Madrid

Daniel Escobar, delegado de Liturgia: «La Misa Crismal es la celebración más importante que tiene el obispo con el pueblo de Dios»

  • Titulo: Infomadrid/ M.D.Gamazo
  • Firma: Daniel Escobar, delegado de Liturgia: «La Misa Crismal es la celebración más importante que tiene el obispo con el pueblo de Dios»
  • Fin Agenda: 26-03-2024

Este Martes Santo, 26 de marzo, a las 12h, se celebrará en la Catedral de la Almudena la Misa Crismal con la bendición de los Santos Óleos y la consagración del Crisma que después serán utilizados para administrar los sacramentos durante la Semana Santa. Asimismo, el presbiterio diocesano concelebrará y renovará sus promesas sacerdotales.

«En este Martes Santo - explica Daniel Escobar, delegado episcopal de Liturgia - tiene lugar en la diócesis de Madrid la Misa Crismal y desde hace muchos años se hace en el Martes Santo, aunque es una celebración que está prevista para el Jueves Santo por la mañana, porque es el día en el que se instituyó el sacerdocio ministerial. Pero, para facilitar que los sacerdotes y el pueblo de Dios puedan acudir, en nuestra diócesis es más sencillo hacerlo el Martes Santo, ya que la gran afluencia es central».

«La Misa Crismal - recuerda - es probablemente la celebración más importante que tiene el obispo con el presbiterio y con el pueblo de Dios, porque en ella además se va a consagrar el Crisma y se van a bendecir los óleos. Las lecturas y las oraciones de esta celebración hacen constantemente referencia tanto al sacerdocio como a otro gran tema: la unción».

«El óleo - prosigue Daniel - va unido a la unción. Jesucristo es el ungido de Dios. Escucharemos la lectura del profeta Isaías, del capítulo 61, donde dice que el Mesías es el ungido para anunciar la Buena Noticia a los pobres, para curar a los enfermos y para devolver la libertad a los cautivos. Un pasaje que se repetirá en cierta manera con el texto del Evangelio, en el que Jesús pronuncia el discurso en la sinagoga. Y, por otro lado, la segunda lectura, que es del Apocalipsis, se centra en el sacerdocio real de los fieles».

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La unción, signo de elección del Señor

El delegado episcopal de Liturgia recuerda que «el hecho de que la Iglesia utilice la unción, ya sea con el Santo Crisma, con el óleo de los catecúmenos, o con el óleo de los enfermos, que se consagrará y bendecirá en esa celebración, procede del Antiguo Testamento: los reyes y profetas eran ungidos. Eso es una marca, un signo de elección del Señor. Al mismo tiempo, es un signo de fortaleza. El aceite da fortaleza, da agilidad y da una protección también frente a los enemigos. Evidentemente, esa protección frente a los enemigos la hemos espiritualizado y en realidad se convierte en un signo de protección frente al mal, y también en un signo de consagración».

«De este modo - prosigue - tenemos que distinguir entre los tres óleos. En primer lugar, el Santo Crisma, que es un signo de consagración. Se unge con el Santo Crisma a los que reciben el sacramento del bautismo, en la cabeza; los que son sellados con la confirmación, marcados con el Espíritu Santo; también los que son ordenados presbíteros, en las manos, y los obispos en la cabeza. Y, luego, además también se unge con el Crisma el altar y la nueva iglesia cuando son dedicados. Todo ello hace referencia a un vínculo especial con Dios de las personas que son ungidas. En la Misa Crismal, el obispo, junto con el presbiterio, va a consagrar ese Crisma».

«Además - apunta Daniel - tenemos los óleos. El óleo de los catecúmenos se da a los niños o a los adultos que van a recibir el sacramento del bautismo, como una fuerza para prepararse, para unirse al Señor, y también para rechazar el pecado. Y, por otro lado, tenemos el óleo de los enfermos. En este sentido, la carta de Santiago propone ungir a los enfermos para liberarlos o aliviarlos en la enfermedad, tanto de cuerpo como de alma, y también para obtener el perdón de los pecados. Son los tres óleos que forman el núcleo más importante de esa celebración».

