La parroquia San Juan de Dios del barrio de la UVA de Vallecas, dentro de la Villa del mismo nombre, celebra este viernes, 8 de marzo, la fiesta del santo titular del templo. Su párroco, Gonzalo Ruipérez, asegura que «después de cinco siglos, san Juan de Dios sigue estando de actualidad. Y es que este santo, que es patrono de todos los hospitales, de los enfermeros y de los bomberos del mundo entero, se entregó por entero a los enfermos creando hospitales y haciendo mucho bien, especialmente a los más necesitados».
«Este santo andariego -prosigue- recorrió diferentes lugares hasta que fue a parar a Granada. Allí conoció a nuestro gran san Juan de Ávila. Y, al escuchar una homilía suya, se convirtió». «De espíritu apasionado -continúa-, y contemporáneo de san Juan de Ávila, asistió a una predicación del santo abulense. Y, al salir de la misma, despierta de modo volcánico su corazón y su vida cambia. Ve la problemática que vivían en su época los enfermos que estaban en hospitales, en especial aquellos que en su día eran considerados locos, como él. Porque él también fue tachado de loco, e ingresado en un hospital. A partir de esa experiencia personal, aprendió a sufrir. Y, con la conversión que experimentó al oír a san Juan de Ávila, empezó a crear lugares de acogida para aquellas personas que eran consideradas locas en un siglo XVI en el que la pobreza era algo general. Poco a poco se suman a él otros discípulos. Y así surgen los Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios».
Para Gonzalo Ruipérez, «el carisma del santo estaba centrado en la acogida. En no dejar de hacer el bien, en especial a los más necesitados. Sobre todo, en los hospitales. Y, todo ello, desde el amor de Dios. Yo creo que esto es un don de la Iglesia que brilla, de manera especial, en el rostro de san Juan de Dios: el de cuidar y visitar a los enfermos». Por eso, añade, «san Juan de Dios aporta hoy en día la figura de un santo: vivo en la comunión de los santos, en el recuerdo y en la celebración. Y nos sigue haciendo presente cómo la Iglesia sigue animando a todo hombre para que cuidemos de nuestros enfermos de modo gratuito, en especial a quien más lo pueda necesitar». Y, su mensaje, «es el de una vida vivida. Su vida sigue estando presente en el seno de la Iglesia: por eso lo celebramos y lo recordamos».
Luz que brilla
En este barrio vallecano, dice Gonzalo Ruipérez, «san Juan de Dios significa varias cosas. Primero, la figura física de la parroquia. El templo está en el centro físico de la Villa de Vallecas. El año pasado hemos puesto un retablo del santo en la fachada exterior de la parroquia. Es de cerámica cocida al horno, y en él se puede apreciar la imagen del santo abrazando a uno de los enfermos que sacó de un hospital en llamas, en Granada. Es un relato histórico conocido: el santo sacó a todos y cada uno de los enfermos de un hospital granadino que estaba en llamas. Y nosotros, con este mosaico, queremos que la gente no deje de recordar su figura y su obra».
«En segundo lugar -apunta- significa las personas que trabajamos en la parroquia. En concreto, los dos sacerdotes, el padre Carlos, estudiante, y yo. Ambos somos testigos de cómo unos pobres hombres podemos dar a entender la vida del santo a través de nuestras propias obras, con todos los defectos y dones que Dios nos ha dado. La luz que brilla es la que Dios nos ha dado. Y el rostro del santo aparece en nosotros a través de nuestra vida», afirma.
Y, «en tercer lugar, san Juan de Dios significa la vida que se refleja en la sonrisa, en el rostro de cada una de las personas -niños y niñas de catequesis o de apoyo escolar, jóvenes, adultos, mayores- que vienen a la parroquia … Distribuimos todos los meses 35.000 kilos de comida entre unas 300 familias, gracias al Banco de Alimentos y a las donaciones de colegios, de entidades, particulares, empresas… Y contamos con 27 voluntarios en la acogida de Cáritas… Esa gente que acude, que viene, que pisa, que pide, que da, que entrega… Esa gente muestra el maravilloso rostro de san Juan de Dios, que sigue brillando en cada uno de nosotros, que es lo que Dios nos pide que hagamos». Por eso, reconoce que «siempre digo que en Villa de Vallecas hay dos templos: el de la gente que viene a Misa, y el de la calle cuyo retablo es la parroquia».
Postre de san Juan de Dios y "capacha solidaria"
Entre el amplio programa de actividades organizado con motivo de las fiestas patronales no faltan dos cosas.
Una de ellas es la “capacha solidaria”. «La capacha -señala- es una cesta de mimbre que usaba san Juan de Dios cuando iba a recoger comida para los pobres por las calles de Granada. Nosotros tenemos 20 cestos. Y el domingo 10 de marzo se repartirán entre los niños, de 7 a 18 años, que se distribuirán por grupos y, acompañados siempre por dos catequistas adultos, recorrerán el barrio, casa por casa, pidiendo a aquellos mismos a quienes hemos entregado comida. A todos. Para que puedan compartir un poco de lo que tienen con los que menos tienen. Hay gente que no les abre la puerta; otros que les dicen que no; otros se comportan de maravilla, y les abren sus puertas para compartir con ellos. Y algunos incluso dan una pequeña propina a los pequeños. Salen a pedir muy temprano, después de la chocolatada que les ofrecemos en la parroquia, para desayunar. Y todo lo que recogen se presenta como ofrenda en la Misa solemne, que este año estará presidida por el vicario episcopal, Óscar García». «La experiencia es impresionante -confirma-. Los chavales vienen contentos. La respuesta es variopinta, a veces dura, pero me encanta que los niños participen en ella».
La segunda de las tradiciones que tiene la parroquia por estas fechas es la “comida de san Juan de Dios”. «Este año será el sábado 9 -comenta-. Es una comida solidaria. Para ello hemos encargado una paella, para más de 100 comensales. De momento hay unos 150 inscritos. Es como un encuentro parroquial en el que yo tomo la palabra, y durante media hora tenemos un diálogo. Después comemos la paella, que es solidaria porque cada comensal aporta 3€, que irán destinados a la campaña del Día del Seminario. Y es que, es una parroquia muy pobre, pero yo siempre digo que los pobres son los que más comparten. Por eso se les pide esa cantidad: ellos no pueden dar más, y aún así les cuesta mucho».
Además, en esta comida no faltará «un postre típico que nos hemos inventado nosotros: se llama el ‘postre de san Juan de Dios’, y nos lo hacen en una pastelería. No te puedo decir la receta: solo, que está hecho con granadas, que es el símbolo del santo, porque murió en Granada». Las 400 unidades encargadas para este año se distribuirán entre los asistentes a la comida. «Y, lo que sobre, lo repartimos el domingo, después de la Misa. Ese mismo día tenemos también un concurso casero en el que todo el barrio colabora. Este año hemos pedido cinco productos culinarios: pinchos de tortillas de patatas, de croquetas, y postres de bizcochos, torrijas y dulces hechos con granadas. Hay un jurado, que probará todas las comidas que se presenten al concurso. Y, después de la Misa, compartiremos lo que han presentado en un encuentro festivo con todos los fieles», concluye.