Madrid

Javier Lorenzo, guionista de 'Libres', en el curso de actualización pastoral para sacerdotes: «Es algo precioso que den voz y escuchen a los no curas»

Cuando a Javier Lorenzo le propusieron hacer el guion de Libres acababa de asistir a la toma de hábito como religiosa de clausura de una mujer que no tuvo a sus padres con ella porque no estaban de acuerdo. Él acaba de tener a su quinto hijo, una niña después de cuatro niños. «¿Y si tu hija se mete a monja?», le preguntaron. «Bueno, que se vaya de casa, no volver a verla; y una hermana me dijo: "creo que todavía no has entendido esto"».

Así ha comenzado Lorenzo su ponencia en las VII Jornadas de actualización teológico-pastoral para sacerdotes, celebradas desde el lunes 29 de enero en la Universidad San Dámaso. Con el lema Conversión y reconciliación, concluían este miércoles, 31 de enero. El primer planteamiento sobre este documental de monjes y monjas, ha continuado el guionista —también director de La Noche del 24— fue «qué queríamos contar». Como dice el Papa Francisco de los religiosos de clausura, «sois los faros que iluminan el mundo de hoy». Ese fue el punto de partida, «¿cómo es de eficaz la oración de unos monjes de clausura en el mundo?».

La primera persona con la que hablaron fue un sacerdote que quería entrar en una comunidad religiosa. Y Lorenzo, reconoce, le pinchó: «Es más útil un sacerdote en una parroquia que en un convento». «La vocación del monje no es a rezar por los demás —le respondió—, sino a estar con Dios. Su vocación es a ser, no a hacer». «A mí esa frase sencilla me volvió bastante loco». Y se dio cuenta de que «no estábamos enfocando bien el documental». «Intentábamos mirar la realidad de los monasterios desde la lógica del mundo, que es “algo vale en la medida en que es útil”, entonces teníamos que demostrarle al mundo que los monasterios son útiles, para que se dé cuenta de que tienen valor».

La película le ayudó a ser consciente de que «como padre buscas qué hacer con tus hijos para hacerlo bien». Pero «a lo mejor no hay manera de hacerlo bien, sino de darme cuenta quién soy». Y en este punto ha aludido a una frase que escuchó en una conferencia sobre educación: «Agradezco a mis padres que se ocuparan más de su fe que de la mía, porque los hijos no te escuchan, pero te miran». Así, «para hacer el guion vamos a partir de quién soy; y me di cuenta de que todo lo que soy se me ha dado como un don». Y de aquí surge un «gracias; todo cambia porque si uno empieza el día dando gracias, todo se vuelve muy fácil». Esto lleva a ver todo «como un regalo«, y partir de esta gratitud «a mí me llevaba a quitarme muchos pesos». «En lugar de juzgarme, empiezo dando gracias y mirando a Cristo, no a mí».

Javi Lorenzo san damaso fondo

Se habla poco del pecado

Aquí ha enlazado Lorenzo con el tema del curso: «Creo que en la Iglesia a veces hablamos mucho de ser buenos, de ser mejores, de hacer las cosas bien y quizá hablamos poco del perdón y de la reconciliación». De hecho, ha señalado cómo en el cine católico «es algo que no se quiere mostrar». Sí a los santos, «como superhéroes, pero yo presento historias que hablan del ser humano que es pecador y la misericordia que les salva, y no quieren mostrarlo». «Da miedo mostrar el pecado, y creo que es un error» porque «Dios nos perdona, y hay que hablar de esto». En estos monjes, Lorenzo vio gente «que tiene una paz, una sencillez y una humildad que a mí me ha asombrado mucho». «Y no dan lecciones, solo hablan de lo que les ha pasado». «Lo que importa es el testimonio», «lo que Dios hace en tu vida, no lo bueno que eres o lo bien que te explicas». Y vuelve a la pregunta del inicio: «¿Y si tu hija…? Pues sigo sin entenderlo muy bien, pero no puedo dudar de lo que he visto, que es el rostro de estas monjas y monjes y la felicidad y paz que transmiten; una plenitud de lo humano que es brutal».