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Renovación de las promesas sacerdotales

Otro elemento que resalta, «característico de esa celebración», es el hecho de que, «junto con la consagración y la bendición de los óleos, también nosotros, los sacerdotes, hacemos la renovación de las promesas de nuestra ordenación. Ello no significa que exista una necesidad de renovar, como si las promesas caducaran, sino que es más bien un signo de comunión. La celebración más importante, o de las más importantes presididas por el obispo, también es un signo de comunión con Él y entre todo el presbiterio. Por eso, los sacerdotes renovamos nuestras promesas: en primer lugar, de unir y configurar con Cristo nuestra vida más profundamente y, en segundo lugar, la promesa de dispensar los misterios de Dios: la Eucaristía, los demás sacramentos, la predicación de la Palabra y todo aquello que los sacerdotes realizamos habitualmente».

«Para concluir esta renovación de las promesas, está la oración de los fieles, donde ya participa todo el pueblo santo de Dios, que va a orar particularmente por el obispo y por los presbíteros. En un momento dado, el obispo pide: “y ahora orad por vuestros presbíteros”. Y después escucharemos: “rezad también por mí”. Tanto el obispo como los presbíteros necesitamos también de la oración de todo el pueblo santo de Dios. Y esto también da un sentido muy fuerte de pertenencia a la Iglesia concreta a la que servimos. Es un momento particularmente intenso, por lo tanto, del ejercicio del sacerdocio, no solamente ministerial de los sacerdotes, sino del sacerdocio bautismal de los fieles, que oran y piden también por sus sacerdotes y por su obispo», finaliza.

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Así será el 'Viacrucis. El musical' en la catedral de la Almudena: «Son muchas las personas que llevan grandes cruces»

  • Titulo: Infomadrid/Sandra Madrid
  • Firma: Toño Casado invita a los madrileños a ver 'Viacrucis. El musical' en la catedral de la Almudena: «Cantaremos y rezaremos para las personas que llevan grandes cruces»
  • Fin Agenda: 20-03-2024

¡Ven a la catedral de la Almudena, el miércoles santo, a las 19:00 horas, a vivir un Viacrucis muy especial!. «El Via Crucis, presidido por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, será un momento de luz, de música pero sobre todo de oración», afirma el sacerdote Toño Casado.

Tal y como ha explicado el sacerdote, en el 'Viacrucis. El musical' «cantaremos, rezaremos y acompañaremos a las personas de Madrid que llevan grandes cruces con valor y con dignidad [...] durante hora y media, seremos los cirineos que, al lado de Jesús, recordaremos ese camino de piedad, de solidaridad, de hermandad que es el viacrucis; que es el camino de nuestra vida y la de Jesús».

Por ello, si alguien ha podido ver en otras ocasiones ‘Viacrucis. El Musical’, «este será diferente ya que el pueblo participará en la representación». Asimismo, destacan las voces y la interpretación de cinco actores que participan en grandes musicales: Adrián Salcedo (Jesús), Inmaculada Mira (Virgen María), Guillermo de Quintos (Cireneo) y Mª José Garrido (Verónica). La entrada será gratuita hasta completar el aforo.

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Pedro Javier Carrasco, párroco de Buitrago: «La Semana Santa en la sierra se vive con tradiciones antiguas que han pasado de padres a hijos»

  • Titulo: Infomadrid / M. D. Gamazo
  • Firma: Pedro J. Carrasco, párroco de Buitrago: «La Semana Santa en la sierra se vive con tradiciones antiguas que han pasado de padres a hijos»
  • Fin Agenda: 25-03-2024

Comenzamos la semana más importante en la vida del cristiano: la Semana Santa. Un tiempo que en lo religioso se inicia con el Domingo de Ramos, y continua con las celebraciones del Triduo Pascual. Y que, para muchos, viene asociado con unos días de descanso que muchos aprovechan para volver a sus pueblos. Como los de la Sierra Norte madrileña.

Pedro Javier Carrasco, párroco de Buitrago de Lozoya, explica que «la Semana Santa en la Sierra Norte en general se vive con tradiciones antiguas que han ido pasando de padres a hijos. La Semana Santa da el inicio a muchas familias que vuelven a abrir las casas que se cerraron en verano. En Buitrago, tanto los que viven durante todo el año, como los paisanos que vuelven estos días al pueblo y los visitantes que se acercan estos días, todos se unen para vivir, sobre todo el Triduo Pascual, con mucha devoción».

