesucristo. Por eso, amad como Él”.
Y, por último, “escuchadle a Él. lo habéis visto en el Evangelio, donde Jesús nos dice ‘sí, yo soy rey, para esto he nacido, soy testigo de la verdad del hombre, de la vida, y todo aquel que me escucha es testigo de la verdad’. Podemos vivir de muchas palabras, orientaciones, pero qué maravilla, qué importancia, qué fuerza tiene vivir de la palabra que viene de Jesucristo. De esta palabra que nos ha dicho que nos amemos los unos a los otros como Él nos ha amado. O que nos dice que Él es el camino, la verdad y la vida. Hoy el ser humano busca por todos los lugares ser feliz, tener salidas… El Señor nos ilumina. Él es el camino, así que entremos por este camino, no por otros. Él es la verdad y la vida, escuchadle a Él”.
“En esta primera visita que hago a este santuario, en la que predico delante de esta imagen, os quiero dejar este mensaje: miradle a Él siempre, amad como Él, escuchadle a Él. Ahora, en el misterio de la Eucaristía, quiere entrar en nuestra vida, agarrar nuestro corazón y hacerle grande como el de Él para que globalicemos en este mundo su amor, su vida, su bondad, su fuerza, su entrega, su servicio… Acojamos así a Jesucristo”, ha concluido.
A última hora de la mañana, la Reina doña Sofía ha acudido a besar el pie del Cristo de Medinaceli, cumpliendo así con la tradición de la Casa Real. Y a primera hora de esta mañana, se ha acercado a besar los pies de la imagen del Jesús de Medinaceli la alcaldesa de la ciudad, Ana Botella. También ha pasado por la Basílica el Ministro del Interior, Jorge Fernández.