El guionista valora muy positivamente el poder hablar en un foro de sacerdotes: «Es bueno que escuchen también la realidad de los laicos, de los matrimonios, porque de esas experiencias aprenden mejor a cuidar a su pueblo». Por eso, considera «algo precioso que den voz y escuchen a los no curas».

Las jornadas han sido clausuras por monseñor Jesús Vidal, obispo auxiliar de Madrid, que ha querido recoger una de las ideas de Lorenzo al asegurar que «para poder ser ministros de la conversión y la reconciliación, primero hemos de preocuparnos de nuestra fe». Así, ha animado a los sacerdotes presentes a ser «conscientes de que somos del Señor y estamos al servicio de la comunión, y porque somos suyos, estamos para los hombres».

Javi Lorenzo san damaso general

María Jesús Hernando presenta el testimonio de los misioneros en una nueva sesión del VIII Curso Anual de Catequistas

El jueves 15 de febrero tendrá lugar una nueva sesión del VIII Curso Anual de Catequistas organizado por la Delegación episcopal de Catequesis con el tema El testimonio en la catequesis y en el catequista, que en esta segunda parte está girando en torno a El testimonio en la catequesis.

Con el título El testimonio de los misioneros, que anuncian la fe sin cesar, la ponencia será impartida por María Jesús Hernando, misionera, delegada episcopal de Ecumenismo y diálogo interreligioso de Getafe.

Como es habitual, la disertación se podrá escuchar de 17:00 a 18:15 horas, en doble modalidad:

  • Presencial. Salón de actos de la parroquia San Juan de la Cruz (plaza San Juan de la Cruz, 2).
  • Virtual. A través del canal de YouTube de la DEC.

Más información en el telf. 91 454 64 45. Email: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.. Inscripciones en este enlace.

Solidaridad interparroquial entre San Antonio de las Cárcavas, en Valdebebas, y San Ramón Nonato, en Puente de Vallecas

Lo que empezó como un comentario sencillo durante una comida de confraternidad sacerdotal ha acabado en una gran campaña de solidaridad interparroquial. Miguel Caballero, párroco de San Antonio de las Cárcavas, en Valdebebas, coincidió con su compañero de curso José Manuel Horcajo, párroco de San Ramón Nonato, en Puente de Vallecas, en la comida que hace su promoción todos los años en Navidad. El primero le contó al segundo cómo la gente le lleva a la parroquia, para quien lo necesite, cosas que ya no usan de sus niños: carritos de bebé, cunas, ropa, juguetes… Y el segundo le reconoció que eso les vendría fenomenal en la suya.

«Valdebebas está creciendo muchísimo y hay muchos niños, pero esos niños también crecen», señala el párroco de las Cárcavas. Comenta que iba mucha gente a verle y a decirle «si nos podían dejar carritos», por eso sabía que, si organizaban una recogida para la parroquia de Vallecas, daría fruto. Quizá lo que no esperaban era la respuesta tan generosa. «Lo pusimos en nuestras redes y se ve que fue rulando», porque el salón parroquial del sótano se les empezó a llenar de cosas. Unos 10 metros de ancho por 15 de largo hasta arriba. «Ha donado gente de la parroquia y gente de fuera, con fe y sin fe, vecinos que se enteraron por sus asociaciones de vecinos… Me consta que ha venido mucha gente».

El pasado lunes, 29 de enero, se hizo el traslado. De la parroquia San Ramón Nonato fueron en una furgoneta y dos coches con los que hicieron siete viajes para poder trasladarlo todo. Es esta una iglesia con mucha actividad pastoral y atención a los desfavorecidos. José Manuel Horcajo, su párroco, señala cómo la Providencia actuó en este caso: «De la amistad sacerdotal ha salido este pequeño milagro. Hubo una oportunidad y una necesidad». Además, valora el hecho de que «unos feligreses tan alejados se encuentren» y señala que esto ha sido el comienzo de una buena amistad interparroquial. Ya han diseñado una Operación Kilo y una Operación Bebé y encuentros de testimonios para que los unos puedan agradecer y los otros conocer. «Detrás de una donación de objetos hay una donación personal y un rostro, y la misma dignidad es la de quien da como la de quien recibe».