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Reconoce que «cuando la Semana Santa se celebra a mediados de abril, se nota que hay más gente que cuando cae en marzo, porque aún el tiempo no es del todo bueno. Pero, en su mayoría, todos los pueblos de la zona aumentan su población en estos días».

Como preparación a la vivencia de este tiempo litúrgico, este sábado han tenido un viacrucis en el que han participado fieles de todo el arciprestazgo, y que ha concluido con una celebración de la penitencia en la parroquia de Buitrago. «Esta iniciativa de realizar un viacrucis arciprestal surgió en el año de la Misericordia, ya que la parroquia de Buitrago fue templo jubilar. Desde entonces, excepto durante la pandemia, se ha venido realizando todos los años. Ha habido ocasiones en las que nos ha nevado, ha granizado o, como este año, que ha hecho un tiempo muy bueno. A pesar de todo, la participación de los fieles de la zona es bastante buena. Y sobre todo anima mucho tener esa celebración penitencial de clausura, entre muchos sacerdotes del arciprestazgo, que ayuda a comenzar la Semana Santa con la gracia de Dios»

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Vivir unidos a otras personas

Durante los días del Triduo Pascual, algunas parroquias de esta zona madrileña se verán animadas con la participación y ayuda de familias, como es el caso de Braojos de la Sierra, o de un grupo de 25 jóvenes de Cursillos de Cristiandad, en La Hiruela y Puebla de la Sierra. «Para los pueblos más pequeños -asegura-, que en estos días venga algún grupo, contribuye a animar las celebraciones que, muchas veces, por la falta de gente, se ven más empobrecidas. Cuando llegan grupos que pueden acompañar con sus cantos, o aunque solo sea su sola presencia, ayuda a vivir estos días unidos a otras personas».

La localidad más grande, Buitrago del Lozoya, goza de una buena afluencia de fieles devotos, que participan en las celebraciones. Y cuenta con varios desfiles procesionales. «La primera procesión que tenemos, y que abre la Semana Santa, es la de ramos y palmas que hemos vivido este domingo, y que se realiza desde la plaza del ayuntamiento hasta la parroquia. Hay mucha participación y es día muy festivo. Después, el Jueves Santo, se celebra un viacrucis de niños que ayuda a los más pequeños a vivir y participar en algo propio de ellos. Pero la procesión más bonita de todo el año tiene lugar el Viernes Santo: es la del Santísimo Cristo de los Esclavos y María Santísima de las Angustias. Con una banda de música que acompaña los pasos, que son portados por costaleros en el del Cristo y costaleras en el de la Virgen, y con muchísima participación. El anochecer del Viernes Santo se llena de una estampa preciosa, que discurre entre las calles y murallas del casco antiguo del pueblo», concluye.

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Pedro Luis López, párroco de San Ildefonso: «En estos días santos, intentemos ir al Misterio»

  • Titulo: Infomadrid/ M.D.Gamazo
  • Firma: Pedro Luis López, párroco de San Ildefonso: «En estos días santos, intentemos ir al Misterio»
  • Fin Agenda: 25-03-2024

Pedro Luis López, párroco de San Ildefonso y Santos Justo y Pastor, nos habla en este Lunes Santo de la religiosidad popular que se respira en estos días de la Semana Santa.

Y lo hace aludiendo a la celebración que tuvo lugar este Domingo de Ramos: «En comunión con toda la Iglesia - dice el sacerdote -, comenzamos con toda solemnidad la semana grande del año cristiano: la Semana Santa. Y lo hacíamos conmemorando la entrada triunfal del Señor en la ciudad santa de Jerusalén. Aquí, en Madrid, desde el año 2016, tenemos la suerte y la dicha de comenzar en la iglesia madre, que es en la iglesia catedral. Ese día, desde ahí, se abren las puertas para que el Rey, humilde, manso, montado en un burro, salga y entre, no solo en nuestra ciudad de Madrid, sino también en nuestros corazones».

«En estos días - confiesa - llama la atención la cantidad de gente, de miles y miles de personas, que salen a la calle a contemplar, no solo este paso del Señor en la Borriquita, sino también los que procesionan a continuación. En el Domingo de Ramos, por ejemplo, la procesión del Silencio o la de los Estudiantes. Pero, luego, todos los desfiles procesionales que habrá a lo largo de la semana».

Y es que, asegura, «el pueblo santo de Dios vive así eso que llamamos la religiosidad popular, que no es otra cosa que el pueblo sencillo, la gente que siente en su corazón el amor de Dios, pues necesita manifestarlo. Y necesitan expresarlo haciendo esto que yo llamo ‘la fiesta de la fe’».

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Fiesta de la fe

«Algo que yo inculco continuamente, tanto a la Hermandad de la Borriquita, con sede canónica en mi parroquia, como a las otras hermandades que nos visitan continuamente, es que pensemos que las procesiones no son desfiles», advierte. «No salimos a lucirnos. A ver quién lleva el paso más hermoso, la saya o el manto ni el cortejo más grandioso… Porque no vale para nada. Eso es muy mundano. Salimos para hacer fiesta. La fiesta de la fe», insiste.

«Salimos para mostrar a todo el mundo el tesoro de nuestra fe. Tenemos la fe más hermosa que se puede celebrar. Un Dios locamente enamorado de los hombres… Él nos ha creado. Nos ha hecho para sí. Y, por eso mismo, no puede vivir sin nosotros. Y nos ha entregado lo mejor de sí mismo: a su propio Hijo. Lo ha hecho hombre. E incluso ha hecho que muera por nosotros. Ese es el Misterio santo que celebramos durante estos días, y lo vamos expresando en estos pasos tan impresionantes».

«Todo esto - afirma - lo hacemos movidos por el amor de Dios y por el amor a los hermanos, para mostrar el amor que Dios nos tiene». Aunque, señala, «a veces nos podemos quedar solo en lo superficial. En lo vistoso. Como los turistas, que contemplan nuestras procesiones, y les llaman la atención, porque hay luz, color, sonido y es todo muy vistoso».

«Por eso -prosigue- hago también un llamamiento a los miembros de las hermandades y cofradías y a los creyentes, a los profundamente creyentes, para que no se quede solo en eso. Que intentemos ir al Misterio. Porque eso es el dedo que muestra el amor de Dios. Ese amor grande que Dios nos tiene. Y, para lo cual, necesitamos estar en continuo ejercicio de conversión, evitar las envidias, las rivalidades… Mostrar que somos hermandades, cofradías…. Que nos queremos, que nos amamos, que queremos ayudarnos, que queremos ayudar a los demás, especialmente a los más pobres y necesitados. Y que queremos mostrar al mundo, repito, esto, que es lo más hermoso: el tesoro de nuestra fe. Jesucristo muerto y resucitado».

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Celebrar la liturgia

Aprovecha para hacer un llamamiento: «Que, en esta Semana Santa, no nos quedemos solo en lo externo. Que es importante, claro que sí. Pero no nos centremos solo en las procesiones y en los ejercicios piadosos que se hacen durante estos días. Sino que luego también celebremos la liturgia, porque ahí está la verdad de lo que cada Paso procesional representa. La Misa de la Cena del Señor, la Eucaristía, la presencia del Señor, que derrama su sangre, o que se hace pan para que todos los hombres… Contemplar la cruz como lo que es: el abrazo de Dios. Y, es que, tanto amó Dios al mundo que ha dejado a su hijo con los brazos abiertos en la cruz, para acogerlo, para amarlo…».

Unas celebraciones litúrgicas, añade, «que culminan en el gran día de la Vigilia Pascual y en el Domingo de Resurrección. Y que a veces, por desgracia, pasan sin pena ni gloria. Y es una lástima. Porque es el momento más importante de todo el año litúrgico, el que no deberíamos perdernos por nada del mundo. Porque, como el mismo Señor nos acaba de decir en el Evangelio del V domingo de Cuaresma, el grano de trigo tiene que caer en la tierra y morir para dar vida. Y es lo que Él ha hecho: ha muerto. Pero ha muerto para vencer a la muerte. Él se ha entregado, se ha roto, para recomponernos, para restaurarnos y, sobre todo, para darnos vida, la vida eterna. Para que se abran las puertas del reino de los cielos». En este sentido, indica que «es muy significativo ese velo del templo que se rasga: para mí es el gran signo de la gloria del Señor que nos añora. Y que, por eso, nosotros vivimos la muerte, no como un fin dramático, sino como todo lo contrario: como la siembra de vida. Jesucristo ha muerto, pero ha resucitado y nos ha abierto las puertas de la vida eterna. A él la gloria y el poder, por los siglos de los siglos, amén», concluye.

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