El cardenal Cobo en la «Vigilia de la Luz» en Roma: «Necesitamos a la vida consagrada para acompasar el ritmo de nuestra fe al ritmo de Dios»

«Padre, merece la pena entregar la vida y construir la Iglesia con estos que consagras. Aquí los tienes son tuyos y se asocian a mi entrega». Con estas palabras el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, comenzó su homilía con ocasión de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, y en la víspera de la fiesta de la Presentación del Señor, en la Iglesia Nacional Española de Roma. En esta «Vigilia de la Luz», dirigida a todos los consagrados y consagradas, especialmente a los de lengua española que residen en la capital italiana, el cardenal ha explicado que «la vida consagrada que hoy acogemos es un regalo de Dios». «Sois consagrados por ser un gran regalo de Dios Padre a su hijo Jesucristo. Cada uno de vosotros y vosotras sois esa ofrenda que acoge el Hijo».

El arzobispo de Madrid ha profundizado en «las claves que hoy se nos ofrecen para afrontar este tiempo nuevo donde podemos renovar nuestra consagración, como luz en medio de tantas tinieblas». La primera, ha explicado, «aprender a ofrecer y dar gracias por lo que Dios nos entrega. María y José ofrecen al hijo, nosotros estamos llamados a hacer lo mismo: ofrecer al Cristo que crece en nosotros sin apropiaciones, acogiendo su ritmo y su centralidad». La segunda, «entregar la ofrenda de los pobres: un par de tórtolas o dos pichones. Ellos no tenían para hacer la ofrenda de los acomodados, que erala de un cordero. Pero Dios les dio la posibilidad de tener en brazos al auténtico “cordero que quita el pecado del mundo”, y eso es lo que ofrecieron». Por eso, ha dicho, «la vida consagrada está llamada a hacer la ofrenda de los pobres y a presentar, como María y José, a Cristo, pobre y pequeño, entre sus brazos». «Aprender a reconocer a Cristo y para sostener la esperanza»

Para eso, ha dicho, «necesitamos de vosotros los ojos de Simeón para acompasar el ritmo de nuestra fe al ritmo de Dios, para aprender a reconocer a Cristo y para sostener la esperanza tal y como lo hacen los pobres». Simeón, al contemplar al Niño «no pide nada más» porque «sabe que la promesa se ha cumplido y que el Señor le ha hecho tocar la cima de la plenitud. Ya toca la eternidad. Es la contemplación de que su espera ha merecido la pena porque ya ha visto en la semilla el destino y ha tocado la suerte del pueblo y de todas las naciones».

Simeón es imagen de los creyentes «que caminamos en pequeñas comunidades escuchando la Palabra. Simeón somos tú y yo, que recibimos y celebramos la Palabra cada día». Por eso, subrayado, «con Simeón y Ana renovamos ese don de la vida consagrada de “estar al pie del cañón” día a día, esperando. También aprendemos en la vida consagrada a “tomar en brazos a Jesús”, niño y pequeño y bendecir a Dios. Sí, bendecir, no quedarnos ni mirar atrás». Todo esto, ha proseguido, «significa abrazar a Jesús y no a otras cosas que podamos llevar en brazos.  Abrazar a aquel que es “signo de contradicción” y que necesita nuestro cuidado y nuestro acompañamiento en su crecimiento».

«Ni números ni éxito, sino reconocer la fecundidad de lo pequeño»

La fecundidad de la consagración «no está en los números, ni en el éxito, sino en la capacidad de ayudarnos a reconocer la fecundidad de lo pequeño y de poder sostener la pobreza, la castidad y la obediencia de Cristo en nuestros brazos». Vosotros, les ha exhortado para concluir, «sois peregrinos del futuro en el Espíritu desde vuestra experiencia de ofrenda y comunidad. Ayudáis a la Iglesia a caminar hacia el futuro, especialmente en este tiempo de ahondamiento en la experiencia sinodal. Vuestra vida comunitaria, vuestro aprendizaje en el discernimiento, vuestra manera de centrar comunitariamente la escucha de la palabra serán ofrendas que nos ayudarán a todos a acoger estas miradas de Simeón y Ana».